El favor de Dios

Luis David Meza

El favor de Dios

Enseñaré a mis hijos el favor de Dios | Bosquejos Bíblicos

INTRODUCCIÓN

El favor de Dios está sobre nosotros porque Él nos ama de una manera tan grande, que prefirió entregar a su Hijo Jesús a la crucifixión con tal de que tuviéramos en quién creer para mantenernos en sus caminos.

Por eso, su trato privilegiado, que es su favor, nos sigue y nos persigue, porque Él nos ama profundamente.

I. EL FAVOR DE DIOS SOBRE NUESTRA VIDA

Proverbios 3:1-4 (NVI) dice:

“Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos. Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad. Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón. Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente.”

Debemos enseñar a nuestros hijos que el favor de Dios está sobre ellos y que su palabra es la clave para recibirlo.

II. LOS HIJOS DE DIOS VIVEN BAJO SU FAVOR

Lucas 2:52 (NVI) nos dice:

“Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.”

Así como Jesús creció en sabiduría y estatura, nuestros hijos deben crecer en el favor de Dios y de las personas.

Dios abre puertas que nadie puede cerrar y bendice a aquellos que confían en Él.

III. PROFETIZA EL FAVOR DE DIOS SOBRE TUS HIJOS

Debemos hablarles a nuestros hijos acerca del favor de Dios.

Las palabras tienen poder

Proverbios 31:1 (RVR1960) dice:

“Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.”

La palabra hebrea para “profecía” significa “acción de llevar a cuestas”. Nuestros hijos cargan nuestras palabras toda su vida.

Si les hablamos de bendición y propósito, crecerán creyendo en las promesas de Dios.

IV. TU CONGRUENCIA SELLARÁ TUS PALABRAS

No basta con hablar del favor de Dios, debemos vivirlo.

Jeremías 32:38-41 (NVI) dice:

“Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos. Haré con ellos un pacto eterno: Nunca dejaré de estar con ellos para mostrarles mi favor.”

Si queremos que nuestros hijos crean en el favor de Dios, debemos vivir con fe y confianza.

V. MINISTRACIÓN FINAL

El favor de Dios no es un concepto abstracto ni una simple expresión de deseo, sino una realidad tangible que transforma vidas. Como padres, tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestros hijos que el favor divino no es un privilegio exclusivo de unos pocos, sino el resultado de una vida alineada con la voluntad de Dios. Su favor nos sigue y nos persigue cuando andamos en sus caminos, cuando guardamos su palabra en nuestro corazón y cuando proclamamos sus promesas sobre nuestras generaciones.

No podemos conformarnos solo con decirles a nuestros hijos que Dios los ama y que tiene planes para ellos; debemos demostrarlo con nuestra propia vida. Si queremos que ellos caminen en la fe, primero debemos modelar una vida de fe. Si anhelamos que crean en el favor de Dios, primero debemos vivir como aquellos que han experimentado ese favor. La congruencia entre nuestras palabras y nuestras acciones será el testimonio más poderoso que podemos dejarles.

Hoy es el momento de actuar. No importa la edad de nuestros hijos ni las circunstancias que nos rodean, podemos comenzar a declarar sobre sus vidas el favor de Dios. Oremos con autoridad, proclamemos su bendición y confiemos en sus promesas. La semilla de la fe que sembremos en ellos dará fruto en su tiempo, y veremos cómo la gracia de Dios los guiará en cada etapa de sus vidas.

Hoy es el día para profetizar sobre nuestros hijos. No importa la situación actual, Dios tiene planes de bien para ellos. ¡No dejemos pasar esta oportunidad!

Oremos para que su favor los acompañe todos los días de su vida.

© Luis David Meza. Todos los derechos reservados.

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Luis David Meza
Autor
Luis David Meza
Plenitud en Cristo es una iglesia fundada el 25 de octubre de 2009 por los pastores Luis David Meza y Olga Meza. Somos una iglesia bajo la gracia, que anuncia el mensaje de la justicia de Cristo y su favor inmerecido por fe.

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