De la Misericordia a la Gratitud | Bosquejos Bíblicos
INTRODUCCIÓN
Hemos aprendido en estas últimas semanas que tenemos un Dios que nos coronó de su favor. Esto significa que, por ser sus hijos, recibimos un trato privilegiado. Él pone a nuestro alcance las oportunidades, las personas, las relaciones y los recursos que necesitamos para llevar a cabo nuestros sueños alineados a sus propósitos en nuestra vida.
La semana pasada entendimos que Cristo nos redimió con su preciosa sangre. No solo perdonó nuestros pecados, sino que también nos dio salvación y vida eterna. Pero Gálatas 3:13 nos dice que nos redimió para que la bendición de Abraham nos alcance a nosotros los gentiles.
I. LA MISERICORDIA DE DIOS NOS SOSTIENE
El Salmo 103:4 nos dice:
“El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias.”
Es verdad que el Señor nos coronó de favores, pero también nos coronó de misericordias. Si solo nos enfocamos en el favor de Dios y en recibir sus bendiciones, podríamos perder el equilibrio en nuestra fe.
¿Qué significa la misericordia?
La palabra misericordia proviene del latín “miseri” (miserable o desdichado) y “cordia” (corazón). La misericordia es el corazón de Dios inclinándose hacia nuestra necesidad.
Así como el favor de Dios nos da un trato privilegiado, la misericordia es la manera en la que Dios remedia nuestro sufrimiento.
Por lo tanto, debemos entender que la vida cristiana no solo se trata de recibir bendiciones, sino también de enfrentar momentos de sufrimiento. Y en esos momentos de dificultad, Dios derrama su misericordia sobre nosotros.
II. LA GRATITUD RECONOCE LA MISERICORDIA
En Lucas 17:11-19, Jesús sanó a diez leprosos, pero solo uno regresó para agradecer.
El agradecimiento debe ser visible
El único que regresó a dar gloria a Dios lo hizo en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le expresó gratitud. Jesús se sorprendió y preguntó:
“¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?” (Lucas 17:17)
Esto nos muestra que, aunque Jesús no obliga a nadie a ser agradecido, sí espera que lo seamos.
¿Cuántas veces hemos recibido un milagro de Dios y nos hemos olvidado de agradecer?
El agradecimiento no debe ser silencioso, sino público y evidente. Cuando reconocemos la misericordia de Dios en nuestra vida, debemos proclamarlo con gozo.
III. QUE NUESTRA GRATITUD POR SU MISERICORDIA DEJE HUELLA
La historia de José en el Antiguo Testamento es un gran ejemplo de cómo alguien puede vivir bajo el favor de Dios sin olvidar su misericordia.
Génesis 41:50-52 nos dice que José nombró a sus hijos:
- Manasés: “Dios me hizo olvidar todo mi trabajo y la casa de mi padre”.
- Efraín: “Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción”.
Esto significa que José honró la misericordia de Dios en su pasado y el favor de Dios en su presente y futuro.
Si queremos que nuestra gratitud deje huella, debemos recordar que todo lo que tenemos proviene de Dios y que Él es fiel en cada etapa de nuestra vida.
IV. A VECES EL FAVOR Y A VECES LA MISERICORDIA
Es importante valorar tanto el favor de Dios como su misericordia.
El favor de Dios y la misericordia en nuestra vida
A veces, Dios nos permite recibir bendiciones sin esfuerzo, y otras veces nos permite pasar por pruebas donde solo su misericordia nos sostiene.
Un ejemplo de esto es la historia de Simón el fariseo y la mujer que derramó perfume a los pies de Jesús (Lucas 7:47).
Jesús explicó que el que ha sido perdonado mucho, ama mucho.
Si creemos que merecemos todo lo que tenemos, viviremos con un corazón ingrato. Pero si entendemos que todo es gracia y misericordia de Dios, viviremos con agradecimiento y humildad.
CONCLUSIÓN
La Biblia nos recuerda:
“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida.” (Salmo 23:6)
Cada día, Dios nos rodea con su favor y nos cubre con su misericordia.
Lamentaciones 3:22-23 dice:
“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”
Hoy es el día para agradecer a Dios no solo por su favor, sino también por su misericordia. Porque sin ella, no podríamos seguir adelante.
© Luis David Mesa. Todos los derechos reservados.