Vivir la esperanza

José R. Hernández

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Vivir la esperanza

Bosquejos Bíblicos

Prédica de hoy: Vivir la esperanza

Texto Bíblico Principal: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” Hebreos 10:23

Introducción

Seguir a Jesús es vivir por y para una promesa. En él entendemos el amor y avivamos la esperanza de manera dulce y alegre. Recibimos un regalo precioso y es nuestra responsabilidad darlo a conocer a todo el mundo.

Cuando la esperanza deja de ser sufrimiento, para convertirse en deleite, es porque la palabra de Dios trascendió en nosotros. Esperanza significa confianza plena y es fundamental para agradar su nombre.

¿Hasta cuando esperamos? Solo Dios tiene respuesta. Para nosotros no existe el tiempo o el fin, sino el proceso en el qué somos entregados a su nombre. La espera es honra para nosotros, nos guía y nos ayuda a vivir la experiencia en éste mundo terrenal.

I. Esperanza: propósito de vida (1 Pedro 1:10)

No conocer de los milagros de Dios, implica un vacío existencial enorme. Éste mundo entre maldad y egoísmo, lleno de pecado, es profesional en consumir esperanzas. El “no puedo” es consecuencia de ese sinsentido que tiene vivir una vida terrenal.

Cuando conocemos el verdadero amor, qué está muy lejos al mundano, somos transformados. De esa versión nueva y renovada de nosotros mismos, aprendemos la palabra de Dios. De su mano somos purificados. En esa conversión hay testimonio de una esperanza profunda.

Jehová nos da un nuevo propósito y nos rescata cuando sentimos qué todo estaba perdido. Permite qué seamos parte de su obra y podamos honrarlo con nuestra vida. ¿Qué esperamos? Su vida eterna.

II. Esperanza: garantía de la fe (Hebreos 11:1)

Para conocer el verdadero amor de Dios, se necesita fe. Esa convicción de su poder y gracia en nuestras vidas es imprescindible al momento de espera. Puesto que sí no somos capaces de creer en lo qué esperamos, estamos mintiendo.

Dios no se contradice. Es claro, espera de nosotros fe y esperanza. No puede existir una sin la otra, pues ambas se retroalimentan. Cuando hay fe, hay espera virtuosa, y de ella hay garantía de que somos reales ante Dios.

Jehová nos pide ser verdaderos, aunque aún sí intentamos mentir, él conoce todo de nosotros. Es imposible engañarlo y esto es muy importante al momento de practicar nuestra fe.

III. Esperanza: valentía en la aflicción (Isaías 40:31)

Mantener la esperanza es una acción que debe ser habitada. Esa esperanza es nuestro escudo, en ella confiamos que Dios intercede por nosotros.

Si en momentos de tormenta nos dejamos dominar por la angustia, demostramos que no tenemos suficiente confianza. Sí tenemos esperanza en el Padre, los miedos se disipan pues entendemos que él es el dueño y único digno de poder. Los días de la aflicción pasan a ser pruebas que solo sirven para hacernos crecer.

Cuando vivimos por esperanza, ésta se convierte en nuestra mayor expresión de valentía. Pues se consagra en cuanto creemos en ella. Dios es justo, recompensa a quienes le siguen. Debemos cultivar esa esperanza, pues en sus frutos está un amor dulce y verdadero.

IV. Mensajes de esperanza (Marcos 16:15)

Nuestra esperanza es una verdad que debe ser compartida. Cuando es real no queremos guardarla solo para nosotros. Es una buena noticia y queremos que todos disfruten de ella.

En nuestra comunicación diaria debemos ser el reflejo de lo qué creemos y esperamos. Los demás necesitan enterarse de que Dios tiene una promesa maravillosa y todos formamos parte de ella.

Una esperanza real está viva, se mueve y no descansa. Por esto debemos ser diligentes, por esto tenemos un propósito justo y real que agrada a Dios.

Sí hemos creído fielmente, debemos llevar mensajes de esperanza a dónde vayamos. El evangelio se trata de esto. Existe para aliviar y ser refugio, para ayudarnos y darnos de amor. Es para todos, no hay camino mas hermoso que participar juntos de él.

Conclusión

La esperanza no es una opción, es una necesidad a partir de la cual practicamos nuestra fe. Es importante cultivarla con amor y confiar que en su debido momento, tendrá fruto. Ya se nos asegura en las Escrituras que todos los que esperan en el Señor serán recompensados.

Esperar la vida eterna es parte de la redención. Es una gracia y por tanto un tesoro que debe ser aceptado con alegría. Esperar es la expresión viva de todo aquello que predicamos y compartimos a nuestros hermanos.

Tener esperanza en Dios es ser valientes. Significa reconocer su grandeza por encima de todo lo demás y confiar a él nuestra vida. Es tan importante porque de no ser por ésta esperanza no tendríamos propósito.

Gracias a Jehová ya no estamos perdidos ¡Tenemos una esperanza que vive y es eterna!

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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José R. Hernández
Autor
José R. Hernández
Pastor jubilado de la iglesia El Nuevo Pacto, en Hialeah, FL. Graduado de Summit Bible College. Licenciatura en Estudios Pastorales, y Maestría en Teología.

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