4 Tipos de Escatología Reveladoras | Estudios Bíblicos
Tabla de contenido
Introducción
¿Por qué es importante conocer los tipos de escatología?
¿Qué pasará al final de los tiempos? Esa pregunta no es nueva. Desde hace siglos, el ser humano ha tratado de encontrar respuestas claras sobre el futuro. A veces con temor, a veces con curiosidad, todos nos preguntamos: ¿cómo terminará la historia de este mundo?
Lo cierto es que hay muchas ideas dando vueltas. Algunos piensan que todo acabará en un desastre natural. Otros dicen que la humanidad será destruida por guerras o tecnología. Pero como creyentes, no buscamos respuestas en teorías humanas. Buscamos respuestas en la Palabra de Dios. La escatología es el estudio que trata sobre estas cosas. Es el estudio de los eventos finales, del juicio de Dios, del destino eterno de la humanidad, y de la esperanza gloriosa que tenemos los que estamos en Cristo.
Ahora bien, antes de hablar de señales, del Anticristo, o del regreso del Señor, primero tenemos que entender algo importante: no todos interpretan la escatología de la misma manera. Existen diferentes enfoques, distintos métodos que las personas han usado a lo largo de la historia para leer los textos proféticos. Y aunque no todos estos enfoques llegan a las mismas conclusiones, es importante conocerlos… no para confundirnos, sino para aprender a discernir.
Contexto Histórico
Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. No se trata solo de estudiar eventos futuros, sino de entender cómo pensaban los primeros creyentes, cómo leían las profecías, y cómo el tiempo ha influido en la manera en que las interpretamos hoy.
Según muchos estudiosos, los primeros cristianos esperaban con urgencia el regreso del Señor. De hecho, el apóstol Pablo habló con frecuencia de la segunda venida de Cristo como algo cercano. En 1 Tesalonicenses 4:16-17 leemos:
“Porque el Señor mismo con voz de mando… descenderá del cielo… luego nosotros los que vivimos… seremos arrebatados juntamente con ellos…”
Pero, ¿cómo se entiende ese pasaje hoy? ¿Fue cumplido ya? ¿Es simbólico? ¿Es algo futuro y literal? Aquí es donde entran los cuatro tipos de escatología bíblica más conocidos: la escatología preterista, la historicista, la futurista y la idealista. Cada una de estas formas de interpretación nos lleva por caminos distintos. Por eso, es necesario examinarlas con cuidado, no para caer en debates sin fin, sino para afirmar nuestra esperanza en lo que la Biblia realmente enseña.
La escatología no se trata de miedo, sino de fe. No se trata de fechas ni de predicciones, sino de vivir con la mirada puesta en lo eterno. Y si bien hay detalles que aún no entendemos por completo, hay una verdad que no cambia: Cristo viene otra vez, y Su reino no tendrá fin.
Así que te invito a que juntos descubramos qué es la escatología, cómo se ha entendido a través de los siglos, y lo más importante de todo: qué dice la Palabra de Dios acerca del final de todas las cosas.
I. Escatología Preterista
Cuando hablamos de la escatología preterista, hablamos de una manera muy particular de entender las profecías bíblicas. Esta interpretación dice que la mayoría de los eventos proféticos, especialmente los del Apocalipsis y de Mateo 24, ya se cumplieron en el pasado. De hecho, los que siguen esta línea creen que muchos de esos eventos se cumplieron en el año 70 d.C., cuando el templo de Jerusalén fue destruido por los romanos.
Es una perspectiva que no niega la profecía, pero sí la ubica en el pasado, no en el futuro. Entonces, ¿cómo se sostiene esta interpretación? ¿Tiene base bíblica? ¿Y qué implicaciones tiene para nuestra fe en la segunda venida del Señor? Vamos a explorarlo juntos.
a. El enfoque histórico del Preterismo
Los preteristas dicen que muchas profecías ya se cumplieron porque los apóstoles esperaban un cumplimiento inmediato. Por ejemplo, en Mateo 24:34, Jesús dijo: “De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.”
Ellos interpretan esa frase literalmente. Dicen que “esta generación” era la gente que vivía en tiempos de Jesús, y que por tanto, los juicios descritos en ese capítulo se cumplieron poco después de Su ascensión. Desde esa visión, la caída de Jerusalén sería el juicio final sobre el antiguo pacto, y el comienzo visible del nuevo.
Ahora, esto suena convincente en algunos puntos, especialmente cuando consideramos que la destrucción del templo fue un evento catastrófico. Fue un cambio total para el pueblo judío. Pero también hay que decirlo: no todo encaja tan perfectamente. Hay pasajes que claramente van más allá del año 70… pasajes que hablan de resurrección, del juicio final, y de una renovación completa del cielo y la tierra.
Por eso es que no podemos quedarnos solamente con la historia. Tenemos que ir más allá.
b. La visión del Apocalipsis como cumplida
Uno de los argumentos centrales del preterismo es que el Apocalipsis fue escrito antes del año 70 d.C. Si eso es cierto, entonces tendría sentido que algunas cosas descritas en ese libro hablen del juicio sobre Jerusalén. Por ejemplo, muchos preteristas piensan que la gran ramera de Apocalipsis 17 representa a Jerusalén infiel, no a Roma ni a un sistema futuro.
Pero aquí surge una gran pregunta: ¿es correcto decir que la segunda venida de Cristo también ya ocurrió, como afirman algunos preteristas más extremos? La respuesta es no. Y aquí debemos hacer una clara diferencia entre el Preterismo Parcial, que dice que algunos eventos se cumplieron, pero que Cristo aún viene… y el Preterismo Total, que dice que ya todo fue cumplido, incluyendo Su regreso.
Este último es peligroso… porque si ya todo pasó, ¿entonces qué esperanza nos queda? ¿Dónde está la promesa del Señor de venir por nosotros? En Hechos 1:11, los ángeles dijeron a los discípulos:
“Este mismo Jesús… vendrá así como le habéis visto ir al cielo.” Esa promesa no ha sido anulada.
El regreso glorioso del Señor no es simbólico. Es real, visible, y aún futuro.
c. ¿Qué podemos aprender del Preterismo?
Aunque no compartamos toda la visión preterista, hay algunas lecciones que podemos aprender. Por ejemplo, nos recuerdan que Dios ha intervenido en la historia de manera poderosa. No tenemos que esperar todo para el futuro… porque el Señor ya ha cumplido muchas promesas. La cruz, la resurrección, el nacimiento de la Iglesia, la expansión del evangelio: todo eso ya sucedió.
El preterismo también nos obliga a estudiar las Escrituras con cuidado. A veces, por buscar solo eventos futuros, olvidamos que Dios también actuó en el pasado. Y si lo hizo antes, lo volverá a hacer. Pero no podemos cometer el error de pensar que ya no queda nada por cumplirse. Pablo escribió en 1 Corintios 15:24-26 que “luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre… y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.” Y ese día aún no ha llegado.
Así que, si bien es útil entender la historia, no podemos perder de vista que todavía hay esperanza viva. Y esto nos lleva naturalmente al segundo tipo de escatología que debemos considerar: la visión historicista.
II. Escatología Historicista
La escatología historicista ve las profecías como un relato continuo del desarrollo de la historia de la Iglesia, desde el primer siglo hasta el regreso glorioso del Señor. En otras palabras, no todo está en el pasado, ni todo está en el futuro… sino que estamos viviendo dentro del cumplimiento de esas profecías ahora mismo.
Esta visión fue muy común entre los reformadores protestantes. Grandes hombres como Martín Lutero y Juan Calvino interpretaron el libro de Apocalipsis a través de esta perspectiva. Ellos veían en la figura de la bestia y del anticristo, por ejemplo, la corrupción del sistema papal de su tiempo. Pero, más allá de los debates históricos, lo que importa es cómo esta manera de interpretar la escatología bíblica nos ayuda a entender que Dios ha estado obrando sin detenerse a lo largo de los siglos.
a. Una visión progresiva del cumplimiento profético
Según el historicismo, cada sello, trompeta y copa en Apocalipsis representa un periodo específico de la historia del mundo. No es una serie de eventos caóticos, ni tampoco un símbolo vacío. Es una revelación progresiva. Así que esta perspectiva enseña que, por ejemplo, los jinetes del Apocalipsis se han ido manifestando a través de guerras, hambrunas, imperios, pestes, y persecuciones desde los días del Imperio Romano hasta hoy.
Y si eso es cierto… entonces eso también significa que la Iglesia no está al margen de la historia, sino en el centro del plan redentor de Dios. En Mateo 28:20 el Señor dijo: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Él nunca ha dejado de obrar en medio de Su pueblo. Nunca.
La historia no se ha salido de control. Aunque el mundo parezca ir de mal en peor… Dios sigue escribiendo Su historia.
b. Advertencia y consuelo a lo largo del tiempo
Esta interpretación también ofrece un mensaje claro: la escatología bíblica no es solo para especular, sino para despertar. Es para advertirnos y consolarnos. Cada generación ha enfrentado desafíos únicos. Algunos han vivido guerras. Otros han visto la apostasía. Otros han presenciado avivamientos. Pero en todo esto, el mensaje del Señor ha sido uno solo: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Este llamado no es para después. Es para hoy. No es una idea lejana… es una verdad viva. Y la verdad es que muchas veces olvidamos que estamos dentro de una guerra espiritual constante, pero la Palabra ya nos lo había advertido.
Y esto nos obliga a preguntarnos: ¿cómo estamos caminando en medio de la historia? ¿Estamos dormidos, distraídos… o estamos alerta? El Señor nos dijo que estuviéramos preparados como las vírgenes prudentes en Mateo 25. ¿Lo estamos?
c. El papel de la Iglesia en el plan de Dios
Una de las fortalezas más poderosas del enfoque historicista es que ubica a la Iglesia como una parte central del cumplimiento profético. Esto quiere decir que no estamos esperando sentados que algo suceda. Estamos llamados a ser parte activa de lo que Dios está haciendo.
Según esta visión, la proclamación del evangelio en cada época —ya sea en los días de Roma, la Reforma, o los siglos modernos— es parte de la profecía cumplida. En otras palabras, cuando predicamos la Palabra, estamos participando del cumplimiento escatológico.
Esto transforma nuestra forma de ver la misión. El evangelismo, la santidad, la perseverancia… todo cobra un nuevo sentido. La escatología no es solo lo que viene, es también lo que estamos viviendo ahora. En Hebreos 12:1-2 se nos recuerda que estamos rodeados de una “grande nube de testigos”… y eso nos impulsa a correr con paciencia la carrera que tenemos por delante.
Y ya que hablamos de correr con paciencia, creo que ahora es buen momento para examinar la tercera perspectiva… una que mira no solo lo que fue ni lo que está siendo, sino lo que vendrá: la escatología futurista.
III. Escatología Futurista
La escatología futurista enseña que la mayoría de las profecías aún están por cumplirse, especialmente aquellas relacionadas con la gran tribulación, el Anticristo, el milenio y el retorno glorioso del Señor. Esta perspectiva toma como literal muchas de las visiones del libro de Apocalipsis, de Daniel, Zacarías, y otros textos proféticos, y las sitúa en un futuro que aún no ha ocurrido.
Muchos creyentes de hoy se identifican con esta postura. Y no es difícil ver por qué. Cuando miramos las noticias, los conflictos internacionales, el avance de la tecnología, el aumento de la maldad, y el enfriamiento del amor, pareciera que todo lo que está escrito se está alineando para cumplirse. Esta visión no está interesada en símbolos vagos, sino en eventos específicos que marcarán el final de esta era.
a. El arrebatamiento y la gran tribulación
Uno de los eventos más conocidos dentro de la escatología futurista es el arrebatamiento o rapto. Según esta interpretación, los verdaderos creyentes serán arrebatados antes —o en algunos casos, durante— la gran tribulación. Este evento es descrito en 1 Tesalonicenses 4:16-17:
“Porque el Señor mismo con voz de mando… descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros… seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire.”
¿Te has detenido a pensar cómo será ese momento? Imagina estar caminando por la calle, o durmiendo en casa… y de repente, la voz de mando, el sonido de la trompeta, y la transformación instantánea del cuerpo. Una promesa gloriosa para los que están firmes en la fe. Pero también… un aviso solemne para los que viven sin Dios.
Después de este evento, se espera una gran tribulación —un período de angustia como nunca antes— descrito en Mateo 24:21: “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.” Será un tiempo de juicio, pero también de oportunidad, donde muchos reconocerán al Señor… aunque en medio del sufrimiento.
b. La segunda venida y el milenio
Luego viene uno de los temas más centrales en la escatología bíblica: la segunda venida de Cristo. Este evento será visible, glorioso y definitivo. En Apocalipsis 1:7 leemos: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá…” No será un acto secreto, ni un símbolo… será una aparición pública que transformará la historia para siempre.
Después de Su regreso, se establece el llamado Reino Milenial, un periodo de mil años donde Cristo reinará en la tierra con justicia. Apocalipsis 20:4 declara: “y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” Algunos lo interpretan como literal, otros como simbólico. Pero lo cierto es que es un tiempo de restauración donde Satanás será atado, y la paz cubrirá la tierra.
Y aquí surge una pregunta importante: ¿estamos esperando al Rey con alegría… o con temor? Porque si sabemos que viene —y viene pronto— no deberíamos estar dormidos. Deberíamos estar trabajando con más pasión que nunca.
c. Juicio final y eternidad
Una vez que el milenio se complete, según la escatología futurista, vendrá el Juicio del Gran Trono Blanco. Apocalipsis 20:11-12 dice: “Vi un gran trono blanco… y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros.” Este será el momento definitivo donde cada alma será confrontada con la verdad, y donde no habrá excusas ni pretextos.
Es en este punto donde cada persona será enviada, o a la vida eterna con Dios… o a la condenación eterna. Y aunque estas verdades pueden sonar duras, también son un llamado de misericordia. El Señor no quiere que nadie perezca. Él quiere que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
Y aquí es donde la escatología no puede ser un tema frío o académico. Tiene que despertar nuestras almas. Si de verdad creemos que el juicio viene, si creemos que Cristo regresa pronto… entonces, ¿cómo estamos viviendo hoy? ¿Qué estamos haciendo con nuestras vidas, nuestros talentos, nuestras oportunidades?
Y justo ahí es donde la última visión escatológica puede ofrecernos una reflexión necesaria. Una visión que no se enfoca en eventos concretos, sino en los principios espirituales detrás de ellos: la escatología idealista.
IV. Escatología Idealista
Entre las cuatro interpretaciones principales de la escatología bíblica, hay una que rompe con todo esquema literal o histórico: la escatología idealista. A diferencia de las demás, esta visión no busca fechas, ni eventos pasados o futuros específicos. Tampoco intenta identificar figuras como el Anticristo o el falso profeta en personajes históricos o futuros. En vez de eso, se enfoca en los principios espirituales, en las luchas eternas entre el bien y el mal, y en el triunfo final del Reino de Dios.
Algunos podrían pensar que esta perspectiva es evasiva o poco clara, pero cuando se examina con atención, ofrece una riqueza teológica profunda. La escatología idealista no intenta predecir el fin del mundo con exactitud matemática; más bien, nos enseña cómo vivir ahora a la luz del fin. Es una interpretación que apunta al corazón del creyente… no a un calendario profético.
a. El conflicto espiritual como centro del mensaje profético
En la escatología idealista, las imágenes del Apocalipsis —la bestia, el dragón, el Cordero, el lago de fuego— son símbolos de realidades espirituales que se manifiestan constantemente. Según esta visión, cada generación enfrenta sus propios desafíos contra las fuerzas del mal. El Apocalipsis no describe un solo período final… sino una lucha constante en la historia humana.
Por ejemplo, la batalla entre el dragón y la mujer en Apocalipsis 12 no se ve como una escena literal, sino como un retrato del conflicto eterno entre el Reino de Dios y el reino de las tinieblas. Esta interpretación nos llama a despertar espiritualmente y a darnos cuenta de que vivimos en medio de una guerra invisible. Efesios 6:12 nos lo recuerda: “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades…”
Es decir, este enfoque nos invita a mirar el Apocalipsis no como una predicción del mañana, sino como una revelación de lo que ocurre hoy —en nuestro corazón, en nuestras decisiones, en nuestro andar diario.
b. El llamado constante a la fidelidad
Uno de los aspectos más bellos de esta perspectiva es que nos ayuda a ver el mensaje del Apocalipsis como un llamado continuo a la perseverancia. Las cartas a las siete iglesias (Apocalipsis 2–3) no son solo mensajes para congregaciones del pasado; son espejos espirituales donde cada iglesia representa actitudes que aún existen.
La iglesia tibia, la iglesia perseguida, la iglesia que ha perdido su primer amor… todas nos confrontan. El idealismo dice: cada creyente debe preguntarse hoy, ¿en cuál de esas condiciones espirituales me encuentro?
Aquí no hay necesidad de saber si estamos en la sexta trompeta o en el quinto sello. Lo que importa es si estamos caminando con Cristo ahora mismo, obedeciendo su voz, y permaneciendo fieles en medio de la tentación. Romanos 13:11 nos advierte:
“conocer el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño… porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.”
Esta escatología nos saca del letargo. Nos empuja a vivir alertas, con el corazón encendido por el Espíritu, sabiendo que no importa si la bestia se manifiesta en forma política, cultural, o espiritual… el llamado a vencer sigue vigente.
c. La fidelidad como camino de victoria
En una de sus poderosas predicaciones, Sermon No. 1361 – The Final perseverance of the Saints el renombrado predicador Charles Spurgeon —considerado el “Príncipe de los predicadores” del siglo XIX— escribió sobre la manera en que los redimidos caminan por una senda distinta, incluso en medio del conflicto espiritual:
“The man who is righteous before God has a way of his own. It is not the way of the flesh, nor the way of the world. It is a way marked out for him by the divine command, in which he walks by faith.”
Traducción: El hombre que es justo delante de Dios tiene un camino propio. No es el camino de la carne, ni el camino del mundo. Es un camino trazado para él por el mandato divino, en el cual camina por fe.
Esta cita capta exactamente lo que enseña la escatología idealista. No se trata de adivinar cuándo vendrá el fin, sino de caminar por fe, día tras día, sabiendo que el justo vivirá por la fe (Habacuc 2:4). La victoria no está en entender todos los detalles proféticos… está en permanecer fieles, aun cuando no los entendamos todos.
El Apocalipsis no fue escrito para asustar, sino para fortalecer. No fue escrito para el calendario, sino para el corazón. Y es precisamente ese enfoque —el del corazón transformado y la fidelidad perseverante— lo que nos lleva a considerar algo más profundo aún: no solo cómo se interpreta la escatología, sino qué elementos esenciales la componen según la Palabra de Dios.
V. La Escatología Bíblica como Esperanza Viva
La escatología bíblica no es solo un estudio de eventos futuros. Es una revelación del carácter fiel de Dios y una guía para nuestro presente. No se trata solo de cronología, sino de propósito. No se trata de especulación, sino de transformación. Y por encima de todo, no se trata de sembrar miedo, sino de cultivar esperanza.
Cada uno de los enfoques que hemos visto —preterista, historicista, futurista e idealista— nos ha mostrado diferentes aspectos de cómo se ha entendido la profecía a lo largo de la historia. Pero al final del día, lo que une a todos los creyentes fieles no es una posición escatológica perfecta, sino una confianza inquebrantable en que el Señor cumplirá Su promesa. Y esa promesa es clara: Él volverá.
Aquí es donde la escatología deja de ser una teoría… y se convierte en esperanza viva. Y si es esperanza viva, entonces debe impactar cómo vivimos hoy. Veamos por qué.
a. La escatología como fundamento para la perseverancia
Cuando entendemos correctamente la escatología bíblica, aprendemos que no estamos caminando sin rumbo. Cada paso que damos tiene dirección. Cada prueba tiene un propósito. Cada lágrima será redimida.
En Romanos 8:18 leemos: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Ese versículo no fue escrito para un debate teológico, fue escrito para animar a los creyentes perseguidos. Fue escrito para recordarnos que vale la pena perseverar.
¿Y no es eso lo que más necesitamos hoy? En un mundo donde tantas cosas parecen moverse rápido… donde el sufrimiento aparece sin avisar… donde la esperanza humana se desvanece, la escatología bíblica nos ancla al futuro glorioso de Dios.
Cuando creemos que hay un final santo y perfecto, podemos vivir con propósito en medio del caos. Podemos aguantar, porque sabemos que no todo termina aquí. Podemos seguir luchando, porque Él viene.
b. Un llamado a la santidad mientras esperamos
Una de las grandes verdades de la escatología bíblica es que no solo nos informa, sino que nos transforma. Pedro lo expresó así en 2 Pedro 3:11-12:
“Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¿cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir… esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios?”
En otras palabras, la espera no es pasiva. Es activa. Es santa. Es vigilante.
Este llamado a la santidad es urgente. El problema es que muchas veces, al hablar de profecías, nos enfocamos en el “cuándo” o el “cómo”, y olvidamos el “para qué”. Y el “para qué” es para que seamos encontrados fieles.
Efesios 5:27 dice que el Señor presentará a Su Iglesia como “una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” Ese es el estándar. Esa es la meta. Y no podemos ignorarlo. No se trata solo de ser salvos del infierno… se trata de ser santos para Su gloria.
¿Estamos caminando así? ¿Nuestra vida refleja esa urgencia santa? Porque el que tiene esta esperanza, se purifica a sí mismo (1 Juan 3:3).
c. La esperanza como testimonio ante el mundo
En un mundo lleno de desesperanza, la escatología bíblica nos equipa para ser portadores de esperanza. Y esa esperanza no es una ilusión. Es una certeza basada en la fidelidad de Dios.
En 1 Pedro 3:15 se nos dice: “estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.” ¿Ves? Esa esperanza debe notarse. Debe provocar preguntas. Debe dar testimonio.
La manera en que vivimos mientras esperamos dice mucho del Dios en quien confiamos. Si vivimos ansiosos, temerosos, derrotados… entonces no estamos reflejando la verdad de la profecía bíblica. Pero si vivimos firmes, amando, sirviendo, adorando… entonces mostramos que realmente creemos que nuestro Redentor vive.
Y cuando el mundo vea esa seguridad en nosotros, muchos querrán saber más. Muchos se acercarán, no por miedo, sino por la luz. Porque la escatología no debe apagar, debe alumbrar. No debe dividir, debe atraer. No debe asustar, debe consolar.
Es por eso que el mensaje de Apocalipsis termina con un clamor lleno de esperanza: “Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20). Y ese debe ser también nuestro clamor diario.
Conclusión
La escatología bíblica no es un rompecabezas para expertos, sino una llamada urgente al corazón. Es un recordatorio constante de que este mundo no es nuestro destino final, que el tiempo se acaba, y que hay una eternidad que nos espera… sea para gloria, o para juicio.
Muchos han intentado predecir fechas, identificar figuras proféticas o trazar calendarios. Pero la Palabra no nos llama a obsesionarnos con los detalles… nos llama a estar preparados. El mensaje más importante de la escatología no es el cuándo, sino el cómo. ¿Cómo estamos viviendo hoy sabiendo que Cristo viene otra vez?
La escatología nos confronta con nuestra responsabilidad. No podemos vivir como si el evangelio fuera opcional, ni como si nuestras decisiones no tuvieran consecuencias eternas. “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo…” (2 Corintios 5:10). No habrá excusas. No habrá segundas oportunidades.
Y es aquí donde la esperanza y el temor santo caminan juntos. Porque si bien el juicio es real, también lo es la gracia. Si bien el infierno es una advertencia, el cielo es una promesa gloriosa para los redimidos. Si bien habrá lloro, también habrá fiesta. Si bien vendrá fuego, también vendrá luz. Y esa luz es Cristo.
Tal vez algunos aún se pregunten: ¿qué debemos hacer ahora? ¿Cómo respondemos a todo esto?
La respuesta no es complicada… es rendirlo todo. Entregar nuestra vida por completo. No jugar con el pecado. No vivir a medias. No conformarnos con una fe superficial. Como dice Romanos 13:11:
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.”
Este es el tiempo. No mañana. No cuando todo mejore. No cuando entendamos todos los símbolos de Apocalipsis. Es ahora. El evangelio es urgente, y el regreso del Señor está más cerca que nunca. Por eso, no es momento de enfriarse ni de esconderse, sino de alumbrar. Es momento de vivir con fuego, con santidad, con expectativa.
Imagina por un momento… que el cielo se abre esta noche. Que la trompeta suena. Que el Rey regresa en gloria. ¿Estás listo? ¿Lo estás esperando? ¿Estás viviendo como alguien que verdaderamente cree que lo eterno es más real que lo temporal?
Porque ese es el centro de la escatología bíblica: vivir cada día como si Cristo viniera hoy, y trabajar como si aún tuviéramos tiempo para salvar a muchos. Es abrazar la verdad de que este mundo no es nuestro hogar. Es mirar hacia arriba, pero con los pies bien firmes en la tierra, sirviendo, predicando, esperando, orando… con los ojos abiertos y el corazón encendido.
Hoy, más que nunca, la Iglesia necesita despertar. El mundo necesita ver creyentes que no tiemblan ante las noticias, sino que se mantienen firmes en la promesa. El mundo necesita una iglesia que vive con urgencia, pero también con gozo. Que predica juicio, pero también esperanza. Que llora, pero que nunca deja de esperar.
Y tú… ¿cómo vas a responder?
¿Vas a ignorar el llamado… o vas a vivir a la luz del fin?
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.