Libro de Nahúm

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Estudio Biblico: Libro de Nahúm

Tema: Nahúm: El Juicio de Dios sobre Nínive y la Justicia Divina

Introducción

El libro de Nahúm es un mensaje poderoso sobre la justicia divina y el juicio de Dios sobre la ciudad de Nínive, la capital del imperio asirio. Escrito por el profeta Nahúm aproximadamente un siglo después de que Nínive se arrepintiera en respuesta a la predicación de Jonás, este libro destaca el lado de Dios como juez justo, quien no permite que la maldad y la opresión continúen sin castigo.

La historia de Nínive es significativa porque, en los días de Jonás, la ciudad se arrepintió y Dios le mostró misericordia. Sin embargo, con el tiempo, Nínive volvió a su antiguo comportamiento de violencia, crueldad y opresión hacia otras naciones, especialmente hacia Israel. El imperio asirio se había convertido en un símbolo de maldad y opresión, y Nahúm profetiza su destrucción definitiva como un acto de justicia divina.

En este estudio, exploraremos tres temas principales del libro de Nahúm: el juicio de Dios sobre Nínive, el concepto de la justicia divina y el consuelo que ofrece a los oprimidos, y la soberanía de Dios sobre las naciones. A través de estos temas, veremos cómo Dios, en Su justicia, defiende a los oprimidos y castiga a los malvados, mientras asegura que Su plan de redención para Su pueblo prevalecerá.

I. El Juicio de Dios sobre Nínive: La Destrucción de un Imperio

El tema central del libro de Nahúm es el juicio de Dios sobre Nínive. La ciudad que una vez se había arrepentido bajo la predicación de Jonás había vuelto a sus viejas costumbres de violencia, crueldad, y opresión. Nahúm describe con detalles gráficos la destrucción que Dios traería sobre esta ciudad y el imperio asirio, que se había convertido en un símbolo de maldad en el mundo antiguo.

Nínive fue conocida por su crueldad hacia las naciones que conquistaba, y había acumulado riquezas a través de la explotación y el saqueo. Los asirios eran temidos por su brutalidad, y sus actos de violencia eran bien conocidos en todo el mundo antiguo. El mensaje de Nahúm ofrece una advertencia clara de que, aunque la maldad pueda prosperar por un tiempo, el juicio de Dios es inevitable para aquellos que se niegan a arrepentirse y continúan en el camino de la injusticia.

a. El Carácter de Dios como Juez Justo

El libro de Nahúm comienza con una poderosa declaración sobre el carácter de Dios como un juez justo. En Nahúm 1:2-3, leemos:

“Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable.”

Este pasaje nos muestra que Dios es paciente, pero Su paciencia no significa que permitirá que el mal continúe para siempre. Aunque Dios es misericordioso, también es un juez justo que no dejará sin castigo a aquellos que oprimen a los demás. La frase “no tendrá por inocente al culpable” es un recordatorio de que, aunque el juicio de Dios pueda parecer retrasado, eventualmente llegará y será justo.

Es importante notar que la justicia de Dios está siempre acompañada de Su soberanía. En Nahúm 1:3-5, el profeta describe el poder de Dios sobre toda la creación:

“Jehová marcha sobre la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. Reprende al mar, y lo hace secar, y agosta todos los ríos… Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten.”

Este lenguaje poético enfatiza que Dios no solo es el juez de Nínive, sino de toda la creación. Él tiene el poder de controlar las fuerzas naturales y usar Su creación para llevar a cabo Su justicia. Esto también destaca la soberanía de Dios sobre las naciones, incluyendo los imperios más poderosos, como Asiria.

Para los creyentes hoy, este pasaje nos recuerda que, aunque a veces parezca que el mal está ganando, Dios sigue siendo el juez soberano. Él ve la injusticia y la maldad, y en Su tiempo perfecto, traerá juicio sobre aquellos que se niegan a arrepentirse. En Salmos 37:7-9, se nos llama a confiar en la justicia de Dios:

“Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades. Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.”

b. La Descripción de la Destrucción de Nínive

En los capítulos 2 y 3 de Nahúm, el profeta ofrece una descripción vívida y detallada de la destrucción de Nínive. En Nahúm 2:3-4, se describe el avance del ejército enemigo que atacaría la ciudad:

“El escudo de sus valientes está enrojecido, los varones valientes visten de escarlata; el carro de hierro llamea en el día de su preparación, y las lanzas están temblando. Los carros se precipitan a las plazas, se entrechocan por las calles; su aspecto es como antorchas encendidas, corren como relámpagos.”

Este pasaje da la imagen de una batalla feroz que resulta en la caída de Nínive. A pesar de la gran fuerza militar de los asirios, su poder no puede salvarlos del juicio de Dios. La ciudad, que alguna vez fue invencible, ahora enfrentaría su destrucción total.

En Nahúm 2:8-10, la riqueza de Nínive es saqueada, y su poder se disuelve rápidamente:

“Nínive desde tiempo antiguo fue como estanque de aguas; pero ellos huyen. Deteneos, deteneos, claman; pero ninguno mira. Saquead plata, saquead oro; no hay fin de las riquezas, de toda clase de objetos codiciables.”

La mención de la riqueza acumulada por Nínive refleja cómo este imperio había construido su poder sobre la base de la explotación y el saqueo de otras naciones. Sin embargo, toda esa riqueza no podría salvar a Nínive del juicio de Dios. La ciudad sería completamente devastada, y todo lo que habían acumulado sería tomado por sus enemigos.

Para los creyentes hoy, este pasaje nos recuerda que confiar en el poder material o en el poder militar es inútil frente al juicio de Dios. Ninguna riqueza, ni ejército, ni posición de poder puede protegernos de las consecuencias del pecado. En Proverbios 11:4, leemos:

“No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de la muerte.”

Dios nos llama a poner nuestra confianza en Él y en Su justicia, no en las riquezas o el poder temporal.

c. La Razón del Juicio: La Maldad y la Oposición a Dios

¿Por qué Nínive enfrentaba un juicio tan severo? Nahúm deja claro que la razón de la destrucción de la ciudad era su maldad y su oposición a Dios. En Nahúm 3:1, el profeta describe a Nínive como una “ciudad sanguinaria”:

“¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña, sin apartarte del pillaje!”

Nínive era conocida por su violencia extrema y su corrupción. Los asirios eran famosos por su crueldad hacia las naciones que conquistaban, y su ciudad estaba llena de mentiras y saqueos. Esta descripción subraya que Nínive no solo era una nación poderosa, sino también profundamente malvada.

Además de su crueldad hacia otras naciones, Nínive también se había puesto en oposición directa a Dios. En Nahúm 1:11, el profeta habla de un hombre “que pensó mal contra Jehová”, probablemente refiriéndose al rey de Asiria o a los líderes de Nínive que se habían rebelado contra la autoridad de Dios.

El juicio de Dios sobre Nínive era una respuesta a su maldad acumulada y a su continua resistencia a arrepentirse. Aunque Dios había mostrado misericordia a Nínive en los días de Jonás, la ciudad había vuelto a sus caminos malvados y ahora enfrentaba el juicio final.

Para los creyentes hoy, la historia de Nínive es una advertencia clara de que el pecado persistente y la oposición a Dios traen consecuencias inevitables. Dios es paciente, pero Su paciencia no es infinita. En 2 Pedro 3:9-10, leemos sobre el juicio final que vendrá sobre el mundo:

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche.”

Dios nos llama a arrepentirnos y a volvernos a Él antes de que sea demasiado tarde.

Conclusión de la Sección sobre el Juicio de Dios sobre Nínive: La Destrucción de un Imperio

El juicio de Dios sobre Nínive es un recordatorio poderoso de que la maldad y la injusticia no pueden prosperar para siempre. Aunque Nínive era una ciudad grande y poderosa, su oposición a Dios y su crueldad hacia otras naciones llevaron a su destrucción total. Nahúm nos muestra que, aunque Dios es paciente, Su justicia siempre prevalecerá.

Para los creyentes hoy, este mensaje es un llamado a reflexionar sobre nuestra propia vida y a asegurarnos de que estamos viviendo en justicia y humildad delante de Dios. No podemos confiar en el poder o las riquezas terrenales para protegernos del juicio divino; en cambio, debemos poner nuestra fe en la gracia y justicia de Dios.

II. La Justicia Divina: El Consuelo para los Oprimidos

El libro de Nahúm, aunque es principalmente un mensaje de juicio contra Nínive, también ofrece consuelo a los que han sido oprimidos por este imperio cruel. Para el pueblo de Judá, que había experimentado la opresión asiria, las palabras de Nahúm traen esperanza y alivio, mostrando que Dios no se ha olvidado de ellos y que Su justicia prevalecerá. Aunque el juicio de Dios contra Nínive es severo, también es un acto de defensa para los oprimidos, una señal de que Dios ve la injusticia y no permitirá que continúe para siempre.

En esta sección, exploraremos cómo el juicio de Dios sobre Nínive es también un acto de justicia redentora para los oprimidos, cómo Nahúm ofrece consuelo a los que han sido maltratados, y cómo podemos encontrar esperanza en la justicia divina cuando enfrentamos la maldad en nuestras propias vidas.

a. El Juicio como Acto de Justicia para los Oprimidos

Uno de los temas clave en el libro de Nahúm es que el juicio de Dios sobre Nínive no es solo un castigo para los malvados, sino también un acto de justicia para aquellos que han sufrido bajo su opresión. Nínive no solo había pecado contra Dios, sino que también había cometido atrocidades contra muchas naciones, incluyendo a Judá. La destrucción de Nínive es una forma de liberar a los oprimidos y traer justicia a aquellos que habían sido explotados y maltratados por este imperio.

En Nahúm 1:12-13, Dios promete liberar a Su pueblo de la opresión asiria:

“Así ha dicho Jehová: Aunque reposan, y aunque son tantos, serán talados, y él pasará. Y aunque te afligí, no te afligiré más. Porque ahora quebraré su yugo de sobre ti, y romperé tus coyundas.”

Esta promesa es un recordatorio de que, aunque el pueblo de Judá había sufrido bajo el yugo de Asiria, Dios no permitiría que esa opresión continuara para siempre. El “yugo” y las “coyundas” son símbolos de esclavitud y opresión, y Dios promete romper esas cadenas, liberando a Su pueblo de la tiranía de Nínive.

Este pasaje es significativo porque muestra que Dios no es indiferente al sufrimiento de Su pueblo. Aunque Judá había enfrentado tiempos difíciles, Dios les asegura que Su justicia triunfará y que ellos serán liberados. Para los creyentes hoy, este pasaje nos recuerda que, aunque podamos enfrentar opresión o injusticia en nuestras vidas, Dios es consciente de nuestro sufrimiento y Su justicia prevalecerá. En Salmos 9:9, se nos dice:

“Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia.”

Dios es un refugio para los oprimidos, y podemos confiar en que Él traerá justicia en Su tiempo perfecto.

b. El Consuelo de Saber que Dios Ve la Injusticia

Para el pueblo de Judá, las palabras de Nahúm fueron un consuelo en medio de su sufrimiento. Sabían que Dios no era indiferente a lo que les estaba sucediendo y que Él veía la injusticia que habían soportado. En Nahúm 1:7, el profeta declara:

“Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.”

Este versículo resalta el carácter compasivo de Dios. Aunque el juicio de Dios sobre Nínive es severo, Él sigue siendo bueno y es una fortaleza para aquellos que confían en Él. Esta es una fuente de gran consuelo para el pueblo oprimido. Saber que Dios es consciente de su situación y que Él es una fortaleza en tiempos de dificultad les da la fuerza para perseverar.

El hecho de que Dios “conoce” a los que confían en Él significa que Él tiene una relación personal con ellos. No están solos en su sufrimiento; Dios está presente con ellos, y Él es su protector. Para los creyentes hoy, este versículo es un recordatorio de que, aunque enfrentemos dificultades, podemos encontrar refugio en Dios. Él es nuestra fortaleza y está presente con nosotros en nuestras aflicciones. En Salmos 46:1, leemos:

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.”

El consuelo de saber que Dios ve nuestra angustia y está dispuesto a ayudarnos es una fuente de esperanza inquebrantable.

c. La Justicia Divina como Esperanza para el Futuro

El juicio de Dios sobre Nínive también proporciona un modelo de esperanza para el futuro. Aunque Judá estaba siendo oprimido por un imperio poderoso, Nahúm les asegura que Dios tiene el control y que el mal no prevalecerá para siempre. Este mensaje de esperanza se aplica no solo al contexto inmediato de Judá, sino también a los creyentes hoy en día que enfrentan injusticias o maldad en sus vidas.

En Nahúm 2:2, se nos dice:

“Porque Jehová restaurará la gloria de Jacob, como la gloria de Israel, aunque los saqueadores los saquearon y estropearon sus mugrones.”

Este versículo habla de la restauración que Dios promete para Su pueblo. Aunque habían sido saqueados y oprimidos, Dios restauraría su gloria y los levantaría una vez más. La destrucción de Nínive simboliza el triunfo de la justicia divina sobre la maldad, y este triunfo es una señal de la restauración futura que Dios promete para Su pueblo.

Para los creyentes hoy, esta promesa de restauración es una fuente de esperanza en medio de los desafíos de la vida. Aunque podamos enfrentar pruebas y opresión, sabemos que Dios tiene el poder de restaurar lo que ha sido perdido y traer justicia a nuestras vidas. En Romanos 8:18, Pablo escribe sobre la esperanza futura que tenemos en Cristo:

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”

Dios promete que, a través de Jesucristo, experimentaremos una restauración final y una justicia eterna en Su reino. La destrucción de Nínive es un recordatorio de que el mal no prevalecerá y que Dios siempre está obrando para traer justicia y redención a Su pueblo.

Conclusión de la Sección sobre la Justicia Divina: El Consuelo para los Oprimidos

El mensaje de Nahúm ofrece un poderoso consuelo a los oprimidos, recordándoles que Dios no se ha olvidado de su sufrimiento y que Su justicia prevalecerá. Aunque Nínive era un imperio fuerte y malvado, Dios traería juicio sobre ellos, liberando a Su pueblo de la opresión y restaurando su gloria.

Para los creyentes hoy, este mensaje es un recordatorio de que podemos confiar en la justicia divina incluso cuando enfrentamos injusticia en nuestras vidas. Dios es un refugio para los oprimidos, y podemos tener la seguridad de que Él traerá justicia y restauración a Su pueblo. La esperanza de la justicia divina nos da fuerzas para perseverar, sabiendo que Dios está con nosotros y que Su plan de redención prevalecerá.

III. La Soberanía de Dios sobre las Naciones: Un Dios que Gobierna

El tercer tema clave en el libro de Nahúm es la soberanía de Dios sobre las naciones. Aunque Nínive, como capital del imperio asirio, parecía imbatible en su época, el mensaje de Nahúm es claro: ningún poder humano puede resistir la voluntad y el juicio de Dios. La destrucción de Nínive sirve como un recordatorio de que, aunque las naciones puedan ascender en poder y riqueza, Dios sigue siendo el verdadero soberano que gobierna sobre la tierra y las naciones. Este tema subraya que Dios tiene el control absoluto sobre la historia y que Su voluntad siempre se cumplirá, sin importar la resistencia de los seres humanos.

En esta sección, exploraremos cómo Nahúm enfatiza la soberanía de Dios sobre las naciones, cómo la destrucción de Nínive refleja la providencia divina, y cómo este mensaje nos recuerda que podemos confiar en que Dios gobierna sobre el mundo, incluso en tiempos de caos e incertidumbre.

a. Dios es el Juez de Todas las Naciones

El libro de Nahúm comienza con una declaración sobre el poder y la soberanía de Dios, no solo sobre Israel y Judá, sino sobre todas las naciones. En Nahúm 1:5-6, el profeta describe cómo la creación misma responde a la presencia de Dios:

“Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, el mundo y todos los que en él habitan. ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿Y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas.”

Este pasaje presenta a Dios como el creador y soberano de todo el universo, con poder absoluto sobre la creación y sobre las naciones. Ningún imperio, por más poderoso que sea, puede resistir la ira y el juicio de Dios. La imagen de los montes derritiéndose y la tierra temblando ante la presencia de Dios es un recordatorio de que toda la creación está bajo Su control, y que Él puede usar las fuerzas de la naturaleza para llevar a cabo Su juicio.

En el contexto de la destrucción de Nínive, esto subraya que Asiria, aunque era una nación temida y poderosa, no estaba fuera del control de Dios. Al igual que otras naciones antes que ellos, los asirios enfrentaban el juicio de Dios debido a su maldad y oposición a Su voluntad. Este mensaje es significativo porque muestra que Dios no hace acepción de personas ni de naciones. Todos están sujetos a Su justicia y juicio.

Para los creyentes hoy, este pasaje nos recuerda que Dios es el juez de todas las naciones y que Su justicia prevalecerá. En un mundo donde a menudo vemos a naciones y líderes poderosos haciendo maldad sin aparente consecuencia, podemos confiar en que Dios tiene el control y que Su justicia se manifestará. En Salmos 22:28, se nos dice:

“Porque de Jehová es el reino, y él regirá las naciones.”

Dios es el verdadero rey sobre todas las naciones, y Su gobierno nunca será desafiado ni derrocado.

b. La Destrucción de Nínive como Ejemplo de la Providencia Divina

La caída de Nínive es un ejemplo claro de la providencia divina en acción. Durante siglos, Nínive había sido una ciudad de grandeza y poder. Sin embargo, su arrogancia y maldad los llevaron a su destrucción. En Nahúm 3:7, Dios pronuncia el destino final de la ciudad:

“Y acontecerá que todos los que te vieren huirán de ti, y dirán: ¡Destruida es Nínive! ¿Quién se compadecerá de ti? ¿Dónde te buscaré consoladores?”

Este versículo subraya la inevitabilidad del juicio de Dios sobre Nínive. A pesar de su poder, la ciudad sería destruida de tal manera que nadie vendría a lamentar su caída. La providencia divina aseguraba que la maldad de Nínive no quedaría sin castigo y que su destrucción sería total. Los imperios humanos, por más poderosos que sean, no pueden escapar del plan soberano de Dios.

La caída de Nínive fue tan completa que, con el tiempo, la ciudad fue olvidada por completo hasta que fue redescubierta por los arqueólogos en el siglo XIX. Este es un recordatorio de que las naciones y los imperios que confían en su propio poder y orgullo pueden desaparecer rápidamente bajo la mano de Dios, quien dirige la historia hacia Sus propósitos eternos.

Para los creyentes hoy, esto nos enseña que podemos confiar en la providencia divina incluso cuando los eventos del mundo parecen caóticos o fuera de control. Dios tiene el control de la historia y está trabajando para cumplir Su plan redentor. En Isaías 46:9-10, Dios declara Su control sobre el futuro:

“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero.”

Dios es soberano sobre todas las cosas, y podemos confiar en que Su consejo permanecerá para siempre.

c. La Soberanía de Dios como Fuente de Confianza y Seguridad

El mensaje de Nahúm sobre la soberanía de Dios no solo es una advertencia para los malvados, sino también una fuente de confianza y seguridad para aquellos que confían en Él. En Nahúm 1:7, se nos recuerda que:

“Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.”

Este versículo subraya que, aunque Dios trae juicio sobre los malvados, Él es una fortaleza para aquellos que lo buscan. La soberanía de Dios no es motivo de temor para Sus hijos, sino una fuente de seguridad. Saber que Dios está en control de todas las cosas nos da la confianza de que, sin importar lo que suceda en el mundo, Dios tiene el control y está trabajando para el bien de Su pueblo.

La soberanía de Dios nos permite vivir con paz en medio de la incertidumbre. Aun cuando enfrentamos tiempos difíciles o vemos injusticias en el mundo, podemos tener la seguridad de que Dios está obrando, y que Su voluntad será hecha. En Romanos 8:28, Pablo nos asegura que:

“Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”

Para los creyentes, la soberanía de Dios es una garantía de que todo lo que sucede está bajo Su control y será usado para nuestro bien y para Su gloria.

Conclusión de la Sección sobre la Soberanía de Dios sobre las Naciones: Un Dios que Gobierna

El libro de Nahúm es un recordatorio claro de que Dios es soberano sobre todas las naciones y que Su justicia prevalecerá. Aunque los imperios humanos puedan ascender en poder y riqueza, ningún imperio está fuera del control de Dios. La destrucción de Nínive es un testimonio del poder soberano de Dios y de Su capacidad para derrocar a los malvados y establecer Su justicia.

Para los creyentes hoy, este mensaje es una fuente de esperanza y seguridad. Sabemos que, sin importar lo que suceda en el mundo, Dios tiene el control y está obrando para cumplir Su plan perfecto. Podemos confiar en Su providencia y vivir con la certeza de que Su voluntad se hará en la tierra como en el cielo.

Aplicación: Cómo Aplicar las Lecciones de Nahúm en Nuestra Vida

El libro de Nahúm nos ofrece varias lecciones importantes sobre la justicia de Dios, Su soberanía sobre las naciones, y el consuelo que ofrece a aquellos que confían en Él. Estas lecciones son aplicables para nosotros hoy, mientras buscamos vivir de acuerdo con los principios de Dios y confiar en Su poder soberano.

a. Confiar en la Justicia de Dios en Medio de la Injusticia

El juicio de Dios sobre Nínive nos recuerda que Dios ve la maldad y la injusticia en el mundo, y que Su justicia prevalecerá. Estamos llamados a confiar en que Dios traerá justicia en Su tiempo perfecto, incluso cuando enfrentamos opresión o injusticias.

b. Vivir con la Confianza de que Dios Tiene el Control

La soberanía de Dios es una fuente de seguridad. Podemos confiar en que Dios tiene el control de todas las cosas y que Su voluntad se cumplirá. En lugar de temer el futuro, estamos llamados a vivir con paz y confianza en Su providencia.

c. Encontrar Consuelo en el Carácter Compasivo de Dios

Aunque el juicio de Dios es real, también lo es Su misericordia. Dios es una fortaleza para aquellos que confían en Él, y podemos encontrar consuelo en Su presencia en medio de nuestras dificultades.

Conclusión

El libro de Nahúm es un mensaje de juicio, pero también es un recordatorio de la soberanía y la justicia de Dios. A través de este libro, somos llamados a confiar en el poder soberano de Dios, sabiendo que Él ve la injusticia, trae justicia, y es un refugio seguro para aquellos que confían en Él.

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