Dios Me Sacó del Pozo | Mensajes Cristianos
Texto bíblico principal: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.” Salmo 40:1
Tema: Un Testimonio de Liberación
Introducción
Hermanas, ¿alguna vez han sentido que están atrapadas en un hoyo del que no pueden salir? No hablo de un hoyo literal, sino de esos momentos cuando el alma se siente hundida. Una pérdida inesperada. Una traición que no viste venir. Un diagnóstico que te dejó sin palabras. La vida tiene formas de meternos en pozos de desesperación. Y cuando estamos ahí, muchas veces gritamos: “¡Señor, sácame de esto ya!”. Pero el salmista no empieza así. Él dice: “Pacientemente esperé…”
Esa palabra —pacientemente— cuesta. Porque esperar no es fácil cuando estás en dolor. No es fácil cuando ves que otros avanzan y tú sigues estancada. Pero este salmo es un testimonio, un canto de liberación. No es solo una oración; es un grito transformado en alabanza. Es la historia de alguien que fue rescatado del fondo y levantado con propósito. Y tal vez hoy sea también tu historia.
I. Dios escucha el clamor del desesperado
“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.” Salmo 40:1
El clamor no es una oración bonita ni estructurada. Es el grito que sale cuando ya no puedes más. Cuando las palabras no alcanzan, pero el alma grita. Y David dice que Dios se inclinó. Eso me conmueve. El Dios Todopoderoso se inclina para escucharte. No te ignora. No se esconde. Se acerca.
Esto me recuerda lo que escribió el profeta Jeremías: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Jeremías 33:3. ¿Ves la conexión? El clamor es la llave. No es la elocuencia. Es la sinceridad.
Cuando sentimos que estamos al borde de rendirnos, Dios oye el gemido escondido, no solo la voz fuerte. Él no es sordo al dolor. Él responde con compasión. Y aunque parezca que se tarda, Él nunca llega tarde.
II. El Señor saca del pozo, no solo consuela desde arriba
“Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.” Salmo 40:2
Nuestro Dios no lanza una cuerda emocional. Él entra al pozo contigo y te levanta con Su poder. No se limita a darte ánimo. Él te cambia de lugar. El salmo no dice que lo ayudó a soportar el hoyo, sino que lo sacó. Lo levantó, lo limpió, y le dio dirección.
Pablo escribió algo parecido en Colosenses 1:13: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.” No solo nos perdonó. Nos trasladó. Nos movió de lo profundo a lo firme.
Recuerdo que durante el famoso rescate de los 33 mineros atrapados en Chile en 2010, el mundo entero fue testigo de lo que parecía imposible: hombres rescatados de un pozo de oscuridad total, a más de 600 metros bajo tierra. Estuvieron atrapados 69 días. El primero que salió de la cápsula elevó sus brazos al cielo y gritó: “¡Gloria a Dios!”. Muchos medios lo registraron, incluyendo BBC News. No fue solo un rescate técnico. Fue un milagro que reflejó esta verdad: cuando Dios decide sacarte, lo hace completamente y delante de muchos.
III. Una nueva canción nace del quebranto
“Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios; verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová.” Salmo 40:3
El dolor no es el final. Cuando Dios te saca del pozo, no te deja muda. Él pone una canción nueva. Una que tú no escribiste. Una que nació de la prueba, pero fue compuesta en el cielo.
Esta alabanza no es solo para ti. Es para que otros vean, teman y confíen. Tu historia puede ser instrumento para levantar a otras. Tu testimonio se convierte en una predicación viva. Y esa canción es evidencia de que Dios no te soltó.
Job, después de su prueba, declaró: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.” Job 42:5. ¿Ves el cambio? De teoría a experiencia. De religión a relación. Tu quebranto puede ser la puerta a una fe más profunda.
Conclusión
Hermana, si hoy te encuentras en un pozo emocional o espiritual, quiero decirte que no estás sola. Dios no ha cerrado sus oídos. Él escucha. Él se inclina. Y cuando llegue Su tiempo —ni antes ni después— te sacará con mano fuerte.
Y cuando lo haga, no solo serás libre… serás una voz que canta. Una mujer que lleva en su boca un cántico nuevo. Un testimonio que otros verán y dirán: “Si Dios lo hizo con ella, también lo puede hacer conmigo.”
No desesperes en la espera. La alabanza que viene será más fuerte que el lamento que hoy vives. Confía. Espera. Canta.
Siempre recuerda:
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes…” Josué 1:9
© Hilda T. Hernández. Todos los derechos reservados.