¿Dónde está tu hermano? Un llamado a la unidad | Mensajes Cristianos
Introducción
En Génesis 4:9, después de la muerte de Abel, Dios le preguntó a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”. Caín respondió con frialdad: “¿Soy acaso guarda de mi hermano?”. Esa respuesta revela un corazón insensible, contaminado por el egoísmo.
Hoy también vemos corazones fríos. Chismes, divisiones, indiferencia. Pero el llamado de Dios sigue en pie: vivir en unidad.
El Salmo 133:1–3 nos recuerda:
“¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! Es como el buen aceite… allí envía el SEÑOR bendición y vida eterna.”
¿Dónde está tu hermano? ¿Lo buscas, lo apoyas, lo perdonas?
I. Bueno y agradable
La palabra “bueno”, según Blue Letter Bible, proviene del hebreo טוֹב (tov), y significa algo correcto, beneficioso y moralmente recto.
La unidad bíblica no es cómoda, pero es correcta. Resolver conflictos con amor es parte de una iglesia saludable. La armonía no es ausencia de problemas, es la presencia de gracia.
Efesios 4:2–3 nos exhorta:
“Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor…”
Habla con claridad. Corrige con amor. Perdona con convicción. Así se construye una comunidad que agrada a Dios.
II. Juntos y en armonía
Estar juntos no significa estar unidos. Puedes estar en el mismo templo y vivir en división. Pero Dios quiere algo más: armonía espiritual.
Romanos 12:16 dice:
“Vivid en armonía los unos con los otros…”
En muchas iglesias hay cantos, oraciones, y también murmuraciones. Eso no es armonía. Es disonancia. Es tiempo de volver al amor sincero.
Revisa tu actitud. Pregúntate: ¿Estoy ayudando a la unidad o sembrando división?
III. Bendición y vida eterna
El Salmo afirma que donde hay unidad, Dios ordena bendición y vida eterna. Esta bendición no es solo material, es paz, dirección y aprobación divina.
1 Juan 3:14 dice:
“Sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos…”
Cuando servimos en amor, sin esperar nada a cambio, la vida eterna ya empieza a manifestarse. La unidad abre las compuertas del río de bendición.
Conclusión
Dios sigue preguntando: “¿Dónde está tu hermano?”. No respondas como Caín. Responde como Cristo: “Aquí estoy, para servirle, amarle y cuidar de él.”
Es hora de levantar una iglesia sana, transparente, libre de chismes, guiada por el amor. Donde hay unidad, hay presencia de Dios.
Vivamos así. Por fidelidad al Evangelio. Por amor al cuerpo de Cristo.
¡Amén!