7 Palabras de Jesús en la Cruz

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Las 7 Palabras de Jesús en la Cruz

Las 7 Palabras de Jesús en la Cruz: Un Mensaje Poderoso | Predicas Cristianas

Introducción

¿Alguna vez te has detenido a pensar en las 7 palabras de Jesús en la cruz? Estas frases, pronunciadas en los momentos finales de la vida terrenal de nuestro Señor, no son simples palabras. Son un eco del corazón de Dios, un recordatorio de Su amor infinito y un llamado a vivir como discípulos fieles.

En este estudio bíblico, exploraremos qué significan las 7 palabras de Jesús en la cruz, cómo nos conectan con Su humanidad y divinidad, y cómo podemos aplicar estas verdades en nuestro caminar diario con Dios.

Imagina por un momento el Calvario. La Biblia describe este momento con detalles impactantes:

  • “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18).
  • “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2).

Estas palabras no son solo para los que estaban allí ese día; son para ti y para mí. ¿Qué nos quieren decir? ¿Cómo pueden transformar nuestra vida hoy? Acompáñame en este viaje de descubrimiento y reflexión.

I. La Revelación del Carácter de Dios y Su Plan Redentor

Las 7 palabras de Jesús en la cruz son como un espejo que refleja el corazón de Dios. A través de ellas, vemos Su amor, misericordia, justicia y fidelidad. Estas declaraciones no son simples palabras; son la culminación de un plan redentor que comenzó en el Génesis y se cumplió en el Calvario. Vamos a explorar estas palabras para entender mejor quién es Dios y qué ha hecho por nosotros.

a. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34)

Esta primera palabra de Jesús nos muestra la misericordia infinita de Dios. Aun en medio del dolor y la injusticia, Jesús intercede por Sus verdugos. ¿Te imaginas eso? Él podría haber pedido justicia, venganza, o incluso liberación. Pero no. Él eligió perdonar.

Charles Spurgeon, en su sermón “Christ’s Plea for Ignorant Sinners” (La súplica de Cristo por los pecadores ignorantes), dice:

“Ah, dear friends, it was then that, instead of a cry or groan, this dear Son of God said, ‘Father, forgive them; for they know not what they do.’ They did not ask for forgiveness for themselves, Jesus asked forgiveness for them. Their hands were imbrued in His blood, and it was then, even then, that He prayed for them.”

Traducción:

“Ah, queridos amigos, fue entonces cuando, en lugar de un grito o un gemido, este amado Hijo de Dios dijo: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.’ Ellos no pidieron perdón por sí mismos, Jesús pidió perdón por ellos. Sus manos estaban manchadas con Su sangre, y fue entonces, incluso entonces, que Él oró por ellos.”

¿Cuántas veces hemos sido heridos y nos cuesta perdonar? Pero el Señor nos llama a seguir Su ejemplo. La gran verdad es que perdonar no es fácil, pero es necesario. Esto es algo que el Señor nos dice claramente en Mateo 6:14-15:

“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”

Ahora te pregunto: ¿Hay alguien en tu vida a quien necesites perdonar? Recuerda, el perdón no minimiza el dolor, pero libera tu corazón para experimentar la paz de Dios (Colosenses 3:13).

b. “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43)

Aquí vemos la promesa de salvación. El ladrón arrepentido recibe la seguridad de la vida eterna. Esto nos enseña que nunca es demasiado tarde para volvernos a Dios.

La Biblia nos dice en Hechos 16:31:

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.”

Esta palabra de Jesús nos llena de esperanza. A veces nos sentimos indignos, como si nuestros errores fueran demasiado grandes para ser perdonados. Pero la promesa de Jesús al ladrón nos recuerda que la salvación es un regalo de gracia, no una recompensa por obras (Efesios 2:8-9). ¿Estás viviendo en la seguridad de esa promesa?

c. “Mujer, he ahí tu hijo” (Juan 19:26-27)

En esta declaración, Jesús muestra Su cuidado y compasión por Su madre, María. Aun en Su sufrimiento, se preocupa por el bienestar de los demás. Esto nos desafía a mirar más allá de nuestras propias luchas y servir a quienes nos rodean.

La Biblia nos enseña en 1 Juan 3:18:

“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”

¿Cómo podemos ser instrumentos de consuelo y apoyo para otros, especialmente en tiempos difíciles? A veces estamos tan enfocados en nuestros problemas que nos olvidamos de las necesidades de los demás. Pero el Señor nos muestra que el amor verdadero se expresa en acciones concretas. ¿Quién necesita tu ayuda hoy?

II. La Humanidad de Jesús y Su Conexión con Nosotros

Las 7 palabras de Jesús en la cruz no solo revelan Su divinidad, sino también Su humanidad. A través de ellas, vemos a un Salvador que experimentó el dolor, la soledad y la necesidad, tal como nosotros. Estas palabras nos recuerdan que Jesús no es un Dios distante, sino alguien que entiende nuestras luchas y se identifica con nuestras debilidades.

a. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46)

Esta es quizás la palabra más desgarradora. Jesús cita el Salmo 22, expresando el peso del pecado que llevaba sobre Sí. En ese momento, Él experimentó la separación del Padre, algo que nunca antes había sucedido en la eternidad.

En 2 Corintios 5:21 el apóstol Pablo nos dice:

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.”

Ahora te pregunto: ¿Te has sentido alguna vez abandonado por Dios? El Señor entiende ese sentimiento que en ocasiones llena nuestra mente. Él cargó con nuestro pecado para que nunca tengamos que experimentar la separación eterna de Dios. Esta palabra de Jesús nos recuerda que, aunque a veces nos sintamos solos, Él está con nosotros (Salmo 46:7; Mateo 28:20).

b. “Tengo sed” (Juan 19:28)

Aquí vemos la fragilidad humana de Jesús. Aun siendo Dios, experimentó la debilidad física. Esto nos enseña que Él se identifica con nuestras luchas cotidianas.

En Hebreos 4:15 encontramos que se nos dice:

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”

¿Cómo podemos acudir a Él en nuestras necesidades, sabiendo que Él nos comprende? Hermanos, Jesús no solo entiende nuestro dolor físico, sino también nuestras luchas emocionales y espirituales. Él es nuestro sumo sacerdote, nuestro intercesor.

c. “Consumado es” (Juan 19:30)

Con esta declaración, Jesús anuncia la culminación de Su obra redentora. La deuda del pecado ha sido pagada, y el camino hacia Dios ha sido abierto. Esto nos llena de gratitud y nos motiva a vivir en la libertad que Él nos ha dado.

El apóstol Pablo lo declara de esta manera en Colosenses 2:13-14:

“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.”

Ahora pregunto: ¿Estamos viviendo como personas redimidas, recordando el precio que Jesús pagó por nosotros? Su sacrificio no fue en vano; nos ha dado vida eterna y libertad del pecado.

III. La Séptima Palabra: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46)

Esta última de las 7 palabras de Jesús en la cruz es una declaración de confianza y entrega total. Jesús, en Sus últimos momentos, encomienda Su espíritu al Padre. Esto nos enseña que, incluso en la muerte, podemos confiar en Dios.

La Biblia nos dice en Salmo 31:5:

“En tu mano encomiendo mi espíritu; tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.”

¿Cómo podemos aplicar esta verdad en nuestra vida? En momentos de incertidumbre o dolor, podemos seguir el ejemplo de Jesús y entregar nuestras vidas en las manos del Padre. Él es fiel y nos sostendrá.

IV. Lecciones Prácticas para la Vida Cristiana

Las 7 palabras de Jesús en la cruz no son solo un relato histórico; son un llamado a la acción. Nos desafían a vivir de manera que honremos el sacrificio de Cristo. A través de estas palabras, encontramos principios que pueden transformar nuestra vida diaria.

a. Perdonar como Él nos perdonó

La primera palabra de Jesús nos enseña a perdonar, incluso cuando es difícil. ¿Hay alguien en tu vida a quien necesites perdonar? Recuerda que el perdón no minimiza el dolor, pero libera tu corazón para experimentar la paz de Dios.

La Biblia nos dice en Efesios 4:32:

“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”

b. Vivir con esperanza eterna

La promesa al ladrón arrepentido nos recuerda que nuestra ciudadanía está en el cielo. Como lo declara el apóstol Pablo en Filipenses 3:20:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.”

Esta declaración enfatiza que nuestra verdadera patria no es la tierra, sino el cielo, donde esperamos a Cristo. Ahora pregunto: ¿Estamos viviendo con la perspectiva de la eternidad, o nos hemos enfocado demasiado en las cosas temporales de este mundo?

c. Servir a los demás en amor

El cuidado de Jesús por María nos desafía a mirar las necesidades de los demás. ¿Cómo podemos ser manos y pies de Jesús en nuestra comunidad, mostrando Su amor a través de acciones concretas?

La Biblia nos dice en Gálatas 5:13:

“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.”

Conclusión

Las 7 palabras de Jesús en la cruz son un recordatorio poderoso del amor, la gracia y la verdad de Dios. Nos revelan Su carácter, nos conectan con Su humanidad y nos llaman a vivir como discípulos fieles.

Al meditar en 7 palabras de Jesús en la cruz, podemos encontrar consuelo en nuestro dolor, esperanza en nuestra desesperación y propósito en nuestra vida diaria. Que estas verdades transformen nuestro corazón y nos acerquen más a Aquel que dio todo por nosotros.

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