Amor del Padre – Parte 2

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Bosquejos Biblicos - El amor de y para con Dios

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Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Amor del Padre – Parte 2

Texto clave: Lucas 15:25-32

Objetivo: Comprender que hay mayor bendición para aquellos que son firmes a Dios y que nunca se apartan de Él que aquellos que se van de la casa del Padre. Por lo tanto no debemos sentir celos ni envidia por aquello que se fueron alguna vez y vuelven, más bien debemos recibirlos con gozo.

INTRODUCCIÓN

Generalmente cuando hablamos de la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32) nos enfocamos en el hijo que se fue y luego volvió, y en el gran amor del Padre por recibirlo y perdonarlo por lo que hizo. Sin embargo, en esta parábola también se menciona a otro hijo el cual se quedó con su Padre, era el hijo mayor de aquel hombre. Mientras que su hermano malgastó todos los bienes recibidos, este hijo mayor estuvo todo el tiempo con su Padre.

¿A cuál de los dos hijos crees tú que amaba más el Padre? ¿A cuál debería amar más?

DESARROLLO

¿Qué ocurre? (Lucas 15:25-26)

El hijo mayor de este hombre estaba en el campo trabajando, cumpliendo su parte en el hogar y estaba cuidando los intereses de su Padre como siempre lo hacía. Ese día, cuando estaba llegando cerca de su casa, escuchó música y danzas, parecía que había una fiesta, pero qué raro que a él no le hubieran dicho nada, siendo él el hijo mayor de aquel Padre y el encargado que estaba pendiente siempre de todas las cosas debía saber lo que ocurría.

Desde hace algún tiempo atrás su Padre estaba triste luego de que el hijo menor le pidiera la herencia y se fuera lejos de casa ¿Que había ocurrido para que su Padre hiciera una fiesta? Le parecía extraño que hubiera una fiesta, muchos años había servido a su padre pero no sé sentía gratificado, pues según él su Padre nunca le había dado ni siquiera un cabrito (Lucas 15:29). Con esta interrogante llamó a uno de los criados y le preguntó qué ocurría.

Muchas veces estamos en la iglesia en la casa con nuestro Padre Dios trabajando y haciendo todo lo que el Señor nos dice, sin embargo no sentimos gozo, no sentimos alegría ni felicidad de lo que hacemos, más bien tenemos esas obras como una carga y por eso pasamos de manera desapercibida todas aquellas cosas que realmente nos llenan de bendición y felicidad.

Perdido el rumbo

Hemos llegado a perder el rumbo y el verdadero sentido de hacer las cosas que nos manda nuestro Padre. La primera misión del cristiano es el evangelismo. He visto cómo algunas personas se preocupan por realizar algún programa, por la decoración o por embellecer la iglesia y dejan a un lado o en segundo plano la palabra de Dios y la predicación del evangelio. Si estamos en la casa de Dios y trabajamos para él debemos hacerlo de manera sincera y de corazón, no como una obligación sino con un corazón gozoso y agradecido enfocándonos primeramente en buscar a Dios y en mostrarlo a otros.

Tu hermano ha venido (Lucas 15:27-28).

El siervo le dijo a aquel hijo mayor que había una gran fiesta en honor a su hermano y que el padre había hecho matar al becerro gordo para él, pues su hijo había llegado bueno y sano. Luego de escuchar esto el hijo mayor de aquel Padre se molestó en gran manera, tanto que no quería entrar a la casa. El padre se enteró del asunto y salió a hablar con su hijo y a rogarle que entrara, quizás no podía comprender porque su hijo tomaba esa actitud, su hermano había regresado estaba bien y no le había pasado nada, eso debería ser de mucho gozo para él también.

Es triste como a veces en la familia la envidia, el orgullo y otros sentimientos malos no permiten que nos gocemos de las cosas buenas que ocurren y de las bendiciones que Dios nos otorga como familia al estar unidos. En la iglesia hay personas que se comportan como éste hermano mayor que en vez de alegrarse por su hermano que vuelve a Dios más bien se disgustan, en vez de gozarse lo que hacen es crear chisme y criticar y se convierten en piedras de tropiezo.

La iglesia

En la iglesia a la que pertenezco actualmente estamos llevando un programa de ayuda social lo cual se basa en darles comida a las personas de la comunidad. En este proyecto comunitario generalmente asisten muchas personas en condición de calle. Aunque mucho hermanos colabora y están contentos con esta actividad. También hay muchos que no están de acuerdo, que critican y generan murmuración en la feligresía diciendo que se ensucian las bancas de la iglesia, los baños y que recibir aquellas personas de la calle pudiera traer enfermedades a los hermanos de la iglesia. Aunque pudieran tener cierta lógica, la principal obra de Jesús fue suplir las necesidades de la humanidad. Si tanto les preocupa a estos hermanos la parte higiénica, deberían buscar la forma de conseguirles ropa y ofrecerles oportunidad para que ellos puedan asearse. También pudieran ayudar con la limpieza de la iglesia, entre otras cosas.

Es triste cómo a veces perdemos de vista la misión que Cristo nos dejó. Estamos en la casa con el Padre y recibimos de todas sus bendiciones pero realmente nuestro corazón no está con Él. No tenemos el mismo sentir del Padre, no sentimos gozo haciendo la obra del Señor. Deseamos otras cosas, a veces hasta cuestionamos a Dios y hacemos lo contrario a sus deseos. Nuestro Padre Dios quiere que nos amemos los unos a los otros como hermanos. Dios quiere que hagamos buenas obras a los necesitados, y que alimentemos al hambriento. Él quiere que visitemos al enfermo, y que vistamos al desnudo. Esas son las cosas que agradan al Padre, esas son las obras que somos llamados a hacer.

Ni un cabrito me has dado (Lucas 15:29-31).

Luego de la insistencia del Padre, el hijo mayor expresó sus verdaderos sentimientos. Él sentía que su trabajo y su dedicación en el servicio realizado no habían sido reconocidos debidamente. Tanto que se había esforzado por trabajar y por hacer las cosas bien, nunca había desobedecido a su Padre y ahora que su hermano que había malgastado su dinero con rameras y había hecho cosas indebidas volvía, lo recibía con gran fiesta.

La verdad es que todas las cosas y los bienes eran del Padre y él tenía todo el derecho de hacer lo que él quisiera con sus bienes. Este Padre amaba a sus dos hijos por igual sin importar lo que ellos hubieran hecho, así que para el Padre era indiferente, lo que a Él le importaba era que su hijo había vuelto bueno y sano a casa aunque en un principio hubiera desobedecido. Seguramente que si hubiera sido el hijo mayor el que hubiera fallado también el Padre amante hubiera hecho lo mismo por él.

Pensamiento del hijo mayor

Alguien podría decir que el pensamiento de este hijo mayor era aceptable, pues él había estado trabajando con su Padre y según no había recibido nada en retribución a su dedicación y esfuerzo. Sin embargo, en verdad no era tan cierto eso, ya que él había estado en todo momento con su padre y había tenido acceso a todas las cosas de él sin restricciones. La bendición que tenía en la casa no la tenía en ninguna otra parte, por algo su hermano menor había decidido volver.

Personalmente yo ya no estoy viendo con mi madre pues ya me casé y tengo mi familia. Sin embargo, si yo fuera en cualquier momento a la casa de mi madre estoy seguro de que no habría problema de que yo agarrara cualquier cosa. Incluso cuando estoy con ella no le pido nada, sino que simplemente lo agarró porque sé que no va a haber problema, solo le informo.

El descontento del hijo mayor parece enfocarse en sus propios deseos pues cuando le dice al padre que ni un cabrito le habían dado, el joven alega que sería para gozarse con sus amigos. Sin embargo, no es capaz de contentarse con su hermano que volvió. Quizás esos sentimientos que tenía también podrían ser celos y envidia porque su hermano gasto el dinero en lo que quiso y él no pudo hacer lo mismo.

Criticar y juzgar

Es triste como muchos hermanos de iglesia que tienen bastante tiempo en la iglesia no se alegran cuando una persona vuelve a Cristo. Y en vez de brindar apoyo lo que hacen es criticar y juzgar. Pareciera que desean haber vivido la vida que ellos vivieron fuera de casa alejados de Cristo, y no ven que en la casa del padre han estado bien y han recibido la bendición del Padre.

A veces estos hermanos mayores no se sienten satisfechos de la decisión que tomaron de estar en casa y quizás su deseo es salir de casa e ir al mundo y probar a ver cómo les va. Sin embargo no se dan cuenta que donde están, en la iglesia o la casa del padre, es el mejor lugar y la mejor opción. Por algo las personas que se van al mundo vuelve porque encuentra que la vida en el mundo no tiene sentido y que es mejor estar en la casa del padre.

Todas mis cosas son tuyas (Lucas 15:31).

Justamente después de que su hijo le presenta el descontento, este Padre le aclara que todas las cosas que habían en casa. Todo lo que tenía también era de él y qué podía utilizarlas cuando quisiera. Él nunca le había hecho ninguna restricción de nada. Dios nos aclara que es mejor estar en la casa con Él, pues ahí tenemos todas las cosas que necesitamos. Él nos llena de bendiciones y no hace ninguna restricción de lo que él nos da. Es por eso que debemos sentirnos bendecidos y felices de estar en la casa.

Parece que no percibimos las bendiciones que están a nuestro alcance cuando estamos en la casa de Dios. Algunas de esas bendiciones son, la confianza y esperanza que encontramos en Dios, ya que sin Dios no le encontramos sentido a la vida. Con Cristo tenemos paz en nuestra vida. Si seguimos sus mandamientos podremos andar por el buen camino, nos apartamos del mal y evitamos los problemas que absorben a aquellos que no andan con él Padre.

En la casa del Padre también tenemos una gran familia de gente buena en la cual podemos contar. También allí aprendemos a comer bien y a vivir saludables. Solo en la casa del Padre podemos encontrar vivir en plenitud. Aún en nuestra familia la influencia de Dios se verá reflejada y reinará allí el amor y la felicidad. Por otro lado aquellos que desprecian seguir la voluntad del Padre terminan con corazones rotos, divorcios, hijos abandonados, peleas, hogares destruidos entre otras cosas.

Era necesario hacer fiesta (Lucas 15:32)

Cuando nosotros nos arrepentimos y volvemos a nuestro Padre Dios su felicidad es tal y hay gran gozo en el cielo qué es necesario hacer fiesta (Lucas 15:7). Cuando aceptamos a Cristo la alegría de Dios es tan grande qué no puede pasar por alto ese momento. El precio que se tuvo que pagar por nuestra salvación fue muy alto, la sangre del Hijo de Dios. Una fiesta es poco para el gran regocijo que hay en el cielo y en nuestro Padre amante, que entregó todo por ti y por mí.

CONCLUSIÓN

Las bendiciones de Dios sobre abundan en aquellos que guardan su ley y hacen el bien. Aquellos que cumplen con estas dos condiciones cumplen el deseo de Dios y siguen sus caminos por lo que sus obras son para bien. Dios desea que toda la humanidad sea salva. Por eso se entregó a sí mismo, e hizo todo lo que estuvo de su parte para salvar a la humanidad. Es por eso que cuando un pecador se arrepiente hay mucho gozo en el cielo pues el sacrificio que hizo Cristo no fue en vano.

Fuimos salvados por un precio muy alto, sin embargo, está en cada persona recibir la salvación de Dios. Por eso nosotros que estamos en la casa del Padre y hemos aceptado la salvación, debemos buscar a nuestro hermano. Debemos hacer lo posible para que vuelva a casa para que él así también pueda recibir la bendición que nosotros recibimos.

La salvación es por gracia, ninguno puede decir que se la ha ganado o que sus obras son merecedoras de la salvación. Todos estamos en una misma condición y si aceptamos a Cristo en nuestro corazón y recibimos de esa salvación es nuestro deber ofrecer esa misma esperanza a aquellos que todavía no la tienen, así como recibimos bendición debemos dar.

LLAMADO

¿Qué tipo de hijo eres tú? ¿Aquel que no quiere estar con su padre y está lejos de casa o el hijo que está en casa pero no se siente a gusto? Si estás en cualquiera de estas dos condiciones necesitas de Dios nuestro Padre amante. Ya que aunque estés en casa puedes estar obrando en contra de su voluntad. Él te sigue amando y desea qué le aceptes en tu corazón. Dios desea que recibas todas las bendiciones que Él te ofrece y desea que puedas ser feliz a su lado. Nunca es tarde para volver a casa. Nunca es tarde para volvernos a Dios, Él será muy feliz si le aceptas en tu vida.

Quiero invitarte a que Medites en ese amor maravilloso de nuestro Padre Dios hacia ti. Piensa en todas las bendiciones que Él te ha dado. ¿Qué más necesitas para aceptarle en tu corazón y cumplir su voluntad? No dudes más en aceptar a Cristo en tu corazón si todavía no lo has hecho. Y si ya lo hiciste sigue haciendo la voluntad del Señor y haciendo su obra. Dios te bendecirá grandemente.

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