En esta impactante predica cristiana, reflexionamos sobre el desafío de caminar por el camino estrecho que lleva a la vida eterna. Descubre cómo enfrentar las pruebas con fe y perseverancia, abrazando el gozo y la paz que solo Cristo puede ofrecer. ¡Permite que Dios te guíe en cada paso de este viaje espiritual!
Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: El camino fácil no es para el cristiano
Predica Cristiana Lectura Bíblica: Mateo 7:13-14
Tema: Abrazando los Desafíos del Cristianismo
Introducción
Queridos hermanos y hermanas, hoy nos reunimos para reflexionar sobre una verdad que muchas veces es difícil de aceptar: el cristianismo no es un camino fácil. Si estás buscando una vida sin desafíos, llena de comodidad, no la encontrarás aquí. Nuestro Señor Jesús fue muy claro al enseñarnos que el camino que lleva a la vida es angosto y difícil, pero es el único camino que nos lleva a la verdadera vida en Él.
Leamos juntos las palabras del Señor: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
Este pasaje nos confronta con una elección clara: seguir el camino fácil del mundo o tomar el camino angosto que nos lleva a la vida eterna en Cristo.
Hoy quiero explorar con ustedes lo que significa caminar por este camino estrecho, cómo podemos enfrentarlo con fe y perseverancia, y por qué, aunque es difícil, es el único camino que realmente vale la pena seguir.
I. El Cristianismo No Es para Espectadores
El cristianismo no es una fe para espectadores. No es una religión para aquellos que prefieren quedarse en la comodidad de la banca, observando cómo otros hacen la obra de Dios. Jesús nos llama a ser protagonistas en Su Reino, a involucrarnos activamente en Su obra y a ser parte de la misión que nos ha encomendado.
El término “espectador” se define en el Diccionario de la Real Academia Española como “persona que asiste a un espectáculo o acontecimiento.” En el contexto cristiano, ser un espectador implica una falta de compromiso y participación en la misión de Dios. No estamos llamados a ser meros observadores, sino participantes activos en la obra del Reino.
En la parábola de los talentos, relatada en Mateo 25:14-30, Jesús nos muestra la importancia de utilizar lo que Dios nos ha dado para Su gloria. Los dos primeros siervos tomaron los talentos que su amo les dio y los multiplicaron, demostrando su compromiso y fidelidad. Sin embargo, el tercer siervo, temeroso y sin ganas de asumir responsabilidad, escondió su talento. Este siervo representa a muchos que se llaman cristianos, pero que no están dispuestos a comprometerse ni a actuar en fe.
Jesús dijo claramente en Juan 15:16: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca.” Este llamado a dar fruto es un recordatorio de que hemos sido elegidos para una misión, para trabajar en el Reino de Dios y para hacer una diferencia en el mundo.
El teólogo Dietrich Bonhoeffer, en su libro El precio de la gracia (1937), escribió: “La gracia barata es la predicación del perdón sin requerir arrepentimiento, el bautismo sin disciplina de la iglesia, la comunión sin confesión. La gracia cara es el evangelio que debe buscarse una y otra vez, el regalo que debe pedirse, la puerta a la que un hombre debe llamar”. Este llamado a la gracia costosa nos recuerda que seguir a Cristo requiere sacrificio y acción, no una fe pasiva.
II. El Desafío de Madurar Espiritualmente
La vida cristiana es un viaje continuo hacia la madurez espiritual. Este proceso no es fácil; requiere rendir nuestra voluntad al señorío de Cristo, dejando atrás al viejo hombre y abrazando la vida del nuevo hombre, como nos exhorta Colosenses 3:10. Esta transformación es esencial para que podamos vivir conforme a la voluntad de Dios.
El apóstol Pablo, en Romanos 8:5-8, nos muestra la contraposición entre vivir según la carne y vivir según el Espíritu. Aquellos que siguen los deseos de la carne no pueden agradar a Dios ni experimentar la verdadera vida y paz que Él ofrece. Por eso, es crucial que dependamos del Espíritu Santo para guiarnos en cada aspecto de nuestras vidas. Cuando lo hacemos, comenzamos a producir los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23).
La madurez espiritual también implica aprender a amar como Cristo ama. El amor verdadero no es algo que podamos producir por nosotros mismos; es el fruto del Espíritu que opera en nosotros. Como Jesús nos enseñó, el mayor mandamiento es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente… y a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39).
Este amor transforma nuestra vida, nos libera del egoísmo y nos capacita para servir a Dios y a los demás con un corazón puro.
Charles Spurgeon, conocido como el “Príncipe de los Predicadores,” dijo una vez: “El crecimiento en la gracia es el mejor testimonio de la verdadera fe” [Spurgeon, Charles. El Evangelio según Spurgeon, 1856]. Esta cita nos recuerda que el crecimiento espiritual no es opcional; es una evidencia esencial de que estamos caminando en la fe.
III. El Gozo Verdadero en Medio de las Pruebas
Uno de los mayores malentendidos sobre la vida cristiana es la idea de que el gozo es sinónimo de felicidad temporal. Pero el gozo verdadero no se encuentra en las cosas superficiales que ofrece el mundo, como el alcohol, las drogas o el placer desenfrenado. El gozo que Dios nos ofrece es profundo y duradero, incluso en medio de las pruebas más difíciles.
El apóstol Pablo nos exhorta en Filipenses 4:4: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” Este gozo no depende de nuestras circunstancias; proviene de nuestra relación con Dios y de la certeza de que hemos sido perdonados y reconciliados con nuestro Padre Celestial.
El gozo del Señor es nuestra fortaleza (Nehemías 8:10), y cuando lo experimentamos, podemos enfrentar cualquier desafío con una actitud de victoria. Este gozo se manifiesta en nuestra vida cuando hacemos de Dios el centro de nuestra existencia y nos regocijamos en Él en todo momento.
C.S. Lewis, en su libro Cartas del Diablo a Su Sobrino (1942), explica que el diablo busca robarnos el gozo que encontramos en Dios porque sabe que es nuestra fuente de fortaleza. Esta cita nos desafía a proteger y cultivar nuestro gozo en Cristo, sabiendo que es esencial para nuestra vida espiritual.
IV. La Paz de Cristo en Medio de las Aflicciones
Finalmente, quiero hablar sobre la paz que Cristo nos ofrece. Esta paz no es la paz que el mundo ofrece, basada en la ausencia de conflicto, sino una paz que trasciende todo entendimiento, que nos guarda en medio de las tormentas de la vida.
En Juan 16:33 el Señor nos prometió: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”
La paz de Cristo nos permite enfrentar las dificultades con confianza, sabiendo que Él está con nosotros y que ha vencido al mundo. Esta paz nos capacita para servir a los demás con humildad, poniendo la otra mejilla, amando a nuestros enemigos y llevando el evangelio de reconciliación al mundo.
Billy Graham, en su libro La Paz con Dios (1953), escribió: “La paz verdadera solo se encuentra en la reconciliación con Dios, una paz que el mundo no puede dar ni quitar” [Graham, Billy. La Paz con Dios, 1953]. Este recordatorio nos ayuda a mantener nuestra vista en Cristo, quien es la fuente de nuestra paz en medio de cualquier adversidad.
Conclusión
Queridos hermanos y hermanas, el camino fácil no es el camino del cristianismo. Nuestro Señor nos llama a caminar por el camino estrecho, a enfrentar desafíos, a madurar espiritualmente y a vivir en la paz y el gozo que solo Él puede ofrecer. Si estás buscando una vida cómoda y sin complicaciones, este no es el camino para ti.
Pero si estás dispuesto a rendir tu vida a Cristo, a tomar tu cruz y a seguirlo, encontrarás la vida abundante que Él promete.
Hoy te animo a que tomes la decisión de caminar por el camino estrecho, de enfrentar los desafíos con fe y de permitir que Dios te guíe en cada paso del camino. Recuerda que Él te ha elegido, te ha llamado y te ha equipado para dar fruto que permanezca.
Que el Señor te fortalezca, te guíe y te llene de Su paz mientras caminas por este camino angosto que lleva a la vida. ¡Amén!
© Luis Alberto Coria. Todos los derechos reservados.
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