Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Conforme a tu fe te sea hecho
Lectura Bíblica: Mateo 9:29
MENSAJE CENTRAL
La semana pasada Dios nos enseñó que le quitamos poder al temor cuando lo enfrentamos, y cuando llevamos ese temor a Jesús para que él nos saque de esa prisión.
Aprendimos que la fe y el temor corren en sentidos diferentes: a mayor fe, menos temor.
Hoy Dios nos quiere hablar acerca de que, si ya aprendimos a vencer nuestros temores, ahora lo que nos toca es poner nuestra fe en acción.
Toda nuestra vida dependerá de nuestra fe.
Introducción
Vamos a la Biblia, por favor:
Mateo 9:27-30(a) “Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! 28 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. 29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30Y los ojos de ellos fueron abiertos.”
Este pequeño pasaje está lleno de enseñanzas poderosas acerca de cómo poner nuestra fe en acción:
Primero: Los ciegos llamaron a Jesús “Hijo de David.” Eso significaba que sabían con certeza que Jesús era el Mesías anunciado en el Antiguo Testamento como la descendencia de David. Sabían quién era y a qué había venido.
Segundo: Los hizo esperar; no los sanó de la vista donde lo encontraron, sino que hizo que lo siguieran a su casa. La fe incluye saber esperar y seguir a Jesús.
Tercero: Los ciegos corrieron el riesgo de que no los sanara y hacer el ridículo ante la gente que los seguía. La fe implica siempre correr riesgos.
Cuarto: Tuvieron que contestar esta importante pregunta: “¿Creen que puedo hacer esto?” En otras palabras: “¿Creen que puedo sanarlos?” Ellos dijeron: “Sí, Señor, sí creemos que tú puedes sanar nuestra vista.”
Entonces Jesús les deja un gran principio de la fe, cuando les dice: “Conforme a vuestra fe les sea hecho.”
Eso es lo que hoy Dios quiere hablarnos: Los milagros llegarán a tu vida conforme a tu fe y a lo que, verdaderamente, creas.. De aquí que el mensaje de hoy lleva por título: “Conforme a tu fe te sea hecho.”
I. Conforme a tu fe: La fe implica riesgos y espera.
Poner la fe en acción siempre implicará dos cosas, seguro: Riesgos y tiempos de espera. La definición de fe nos lo enseña muy claro:
Hebreos 11:1 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
La certeza de lo que se espera:
La fe es para aquello que estamos esperando, no solo porque tenemos esperanza, sino porque sabemos que todo sucederá conforme a tu fe y disposición a esperar en Dios, como esos ciegos, que tuvieron que esperar a llegar a la casa para recibir su milagro. Por eso la fe es la certeza de lo que se espera. Hay que saber esperar.
Este es un principio de la vida cristiana: Siempre hay que tener algo que esperar que suceda; eso nos da vida. Por eso la Escritura dice: “El justo por su fe vivirá.”
La convicción de lo que no se ve:
Al esperar algo que no se ve, eso implica riesgos. La certeza está en tu corazón, en tu confianza en Dios; eso es la fe, y será recompensada conforme a tu fe.
Uno de los riesgos que lleva la fe es que buscará confirmar que hayas vencido tus más grandes temores.
De hecho, tus temores ocultan aquellas promesas que Dios te ha dado pero que las tienes que reclamar con tu fe. Por eso los riesgos de poner la fe en acción harán que se aparezcan las sombras de tus temores, como el rechazo, el abuso, las deudas, el qué dirán, hacer el ridículo, etc.
Noé se arriesgó a que no lloviera; hasta ese día, antes del diluvio, nunca había llovido.
Abraham se arriesgó a matar a Isaac y que lo tildaran de loco y asesino, porque a Dios nunca le han agradado los sacrificios humanos. ¿Quién le hubiera creído? Doña Sara lo hubiera mandado a encontrarse con Isaac de inmediato.
David se arriesgó a morir o, cuando menos, quedar en ridículo ante todo el ejército de Israel y ante sus hermanos que creían que había venido a ver la batalla contra Goliat por morbo.
La fe sin riesgos no es fe.
Si lo que vas a hacer por fe no lleva riesgos, no es fe. Hay personas que creen que tener fe es hacer lo que es seguro que salga bien; para eso no se necesita fe.
La fe se necesita para atreverte a caminar sobre el agua, para hacer cosas que nadie en tu familia ha hecho, para hacer cosas por primera vez, porque estás seguro de que Dios te llamó a que las hicieras, como Pedro estaba seguro, cuando dijo:
Mateo 14:28(b)-29 “…Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29 Y él dijo: Ven.”
Esa es la fe, la que implica riesgos de hacer lo que Dios te dijo que hicieras. Aunque te hundas, lo vas a hacer porque tu fe habrá crecido para lo que Dios te quiere mandar a hacer.
La fe también incluye saber esperar.
Si tu fe no incluye saber esperar en paz, tampoco es fe. Si te desesperas al esperar, si te aflige esperar, si te angustia esperar, si te afanas al esperar, entonces no es fe, es tu carne la que lo está intentando.
II. Aprendamos a no desperdiciar la fe
Hace unos días vino a mi corazón algo que le dio origen a este mensaje. Dios me dijo: “La gente desperdicia la fe que le he dado.”
Y como me habló de desperdicio, fui inmediatamente a la parábola del desperdicio por excelencia, sabiendo que ahí encontraría lo que Dios quería hablarnos:
Es la parábola del hijo pródigo que está narrada en el Evangelio de Lucas, capítulo 15, del versículo 11 al 32. Ahí Jesús narra cómo un padre tenía dos hijos y el menor le pidió que le diera en vida los bienes de la herencia que le corresponderían, deshonrando al padre, porque la herencia se recibía hasta que el padre moría. Este hijo se fue y dice la Biblia que los desperdició todo.
Lucas 15:14-16 “Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.”
Lo desperdició todo y hasta quiso comer comida para cerdos, cuando los cerdos eran animales inmundos para ellos. Sin lugar a duda, este hijo menor había desperdiciado los bienes materiales que con tanto esfuerzo había ganado su padre, llevándolo a deshonra.
Pero después, sigue narrando la Biblia, que este hijo menor volvió en sí y decidió regresar a la casa de su padre a pedirle perdón por haberse ido a desperdiciar sus bienes. El padre lo recibió con una gran fiesta en su honor, mató al becerro gordo de la granja e hizo una gran comida y una gran fiesta por su regreso.
El desperdicio del hermano mayor
Ahí no acaba el desperdicio en esta historia. La Biblia sigue narrando más adelante que el hermano mayor estaba muy enojado por ver cómo el padre había hecho una fiesta para su hermano menor, el desperdiciador. Por eso se llama pródigo, porque pródigo significa desperdiciador.
Y este hermano mayor se enoja contra el padre y le dice:
Lucas 15:28-30 “Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.”
Este hermano mayor, que dice la Escritura que estaba en el campo y siempre le había servido a su padre, le reclamó que a él no le había dado nada. ¡Wow! Aparte de quejoso, mentiroso. Porque no le dijo: “No me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos.” No, le dijo: “No me has dado ni un cabrito.” O sea, que ni eso.
Deja de quejarte por tu pasado y pon tu fe en acción.
A nosotros nos puede pasar igual. Puede ser que tu padre y tu madre no te dieron lo que tú crees que te debieron haber dado: cariño, atenciones, apoyo, educación, una familia funcional, etc. Pero ya basta de quejarte, ¿no crees?
Tus padres o las personas que debieron haberte dado algo tal vez no te lo dieron. Pero Dios sí te ha dado todo para que pongas tu fe en acción, para que eso no te afecte, para que salgas de ese trauma, enojo o frustración, que solo te sirve como pretexto para no poner tu fe en acción.
Dios te ha dado todo para que no desperdicies ni siquiera tus emociones. Tu fe en Dios hace que te levantes de donde sea que te hayan tirado y puedas caminar conforme a la fe en Él.
III. No desperdicies la fe en los de tu casa
Déjame darte otra Escritura para que dejemos de desperdiciar la fe:
Mateo 13:53-58 (NVI) “Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas, se fue de allí. 54 Al llegar a su tierra, comenzó a enseñar a la gente en la sinagoga. —¿De dónde sacó éste tal sabiduría y tales poderes milagrosos? —decían maravillados—. 55 ¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María; y no son sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? 56 ¿No están con nosotros todas sus hermanas? ¿Así que de dónde sacó todas estas cosas? 57 Y se escandalizaban a causa de él. Pero Jesús les dijo: —En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra y en su propia casa. 58 Y por la incredulidad de ellos, no hizo allí muchos milagros.”
Jesús no pudo obrar grandes milagros en Nazaret, donde él creció, porque lo conocían, lo habían visto de niño, sabían que sus hermanos y sus hermanas estaban en la sinagoga con ellos. Era conocido y por eso Jesús revela un desperdicio muy común: Si lo conozco, entonces no creo. Sin embargo, conforme a tu fe, los milagros pueden suceder aun a través de los de tu casa.
Ministración
La frase que identifica a este año 2025 en nuestra iglesia es: Mi presencia irá contigo y no te será común.
Honra al Señor conociendo su naturaleza dadora. Que sus milagros sobrenaturales sean naturales en tu vida con Él. Honra a tus pastores y a tus líderes creyendo en la palabra que Dios nos da para tu vida.
Honra a los de tu casa en todo, pero en especial cuando se trata de los que sirven al Señor y Dios les da su palabra. Hónralos creyendo, porque conforme a tu fe, los milagros que no has visto, los verás.
© Luis David Meza. Todos los derechos reservados.