El perdón que sana

Ricardo Hernández

Updated on:

El perdón que sana

Predicas Cristianas

Prédica de hoy: El perdón que sana

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Marcos 11:25

Introducción

En la vida nos enseñan muchas cosas, pero ¿cuántas de ella se vinculan con el perdón y su gran poder? El mundo siempre mira desde el orgullo, olvidando qué no somos nada. Jehová, en cambio, nos instruye para qué aprendamos a sanar nuestras heridas con su ayuda.

A veces los obstáculos más difíciles qué debemos transitar, los hemos causado nosotros mismos. Sí caminamos pero sentimos qué no avanzamos, qué hay algo mas pesado sobre nuestros hombros, quizá sea hora de mirarnos con sinceridad.

El perdón se trata de reconocer y agradecer la vida. ¿Quién quisiera perder tiempo guardando rencor en su corazón? Cuando empezamos a conocer de Dios, entendemos que no tiene sentido seguir cultivando el pecado.

¿Es muy difícil perdonar? ¿Cuántos perdones hemos negado en nombre de nuestro orgullo? Sí queremos empezar a sanar y crecer, debemos estar dispuestos a perdonar.

I. El perdón que sana – Perdón real

1. El perdón es misericordia (Efesios 4:32)

Etimológicamente la palabra “perdón” significa “dar completamente”. No podemos perdonar a medias ó todavía con restos de rabia. Sí bien la decepción y el rechazo son emociones difíciles de atravesar, el perdón real y entregado, es la única manera de sanarlas.

Quizá pensemos qué alguien no merece nuestro perdón. Quizá nos hicieron un daño realmente complicado de perdonar.

Siendo así, debemos recordar que el perdón es misericordia, no se trata de “merecer” ó no. De la misma manera en qué nosotros no merecemos el perdón de Dios, lo tenemos todos los días pues él lo dio completamente para su creación.

2. Perdón y olvido (2 Corintios 5:17)

“Yo perdono pero no olvido” ¿alguna vez dijiste ésta popular frase? ¿imaginas que Dios la dijera para nosotros? Hemos cometido innumerables pecados incluso de manera inconsciente. A veces nos arrepentimos y aún volviendo a pecar, Jehová tiene una oportunidad para nosotros.

Sí llevamos el Evangelio en nuestra boca, debemos primero llevarlo en nuestros hábitos y acciones. Sí el mismísimo Dios se alegra de nuestra conversión ¿por qué no hacerlo nosotros también con nuestro prójimo?

¿Cómo sería nuestra vida si el Padre estuviese en nuestra puerta diciendo que no nos acepta por nuestro pasado? Él es primero en alegrarse cuando pedimos perdón y volvemos a él. De igual manera nosotros debemos recibir el perdón con la felicidad de los nuevos comienzos.

3. Dios también nos perdona (Marcos 11:25)

Perdonamos porqué él nos perdonó primero. Es necesario que para qué crezcan virtudes espirituales en nuestra vida, seamos capaces de sanar heridas y soltar el pasado. No olvidar es guardar rencor y esto nos aleja de la santidad.

En la palabra de Dios se nos enseña a amar a todos, incluyendo a nuestros enemigos. La única manera de conseguirlo es empapando nuestro espíritu de sabiduría y fe, pues a los ojos del mundo parece imposible.

El perdón, en éste sentido, significa reafirmar el amor qué tenemos hacia Dios.

4. ¿Cuál es límite del perdón? (Mateo 18:21-22)

No existen límites sí el perdón es real. Se trata de un proceso pues no ocurre de la noche a la mañana. El primer paso es soltar la negación. Es decir, podemos reconocer qué alguien nos hirió, qué todavía hay dolor y aún así decidir perdonar. ¿El dolor sanará de la noche a la mañana? No, pero con ayuda de Dios, no será imposible.

Sí es necesario perdonar setenta veces siete, entonces debemos hacerlo. Ésta lección de Jesús respondiendo a Pedro, es de suma importancia.

Nos enseña qué perdonar también es un ejercicio de paciencia. Jamás podemos cansarnos de hacer el bien, incluso aún sí no nos han pedido perdón, debemos poder perdonar por amor al Padre.

II. El perdón que sana – Ser perdonado

1. Pedir perdón (1 Juan 1:9)

Sí en realidad somos nosotros los qué debemos pedir perdón ¿qué debemos hacer? Necesitamos examinar nuestro corazón y aceptar sí hemos pecado contra los mandamientos de Dios ó si hemos herido a nuestro prójimo.

El perdón ofrecido de manera sincera supura cualquier herida.

Nunca dudemos de pedir perdón por miedo u orgullo. En la Biblia se nos enseña a pedir perdón a Dios primeramente, pero también a nuestros hermanos, pues de ésta manera es posible mantener la paz.

2. Arrepentimiento (Hebreos 3:19)

No solo se trata de pedir perdón cómo acto de magia. Es un proceso y en tanto, debemos arrepentirnos de manera auténtica. Examinar lo qué estuvo mal en nuestro accionar y someternos a la voluntad de Dios para corregirlo.

Arrepentirse es un paso hacía el cambio. Cómo humanos, a veces resulta difícil aceptar qué debemos cambiar, pero de eso se trata soltar el mundo. Entre más cambiemos para la gloria de Dios, más cerca podemos sentirlo.

Pedir perdón y no intentar ser transformado es hacer el trabajo incompleto . La fe es capaz de qué nuestro arrepentimiento nos transforme en seres nuevos. Dios jamás nos niega esa gracia, pero observa con cuanta verdad caminamos hacia él.

3. Transformación (2 Corintios 13:18)

Fuimos hechos a imagen y semejanza del Creador, sin embargo el pecado continuamente se interpone en nuestra búsqueda de la santidad. Sí hemos pecado y nos hemos arrepentido, no debemos dudar de qué el Padre en su infinita misericordia puede transformarnos.

Somos como barro en sus manos, por lo cual debemos dejar qué él sea quién nos construye. Esto se trata de realmente dejar que su voluntad actúe a través de nuestras vidas.

Jehová tiene el poder de transformar a quién nos hirió. No olvidemos que todos somos hijos suyos y aquel qué consideramos nuestro enemigo, sigue siendo un hermano.

Debemos creer en la transformación para todos, no de manera egoísta sino procurando que llegue a todos cómo una salvación.

III. El perdón que sana – Consecuencia

1. El pecado castiga (Jeremías 2:19)

Negar el perdón es una manera de pecar contra los mandamientos de Dios. Aunque sintamos qué seamos correctos en nuestro camino, el pecado tiene su castigo. Guardar rencor es igual de grave qué cualquier otra falta , principalmente porque no estamos amando cómo él nos pide.

¿Qué ocurre si pecamos? Dios no nos castiga de su mano, pero nos advierte qué nuestra propia iniquidad es capaz de generar ese mal qué atravesamos.

Ese peso qué cargamos es consecuencia de nuestro propio pecado. Sí en cambio decidimos redimirnos, perdonando y pidiendo perdón, él tiene misericordia de nosotros.

Conclusión

El perdón solo puede ser posible cuando tenemos el amor presente cómo vehículo. Definitivamente no es fácil amar a quién nos daña, pero es el mandamiento de Dios y en su nombre es posible y bueno. ¿Cómo podemos ser capaces de conseguir ese amor profundo? Recurriendo al Evangelio y dejando qué se manifieste en nuestra vida.

El perdón nos hace libres, nos sana pues permite qué soltemos el pasado y Jehová haga cosas nuevas en nosotros.

De la misma manera, ¿cuántos perdones no han salido de nuestra boca? Ojalá que nos hayamos arrepentido de nuestros males, ahora qué estamos a tiempo.

La misión de cada cristiano es qué todos seamos salvados. ¿Cómo podríamos predicar algo qué no practicamos? Sí enseñamos la misericordia de Dios, debemos ser los primeros en expresar esa misma actitud hacía nuestros hermanos.

Estamos hechos a su imagen y semejanza, y esto debemos relajarlo siempre qué tengamos la oportunidad, sobre todo perdonando.

© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.

PredicasBíblicas.com … Mensajes Cristianos

Ricardo Hernandez
Autor
Ricardo Hernández
Soy Ricardo Hernández, un apasionado estudiante de la Palabra que busca inspirar a otros a renovar su mente en Cristo. En un mundo que nos impulsa a conformarnos a sus valores, siento el llamado de guiar a mis hermanos y hermanas a una transformación profunda, basada en la verdad de Dios.

Deja un comentario

×