Predicas Cristianas
Prédica de Hoy: Gigantes y langostas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: “…También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos…” Número 13:33
Introducción
En este mensaje proponemos un cambio de mentalidad. Nos insta a movernos y avanzar, a tener en cuenta la transformación que se operó en nuestras vidas al pie de la cruz.
Una óptica positiva para una vida en victoria Lo más impactante de sus comentarios fue que a ellos mismos “les parecía” que eran como langostas ante el pueblo de Canaán.
El pueblo que se veía a sí mismo como langostas no podía conquistar la tierra de Canaán en la que habitaban gigantes. Dios no podía usar a estas personas para conquistar la tierra que ellos habían reconocido, como tampoco bendecirlos.
Hoy encontramos muchas personas que se ven a sí mismas como langostas. Para esas personas es imposible tener éxito y bendición.¿Cómo puede uno que se ve a sí mismo como una langosta conquistar enemigos que son como gigantes, y avanzar?
No importa tanto cómo mis enemigos me ven
Lo importante es cómo me veo yo. En primer lugar, nosotros no tenemos porque vernos a nosotros mismos como hombres sujetos a la carne del pasado si Jesus Mora en nuestras vidas somos nuevas Criaturas.
Originalmente el hombre no fue creado como una langosta sino como un gigante, como un ser espiritual (Génesis 2:7). El hombre no fue creado solo de materia, sino que también recibió un espíritu que es gigante. El hombre era el señor del mundo mientras el espíritu se comunicaba con Dios.
Génesis 1:26-28 dice: “…Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra…”
El hombre era un gigante creado a la imagen y a la semejanza de Dios, y como un dominador de la tierra, del mar y de todas las cosas.
Cuando el hombre corto aquella comunicación con Dios, la ansiedad y el terror ocuparon su corazón y se convirtió en esclavo de todas esas cosas de tal manera que en ocasiones se cree una langosta.
La Tierra fue maldecida y comió con dolor, y el sudor no se apartó de su vida. El hombre se convirtió en esclavo de la muerte, de la enfermedad y se debilitó. La ansiedad y el terror de la vida, el dolor y la fatiga, todas estas cosas se lanzaron sobre el hombre como un poder incontrolable.
Cuando el hombre se ve a sí mismo como una persona sin poder y sin fuerza, no puede tener éxito en su vida, porque todo depende de lo que el se cre. Todas las personas hoy se consideran a sí mismas como langostas, llenas de la fatiga de la vida, de dolor, de maldición, de enfermedad y del diablo, así como los israelitas pensaban ante los gigantes de Canaán.
Gigantes y langostas – De langostas a gigantes
En segundo lugar, la salvación que tenemos en Cristo, nos ha convertido en gigantes al revivir el espíritu en nosotros. 2 Corintios 5:16-17 dice: “…De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno esta en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron: he aquí todas son hechas nuevas…”
El hombre del pasado esta muerto según Gálatas 2:20: “…Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a si mismo por mi...”
El hombre sin poder fue muerto y crucificado juntamente con Cristo. Y ahora Cristo vive en nosotros. Según la Biblia, mayor es el que esta en nosotros que el que está en el mundo. Por tanto el diablo y el pecado, el sentimiento de rechazo, enfermedad y tristeza, dolor, maldición y pobreza, y la muerte, podrán llegan a nuestra vida como gigantes para robar, matar y destruir.
Pero no podrán dominarnos si Cristo permanece en nosotros. El que tiene a Jesús y vive con Jesús, tiene todo el poder sobre el cielo y la Tierra y se enseñorea sobre todas las cosas, ya no es langosta sino gigante y Dios le da de su autoridad para que este la ejecute.
Gigantes y langostas – El que tiene a Cristo no es langosta, sino gigante
El que tiene a Cristo no es esclavo. No es langosta, sino gigante. No es esclavo del destino, sino dominador. Usted y yo tenemos que saber que hemos sido creados nuevamente en Cristo como reyes que dominan las circunstancias y no como siervos de ellas.
Por eso solo Cristo, nos transforma en gigantes llenos del Espíritu Santo por la reconciliación y por su gracia. Somos Gigantes, llenos de vitalidad por la alegría y la sanidad y al cual se les ha dado lugar en el cielo. Librados de la maldición.
Cuando los israelitas llegaron a Cades-Barnea, la entrada para la tierra de Canaán. Podrían haber ocupado la tierra que fluye leche y miel de inmediato, si solo hubieran dependido de Dios, pero se vieron a sí mismos como langostas. No podían menos que sentirse frustrados, desesperados y deseosos de volver atrás, ya que se veían a sí mismos de esa manera.
¿Cómo pueden las langostas conquistar gigantes?
Así que se volvieron atrás todos ellos. También nosotros en ocasiones somos así. ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?
La respuesta conduce nuestro destino y futuro. Si nos vemos a nosotros como langostas, lo mas seguro es que volvamos atrás. Y Decimos: no lo hago bien, no me sale bien, no puedo, esto es imposible.
Pero si sabemos que somos gigantes con Cristo Jesus a nuestro lado y como un hombre espiritual renacido de Dios y dominador, lograremos no temer al destino y a las circunstancias.
Por lo tanto, declaramos no tener una religión sino una relación con Dios de la cual se operan cambios, pero si pensamos como langostas jamás conquistaremos a Canaán. (Llámese familia, trabajo, objetivos o metas)
Pensamientos de gigantes. En tercer lugar, debemos grabar profundamente lo que dice la Biblia de manera que de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne, porque hemos vuelto a nacer.
Por lo tanto somos seres espirituales que estamos llenos del Espíritu Santo y siempre seremos dominadores sobre las circunstancia, la carne y sobre todo pensamiento derrotista, no debemos pensar ni por un momento como langosta!
Mas ahora nuestros pensamientos deben ser de gigantes, porque estamos libres de la ley del pecado y la muerte en Jesucristo. Por lo tanto, si confrontamos al pecado en el nombre de Jesús, tendremos la victoria. Así que tenemos que estar llenos de pensamientos de gigantes en nuestro corazón.
No debemos pensar que estamos abandonados. No estamos abandonados. Aunque no podamos verlo con nuestros ojos ni escucharlo con nuestros oídos, ni hallemos algo en nuestras manos y andemos en valle de sombra de muerte, no temeremos mal alguno, porque el Señor estará con nosotros; su vara y su cayado nos infundirán aliento. Por eso no estamos abandonados. En lo absoluto.
No somos seres tristes ni enfermos. No digamos: “No tengo alegría y no soy feliz. Siempre estoy triste, enfermo y me encuentro en una situación horrible…” No pensemos de esta manera, porque estos son pensamientos de langosta. Las langostas piensan así, no los gigantes.
Estamos libres de la tristeza y de la enfermedad por medio de Jesucristo, porque Jesús tomo nuestras flaquezas y llevó nuestras enfermedades. Cristo es nuestra alegría, nuestra plenitud y nuestra salud.
Tenemos que avanzar con esa convicción. No debemos pensar que somos maldecidos ni fracasados. Mientras estemos en este mundo, puede ser que tengamos tentaciones o dificultades.
Tal vez no nos vaya bien en los negocios o o en la familia. Pero no es el fin de nuestra vida. Si vemos la dificultad y nos volvemos atrás, tenemos pensamientos de langosta. A pesar de que estos enemigos nos pueden rodear Dios es mayor que todos ellos y nos dará la victoria. Si avanzamos por fe, el destino y las circunstancias pueden ser conquistados y cambiados
Y aunque la situación se ponga cada dia peor, sabemos que tener fe es lo que necesitamos para poder vencer a todos los enemigos y avanzar no como langostas, sino como gigantes, alzando nuestros ojos y mirando la cruz. No debemos temblar ante la muerte aunque estemos a punto de morir.
Debemos mirar al nuevo cielo, la nueva tierra y la nueva Jerusalén que ha preparado el Señor para nosotros más allá de la muerte. Así que, como sabemos que Dios nos da la bienvenida y se alegra por nosotros, no debemos mirar y aceptar la muerte y angustiarnos en la desesperación de la muerte. Si pensamos, hablamos y escuchamos estas cosas negativas, seguramente fracasaremos.
En Cristo debemos tener pensamientos de gigantes, porque somos nuevas criaturas. La gracia de Dios, el perdón del pecado, la sanidad y la bendición están siempre con nosotros. Por eso debemos renovar nuestras acciones, las palabras que decimos y nuestros Tenemos que admitir que somos justificados y perdonados ante Dios.
Tenemos que admitir que si recibimos el amor de Dios y su Espíritu Santo debemos dar gracias. Declarar: que “No tengo nada que ver con la tristeza. Cristo es mi alegría. Soy librado de las enfermedades, la debilidad y el dolor. Soy librado de la maldición y la pobreza y tengo libertad. No tengo nada que ver con la muerte y el cielo eterno es mío …”
Tenemos el evangelio de salvación, la plenitud del Espíritu Santo, la sanidad, la bendición. El Espíritu de Dios está con nosotros y nos brinda su ayuda. Ha venido el Espíritu Santo para que no estemos huérfanos, siempre está con nosotros y es enviado por Dios para ayudarnos.
Por lo tanto, si lo aceptamos, le damos la bienvenida, lo recibimos y avanzamos dependiendo de Él, nos ayudará con la unción del poder del Espíritu Santo. Y si tenemos sueños por el Espíritu Santo, podemos pensar que el día de mañana será mejor que hoy, el próximo mes mejor que este mes y el año entrante mejor que este año.
El individuo y el pueblo que no tiene esta expectativa, fracasa. Pero mientras tenemos pensamientos de gigantes en nuestro corazón, sueños y fe de que nadie podrá tocarnos, estaremos totalmente confiados.También tenemos la oración, la fe y la alabanza.
Tenemos que orar siempre a Dios; si estamos en dificultad, siempre demos gracias a Él y vivamos alabándolo. No deben de salir de nuestra boca palabras de resentimiento, queja ni lamentación, sino debemos rebosar de gracias y alabanza en nuestro corazón.
Cuando rebozamos de gracias y alabanza, la puerta del cielo se abrirá, y entraremos en su palacio y podremos vivir con Él.
En Hebreos 10:38 dice: “…Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma…”
Aunque los que tuvieron pensamientos de langosta quisieron regresar a Egipto, Josué y Caleb declararon: “Entremos porque Dios está con nosotros. La tierra es nuestra. El dueño se ha marchado. En ella fluye leche y miel. ¡Vamos!”
Fueron personas con pensamientos de gigante, los que entraron a la tierra prometida; sin embargo, los que tuvieron pensamientos de langosta retrocedieron y murieron en el desierto
La razón por la que Jesús fue crucificado fue para darnos, a usted y a mí, al pueblo elegido espiritualmente, la tierra de Canaán que fluye leche y miel.
Nuestro Canaán está bajo la cruz. Jesús tomó la maldición del desierto en la cruz y logró la tierra de Canaán para la humanidad que sufría desde Adán, en el desierto.
En Números 13:30 dice: “…Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos…” Así nosotros también, si tenemos pensamientos de gigantes y nos presentamos a la cruz por medio de la oración, podemos ocupar la tierra que Él nos ha dado.
En Números 14:8 dice “…Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel…” En verdad hay tierra que fluye leche y miel bajo la cruz.
Fluye leche y miel del perdón, del amor y del Espíritu Santo, del gozo y la sanidad, la prosperidad de la bendición de Abraham, y la vida eterna. Hoy la gente del mundo no ve la tierra de Canaán. Pero si ellos alzaran sus ojos y miraran a la cruz, ahí está la tierra de Canaán que fluye leche y miel.
Pero el que tiene pensamientos de langosta no podrá entrar ahí. Acuérdense de la palabra en Números 14:9: “…Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros esta Jehová; no los temáis…” Solo podrán ocupar la tierra de Canaán en la que fluye leche y miel, si avanzan creyendo en Jesús, porque Jehová estará con ustedes.
El Señor les promete la bendición de que serán prosperados en todas las cosas, tendrán salud, prosperará su alma y recibirán el Espíritu Santo.
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