El poderoso Impacto de las Parábolas

José R. Hernández

El Impacto de las Parábolas

El poderoso Impacto de las Parábolas | Predicas Cristianas

Hoy quiero que reflexionemos juntos en algo que muchas veces no se analiza con la atención que merece. Cuando leemos los Evangelios, encontramos que el Señor enseñaba usando parábolas.

Ahora bien, deseo que tengamos muy en cuenta que el Señor no empleaba este método porque fuera una moda de enseñanza de Su tiempo, y que tampoco porque las personas fueran incapaces de entender. Sino que siendo el Hijo de Dios, Él escogió usar parábolas con un propósito muy claro: abrir entendimiento, confrontar el corazón, y revelar los misterios del Reino de Dios a los que estaban dispuestos a recibir la verdad.

Así que este sera el tema principal del que estaremos tratando hoy; hoy deseo hablarles de: el impacto que las parábolas de Jesús tenían en aquellos que le escuchaban, y el impacto que deben seguir teniendo en nuestras vidas hoy. Así que con esto em nete, pasemos ahora a la Palabra de Dios.

“Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.” Mateo 13:10-17

Ahora bien, como siempre digo, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia.

Cuando estudiamos el tiempo en que Jesús caminaba sobre la tierra, encontramos que el pueblo judío estaba bajo una enseñanza religiosa muy pesada. Los líderes religiosos de aquel tiempo, es decir, los fariseos, escribas y saduceos, pronto encontramos que ellos habían convertido la ley de Dios en un sistema de reglas humanas, llenas de cargas, rituales y tradiciones que oprimían en lugar de liberar. Esto es algo que queda claramente reflejado en Mateo 23:4, cuando el Señor dice: “Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.”

El problema era que el conocimiento que ellos impartían no estaba produciendo transformación verdadera en los corazones. Sino que promocionaba una religión externa, una religión de apariencias, pero vacía de vida. Y es ante este panorama que el Señor comenzó a enseñar en parábolas. En otras palabras, Él enseñaba usando historias sencillas tomadas de la vida diaria: la semilla, el sembrador, la oveja perdida, la moneda extraviada. Pero detrás de cada imagen sencilla, había verdades profundas que confrontaban el alma. Y fíjense bien cómo lo dice también el profeta Isaías, en la profecía que Jesús cita en Mateo 13: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis.” (Isaías 6:9)

Hermanos, lo que Jesús hacía con Sus parábolas era separar los corazones. En otras palabras, el que tenía hambre de Dios, entendía, pero el que estaba endurecido, oía, pero no entendía. Creo que con estos pequeños detalles de historia y contexto tenemos una buena base para el mensaje de hoy, así que continuemos ahora con lo que Dios tiene para nosotros en este día.

I. Jesús usaba parábolas para revelar y ocultar verdades al mismo tiempo

Jesús usaba parábolas para revelar y ocultar verdades al mismo tiempo

Lo primero que vemos aquí es que Jesús usaba parábolas no solamente para ilustrar, sino también para revelar verdades a unos y ocultarlas de otros. Y esto es algo que queda bien claro en los verss. 10-11 cuando leemos: “Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.”

Ahora bien, quiero que se fijen bien en lo que el Señor nos está diciendo aquí. Con esto aquí el Señor deja muy claro que el propósito de hablar en parábolas no era simplemente para hacer una enseñanza más sencilla, sino que era para distinguir entre aquellos que tenían un corazón dispuesto, de aquellos que no querían recibir la verdad. Dile a la persona que tienes a tu lado: “Debemos tener un corazón dispuesto para recibir.”

Este concepto queda aun más claro en los verss. 13-15, cuando el Señor continúa diciendo: “Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis.”

Ahora bien, es importante notar que con esto aquí el Señor estaba citando al profeta Isaías (Isaías 6:9-10) para mostrarnos que el verdadero problema no era la falta de información, sino que era el endurecimiento del corazón. Y hermanos, esto nos debe hacer reflexionar seriamente. ¿Por qué digo esto?

Digo esto porque hoy también vemos personas que escuchan predicaciones, que asisten a servicios, que leen la Palabra, y que siempre andan con una biblia debajo de sus brazos, pero que en realidad no permiten que esa Palabra transforme su vida. En otras palabras, vemos como muchos que se llaman cristianos en realidad se encuentran tal como los fariseos, escribas y saduceos en el tiempo del Señor.

Lamentablemente hoy en día existen muchos que se llaman cristianos que se encuentran más concentrados en la apariencias externas, que en una relación profunda con Dios, y esto es algo que desagrada al Señor (Mateo 23:27). Lamentablemente existen muchas personas hoy en día que profesan ser cristianos, pero que se encuentran atrapados en una religión externa, en otras palabras, tal como muchos en el pueblo de ese entonces, se encuentran en esa ceguera espiritual de la que el Señor nos esta describiendo aquí.

Ahora debemos preguntarnos, ¿por que ha sucedido y continua sucediendo esto? Hermanos, la razón por la que esto ha sucedido, y continua sucediendo es porque la gran realidad es que el escuchar no garantiza que haya entendimiento, y el asistir a una iglesia no garantiza que haya transformación.

Para que verdaderamente exista un cambio en nuestra vida, y la ceguera espiritual sea levantada de nuestros ojos, tenemos que acercarnos a Dios con humildad, con reverencia, y con hambre genuina de Su verdad. Solo así podremos experimentar una verdadera vida transformada por el poder de Su Palabra. Y el impacto de las parábolas es lo que ponen al descubierto el estado del corazón humano.

Las parábolas, entonces y ahora, confrontan y no permiten neutralidad. O el oyente abre su corazón a la verdad, o se endurece aún más. Así que ahora pregunto; ¿Estamos oyendo solamente? ¿O estamos permitiendo que Dios transforme nuestra vida? Así que manteniendo estas cosas en mente, continuemos ahora con el estudio de hoy.

II. Jesús usaba parábolas para traer las verdades eternas a la vida real

Jesús usaba parábolas para traer las verdades eternas a la vida real

Otra cosa que encontramos en el impacto de las parábolas es que el Señor no enseñaba conceptos fríos o teorías religiosas. Él tomaba las verdades profundas del Reino de Dios, y las acercaba a la vida cotidiana de las personas.

Permítanme explicarles esto un poco mejor. Cuando el Señor hablaba del Reino de Dios, Él no usaba palabras complicadas, ni debates extensos como muchos predicadores suelen hacer hoy en día. Sino que Él traía el mensaje de Dios a un nivel donde todos pudieran entenderlo y experimentarlo.

El Señor no usaba palabras elocuentes para impresionar, sino que usaba palabras simples para ilustrar que fueran entendidas por todos. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en los verss. 31-32 cuando leemos: “Otra parábola les refirió, diciendo: El Reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.”

Ahora bien, quiero que se fijen bien en que aquí Él no solo les estaba enseñando que el Reino de Dios era grande, sino que les ilustró esa grandeza comparándola con algo pequeño que crece poderosamente. En otras palabras, lo hizo de una manera que todos los que escuchaban podían identificarse con ello, ya que la civilización de esa época era principalmente agrícola.

Ahora bien, para entender mejor el por qué de este método, quiero compartirles algo interesante. La palabra “parábola” en el original griego es parabolē (παραβολή), y según Blue Letter Bible, describe una historia sencilla colocada junto a una verdad para explicarla o aclararla. ¿Por qué me he detenido aquí para decirles esto? He hecho esto porque quiero que comprendan que las parábolas no eran adornos, sino que eran instrumentos poderosos para revelar lo que humanamente no se podía comprender con facilidad.

Y esto nos enseña algo muy importante sobre nuestras predicas cristianas. Digo esto porque nuestro llamado no es impresionar con discursos complicados. Nuestro llamado es mostrar la verdad de Dios de tal manera que el oyente la vea, la sienta y la viva. Nuestro llamado es predicar de manera que transforme vidas, llame al pecador al arrepentimiento y restaure al caído. Y es por eso que al predicar tenemos que seguir el ejemplo de nuestro Señor, recordando que Él no hablaba para llenar la mente de información, sino que hablaba para sembrar vida en el corazón.

Así que ahora pensemos un momento: Cuando predicamos o enseñamos, ¿presentamos la verdad de manera que el pueblo de Dios pueda vivirla? ¿O la dejamos en conceptos fríos que se olvidan pronto? Hermanos, el impacto de las parábolas nos enseña que la verdad de Dios debe ser sembrada, regada y cuidada, para que dé fruto abundante en la vida del creyente.

Y pensando en esto, vamos ahora a considerar otro aspecto fundamental que encontramos en las enseñanzas de nuestro Señor.

III. Las parábolas confrontan y exigen una respuesta personal

Las parábolas confrontan y exigen una respuesta personal

Otra cosa que encontramos en el impacto de las parábolas es que el Señor no dejaba espacio para la indiferencia. Cada vez que enseñaba en parábolas, la persona que escuchaba tenía que tomar una decisión: abrir su corazón a la verdad, o rechazarla.

Como les he dicho, el Señor no contaba historias para entretener, ni para mostrar sabiduría humana. Él contaba parábolas para provocar una reacción en el alma. Un claro ejemplo de esto lo encontramos en el vers. 23 cuando leemos: “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.”

Con esto aquí el Señor le enseño a ese pueblo, y nos enseña a nosotros que no basta con oír la Palabra. Con esto aquí Él nos enseña claramente que es necesario entenderla, recibirla y permitir que produzca fruto en nuestra vida. Hermanos, la parábola del sembrador no fue contada para explicar cómo crecen las plantas. Fue contada para confrontar el corazón humano, para enseñar que el alma necesita ser buena tierra para que la verdad de Dios germine y produzca vida.

Y fíjense bien, que esto mismo es lo que el apóstol Santiago también nos enseña cuando dice: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” (Santiago 1:22) Hermanos, no basta con escuchar la Palabra, es necesario obedecerla, vivirla, y permitir que produzca frutos dignos de arrepentimiento, el simple echo de oír no transforma, pero la obediencia sí.

Así que ahora, preguntémonos con sinceridad: Cuando recibimos la Palabra al escuchar o leer predicas cristianas, ¿La leemos solamente? ¿La escuchamos solamente? ¿O realmente la entendemos, la atesoramos y permitimos que transforme nuestra manera de vivir? Hermanos, no olvidemos que el Señor no busca oyentes pasivos, Él busca corazones obedientes, corazones fértiles, corazones que produzcan fruto. Por eso es que el impacto de las parábolas no radica simplemente en lo hermosas que puedan ser sus imágenes, su verdadero poder está en la demanda que hacen a cada vida que las escucha.

Y esto es algo que el Señor confirma claramente en Lucas 6:46 al decir: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” ¿Se están dando cuenta? No basta con decir que creemos, no basta con decir que amamos a Dios. Es necesario obedecer Su Palabra y caminar en ella todos los días. Hermanos, cada parábola que el Señor enseño era, y sigue siendo, una invitación a la acción. El que escuchaba no podía salir igual, tenía que obedecer o endurecerse aún más. Y nosotros hoy estamos en esa misma encrucijada.

Cada vez que leemos la Biblia, cada vez que escuchamos una predicación, cada vez que el Señor nos habla al corazón, tenemos que tomar una decisión. Y es importante recordar lo que nos exhorta Hebreos 3:15 cuando leemos: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.”

El Señor nos habla porque quiere nuestro corazón, Él no quiere religiosidad externa. Él quiere una transformación real que sea evidente en nuestras acciones, que sea evidente en nuestro testimonio. Como he repetido en numerosas ocasiones, y continuare repitiendo por el resto de mi vida al predicar, nuestro testimonio habla mucho más que nuestras palabras. Y es por eso que ahora debemos preguntarnos, ¿Responderemos con fe y obediencia? ¿O permitiremos que el corazón se endurezca un poco más?

Para concluir.

Hoy hemos visto hoy algo muy importante. Las parábolas no fueron cuentos bonitos. No fueron adornos. Fueron armas espirituales en manos del Señor. Cada historia que Jesús contó fue diseñada para tocar el alma. Para abrir el corazón, o para exponer la dureza de quien no quería cambiar. Así era entonces, y así sigue siendo hoy.

¿Se dan cuenta? Cada parábola es un espejo. Un espejo que no miente. Un espejo que nos obliga a mirarnos como somos delante de Dios.

El Señor no buscaba oyentes curiosos, Él buscaba corazones transformados. Y hoy también nos llama a eso. No a saber más, no a oír más, sino a obedecer más. Por eso quiero preguntarte ahora: ¿Qué vas a hacer con la Palabra que has recibido hoy? ¿La vas a guardar en el bolsillo? ¿O la vas a sembrar en tu corazón para que dé fruto?

En Hebreos 3:15 la palabra de Dios nos dice: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.” Hoy es ese “hoy”. Hoy Dios te habla, hoy Dios te invita. No dejes que el orgullo o la indiferencia roben lo que Dios quiso sembrar en tu vida. No saldas de aquí tal como entraste, sino sal de aquí transformado y entregado al Señor. Pidamos al Espíritu Santo que prepare nuestra tierra. Que quite las piedras, que arranque las espinas y que nos haga buena tierra para Su verdad.

Que el impacto de las parábolas no se quede en palabras, sino que se convierta en vida. Vida que otros puedan ver. Vida que glorifique a Cristo. Y cuando Él regrese, que nos encuentre no solo oyendo, sino viviendo como verdaderos hijos del Reino.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

José R. Hernández
Autor
José R. Hernández
Pastor jubilado de la iglesia El Nuevo Pacto, en Hialeah, FL. Graduado de Summit Bible College. Licenciatura en Estudios Pastorales, y Maestría en Teología.

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