Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: No pierdas a Jesús
Lectura Bíblica Inicial: Lucas 2:41-50
Introducción
Nuestra relación con Dios debe ser la relación más importante que cada persona sobre la tierra debe establecer y desarrollar, porque ella determinará no solo como viviremos aquí sino dónde pasaremos el resto de la eternidad.
Lamentablemente, con tantas ocupaciones, preocupaciones, y tareas del día a día, la intensidad de nuestra relación con Dios puede verse disminuida, y comenzar a desgastarse. Cuando estamos muy ocupados, en vez de sacrificar horas de trabajo, o esparcimiento, preferimos sacrificar el tiempo que le corresponde a Dios.
De repente un día usted dice:
- “Tengo muchas ocupaciones, oraré mañana”.
- “Me quedé dormido, mañana leo la Biblia”.
- “Hoy no voy a la iglesia, voy el próximo domingo”.
Cuando usted se da cuenta, usted no sabe ni quien es, ni cómo llegó hasta esa situación. En el mejor de los casos, usted reflexiona, y hace lo necesario para reparar su relación con Dios. Le digo en el mejor de los casos, porque hay personas que toman ese avión sin boleto de retorno.
No pierdas a Jesús
¿Sabe cuántas personas han estado congregrándose activamente, se han bautizado, leían la Biblia diariamente, oraban sin cesar, servían fielmente en un ministerio, y hoy en día no forman parte de ninguna congregación?
¿Sabe a cuántas personas se le pagan congresos, convenciones, retiros, campamentos, viajes, viáticos, se les ayuda financieramente, y hoy no están sirviendo a Dios en ningún lado?
Y esto pasa porque en un momento de su vida, descuidaron una relación que usted no debe descuidar y esa es su relación con Dios. En un momento, no se dieron cuenta, y se les perdió Jesús.
Las personas no se apartan de Dios de un día para otro, es algo que se va cocinando a fuego lento, como en cualquier otra relación. ¡Nadie se divorcia de un día para otro!, son cosas que van sucediendo, que se van acumulando, y que a la larga, produce una separación.
Funciona igual con Dios, nadie se aparta de Dios repentinamente, sino que la misma persona va mostrando señales o indicios de que su relación con Dios no va por buen camino. Por estas razones quiero usar la lectura que hicimos anteriormente para explicar estas señales y recapacitar mientras podamos.
El evangelio según Lucas, capítulo dos, narra el acontecimiento de la llegada de Jesús a Jerusalén cuando tenía doce años. En Lucas 2:41-42 se nos dice que los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén, y que iban todos como era costumbre. Como les dije con anteriormente, las personas no se alejan de Dios de forma inmediata sino que es un proceso que ocurre paulatinamente, es algo que sucede por etapas.
I. La costumbre
El primer punto de esta predicación, y la primera etapa de esa pérdida de Jesús, es la costumbre. La costumbre es el primer indicio de que a usted se le está perdiendo Jesús. Cuando comenzamos a hacer las cosas que hacemos para Dios solo por costumbre, entonces estamos dando un paso en falso en nuestra relación con Dios.
Cuando hacemos lo que hacemos por costumbre no pensamos por qué lo hacemos, ni en para qué lo hacemos, simplemente, lo hacemos porque todos lo hacen, y eso es un gran peligro. Quiero hacer hincapié en esto: pueden ser buenas costumbres o buenos hábitos que al hacerlas sin pensar, sin meditar, sin reflexionar, y hacerlas porque todos lo hacen, sirven de poco.
Quizás esta predicación pudiese resultar polémica, pero sin lugar a dudas los hábitos y disciplinas cristianas que se mencionarán a continuación no son tan eficaces si se hacen solo por costumbre o porque los demás lo hacen.
a. La costumbre de leer la Biblia.
El problema no es leer la Biblia, es no saber para qué lo haces. A lo largo de mi vida he conocido a muchas personas que leían la Biblia diariamente, y hoy no se congregan. Con tristeza debo decirles que hay gente que leyó mucha Biblia, pero nunca escuchó a Dios.
Mas que inculcar el hábito de leer la Biblia, en nuestras congregaciones deberíamos enseñar el por qué esa disciplina puede literalmente cambiar tu vida. Enseñar que la palabra es viva, es eficaz, y es capaz de discernir los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4:12).
En 2 Timoteo 3:16-17 se explica claramente cual es la utilidad de la Biblia: enseñar, corregir, redargüir, e instruir a los creyentes para prepararnos para aquella obra que Dios quiere hacer en nosotros y con nosotros. Cada vez que nos acercamos a la Biblia, debemos hacerlo pensando en que Dios quiere decirnos, por qué nos lo dice, y para qué nos lo dice. El problema no es leer la Biblia, es no entender que el autor de ese maravilloso libro está contigo y te está hablándonos en cada uno de sus 1189 capítulos.
Sería recomendable preguntarnos con regularidad: ¿estamos leyendo la Biblia o estamos escuchando a Dios? Si usted no está escuchando a Dios cuando lee la Biblia, sólo está leyendo un libro más. La biblia no es un libro más, sino que es la palabra de Dios, el alimento que necesitamos para vivir (Lucas 4:4). Leer la Biblia con la actitud incorrecta puede hacer que pierdas de vista la verdadera razón por lo cual lo haces, la cual es escuchar a Dios.
b. La costumbre de orar.
No me malinterprete, confío plenamente en la oración como elemento vital en la vida del creyente y en la necesidad que deberíamos tener de orar siempre y no desmayar (Lucas 18:1). El problema de orar es hacerlo solo por la costumbre y olvidar que estamos hablando con Dios. Si vamos a comer oramos así, si vamos a predicar oramos así, si vamos a participar de la Cena del Señor oramos así, si alguien está cumpliendo años oramos así.
Antes de enseñar a sus discípulos a orar, Jesús criticó a las personas de aquella época que al orar en realidad lo que querían era ser vistos por los demás (Mateo 6:5), y también criticó a los que usaban vanas repeticiones creyendo que serían escuchados por su mucho hablar (Mateo 6:7).
Jesús enseñó a sus discípulos que oraran de una forma, pero entendiéndose que más que las palabras, era la forma de acercarnos a nuestro Padre celestial lo que él nos estaba enseñando (Mateo 6:9-13). Lamentablemente, la iglesia hizo modelos de oración que las personas tomaron como una norma y no lo entendieron en su esencia.
Es cierto que grandes personas en la Biblia tenían el hábito o la costumbre de orar en determinadas ocasiones, como Daniel que oraba tres veces al día (Daniel 6:10). Por ello es importante destacar que el problema no es la oración en sí o la disciplina de orar, sino el no tener en cuenta que cuando oramos hablamos con Dios, y que la oración es más que hablar bonito con Dios.
Lamentablemente, la oración se convirtió en un monólogo, donde le decimos a Dios lo que queremos, sin esperar para escuchar que es lo que Él quiere decirnos (Jeremías 33:3). El problema con la oración es no pensar en que estamos hablando con Dios, y que Dios quiere hablarnos.
Cuando dejamos de escuchar a Dios en oración damos otro paso en dirección contraria hacia donde está Él. Pudiese nombrar otras cosas que hacemos para Dios, pero que al hacerlas por costumbre pierden su efectividad y su sentido. La costumbre es la primera etapa en esa pérdida de Jesús porque:
- Si usted lee la Biblia, y no sabe para qué, a la larga va a dejar de leerla.
- Si usted ora todos los días, pero no sabe por qué necesita hacerlo, a la larga usted va a dejar de orar.
- Si usted asiste a la iglesia con regularidad, pero no ha descubierto el propósito de congregarse, usted a la larga va a dejar de hacerlo.
Lo que usted hace por costumbre, sino sabe por qué lo hace, al final lo dejará de hacer por mala costumbre. Es necesario que cada creyente vele por su relación personal con Dios, y revise que disciplinas espirituales solo está haciendo por costumbre.
II. La insensibilidad.
El segundo punto de esta predicación, y la segunda etapa de esa pérdida de Jesús, es la insensibilidad. Cuando leemos Lucas 2:43-45 podemos notar algunas cosas interesantes. Dice la Biblia que no lo dejaron a propósito, sino que se les quedó, y no se dieron cuenta. Es ahí donde nos preguntamos: ¿cómo se te va a quedar tu hijo?, ¿qué padre dejaría a su hijo de 12 años cuando van a hacer un viaje?
Es aquí donde me preguntó: ¿cómo es que María y José dejaron a Jesús? Porque no es que dejaron a cualquier niño, que de por sí es una situación bastante grave, sino que ¡dejaron al Mesías!, ¡al Salvador del mundo!, y de paso, ¡tenía solo 12 años!
Generalmente hablamos sobre la abnegación de las madres, y ese vínculo que hay entre ellas y sus hijos. Decimos que una madre es capaz de todo por su hijo, pero no sabemos que le pasó a María en esa ocasión.
Imagínese lo emocionados e impactados que debieron estar María y José cuando nació Jesús, y todos los eventos que rodearon su nacimiento. Su concepción milagrosa, los ángeles, los pastores, lo sabios del oriente, las visiones, todo fue parte de un evento único como lo fue la venida a esta tierra del Hijo de Dios. María y José sabían que Jesús era el Salvador (Mateo 1:21), que su hijo no era un niño común como cualquier otro. Era el Hijo de Dios, y a pesar de ello, cuando Jesús tenía 12 años, se les perdió.
El asunto es que la costumbre, el hacer las cosas religiosamente, hace que vayas perdiendo la sensibilidad, y tal como le sucedió a María y a José, puede que se te pierda Jesús. Te vas alejando de Dios, y no te das cuenta; estás dejando a Jesús de lado, y no te das cuenta; tu relación con Dios está desmejorándose, y no te das cuenta. No te percatas de ello porque de una u otra forma, estás haciendo las mismas cosas que antes pero no tienen el mismo efecto.
Comienzas a vivir una vida cristiana, pero sin Dios. Vas al templo, cantas, oras, lees la Biblia, aplaudes, saludas a tus hermanos en la fe, y hablas con tu pastor pero ¿y Dios?, Dios no está. Y sencillamente a nosotros, nos puede faltar de todo, pero que no nos falte Dios.
La costumbre (primera etapa), te lleva a la insensibilidad, y la insensibilidad (segunda etapa) te, lleva a la tercera etapa.
III. Pensar de forma errónea
El tercer punto de esta predicación, y la tercera etapa de esa pérdida de Jesús, es pensar de forma errónea. Al leer Lucas 2:45, entiendes que después que te acostumbras, te haces insensible, y luego comienzas a pensar de forma errónea. Ellos pensaban que Jesús iba con ellos, pero no era así. Hay varias puntos en ese pasaje que explican algunas de las diversas formas erróneas de pensar con respecto a Jesús y porque Jesús se pierde.
a. Si Jesús está entre la gente, Jesús está conmigo.
María y José pensaban que Jesús venía entre la gente pero no era así. No necesariamente si Jesús está en un lugar eso implique que Jesús está contigo en ese lugar. Uno de los ejemplos más claros de esto es el milagro de la Mujer del flujo de Sangre (Lucas 8:40-48). La Biblia dice que Jesús iba entre una multitud de personas que lo apretujaban, sin embargo, fue la mujer del flujo de sangre, la que tuvo la fe para recibir un milagro que toda la multitud no recibió.
La Biblia dice que a Jesús le traían enfermos constantemente para que fuesen sanados (Lucas 4:40). No es absurdo pensar, que muchas de esas personas que seguían a Jesús aquel día eran enfermas o estaban buscando un milagro para su vida, sin embargo, a la persona que Jesús sanó fue a la mujer del flujo de sangre, y no a los otros que le tocaban.
A veces en nuestras congregaciones vemos que todo funciona bien, que todas las personas salen alegres, que las personas salen impactadas por el mensaje de Dios, pero ello no quiere decir que eso esté sucediendo en nuestra vida.
b. “Si Jesús está con mis familiares, Jesús está conmigo.”
María y José fueron a ver si estaba con sus familiares y conocidos, pero no estaba con ellos. ¿Por qué razón tus familiares tendrían que cuidar de tu hijo? Tu hijo es responsabilidad tuya. De igual forma, tu relación con Dios es tu responsabilidad, no la del grupo, no la de los pastores, no es de tu familia, no es de tu pareja. Hay personas que creen que están bien con Dios porque su pareja está bien, y no es así.
La relación con Dios es personal. Jesús vino a morir por ti, y por tus pecados (Juan 3:16). Tú tienes que ver qué vas a hacer con esa información, lo que hagan tus familiares es asunto de ellos. El pensar de forma errónea es la última etapa de la pérdida de Jesús. Muchas personas cuando llegan a este punto, no vuelven al camino.
Sin embargo, María y José, a pesar de que descuidaron a su hijo, se dieron cuenta al día siguiente que les faltaba algo, que les faltaba alguien: Jesús. Tristemente, hay personas que pasan años alejados de Dios hasta que se dan cuenta de que se les perdió Jesús. Al darse cuenta de que Jesús no estaba, se devolvieron a Jerusalén, y después de 3 días encontraron a Jesús en el templo.
Conclusión
La buena noticia es que Jesús quiere ser encontrado. Quizás, al igual que María y José, cueste un poco encontrar ese punto favorable en el que estaba tu relación con Dios. Quizás te cueste un poco orar como lo hacías antes, leer la Biblia, incluso congregarte quizás sea un paso difícil después de perder a Jesús, pero a pesar de lo que cueste puedes estar seguro que la mejor decisión es volver a Jesús, y así como María puedes comenzar a buscarlo en el lugar indicado: el templo.
No dejemos que las disciplinas espirituales como orar, leer la Biblia, ayunar, congregarse, se conviertan en algo mecánico y sin sentido. Tomemos un momento de reflexión y autoevaluación cada cierto tiempo para verificar cómo estamos, y no dejar que la insensibilidad nos juegue una mala pasada haciéndonos pensar que estamos cerca de Dios cuando no es así. Nunca es tarde para volver a Dios. No pierdas a Jesús. Esa es tu responsabilidad.
© Jose R. Hernandez. Todos los derechos reservados.