La obediencia a Dios

Jose R. Hernandez

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La obediencia y la fe

En esta predica cristiana, exploramos cómo la obediencia a Dios desata bendiciones poderosas en nuestras vidas. A través de la fe y la confianza en Su plan, incluso en tiempos difíciles, encontramos protección, provisión y la presencia constante de Dios. ¡Descubre el impacto de vivir en obediencia hoy!

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Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La obediencia a Dios

Predica Cristiana Lectura Bíblica: Génesis 26:1-6

Tema: La Poderosa Bendición de la Obediencia a Dios

Introducción

Hoy nos reunimos para reflexionar sobre un tema esencial en nuestra relación con Dios: la obediencia. La obediencia a Dios no es simplemente seguir órdenes; es un acto de fe, de confiar en Su voluntad, aun cuando no entendemos completamente Su plan. Vivimos en un mundo que a menudo rechaza la idea de obedecer a Dios, pero como hijos e hijas del Altísimo, estamos llamados a vivir conforme a Su palabra, incluso cuando el camino parece incierto o difícil.

Para comenzar, abramos nuestras Biblias en Génesis 26:1-6, donde se nos presenta la historia de Isaac, un hombre que eligió obedecer a Dios en medio de la adversidad:

Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar. 2 Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. 3 Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. 4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, 5 por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. 6 Habitó, pues, Isaac en Gerar.

Contexto Histórico

Ahora bien, como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. Así que para comprender mejor la importancia de esta historia, es esencial entender el contexto en el que vivía Isaac.

Isaac vivía en una época en que las hambrunas eran comunes en la región de Canaán, un lugar que dependía en gran medida de las lluvias estacionales. Según el historiador Paul Johnson en su libro A History of the Jews (1987), estas hambrunas podían ser devastadoras, obligando a las personas a migrar en busca de sustento. Egipto, con su tierra fértil y abundancia, era un refugio natural durante estos tiempos de escasez. Isaac, como hijo de Abraham, conocía bien la historia de su padre, quien también había enfrentado una hambruna y había buscado refugio en Egipto.

Sin embargo, en esta ocasión, Dios tenía un plan diferente para Isaac. En lugar de permitir que descendiera a Egipto, Dios le ordenó que permaneciera en la tierra de Gerar, un lugar también afectado por la hambruna como encontramos aquí cuando leemos:

Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham. Y se fue Isaac a Abimelec, rey de los filisteos, en Gerar. Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto” (verss. 1-2).

Esta decisión podría haber parecido ilógica desde una perspectiva humana, pero Dios le prometió a Isaac que si obedecía, Él estaría con él y lo bendeciría.

Esto es algo que podemos ver claramente en el versículo 3, donde Dios le dice a Isaac: “Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré.” Esta promesa fue suficiente para que Isaac decidiera obedecer, confiando en que Dios cumpliría Su palabra.

Al igual que Isaac, nosotros también enfrentamos situaciones en las que la obediencia a Dios puede parecer desafiante o contraria a nuestra lógica. Pero debemos recordar que Dios siempre tiene un propósito para lo que nos pide .

I. La Obediencia como un Acto de Fe y Confianza

Hermanos, la obediencia de Isaac no solo fue un acto de sumisión; sino que fue una expresión de su fe en las promesas de Dios. Cuando Isaac decidió quedarse en Gerar, él estaba demostrando que confiaba plenamente en que Dios cumpliría lo que había prometido.

a. Fe en las Promesas de Dios

Para Isaac, la decisión de obedecer a Dios se basó en la promesa que había recibido. Dios le aseguró que no solo estaría con él, sino que también multiplicaría su descendencia y le daría las tierras prometidas. Esto es algo que podemos ver claramente en el versículo 4, donde Dios le dice a Isaac: “Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente.

La confianza de Isaac en esta promesa es un ejemplo para nosotros. A veces, Dios nos llama a obedecerle en situaciones en las que no vemos el resultado inmediato. Sin embargo, al igual que Isaac, debemos recordar que Dios es fiel y que cumplirá lo que ha prometido [1].

El reconocido teólogo Charles H. Spurgeon dijo una vez: “La fe que obedece es fe genuina; el hombre que cree, pero no obedece, no es diferente de los demonios que creen y tiemblan.” (All of Grace, 1886). Este pensamiento nos recuerda que la verdadera fe se demuestra a través de la obediencia, incluso en circunstancias difíciles.

Pero, ¿qué sucede cuando la obediencia a Dios nos lleva a caminos difíciles, donde las pruebas y tribulaciones parecen desafiarnos en cada paso? Es en estos momentos cuando nuestra fe es realmente probada y nuestra obediencia se vuelve aún más crucial.

b. La Obediencia en Tiempos de Prueba

La obediencia de Isaac fue especialmente significativa porque se produjo en un tiempo de prueba. La tierra estaba en hambruna, y la opción lógica habría sido buscar sustento en Egipto. Sin embargo, Dios le dijo a Isaac que no descendiera a Egipto, sino que permaneciera en Gerar. Esta situación puso a prueba la fe de Isaac, quien decidió obedecer a Dios a pesar de las circunstancias adversas, confiando en que Dios lo sostendría.

La fe que se mantiene firme en medio de las pruebas es valiosa a los ojos de Dios. Estos es algo que se refleja en lo que encontramos en la carta de Santiago, donde leemos: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.” (Santiago 1:12).

Al igual que Isaac, nosotros también enfrentamos pruebas que desafían nuestra fe y obediencia. Es en esos momentos críticos cuando nuestra fe es refinada y fortalecida, recordándonos que Dios siempre tiene un propósito [2], y que nuestra obediencia a Él es la clave para superar esas pruebas.

c. La Protección Divina como Resultado de la Obediencia

La obediencia de Isaac no solo le trajo bendición; sino que también le aseguró la protección divina. Dios le prometió que estaría con él y lo protegería si permanecía en Gerar. Esta promesa de protección divina es algo que podemos ver a lo largo de las Escrituras, y se resume bellamente en el Salmo 91:1-2, donde leemos: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.

Al obedecer a Dios, Isaac experimentó esta protección de primera mano. Y nosotros también podemos estar seguros de que cuando seguimos el camino que Dios nos ha trazado, Él estará con nosotros, guiándonos y protegiéndonos en cada paso del camino [3].

II. La Obediencia como una Decisión Diaria

Obedecer a Dios no es un acto único, sino una decisión que tomamos todos los días. La obediencia de Isaac no se limitó a un solo momento; fue una práctica continua en su vida diaria, y lo mismo debe ser cierto para nosotros.

a. Ser Fiel en las Decisiones Diarias

Cada día presenta nuevas oportunidades para obedecer a Dios. Isaac no solo obedeció cuando Dios le habló inicialmente; sino que continuó obedeciendo a lo largo de su tiempo en Gerar. Esto se refleja en Génesis 26:5, donde leemos que Dios bendijo a Isaac porque Abraham, su padre, “guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.” Al igual que su padre, Isaac permaneció fiel a Dios en las decisiones diarias.

Nosotros también debemos esforzarnos por ser fieles en cada decisión que tomamos, sabiendo que nuestras acciones diarias reflejan nuestra confianza en Dios. La fidelidad en las pequeñas cosas es tan importante como la obediencia en los grandes momentos de la vida.

b. La Obediencia como Testimonio

Isaac no solo obedeció por su propio beneficio; su obediencia también fue un testimonio para los que lo rodeaban. Al seguir las instrucciones de Dios, Isaac dejó un legado de fe que impactó a su familia y a las generaciones futuras.

Esto es algo que C.S. Lewis describió cuando dijo: “La obediencia es la llave que abre la puerta al cielo.” (Mero Cristianismo, 1952). Nuestra obediencia a Dios no solo nos acerca más a Él, sino que también puede inspirar a otros a seguir Su camino. Cuando obedecemos a Dios, estamos mostrando al mundo el poder transformador de la fe en acción.

c. La Obediencia como Estilo de Vida

Para Isaac, la obediencia no fue un evento único; fue un estilo de vida. Isaac eligió obedecer a Dios en cada aspecto de su vida, confiando en que Dios lo guiaría y bendeciría. Este compromiso diario con la obediencia es algo que todos debemos esforzarnos por cultivar en nuestras propias vidas.

III. Las Recompensas de la Obediencia

Dios es fiel para recompensar a quienes le obedecen. La historia de Isaac es un testimonio de cómo la obediencia a Dios trae bendiciones y protección.

a. La Presencia de Dios como Mayor Bendición

Una de las mayores recompensas de la obediencia es la presencia de Dios en nuestras vidas. Esto es algo que vemos claramente en el versículo 3, donde Dios le dice a Isaac: “Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré.

Esta promesa de la presencia de Dios es la mayor bendición que podemos recibir. Cuando obedecemos a Dios, experimentamos Su presencia de una manera especial, y esta presencia nos da paz y seguridad, incluso en medio de las dificultades [4].

b. La Prosperidad Material como Resultado de la Obediencia

Dios también promete proveer para nuestras necesidades materiales cuando le obedecemos. Isaac experimentó esto cuando, a pesar de la hambruna, Dios lo bendijo con una cosecha abundante.

Fíjense bien en lo que encontramos aquí para que entiendan bien lo que les estoy diciendo: “Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso.” (verss. 12-13).

Este principio también se encuentra en Deuteronomio 28:1-2, donde se nos dice: “Si obedeces al Señor tu Dios y cumples fielmente todos sus mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. Todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre que obedezcas al Señor tu Dios.” (NVI)

¿Qué les estoy tratando de decir con todo esto? Lo que les estoy diciendo es que la obediencia a Dios trae consigo bendiciones tanto espirituales como materiales, asegurando que Él provea para nuestras necesidades cuando ponemos Su voluntad en primer lugar.

c. Un Legado Duradero

Finalmente, la obediencia de Isaac dejó un legado duradero. Dios prometió que todas las naciones de la tierra serían bendecidas a través de su descendencia. Este legado no solo fue para Isaac, sino que continúa a través de las generaciones. Nuestra obediencia a Dios puede tener un impacto duradero en nuestras familias y comunidades. Cuando obedecemos a Dios, estamos sembrando semillas de fe que pueden crecer y multiplicarse en las vidas de aquellos que nos rodean.

Aplicación

Hermanos, la historia de Isaac nos recuerda que la obediencia a Dios trae bendiciones. Nos enseña a confiar en Dios en tiempos difíciles, a ser fieles en las decisiones diarias, y a esperar la recompensa de Su presencia y bendición en nuestras vidas.

Así que ahora reflexionemos por un breve instante y preguntémonos: ¿Estoy obedeciendo a Dios en todas las áreas de mi vida? ¿Confío en Su plan, incluso cuando no entiendo todo lo que está sucediendo? ¿Estoy dejando un legado de obediencia para mis hijos y nietos?

La obediencia a Dios es un llamado que todos debemos tomar en serio. Como Isaac, debemos elegir confiar en Dios, incluso cuando el camino no es claro. Dios es fiel para cumplir Sus promesas, y nuestra obediencia a Él es la clave para experimentar Su bendición y protección.”

Para concluir

La historia de Isaac nos ofrece una poderosa lección sobre la importancia de la obediencia a Dios. La obediencia no es simplemente un acto de sumisión, sino una expresión profunda de fe y confianza en el plan divino, incluso cuando no lo comprendemos por completo. Isaac, al elegir permanecer en Gerar y confiar en las promesas de Dios, nos muestra que la verdadera bendición viene cuando ponemos nuestra fe en acción a través de la obediencia.

Esta obediencia, como hemos visto, trae consigo no solo la protección y provisión divina, sino también la presencia constante de Dios en nuestras vidas, lo cual es la mayor bendición que podemos recibir. Además, la fidelidad de Isaac nos enseña que la obediencia es un estilo de vida que se refleja en nuestras decisiones diarias y que puede tener un impacto duradero en las generaciones futuras.

Así como Isaac, estamos llamados a obedecer a Dios con la certeza de que Él es fiel y cumplirá Sus promesas. Al hacerlo, no solo aseguramos nuestras propias bendiciones, sino que también dejamos un legado de fe que puede transformar vidas y glorificar a Dios en todas las circunstancias. Que esta reflexión nos inspire a vivir cada día en obediencia a nuestro Señor, confiando en Su perfecta voluntad para nuestras vidas.

[1] Números 23:19; Deuteronomio 7:9; Hebreos 10:23
[2] Proverbios 19:21; Isaías 46:10; Jeremías 29:11
[3] Salmos 91:14-15; Isaías 58:11; Juan 14:23
[4] Éxodo 33:14; Salmos 23:4; Isaías 43:2

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Jose R. Hernandez
Autor
Jose R. Hernandez
José R. Hernández; educación cristiana: Maestría en Teología. El Pastor Hernández. Mi esposa y yo nacimos en Cuba pero vivimos en Miami, Florida. Nos entregamos al Señor en el año 1994 y fundamos la iglesia El Nuevo Pacto en el 1999. Después de más de 20 años en el pastorado, tuve que jubilarme debido razones de salud.

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