Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Puliendo oro
Lectura Bíblica Inicial: Mateo 25:31-40
MENSAJE CENTRAL
La semana pasada Dios nos hizo recordar que somos como suciedad, como basura, pero revestidos de Cristo, y eso nos hizo bien, para no permitir que el pecado quede oculto y corrompa nuestro revestimiento de ese “oro rojo” sobre nosotros que es la sangre preciosa de Jesús derramada en la cruz para darnos vida eterna y vida en abundancia.
Ahora, yendo hacia el otro extremo, hoy Dios nos quiere recordar cuál es el valor que nos proporciona ese “oro rojo” en nosotros.
Sin Él somos como basura, con Él somos como oro, pero a nosotros nos corresponde hacer que ese oro brille.
Introducción
Poniendo mi vida al servicio de otros
Espero que hayan podido ver la película que les recomendé la semana pasada, “Tan distinto como yo”, de donde tomó su esencia ese mensaje de la semana pasada con la frase: “Dios está en el negocio de reciclar la basura para convertirla en oro.”
Pero esa frase no se refiere solo a un evento que sucede sobre cada uno de nosotros y ya, sino se refiere también a que nuestros actos sean transformados también de “basura” en “oro.”
Estos dos hombres, Ron Hall y Denver Moore, que pensaban tener una vida, lo que llamamos normal, solo viviendo para ellos, si bien es cierto, en los extremos de la sociedad, uno viviendo en la opulencia y otro viviendo en la extrema pobreza, decidieron unir sus vidas y salir de sus “entornos de confort” y recorrer el país para obtener fondos y así poder bendecir a mucha gente “invisible” que vivía en las calles.
La basura de ambos se convirtió en oro porque pusieron sus vidas a favor de otros.
Mateo 25:31-40 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos…”
Este pasaje habla de la segunda venida de Jesús y nuestra entrada triunfal a la vida eterna, pero este pasaje no enseña que sean nuestras obras las que nos salven, porque primero los aparta y luego les habla de sus obras. Pero lo que sí enseña es que, si somos salvos y entendemos, verdaderamente el sacrificio de Cristo sobre nosotros, si entendemos realmente el “oro rojo” que derramó sobre nosotros, estas deben ser las obras que evidencien nuestra fe en Él.
Y esto es lo que identificaba la vida de la señora Deborah Hall, protagonista de esta película, quien dedicó su vida a ayudar al Señor a “reciclar basura para convertirla en oro,” haciéndole saber a la “gente invisible” que ella “sí los podía ver,” haciéndole sentir a la gente “sin valor,” el gran valor que para Dios y para ella tenían.
Así que, como una continuación del mensaje de la semana pasada que se llamó: “Reciclando basura,” a este mensaje le he puesto por título: “Puliendo oro.”
I. Sé quién soy
Déjeme seguir platicándole esta película de la vida real.
Otra escena principal en el mensaje de esta película es cuando ella descubre que su esposo Ron la engaña con otra mujer y le es infiel. En esta escena ella le dice que por qué lo hace y él se disculpa diciendo que sus vidas están separadas desde hace mucho, porque él tiene la mirada clavada en su negocio de vender arte y ella está “reciclando basura para Dios.”
Es una escena muy común en muchas películas y en especial en las “películas de la vida real,” cada esposo tiene “su nariz metida” en sus intereses y se olvida de interactuar con su cónyuge.
Pero lo que más me llamó la atención de esta escena, tan común en las películas, es la forma poco común como ella “resuelve” el problema: Ella no grita, no le hace un drama a su esposo, no se le avienta a los golpes, ni nada de eso. No, ella se va a su cuarto a meditarlo y le trae unas cobijas a su esposo para decirle que no quiere tener nada que ver con él por un tiempo, que se quede a dormir en la sala.
Ella tiene bien claro cuánto vale, porque su valor no se lo da su esposo, ahora infiel, su valor se lo da Dios. Aunque en la película no lo mencionan, como les dije, no es una película cristiana que le dé la gloria a Dios, pero ella era una mujer cristiana y actúa como tal, actúa revestida de oro.
Ella sabe reconocer el valor de ese revestimiento de “oro” que derramó Jesús por ella y no hace aspavientos. Claro que está triste y enojada con él, pero no para hacer un drama. Ella recurre a Dios y ora a Él para que le diga qué hacer.
Y ¿cómo es que sé esto? Por la escena que viene a continuación: Al otro día ella viene y confronta a su esposo y le dice: “Te puedes ir, eres libre de irte.” ¡Wow! Ella tiene bien claro quién es ella en Cristo y que no puede detener a su esposo si quiere deshacer su pacto delante de Dios, pero sabe, también bien claro, que no se puede quedar su esposo con ella viviendo una doble vida.
Pero lo que más me impacta, y de seguro también impactó a su esposo, es el aplomo, la firmeza con que se lo dice, sin gritar, sin desgañitarse ni “deschongarse,” sin rasgarse las vestiduras delante de su marido ni llenarlo de culpas. No, ella solo se limita a dejarlo ir libre.
Él le dice que no quiere ir a ningún lado, que lo que quiere es quedarse con ella, y entonces ella le pide que le dé el teléfono y que le marque a esa mujer. Él le marca a su amante y le pasa el teléfono a ella. La señora Deborah habla con la amante; la amante quiere colgar, pero ella le pide que no cuelgue, que sabe lo que tiene con su esposo, pero le dice: “No te culpo, pero mi esposo ha decidido quedarse conmigo, así que si él cumple, no lo volverás a ver. No vuelvas a llamarlo, por favor,” y cuelga.
Qué manera de saber su valor delante de Dios y delante de los hombres. Ella sabe que es Dios quien pelea nuestras batallas y las gana y que no es necesario “armar todo un escándalo en la tierra cuando el cielo está de nuestro lado.”
Job 23:10-14 “Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro. 11 Mis pies han seguido sus pisadas; Guardé su camino, y no me aparté. 12 Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida. 13 Pero si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo. 14 El, pues, acabará lo que ha determinado de mí; Y muchas cosas como estas hay en él.”
Usted conoce que Job es un ícono en lo que a pruebas del Señor se refiere, y él dice: “Él me conoce, me probará y saldré como oro, sin impurezas.”
1ª Pedro 1:6-7 “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.”
Si conoces tu valor, sabrás que vales más que oro por el revestimiento que nos ha puesto el Señor. Cuando sabes tu valor, tus actos lo reflejan. Tu identidad está perfectamente afirmada en Cristo, y nada de la tierra te mueve de ahí.
Gálatas 1:10 “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.”
Esto es lo que sabía la señora Deborah Hall: amaba a su esposo, pero amaba más hacer las obras correctas en Cristo, y no podía darse el lujo de que, por agradar a su esposo o a sus hijos, su matrimonio desagradara a Dios.
No es esto una invitación para pelear con todos los que nos traicionan y abandonarlos, o pedirle al esposo que o se convierta o se va, pero sí, cuando sabes tu valor en Cristo, no permites que la obra de pecado se esconda en tu hogar.
II. Todo obra para bien en Cristo Jesús
En una de las últimas escenas de la señora Deborah, ella aparece sentada hablando con sus hijos de lo que ella quiere que hagan después de su muerte. Ella tiene cáncer terminal y sabe que tiene los días contados. Les pide que estudien lo que ellos quieran, que sean felices y que dejen que su papá rehaga su vida con otra persona, que no se lo impidan, no le impidan ser feliz.
Y en eso llega Ron y les pide a los hijos que la dejen a solas con su papá. Ellos se van, y ella le dice: “Te doy permiso que seas feliz con la mujer que tú quieras, con ella inclusive, si eso quieres.” Y Ron le dice: “No digas eso, no la menciones siquiera,” y Deborah le dice: “No estoy enojada con ella ni contigo. De hecho, le estoy agradecida.”
Y él le dice: “Pero ¿cómo puedes decir eso?” Y ella le responde: “Porque si ella no hubiera aparecido en nuestra vida, nuestro matrimonio no hubiera podido ser lo que ha sido.”
Porque desde que él decidió quedarse, ella lo dejó durmiendo en la sala por varios días y semanas, y él comenzó la “reconquista” de su esposa, y es cuando ella lo lleva al comedor de la iglesia y Ron comienza a servir al prójimo y se encuentra con Denver, y hace por Denver lo que les conté la semana pasada, y a partir de ahí ellos fueron muy unidos. Él dejó de interesarse solo en la venta de arte y comenzó a interesarse en el mundo de pulir el oro ayudando a Dios a reciclar la basura de otros.
Por eso ella le dice: “Qué bueno que apareció esta mujer en nuestras vidas.”
Y esto es lo que enseña la Biblia en el Libro de Romanos:
Romanos 8:28 (NTV) “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.”
Esto fue lo que dijo José a sus hermanos, después de que lo quisieron matar, lo aventaron a una cisterna, lo vendieron como esclavo y por su culpa cayó en la cárcel, trece años yéndole de mal en peor por “culpa de sus hermanos.” Y cuando los reencuentra, les dice:
Génesis 50:20 (NVI) “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. 21 Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos. Y así, con el corazón en la mano, José los reconfortó.”
Esto es lo que estaba haciendo la señora Deborah con su esposo, sabiendo que Dios había encaminado esa infidelidad para que ellos se acercaran más como esposos, que él se involucrara en el comedor comunitario y en la vida de Denver, y a su muerte se encargaran de continuar con la antorcha del propósito que Dios puso en la vida de la señora Deborah Hall.
Esta es la tercera forma de pulir el oro del que nuestro Señor nos ha revestido: cuando confías en que todo lo que te sucede vendrá para bien, porque tú eres de los que aman a Dios y confías en Él.
III. Porque somos hechura suya para buenas obras
Estas son tres de las formas más prácticas de pulir el oro en nuestras vidas, tres maneras de poner por obra el revestimiento de Cristo en nosotros:
Poniendo nuestras vidas a favor de otros, en especial de los “invisibles” a los ojos de la sociedad.
Sabiendo bien claro cuánto vales para Dios, cuando revisas tu valor a los ojos de Dios y no a los ojos de los hombres y actúas conforme a ello, sin dramas, ni griterías, ni culpabilidades.
Cuando confías en que todo lo que te sucede Dios lo convertirá para bien, porque a Él no se le pasa nada de tu vida y toda tu vida está en sus manos.
Como dice la Escritura:
Gálatas 6:2 “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.”
Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”
Todo lo que hagamos, hagámoslo para pulir este oro que puso Dios en nuestro yo basura, sabiendo que somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, empezando por la obra en nosotros mismos y extendiéndonos al prójimo.
Amén.
Ministración
Cristo nos revistió de oro, pero somos nosotros los que tenemos que pulir ese oro, y la única manera de pulirlo es con nuestras acciones. Que nuestras acciones le den brillo a ese “oro” derramado sobre nosotros.
Esto en otras palabras es poner por obra su palabra, es poner por obra lo que Jesús ha hecho en nosotros. Es equivalente a dar frutos porque estamos pegados a la Vid Verdadera.
© Luis David Meza. Todos los derechos reservados.
Bendiciones estas enseñanzas son de mucha importancia en nuestras vidas.