Reflexiones Cristianas
Reflexiones Cristianas… Texto Biblico: Lucas 12:9–14
Introducción
En ocasiones nos preocupamos más por las leyes o las normas, pero nos olvidamos de lo más importante, que es amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Un día Jesús fue a predicar a la sinagoga, donde había muchos fariseos que se creían pulcros y superiores a todos los demás porque eran muy observantes de la ley. Sin embargo, aparentemente estaban demasiado preocupados por la ley y poco interesados en hacer el bien. Incluso buscaban la manera de acusar a Jesús de algo “malo”: querían ver si se atrevía en día de descanso a sanar a un hombre que padecía por tener una mano tullida.
1. ¿Qué es lo que permite la ley?
Los fariseos se confabulan para tenderle una supuesta trampa para ver si Jesús comete la “maldad” de preferir sanar a alguien que cumplir lo que supuestamente pide la ley. Pero ellos erróneamente imaginan que la ley es ciega, que tiene sentido en sí misma, que no está orientada a amar a Dios ni al prójimo. Por eso piensan que están poniendo a Jesús en un dilema imposible: Si observa la ley (que está hecha para honrar a Dios) entonces no podrá ayudar a su próximo… ¡Muy equivocados andaban!
Ellos se preguntaban capciosamente ¿Es lícito sanar a alguien en día de reposo? ¿Es más importante observar la ley? ¿Hacer el bien es parte de la ley? ¿Se puede decir observante a una persona que deja de hacer el bien por no incumplir las leyes?
Pero sólo una persona cegada por la soberbia podría pensar que la ley está por encima del amor. Pero para Jesús no es un problema moral. La respuesta es muy simple; esos hombres habían perdido completamente la empatía por su prójimo y por eso les pone un ejemplo cotidiano que les ayude a abrir los ojos y a disipar la soberbia: Si tu oveja se cae a un hoyo en día de descanso ¿no la ayudarías?
2. El amor es más fuerte
Sólo el legalismo piensa que es más importante la observancia de la ley y se siente que está haciendo el bien. Pero no es más que una postura soberbia que cercena la empatía y hace olvidar las necesidades de los demás. La soberbia legalista encierra a la persona en sí mismo, se jacta de ser mejor que los demás sin “complicarse” en mirar las necesidades de los que le rodean.
El amor siempre estará por encima de la ley y Pablo explica por qué: El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor (1 Corintios 13:4-5).
En cambio la ley nunca considerará a las necesidades de los demás, porque no son un factor para tomar decisiones morales. El legalista sólo pregunta cuál es la ley y no le importan las carencias o dolores de los otros. En cambio, quien ama pregunta cuál es la necesidad de los demás y después cuál es la ley.
Jesús, que pasó haciendo el bien y que demostró el mayor amor que nadie puede tener en el mundo dando su vida por los suyos, les da una fuerte lección a aquellos hombres soberbios que pusieron la ley por encima del amor; Jesús prefiere hacer el bien y, aparentemente, dejar la ley por un lado. Prefiere echarse encima unos enemigos que dejar de hacer el bien a su próximo. Vale mucho más un hombre que una oveja, así que con toda la autoridad de quien es señor del sábado, que voz de mando y poder para sanar, le dice a aquel hombre tullido: “extiende tu mano”.
Conclusión
Desafortunadamente aquellos legalistas se enquistaron más en su soberbia y en lugar de comprender el valor del amor, decidieron acabar con Jesús que vino a predicar algo tan perverso como el amor por encima de la ley.
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23-24).
© Elena Torres. Todos los derechos reservados.