Domingo de Resurrección | Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 12:40
Tema: La Verdad Sobre la Pascua y el “Domingo de Resurrección”
Introducción
Tema: La Verdad Sobre la Pascua y el “Domingo de Resurrección”
La enseñanza tradicional nos dice que Cristo murió un viernes y resucitó un domingo. Sin embargo, si examinamos lo que Él mismo dijo, descubrimos que Jesús no murió un viernes y no resucitó un domingo. Él mismo predijo, de manera clara, que estaría en la tumba tres días y tres noches. Así que no podemos seguir una tradición que distorsiona las palabras de nuestro Salvador. Si lo hacemos, estamos poniendo en duda su veracidad.
Seguramente que algunos ya deben estar haciéndose esa pregunta: ¿Por qué es importante que entendamos esto? ¿Por qué debemos desafiar lo que siempre hemos creído? La respuesta es sencilla: si queremos seguir la verdad de Cristo, debemos basar nuestras creencias en las Escrituras, no en las tradiciones de los hombres. Recordemos lo que Pablo nos dice en Colosenses 2:8:
Es fundamental comprender el contexto de su muerte y resurrección.
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, que no se basan en Cristo.”
Hoy, más que nunca, necesitamos estar alertas a cómo las tradiciones humanas pueden nublar nuestra visión de la verdadera fe. Debemos preguntarnos: ¿seguimos a Cristo o seguimos la tradición?
Para responder a esta pregunta, es necesario examinar la cronología exacta de la muerte y resurrección de Jesús. Solo conociendo el momento preciso en que murió, fue sepultado y resucitó podremos comprobar si la enseñanza tradicional es correcta o si ha desviado a muchos del verdadero mensaje de la resurrección. La Biblia nos da las respuestas, y hoy vamos a analizarlas con detenimiento.
I. La Cronología de la Muerte de Jesús
Para entender correctamente la resurrección de Cristo, primero debemos establecer la cronología exacta de su muerte y sepultura. La Escritura nos da detalles claros sobre la hora en que murió, cuándo fue sepultado y por qué hubo tanta urgencia en enterrarlo antes del anochecer. Estos detalles son cruciales porque nos permiten ver si la enseñanza tradicional sobre la crucifixión el viernes y la resurrección el domingo tiene fundamento bíblico o si se basa en una interpretación errónea.
Cristo mismo dijo que estaría en la tumba tres días y tres noches, y si tomamos en serio sus palabras, debemos asegurarnos de que cualquier enseñanza sobre su muerte y resurrección se alinee con esta profecía. Pero para hacer esto, primero debemos responder algunas preguntas esenciales: ¿A qué hora murió Jesús? ¿Cuándo fue sepultado? ¿Por qué no pudieron preparar su cuerpo completamente antes del entierro? La respuesta a estas preguntas nos permitirá establecer una línea de tiempo clara y desmentir cualquier enseñanza que no encaje con la Palabra de Dios.
I. La Cronología de la Muerte de Jesús
Para entender correctamente la resurrección de Cristo, primero debemos establecer la cronología exacta de su muerte y sepultura. La Escritura nos da detalles claros sobre la hora en que murió, cuándo fue sepultado y por qué hubo tanta urgencia en enterrarlo antes del anochecer. Estos detalles son cruciales porque nos permiten ver si la enseñanza tradicional sobre la crucifixión el viernes y la resurrección el domingo tiene fundamento bíblico o si se basa en una interpretación errónea.
Cristo mismo dijo que estaría en la tumba tres días y tres noches, y si tomamos en serio sus palabras, debemos asegurarnos de que cualquier enseñanza sobre su muerte y resurrección se alinee con esta profecía. Pero para hacer esto, primero debemos responder algunas preguntas esenciales: ¿A qué hora murió Jesús? ¿Cuándo fue sepultado? ¿Por qué no pudieron preparar su cuerpo completamente antes del entierro? La respuesta a estas preguntas nos permitirá establecer una línea de tiempo clara y desmentir cualquier enseñanza que no encaje con la Palabra de Dios.
a. La Hora Exacta de la Muerte de Jesús
Las Escrituras nos dicen con precisión la hora en la que Jesús fue crucificado y la hora en la que murió. En Marcos 15:25, se nos dice que Jesús fue crucificado a la hora tercera, lo que en nuestro horario moderno equivale aproximadamente a las 9:00 a.m..
Después de varias horas de sufrimiento, el evangelio de Marcos 15:34-37 nos revela que, a la hora novena, lo que equivale a las 3:00 p.m., Jesús exclamó con un fuerte grito:
“Eloí, Eloí, ¿lama sabactani?”, que traducido es: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Estas fueron Sus últimas palabras antes de exhalar su último aliento y entregar Su espíritu. La precisión con la que los evangelios nos informan sobre la hora de su muerte es fundamental para el cálculo de los tres días y tres noches, ya que si esta información es alterada o malinterpretada, toda la cronología de la resurrección se desmorona.
Jesús no murió por debilidad ni porque sus fuerzas lo abandonaran, sino porque Él mismo decidió entregar su vida. La Biblia nos enseña en Juan 10:17-18 que Él dijo:
“Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.”
No fue víctima de las circunstancias ni de la crueldad romana; su sacrificio fue voluntario y obediente al plan divino de redención.
b. La Sepultura de Jesús y la Urgencia del Entierro
Después de la muerte de Jesús, hubo una urgencia para que Su cuerpo fuera sepultado antes de la puesta del sol. Según la costumbre judía, un cadáver no podía quedar colgado en la cruz durante la noche, especialmente antes de un día sagrado. Marcos 15:42-43 nos informa que, cuando llegó la noche, porque era la preparación, José de Arimatea, un miembro noble del concilio, pidió a Pilato el cuerpo de Jesús para darle una sepultura digna. La mención de que era la “preparación” indica que el día siguiente era un Shabbat, pero no cualquier Shabbat, sino un Gran Shabbat, como lo confirma Juan 19:31. El “Gran Shabbat” en Juan 19:31 se refiere específicamente al primer día de la Fiesta de los Panes sin Levadura, que comienza el 15 de Nisán. Este día es un día de reposo especial, como se menciona en Levítico 23:6-7, y se considera un “Gran Shabbat” debido a su alta solemnidad, no solo por su coincidencia con el Shabbat semanal, sino también por ser el primer día de una festividad importante.“
José de Arimatea, un hombre justo que también esperaba el Reino de Dios, actuó con valentía al pedir el cuerpo de Jesús. Este acto fue significativo porque implicaba un riesgo personal. Al ser un miembro del Sanedrín, podría haber sido rechazado por sus colegas, pero su amor y reverencia por el Maestro fueron más fuertes que el temor al hombre. Después de recibir el permiso de Pilato, José tomó el cuerpo de Jesús y, junto con Nicodemo, lo envolvió en lienzos de lino y lo colocó en un sepulcro nuevo que estaba cerca del lugar de la crucifixión, como lo detallan Lucas 23:50-54 y Juan 19:39-42.
El entierro debía realizarse con rapidez porque la puesta del sol marcaría el comienzo del Gran Shabbat de la Pascua. Esto nos confirma que Jesús fue enterrado el miércoles antes del anochecer, cumpliendo con la urgencia de la ley judía de no dejar cuerpos expuestos durante un día sagrado. Este dato es clave, pues nos permite contar con precisión los tres días y tres noches que Jesús profetizó.
c. La Razón por la Cual No Pudieron Preparar Su Cuerpo Completamente
Un detalle importante en la historia de la sepultura de Jesús es que las mujeres no pudieron ungir su cuerpo inmediatamente después del entierro. En Marcos 16:1, se nos dice que María Magdalena, María la madre de Jacobo y Salomé compraron especias después del sábado para ungir el cuerpo de Jesús. Sin embargo, este pasaje puede parecer contradictorio a primera vista, porque en Lucas 23:56, se nos dice que prepararon las especias antes del sábado y luego descansaron conforme al mandamiento.
La única manera en que ambos pasajes tienen sentido es si hubo dos días de descanso seguidos. Primero, el Gran Shabbat de la Pascua, que cayó en jueves, impidió que las mujeres hicieran cualquier trabajo el día siguiente al entierro. Luego, cuando el viernes estuvo disponible, compraron y prepararon las especias. Finalmente, descansaron nuevamente el sábado, el Shabbat semanal, esperando hasta el amanecer del domingo para ir al sepulcro.
Este orden de eventos nos confirma que Jesús fue sepultado el miércoles por la tarde y permaneció en la tumba exactamente tres días y tres noches, cumpliendo así con la profecía. Si hubiera muerto un viernes, las mujeres no habrían tenido tiempo de comprar especias antes del sábado y luego descansar. Esta es otra evidencia bíblica contundente que refuta la tradición del viernes a domingo.
Ahora que hemos establecido con certeza la hora de la muerte y sepultura de Jesús, podemos ver que la enseñanza tradicional del viernes a domingo no es bíblica. Jesús no pudo haber muerto un viernes y resucitado un domingo, porque no encaja con la profecía de los tres días y tres noches.
Pero aún queda una pregunta clave: ¿qué significa exactamente “tres días y tres noches” según la Biblia? Para responder esto, debemos definir lo que la Escritura considera un día y hacer el cálculo exacto según la forma en que Dios estableció el tiempo. Esto nos lleva a nuestro siguiente punto:
II. El Significado de los “Tres Días y Tres Noches”
Hemos establecido que Jesús murió un miércoles a las 3:00 p.m. y que fue sepultado antes del anochecer de ese mismo día, justo antes de que comenzara el Gran Shabbat de la Pascua. Ahora, debemos abordar una pregunta fundamental: ¿qué significa realmente “tres días y tres noches” en la Biblia?
Este punto es clave porque muchos han intentado justificar la creencia de que Jesús murió un viernes y resucitó un domingo argumentando que cualquier parte de un día puede contarse como un día entero. Sin embargo, Jesús fue muy específico al comparar su tiempo en la tumba con el de Jonás dentro del gran pez. Si aceptamos que Jonás estuvo tres días completos en el vientre del pez, entonces debemos aceptar que Jesús también estuvo tres días completos en la tumba, porque así lo afirmó en Mateo 12:40.
Para resolver este asunto con claridad, primero debemos definir lo que la Biblia considera un día completo y luego hacer el cálculo exacto para comprobar si Jesús cumplió con su propia profecía.
a. Definición Bíblica de la Duración de un Día
Desde el comienzo de la creación, Dios estableció claramente la duración de un día. En Génesis 1:5, encontramos la definición más clara:
“Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.”
Aquí vemos que, en el sistema de tiempo bíblico, un día no comienza a la medianoche como en nuestro calendario moderno, sino al atardecer. Cada día está compuesto de una tarde y una mañana, lo que equivale a una noche seguida de un período de luz.
Jesús mismo confirmó esta estructura en Juan 11:9, cuando dijo:
“¿No tiene el día doce horas? El que anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo.”
Aquí, Jesús deja claro que el período de luz dura doce horas, lo que implica que la noche también dura otras doce horas. Por lo tanto, un día completo en la Biblia consiste en una noche de doce horas seguida de un día de doce horas, sumando un total de 24 horas completas.
Si aplicamos esta definición bíblica a la resurrección de Jesús, queda claro que tres días y tres noches significan tres períodos completos de 24 horas, sin posibilidad de fracciones o interpretaciones simbólicas.
b. La Cuenta Exacta de los Tres Días y Tres Noches
Ahora que sabemos que un día en la Biblia consiste en una noche y un día completos, hagamos el cálculo basándonos en la hora exacta de la sepultura de Jesús.
Jesús fue sepultado antes del anochecer del miércoles, lo que significa que el primer período de noche comenzó esa misma tarde. A partir de ahí, contamos:
- Miércoles por la noche y jueves durante el día – Primer día y primera noche.
- Jueves por la noche y viernes durante el día – Segundo día y segunda noche.
- Viernes por la noche y sábado durante el día – Tercer día y tercera noche.
Cuando el sol se puso al finalizar el sábado, los tres días y tres noches se habían cumplido por completo. Jesús resucitó en algún momento después del atardecer del sábado, antes de que las mujeres llegaran al sepulcro al amanecer del domingo.
Esta línea de tiempo coincide exactamente con la afirmación de Jesús, que dijo que estaría en la tumba tres días y tres noches. Si Jesús hubiera muerto el viernes y resucitado el domingo al amanecer, solo habría estado en la tumba una noche completa (viernes por la noche) y dos días parciales (parte del viernes y parte del sábado). Esto demostraría que su profecía no se habría cumplido, lo cual es imposible porque Jesús nunca miente.
Esta es una de las razones más fuertes para rechazar la tradición del viernes a domingo. Si aceptamos la idea de que Jesús murió un viernes y resucitó un domingo por la mañana, entonces estaríamos diciendo que Jesús no cumplió su propia profecía, lo cual es una blasfemia.
c. Cómo Esto Desmiente la Tradición del Viernes a Domingo
Si Jesús resucitó antes del amanecer del domingo, esto significa que no estuvo en la tumba el domingo por la mañana, sino que ya había resucitado cuando llegaron las mujeres. Esta es una prueba contundente de que la resurrección no ocurrió un domingo por la mañana, sino el sábado al anochecer.
Cuando María Magdalena y las otras mujeres llegaron al sepulcro al amanecer del domingo, encontraron que la tumba ya estaba vacía. En Mateo 28:1-6, se nos dice que un ángel les dijo:
“No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.”
El ángel no dijo: “Jesús acaba de resucitar hace unos momentos”, sino que les informó que ya había resucitado. Esto confirma que la resurrección no ocurrió el domingo por la mañana, sino antes del amanecer, lo cual encaja perfectamente con la conclusión de que Jesús resucitó al atardecer del sábado, después de completar los tres días y tres noches.
Entonces, la pregunta que debemos hacernos es: si la Biblia enseña claramente que Jesús no resucitó un domingo por la mañana, ¿de dónde viene esta idea del “Domingo de Resurrección”?
La respuesta nos lleva al siguiente punto. La enseñanza del viernes a domingo es una tradición que no proviene de la Biblia, sino de las tradiciones humanas y de la influencia de prácticas paganas. A lo largo de la historia, muchas celebraciones paganas fueron adoptadas dentro del cristianismo, y una de ellas es la festividad de “Easter”, la cual tiene raíces completamente ajenas a la resurrección de Cristo.
Hasta ahora hemos visto que la cronología bíblica demuestra que Jesús murió un miércoles y resucitó al anochecer del sábado, cumpliendo su profecía de estar tres días y tres noches en la tumba. Esto desmiente la falsa enseñanza de que murió un viernes y resucitó un domingo, pues tal cronología haría que Jesús no haya cumplido su propia palabra.
Sin embargo, esta falsa enseñanza ha sido promovida a lo largo de los siglos, no porque tenga respaldo bíblico, sino porque se han infiltrado costumbres y tradiciones ajenas al cristianismo verdadero. El problema no es solo la tergiversación de los eventos, sino que se han mezclado creencias y símbolos paganos dentro de la celebración de la resurrección.
Es aquí donde debemos hacernos otra pregunta importante: ¿de dónde provienen las prácticas de “Easter”, los huevos de Pascua y los conejos, y por qué los cristianos no debemos participar en ellas?
Para responder esta pregunta, debemos examinar el origen de estas tradiciones y cómo fueron introducidas en la iglesia. Esto nos lleva al siguiente punto:
III. La Resurrección y Su Significado para Nosotros
Hemos establecido con claridad que Jesús murió un miércoles y resucitó al atardecer del sábado, exactamente como Él lo profetizó. Sin embargo, la mayoría de las iglesias hoy enseñan que Jesús murió un viernes y resucitó un domingo. Esta discrepancia no es un error sin importancia; es el resultado de una manipulación intencional de la fe cristiana ocurrida siglos después de la resurrección.
El ángel no dijo: “Jesús acaba de resucitar hace unos momentos”, sino que les informó que ya había resucitado.
Para comprender cómo se introdujo esta falsedad en la doctrina de la Iglesia, debemos examinar el papel del Imperio Romano en la transformación del cristianismo primitivo y cómo las festividades paganas fueron adoptadas para reemplazar la verdad bíblica.
a. El Papel de Constantino y el Concilio de Nicea
Durante los primeros siglos, los cristianos celebraban la resurrección de Cristo según el calendario hebreo, tal como lo hicieron los apóstoles. Sin embargo, en el año 325 d.C., el emperador Constantino convocó el Concilio de Nicea, donde se tomaron decisiones cruciales que alteraron la práctica del cristianismo.
Uno de los cambios más radicales fue la desvinculación de la resurrección de Cristo del calendario hebreo. Hasta ese momento, la Pascua cristiana seguía el mismo cálculo que la Pascua judía, pero Constantino decretó que debía celebrarse el primer domingo después de la primera luna llena de la primavera, sin importar la fecha real en la que Jesús resucitó.
Este cambio no se basó en la Biblia, sino en la necesidad política de unificar el Imperio Romano bajo una sola práctica religiosa. El objetivo de Constantino era consolidar el cristianismo como la religión del imperio, pero sin mantener sus raíces hebreas. La Iglesia, en un intento de separarse de la comunidad judía y evitar conflictos, optó por establecer su propia fecha de Pascua, sin considerar la verdad bíblica.
Las actas del Concilio de Nicea establecieron esta modificación en la celebración de la Pascua. Según el historiador Eusebio de Cesarea, quien documentó el concilio, la decisión fue tomada con la intención de asegurar que la Pascua cristiana no coincidiera con la Pascua judía. Puedes leer más sobre esto en la Enciclopedia Católica y en fuentes académicas sobre el Concilio de Nicea (Ver fuente aquí).
Esta fue una de las alteraciones más significativas en la doctrina cristiana primitiva, pues en lugar de seguir el mandato de Dios sobre los tiempos señalados, la Iglesia se sometió a la autoridad de un emperador romano.
b. La Introducción de Elementos Paganos en la Celebración de la Resurrección
Además de cambiar la fecha de la resurrección, la Iglesia romana permitió la incorporación de símbolos y rituales paganos en la celebración de la Pascua cristiana. El uso de huevos y conejos, tan común en las festividades modernas, proviene de antiguas religiones de fertilidad, donde se celebraba la llegada de la primavera con festivales dedicados a diosas como Ishtar en Babilonia y Eostre en el norte de Europa.
Estos símbolos fueron introducidos dentro de la tradición cristiana para hacer la nueva religión más atractiva a los paganos conversos. Con el tiempo, la verdadera celebración de la resurrección de Cristo fue eclipsada por prácticas que nada tenían que ver con el sacrificio redentor de Jesús.
Este proceso de sincretismo fue advertido en la Biblia. Pablo escribió en Colosenses 2:8:
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios del mundo, y no según Cristo.”
Dios mismo advirtió a su pueblo en Deuteronomio 12:30-31 que no debía imitar las costumbres de las naciones paganas:
“Guárdate que no tropieces y sigas su ejemplo, después que sean destruidos delante de ti, y que no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: ¿De qué manera servían estas naciones a sus dioses? Yo también lo haré.”
Las Escrituras nos muestran claramente que Dios rechaza la mezcla de su verdad con tradiciones paganas, y sin embargo, la Iglesia institucional ha abrazado estas prácticas durante siglos.
c. El Impacto de la Corrupción Doctrinal y el Llamado a la Verdad
El hecho de que la Iglesia haya alterado la verdad sobre la resurrección de Cristo no es un asunto menor. Si permitimos que las tradiciones de los hombres reemplacen la enseñanza bíblica, terminamos con una fe distorsionada, basada en conveniencias humanas y no en la verdad de Dios.
Jesús nos advirtió sobre esto en Marcos 7:7-9, cuando reprendió a los fariseos por su hipocresía religiosa:
“En vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres (…). Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.”
Hoy en día, muchos cristianos siguen celebrando el Domingo de Resurrección sin cuestionar su origen, y participan en festividades con huevos y conejos sin considerar su significado. ¿Cómo podemos decir que honramos a Cristo si seguimos tradiciones que tienen raíces en la idolatría?
Es hora de que la Iglesia regrese a la verdad. La resurrección de Cristo no necesita ser adornada con rituales paganos ni celebrada en una fecha impuesta por un emperador romano. Lo que necesitamos es vivir cada día con la certeza de que Cristo venció la muerte y nos ha dado vida eterna.
Si realmente amamos a Cristo, debemos seguir su Palabra y no las tradiciones de los hombres. En Juan 14:15, Jesús nos dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”
Dios está llamando a su pueblo a abandonar las costumbres que no provienen de Él y a caminar en la pureza de su verdad. La decisión es nuestra: ¿seguiremos la verdad de la Escritura o seguiremos la tradición de los hombres?
Conclusión
Volviendo a la Verdad de la Resurrección
Hemos expuesto con claridad que la enseñanza del “Domingo de Resurrección” no tiene fundamento en la Escritura. Jesús no murió un viernes ni resucitó un domingo, sino que cumplió exactamente su profecía de estar tres días y tres noches en la tumba, resucitando al atardecer del sábado.
Sin embargo, por siglos, la Iglesia ha enseñado una versión distorsionada de la resurrección, basada en decisiones de hombres en lugar de en la Palabra de Dios. El impacto de esta falsedad no es solo un error en la fecha, sino que ha llevado a muchos a aceptar una versión adulterada del Evangelio, contaminada con tradiciones humanas.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿a quién obedeceremos? ¿A Dios o a la tradición?
a. El Llamado de Dios a Su Pueblo
Dios siempre ha pedido que su pueblo se aparte de las costumbres del mundo y camine en la verdad. En 2 Corintios 6:17, nos da un llamado claro:
“Por lo cual, salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré.”
El problema con seguir tradiciones que no provienen de Dios no es solo doctrinal, sino espiritual. Cuando elegimos seguir mandamientos de hombres en lugar de la verdad de Dios, nos alejamos de su voluntad y nos acercamos a la confusión religiosa. Jesús mismo nos advirtió sobre esto en Juan 8:31-32:
“Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
Muchos han crecido creyendo en doctrinas establecidas por el sistema religioso sin nunca cuestionarlas. Pero Dios no nos ha llamado a seguir ciegamente la tradición, sino a conocer su verdad y vivir conforme a ella.
b. Cómo Debemos Vivir la Resurrección de Cristo
La resurrección de Jesús no es solo un evento histórico; es la manifestación del poder de Dios sobre la muerte y el pecado. No podemos limitar su significado a una celebración en una fecha impuesta por hombres, sino que debemos vivir cada día con la certeza de que Cristo ha vencido la muerte y nos ha dado vida eterna.
Si realmente amamos a Cristo, debemos seguir su Palabra y no las tradiciones de los hombres.
Pablo nos dice en Romanos 6:4:
“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”
Esto significa que la mejor forma de honrar la resurrección de Cristo no es con festivales religiosos, sino con una vida transformada. Una vida que refleje el poder del Evangelio, que rechace la mentira y abrace la verdad de Dios.
El problema con seguir tradiciones que no provienen de Dios no es solo doctrinal, sino espiritual.
c. La Decisión Final: ¿Tradición o Verdad?
Dios está llamando a su pueblo a tomar una decisión. No podemos decir que seguimos a Cristo mientras practicamos enseñanzas establecidas por hombres. La fe verdadera no se basa en rituales o fechas impuestas por un concilio, sino en una relación genuina con el Salvador resucitado.
El profeta Josué desafió a Israel con una pregunta que hoy nos toca responder a nosotros:
“Escoged hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, o a Jehová. Pero yo y mi casa serviremos a Jehová.” (Josué 24:15).
Hoy, cada uno de nosotros debe tomar una decisión. ¿Seguiremos las tradiciones de los hombres, o abrazaremos la verdad de la Palabra de Dios?
La resurrección de Cristo es el evento más importante de la historia. Pero si lo celebramos de manera equivocada, con conceptos erróneos y mezclados con el paganismo, estamos deshonrando el sacrificio de nuestro Señor.
Dios nos está llamando a salir del engaño, a abandonar la confusión religiosa y a caminar en la verdad absoluta de su Palabra. La decisión es tuya: ¿seguirás la tradición o seguirás la verdad?
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