El Dios de lo imposible

Predicas Biblicas

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Un siervo ideal

Bosquejos Biblicos… Bosquejos para Predicar

Texto Principal: Éxodo 14

INTRODUCCIÓN

En nuestra vida diaria nos enfrentamos a situaciones difíciles, unas más que otras. Para quienes creemos en Dios, la oración es una de nuestras armas más poderosas de combate contra las pruebas y para vencer al enemigo; bien sea porque pedimos dirección, ayuda o liberación de algún inconveniente que se nos presente, o para conversar con Dios y darle gracias.

Nos sentimos escuchados, bendecidos y hasta amados cuando esas oraciones son contestadas, especialmente las que son contestadas casi de forma instantánea.

Sin embargo, ¿Qué ocurre cuando ciertas oraciones no reciben respuesta en el corto, mediano o largo plazo? ¿Qué sucede si llega el momento en que necesitas que la respuesta se materialice y no sucede nada? Y por favor, no se escandalice por esto. Al decirle que hay oraciones que no son respondidas, usted como fiel creyente puede decir y afirmar con toda la razón, que si somos constantes y no dudamos, al final veremos esas respuestas. Así que, mi pregunta pareciera apuntar hacia cierto grado de escepticismo que no honra a un verdadero hijo de Dios.

Sin embargo, le he planteado esa incógnita porque quiero que conozca un poco más acerca del Dios al cual usted y yo servimos.

DESCUBRIENDO AL PODEROSO

Lo primero que necesita saber es que está en el libro del profeta Jeremías capítulo 9 verso 24:

“Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”

Entender y conocer a Dios es un trabajo tan especial, que Dios mismo le concede el derecho de alabanza a aquel que se ocupa de hacerlo. El hecho de que sea invisible no significa que no podamos conocerle y saber más de él. Desde que la humanidad existe siempre ha manifestado sus cualidades a través de diferentes ocasiones y ha elegido personas con características muy específicas para mostrarse ante ellas y permitir que el resto del mundo también pudiera verlas.

Pero, ¿Sabía usted que nuestro Dios no toma partido en eventos que no lo glorifican?

Escuché una vez decir a un pastor que testificaba acerca de una persona por la que le pidieron que fuese a orar, ya que se encontraba muy enferma. Al llegar a la casa, se encontró que no era el único invitado a “la fiesta”, porque no sólo había miembros de otras organizaciones religiosas allí, sino también chamanes, curanderos, espiritistas y afines congregados en aquella casa. Todos efectuando a la vez sus rituales y oraciones de sanación sobre la persona. El pastor observó la situación y le pidieron que se acercara para que también hiciera “su ritual o su oración” para que la persona en cuestión recibiera la sanidad. El pastor rehusó la propuesta y se marchó.

Ahora bien, usted podrá pensar que el pastor sintió temor o intimidación frente a aquella repentina asamblea de religiosos pero, lo que este pastor comentó sobre por qué se apartó de allí le sorprenderá y es por lo que insisto en que conozca más acerca de su Dios.

El pastor dijo: “Dios no comparte su gloria con nadie. Seguramente, yo habría podido quedarme y orar por aquella persona, incluso habría recibido sanidad divina, porque escrito está: En mi nombre, pondrán las manos sobre los enfermos y sanarán. Es promesa de Dios y él siempre cumple; pero junto a todos esos otros religiosos, santeros y esotéricos, ¿A quién cree usted que le hubiesen achacado el milagro de la sanidad? ¿A changó, a la Virgen María, a la energía del universo? Tenga por seguro, que Dios jamás habría figurado en la lista y si así hubiera sido, le habría tocado estar al fondo o peor, compartir crédito con imágenes de talla y demonios.”

Usted y yo somos hijos del Dios Altísimo y Omnipotente, y al igual que este pastor o que David o que cualquiera que ame genuinamente a Dios, debemos sentir celo por su nombre y por su casa. Nuestro Dios no se rebaja a pelear con dioses creados por el hombre ni pelea batallas cuya victoria no le será reconocida.
David escribió en el Salmo capítulo 69 verso 9:
“Porque me consumió el celo de tu casa; y los denuedos de los que te vituperaban cayeron sobre mí.”

Nosotros también debemos sentir el vivo celo de Dios en nuestros corazones. Como también escribió David en el Salmo 29 verso 2:

“Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.”

Es tiempo de conocer a nuestro Dios, nuestro rey, porque él merece toda la adoración.

Los siguientes pasajes bíblicos denotan su Poderío y Majestad pero también su negativa contundente y absoluta a compartir el poder y la gloria:

• Salmos 115
• Isaías 43:10 -13
• Isaías 44:6 – 8
• Isaías 41:21 – 29
• Isaías 40:12 – 31
• Isaías 44: 21 – 28
• Isaías 45:8 – 19
• Isaías 42:8

SI NO ES IMPOSIBLE, NO HAY GLORIA

Una vez entendido que nuestro Dios, no sólo es el Todopoderoso sino que también es un Dios celoso de Su Gloria y de Su Pueblo, voy a responder a la pregunta que hice al comienzo:

¿Qué pasa si Dios no responde alguna de nuestras oraciones en el corto, mediano o largo plazo?

Pues, le responderé con esta otra pregunta: ¿Acaso le está pidiendo a Dios por algo que usted mismo puede hacer? ¿Qué clase de gloria recibiría Dios de parte suya por algo en lo que si usted se esfuerza un poquito más lo puede conseguir?

Sepa esto también de Dios: no es flojo ni alcahuetea a los holgazanes. Si usted le está pidiendo a Dios en oración algo que escapa de su control y de su mano, prepárese para ver grandes milagros; pero, si lo que le pide a Dios es que le encienda la luz de la habitación, porque según usted él lo puede todo y lo ama mucho, cuando la verdad es que usted es un flojo que quiere que le hagan todo, pues siéntese porque parado se va a cansar, ya que ese milagro no llegará.

Cuando David fue amonestado de parte de Dios por haber censado al pueblo, y buscó de Dios el perdón, quiso ofrecer holocausto, para lo cual se acercó hasta la heredad de Arauna y comprar de él, lugar para ofrecer dicho holocausto (2 Samuel 24: 24). Como se trataba del rey, Arauna quiso darle el terreno de forma gratuita, pero David contestó enérgicamente:

“No, si no por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios, holocaustos que no me cuesten nada…”

Si está actitud la tuvo David, que según refiere la misma Palabra de Dios en Hechos 13:22 “era varón conforme al corazón de Dios”, ¿Cuánto más podemos esperar de Dios su intervención en aquello que realmente le permita manifestar su poder?

Ciertamente, no hay nada imposible para Dios pero, no le pidamos tonterías que no exalten su gloria.

CEDIENDO EL CONTROL

Basados en lo anterior, ¿Cuándo sabremos que Dios puede intervenir en lugar de nosotros?

Cuando ya no puedas hacerlo tú. Cuando la situación haya dejado de ser POSIBLE para convertirse en IMPOSIBLE. Cuando al igual que Moisés te encuentres frente al Mar Rojo y luego de haber enfrentado a Faraón, de haber intervenido por las plagas, de sacar al pueblo de Egipto y caminar por el desierto, entonces te encuentres contra la espada y la pared. Cuando humanamente ya no hay nada que se pueda hacer, entonces prepárate para ver la gloria de Dios, porque ha llegado su turno de actuar.

Dios nos ama sin duda alguna, pero no olvides que él no comparte su gloria con nadie. No va a dejar el espacio libre para que luego tú o yo nos demos la bomba con Su Milagro.

Repasa todos los milagros y prodigios de Dios relatados en Su Palabra y responde: ¿En cuál de ellos, se pudo haber obtenido la victoria sin la intervención poderosa de la mano de Dios?

  • La viuda de Sarepta y su hijo no tenían más que un puñado de harina y un chorrito de aceite para comer, y luego echarse a morir, pero llegó Elías y Dios a través de él envió una inagotable fuente de esos productos que no escasearon ni se agotaron en tres (3) años.
  • Gedeón enfrentó al ejército madianita con apenas 300 hombres y sin que ellos movieran un solo dedo, Dios les otorgó la victoria.
  • Josué encabezó al pueblo de Israel para que pelearan contra Jericó, y para ello, les pidió dieran 13 vueltas a la ciudad, y al gritar alabanzas a Dios, los muros cayeron.

Hay muchos otros ejemplos, la biblia está llena de ellos. Pero, tú y yo también tenemos nuestras experiencias.

CONCLUSIÓN

No minimices a Dios pidiéndole cosas tan pequeñas que tú podrías hacer por ti mismo. Tampoco dejes de esforzarte en la lucha porque pienses que él lo hará todo por ti. Al igual que Josué, Dios te dice hoy: Esfuérzate y sé valiente.

Y cuando llegue el momento más difícil para ti, ese en el que ya no hay luz, y te has quedado sin fuerzas, ese momento cuando ya no puedes pelear más, no te desanimes, porque ha llegado el turno de Dios de tomar tu lugar en el cuadrilátero, y él se especializa en hacer Lo Imposible.

Dios le bendiga.

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