Descubre el diseño divino de la familia según la Biblia, conoce el rol familiar según la Biblia, y aprende cómo cultivar relaciones familiares saludables que reflejen el amor y la verdad de Dios en medio de una cultura cambiante.
La familia según la Biblia: Roles y relaciones | Estudios Bíblicos
Lectura Bíblica Inicial: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican” Salmos 127:1a
Introducción
Desde el principio de la creación, Dios estableció la familia como el núcleo central de la sociedad y el primer espacio donde el ser humano aprende sobre el amor, la obediencia y el temor de Dios. En el huerto del Edén, el Señor instituyó el matrimonio entre un hombre y una mujer, sentando así las bases para la formación de un hogar conforme a Su perfecta voluntad (Génesis 2:24).
Desde entonces, la familia según la Biblia ha sido el modelo divino para cada generación, reflejando el carácter de Dios y Su plan para la humanidad. Este diseño no fue fruto de una costumbre cultural pasajera, sino un plan eterno que sigue vigente para cada hogar, sin importar la época o el lugar donde vivamos.
A lo largo de la historia bíblica, cada vez que el pueblo de Dios se apartó de ese modelo divino, las consecuencias alcanzaron no solo a los hogares, sino a la sociedad entera. Y hoy no es diferente. Si nosotros prestamos atención a lo que ocurre en nuestra cultura actual, nos daremos cuenta de que el propósito original de Dios para la familia enfrenta un ataque constante. Ideologías, filosofías y agendas modernas intentan redefinir lo que significa ser familia, distorsionando la verdad revelada en las Escrituras.
Según datos recopilados por instituciones dedicadas a estudiar las tendencias culturales en Occidente, el matrimonio entre hombre y mujer es visto cada vez más como una costumbre obsoleta. En diversas encuestas realizadas entre 2023 y 2024, en países como España, Estados Unidos y México, se reflejó una alarmante disminución en el número de jóvenes que consideran el matrimonio parte esencial de sus planes de vida. En lugar de seguir el modelo bíblico, muchos adoptan la idea de que cada persona tiene el derecho absoluto de definir qué es una familia, basándose únicamente en emociones o preferencias personales.
Ante esta confusión cultural, nosotros necesitamos recordar algo fundamental: el Señor ya definió desde el principio lo que es una familia. La crisis de identidad familiar que enfrentamos no tomó por sorpresa a Dios, ni lo obligó a revisar Su diseño. Su Palabra es clara, firme y eterna. Por eso, tenemos que hacernos preguntas esenciales: ¿Qué enseña realmente la Biblia sobre el hogar? ¿Cuál es el propósito original de Dios para cada familia? ¿Y cómo podemos vivir conforme a ese modelo divino en medio de una sociedad que rechaza cada vez más la autoridad bíblica?
Estas preguntas no son simples temas teológicos abstractos. Son asuntos de vida o muerte para nuestros hogares. Cada familia que decide ignorar el modelo divino, se expone a fracturas, conflictos y heridas espirituales que trascienden generaciones. Pero cada hogar que elige someterse a la Palabra, aún en medio de la presión cultural, se convierte en un faro de luz que refleja la gloria de Dios.
En las últimas décadas, hemos sido testigos de una transformación cultural sin precedentes. Conceptos como identidad de género, estructuras familiares alternativas y redefinición de roles han sembrado confusión especialmente entre las generaciones más jóvenes. La cultura popular, los medios de comunicación y las plataformas digitales promueven constantemente nuevos modelos familiares, completamente desconectados del modelo divino que Dios estableció. Se exalta la independencia radical, se ridiculiza la obediencia a principios espirituales y se presenta la desconexión de toda autoridad como sinónimo de libertad.
Pero esa supuesta libertad ha traído consigo hogares quebrantados, generaciones sin identidad espiritual y una sociedad cada vez más fragmentada. Sin embargo, por encima de cualquier tendencia, la familia según la Biblia sigue siendo el único modelo que cuenta con la aprobación y la bendición de Dios. Este diseño eterno no depende de modas sociales ni de opiniones humanas. Cuando el Señor estableció el matrimonio, la paternidad y los roles dentro del hogar, lo hizo reflejando Su propio carácter y orden perfecto.
Por eso, al estudiar el propósito y la estructura de la familia, no estamos explorando una simple tradición religiosa o cultural. Estamos abriendo el corazón mismo de la voluntad divina para Su creación. Entender la familia según la Biblia no es opcional; es indispensable para construir hogares que glorifiquen al Señor y resistan los embates de una cultura que ha decidido vivir sin Dios.
Este estudio bíblico es, entonces, una invitación urgente a regresar a la fuente de toda verdad: la Palabra de Dios. A través de las Escrituras, nosotros descubriremos el diseño divino para el hogar, aprenderemos cómo cultivar relaciones familiares saludables y reflexionaremos sobre cómo enfrentar los desafíos actuales sin traicionar el modelo eterno que el Señor estableció desde el principio.
Y antes de continuar, hagamos una pausa honesta. Preguntémonos: ¿Quién de nosotros no ha sentido la presión cultural sobre su familia? ¿Quién no ha visto a las nuevas generaciones ser arrastradas por filosofías que contradicen nuestra fe? Por eso, más que nunca, es momento de afirmar con convicción que la familia según la Biblia es y seguirá siendo el fundamento firme que necesitamos. Sobre ese fundamento, anclados en la verdad eterna de Dios, podemos construir hogares sólidos, espiritualmente sanos y preparados para brillar en medio de una sociedad que cambia constantemente.
Para lograrlo, exploraremos tres verdades clave en este estudio: el diseño divino para la familia, los roles dentro del hogar según las Escrituras, y cómo cultivar relaciones familiares saludables que reflejen el amor y la verdad de nuestro Señor Jesucristo.
I. ¿Cuál es el rol de la familia según la Biblia?
A lo largo de toda la Escritura, encontramos que el hogar, conforme al modelo divino, no es simplemente un grupo de personas unidas por lazos biológicos o legales. Desde el principio, Dios le dio a cada familia una misión espiritual: ser la primera escuela de fe, el primer espacio donde se forma el carácter, y el reflejo visible de la relación entre el Señor y Su pueblo.
Este diseño divino no ha cambiado con el paso de los siglos. A pesar de las ideologías y presiones culturales que intentan redefinir lo que significa ser familia, el propósito eterno de Dios sigue intacto. Por eso, para entender el rol de la familia según la Biblia, es necesario observar tres aspectos clave: su función espiritual, su impacto social y su responsabilidad intergeneracional. Al estudiar estos elementos, descubrimos que el hogar es mucho más que un núcleo social o legal — es un instrumento que Dios mismo usa para extender Su reino sobre la tierra.
a. La familia como reflejo de la relación entre Cristo y la Iglesia
El apóstol Pablo, escribiendo a los creyentes en Éfeso, dejó claro que el matrimonio —pilar fundamental de la familia— es un espejo espiritual de la relación entre nuestro Señor y Su Iglesia. En Efesios 5:31-32 leemos:
“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.”
Con estas palabras, Pablo nos recuerda que el matrimonio no es un simple contrato humano; es una representación visible de una realidad espiritual eterna. Así como Cristo ama, cuida y santifica a Su Iglesia, el esposo es llamado a amar, proteger y guiar espiritualmente a su esposa e hijos. De la misma manera, así como la Iglesia se somete en amor al liderazgo de Cristo, la esposa es llamada a caminar en respeto y cooperación junto a su esposo.
Pero —y seamos sinceros—, este mensaje resulta escandaloso para la cultura moderna. En una época donde cada persona define sus propias reglas, y la autoridad es vista como opresión, el llamado bíblico a reflejar el modelo de Cristo y la Iglesia parece anticuado e incómodo. Sin embargo, es precisamente este modelo divino el que produce hogares saludables, llenos de paz, y capaces de reflejar la gloria de Dios en medio de una sociedad quebrantada.
b. La familia como primera escuela de fe y carácter
Desde los tiempos de Moisés, el Señor dejó claro que la responsabilidad de enseñar Su Palabra no recaía principalmente en las instituciones religiosas, sino en el hogar. En Deuteronomio 6:6-7 Dios ordenó:
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.”
Esta instrucción no era opcional ni secundaria. La transmisión de la fe comenzaba en casa, con padres que no solo enseñaban con palabras, sino con el ejemplo diario de obediencia y reverencia al Señor. Lo que los hijos veían en la conducta de sus padres, pesaba tanto como las lecciones que escuchaban.
Y aquí es donde debemos reflexionar. En nuestra época, muchos padres creyentes dependen casi por completo de la iglesia local para la formación espiritual de sus hijos. Sin embargo, el plan divino sigue siendo el mismo: la familia es el primer altar, la primera escuela, y el primer púlpito donde los niños aprenden quién es Dios, cómo se vive la fe y cómo se honra Su Palabra.
Si nosotros queremos criar hijos espiritualmente firmes, no basta con llevarlos al culto los domingos. Necesitamos convertir cada conversación, cada corrección y cada decisión cotidiana en una oportunidad para mostrarles la gloria de Dios en acción. Solo así nuestros hogares reflejarán el modelo divino.
c. La familia como puente entre generaciones
El Salmo 78:4 nos muestra un tercer aspecto esencial del rol familiar: la transmisión intergeneracional de la fe. El salmista declara:
“No lo encubriremos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su potencia, y las maravillas que hizo.”
Aquí descubrimos que una familia no vive únicamente para sí misma. Cada hogar forma parte de una cadena eterna de fidelidad divina. Lo que los padres enseñan hoy no solo impacta a sus hijos, sino a los hijos de sus hijos. Cada decisión espiritual que tomamos dentro de nuestra casa, tiene eco en el futuro espiritual de nuestra descendencia.
Y esto es clave. Vivimos en una época que idolatra lo inmediato. El mundo celebra la gratificación instantánea y desprecia la herencia espiritual. Pero el modelo divino es completamente diferente. En el diseño de Dios, los abuelos son honrados como portadores de sabiduría, los padres son vistos como guías espirituales, y los hijos son formados para convertirse en herederos responsables de la fe.
Cuando la familia vive conforme a este modelo bíblico, cada generación honra a la anterior y prepara a la siguiente. Pero cuando se rompe este eslabón espiritual, se levanta una generación sin identidad y sin raíces espirituales. Esta es una de las razones por las que la familia según la Biblia es atacada con tanta ferocidad. El enemigo sabe que si logra debilitar el hogar, debilita el canal por el cual la fe es transmitida a la siguiente generación.
Por eso, levantar familias sólidas y firmes en la Palabra no es solo un objetivo personal, es una batalla espiritual por el futuro de la fe. Cada hogar es un eslabón clave en el cumplimiento del plan eterno de Dios.
Y esta realidad nos lleva directamente al siguiente punto: si cada miembro de la familia tiene un rol diseñado por Dios, ¿qué dice la Biblia acerca de esos roles específicos? Ese es el tema que exploraremos a continuación.
II. ¿Qué dice la Biblia acerca de los roles familiares?
Cuando hablamos de los roles familiares según la Biblia, no estamos refiriéndonos a simples costumbres culturales de tiempos antiguos, ni a normas impuestas por tradiciones humanas. Lo que encontramos en las Escrituras es un diseño divino que refleja el carácter, el orden y la voluntad de Dios para cada hogar.
Desde el principio de la creación, el Señor asignó a cada miembro de la familia una función específica. Esas funciones no son intercambiables ni sujetas a cambios según la moda cultural. Son roles establecidos por el mismo Dios, diseñados para que cada hogar funcione como un reflejo vivo de Su sabiduría y amor.
En un mundo donde la autoridad es despreciada, la obediencia es ridiculizada y se exalta una independencia que raya en el orgullo, comprender el rol de la familia según la Biblia es más urgente que nunca. Si anhelamos hogares espiritualmente sanos, fuertes y bendecidos, necesitamos volver a honrar el orden divino dentro de nuestra casa.
a. El rol del esposo y padre: líder espiritual y protector amoroso
Desde el primer relato de la creación, la Escritura muestra que el esposo y padre tiene una responsabilidad especial. En Génesis 2:24 leemos:
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”
Esta unión no es solo física o emocional. Es una responsabilidad espiritual. El hombre es llamado a ser el líder espiritual de su casa, guiando a su familia en el conocimiento de Dios y modelando con su propia vida lo que significa amar y obedecer al Señor.
El apóstol Pablo refuerza este llamado en Efesios 5:25-26:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla.”
Este es un llamado al liderazgo sacrificial. El esposo bíblico no es un dictador que impone, ni un espectador pasivo que se desentiende. Es un siervo que ama, cuida, protege y lidera espiritualmente a su familia, siempre dispuesto a sacrificar su comodidad por el bienestar de su esposa e hijos.
Pero aquí surge una pregunta necesaria: ¿cuántos hombres comprenden realmente este llamado? ¿Cuántos han reducido su rol al de simple proveedor económico, olvidando que su primera misión es nutrir el alma de su familia? Recuperar el liderazgo bíblico no es solo cuestión de roles tradicionales, es una urgencia espiritual.
b. El rol de la esposa y madre: ayuda idónea y formadora espiritual
En Génesis 2:18, Dios declara:
“No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.”
La expresión “ayuda idónea” no implica inferioridad, sino complemento perfecto. Dios dotó a la mujer con dones, sensibilidad y fortaleza únicas para construir junto a su esposo un hogar donde Su presencia sea palpable.
El retrato de la mujer virtuosa en Proverbios 31 muestra a una mujer sabia, trabajadora, generosa y profundamente espiritual. Su rol no se limita a las tareas domésticas, sino que impacta cada aspecto de la vida familiar.
Además, en Tito 2:3-5, el apóstol Pablo exhorta a las mujeres mayores a enseñar a las más jóvenes a amar a sus esposos, a sus hijos y a ser prudentes. Esto confirma que la formación espiritual de los hijos es una tarea central en el llamado de la madre cristiana.
Pero, ¿qué sucede hoy? Muchas mujeres han sido convencidas de que su rol bíblico es una carga impuesta o una limitación. Sin embargo, la verdad es que no hay llamado más elevado que formar el corazón de la próxima generación. Ser madre según la voluntad de Dios es participar directamente en la obra redentora del Señor, moldeando almas que amarán y servirán a Cristo.
Recuperar el diseño divino para la maternidad es resistir la mentira cultural que minimiza el valor del hogar. Es levantar la voz y declarar que la familia según la Biblia reconoce el honor y la responsabilidad que implica ser madre y esposa conforme al corazón de Dios.
c. El rol de los hijos: honra, obediencia y continuidad espiritual
El tercer pilar dentro de los roles familiares según la Biblia es el rol de los hijos. Desde el Sinaí, Dios estableció que honrar a los padres no es una sugerencia, es un mandamiento con promesa. En Éxodo 20:12 dice:
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.”
Honrar implica mucho más que obedecer durante la infancia. Incluye respeto, cuidado y gratitud a lo largo de toda la vida. En Efesios 6:1-3, Pablo amplía esta enseñanza:
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre… para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra.”
En contraste con esto, vivimos tiempos donde la rebeldía juvenil es celebrada, la independencia precoz es promovida y la cultura enseña a los niños a desafiar la autoridad. Pero según el diseño divino, la familia según la Biblia es el primer entorno donde los hijos aprenden que obedecer a los padres es obedecer al Señor.
Más allá de la obediencia, los hijos son llamados a heredar y continuar la fe familiar. En 2 Timoteo 1:5, Pablo recuerda a Timoteo:
“Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.”
Aquí vemos la poderosa realidad de una fe heredada. Los hijos no solo reciben instrucciones, reciben un legado espiritual. Cuando entienden que son parte de una cadena de fe que conecta generaciones, viven con un sentido más alto de propósito y responsabilidad.
Por eso, el rol de los hijos según la Palabra no es solo obedecer reglas, sino abrazar un legado eterno y prepararse para ser los futuros guardianes de la verdad en sus propias familias. Así, cada hogar que vive conforme al diseño divino se convierte en un eslabón sólido que conecta la fe de los padres con la fe de los hijos y nietos.
Este entendimiento nos conduce naturalmente a la siguiente sección: ¿cómo deben ser las relaciones dentro del hogar para que reflejen el amor y la verdad de nuestro Señor? Eso es lo que exploraremos a continuación.
III. ¿Cómo cultivar relaciones familiares saludables según la Biblia?
Entender el diseño divino para el hogar y los roles específicos que Dios ha dado a cada miembro de la familia es esencial. Sin embargo, el conocimiento no es suficiente. Si queremos hogares que realmente reflejen la gloria de Dios, nosotros necesitamos cultivar relaciones familiares saludables, moldeadas por el amor, la verdad y la gracia revelada en la Palabra.
La familia según la Biblia no es un hogar perfecto donde no hay conflictos ni diferencias. Es un hogar donde cada miembro reconoce su dependencia de Dios, practica el perdón y camina diariamente en obediencia a la verdad. En un mundo que exalta el egoísmo, la autosuficiencia y la búsqueda de placer personal, vivir conforme al modelo bíblico es un verdadero testimonio de fe viva.
a. Relaciones centradas en el amor sacrificial de Cristo
El amor que define las relaciones familiares según las Escrituras no es un amor emocional o condicional. Es el amor ágape, ese amor que fluye directamente del corazón de Dios, un amor que se entrega y se sacrifica por el bienestar de los demás.
En 1 Juan 4:19, la Palabra declara:
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.”
Esto significa que el fundamento de todo hogar conforme a Dios es el amor de Cristo, que transforma nuestros corazones y nos capacita para amar como Él ama. En el matrimonio, ese amor mueve al esposo a entregarse por su esposa y a la esposa a respetar y apoyar a su esposo. En la relación entre padres e hijos, ese amor impulsa a los padres a disciplinar con ternura y a los hijos a honrar con gratitud.
Cuando cada relación familiar se rige por este amor sacrificial, el hogar deja de ser un campo de batallas egoístas y se convierte en un santuario donde la presencia de Dios es palpable. Así, la familia según la Biblia refleja al mundo el carácter redentor de Cristo.
b. Relaciones marcadas por la verdad de la Palabra
En una cultura que celebra la relatividad moral y donde cada persona es animada a “crear su propia verdad”, los hogares cristianos son llamados a anclarse firmemente en la verdad inmutable de Dios. Salmos 119:105 declara:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.”
Esto significa que cada decisión familiar —grande o pequeña— debe someterse a la autoridad de la Escritura. No educamos a nuestros hijos según las tendencias de crianza de moda. No definimos el éxito familiar según los estándares del mundo. No resolvemos conflictos siguiendo consejos humanistas. Todo en el hogar debe estar filtrado por la Palabra de Dios.
Cuando los miembros de una familia se corrigen, se exhortan y se animan mutuamente usando la verdad de la Escritura como base, se crea un ambiente de crecimiento espiritual donde cada corazón es moldeado conforme a Cristo. Esta es otra marca que distingue a la familia según la Biblia: es una familia cimentada sobre la verdad divina, no sobre emociones pasajeras.
c. Relaciones fortalecidas por la oración constante
Si hay algo que caracteriza a un hogar conforme al corazón de Dios, es la oración familiar. En Filipenses 4:6 se nos exhorta:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”
En tiempos de dificultad, la oración une a la familia en un mismo sentir, recordándonos que dependemos totalmente de la gracia divina. En tiempos de alegría, la oración nos recuerda quién es la fuente de toda bendición. En tiempos de incertidumbre, la oración fortalece nuestra fe y alinea nuestro corazón con el propósito eterno de Dios.
Matthew Henry, reconocido comentarista bíblico y pastor puritano, explicó esto al comentar Deuteronomio 6:6-7:
“Family religion, and the instruction of children, in particular, are here pressed upon us with the greatest earnestness. It is not enough that we ourselves learn to fear God, but we must teach our children to do so also.” (Matthew Henry’s Complete Commentary, Deuteronomio 6:6-7, BibleStudyTools)
Traducción:
“La religión familiar, y en particular la instrucción de los hijos, es aquí presentada con la mayor seriedad. No es suficiente que nosotros mismos aprendamos a temer a Dios, sino que debemos enseñar a nuestros hijos a hacer lo mismo.”
Esta enseñanza nos recuerda que la familia según la Biblia es un altar donde cada día se eleva oración y se siembra la Palabra en el corazón de las futuras generaciones.
d. Relaciones caracterizadas por el perdón y la reconciliación
Ninguna familia es inmune a los conflictos. La diferencia entre un hogar conforme al mundo y uno conforme a la Palabra es cómo enfrentan esos conflictos. Efesios 4:32 nos instruye:
“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
En la familia según la Biblia, el orgullo no tiene espacio. El perdón es una práctica diaria. Padres que piden perdón a sus hijos cuando fallan. Cónyuges que se reconcilian sin guardar rencor. Hijos que reconocen sus errores y buscan restaurar la relación con sus padres.
Este ambiente de gracia y reconciliación solo es posible cuando el Evangelio es el centro de la vida familiar. Cuando recordamos cuánto hemos sido perdonados por Dios, se hace imposible negar el perdón a quienes nos rodean. Así, el hogar se convierte en una pequeña escuela de gracia, donde cada ofensa es una oportunidad para reflejar el amor de Cristo.
Cuando cada relación dentro de la familia fluye de esta manera —anclada en el amor sacrificial, cimentada en la verdad, fortalecida por la oración y marcada por el perdón—, el hogar se transforma en un testimonio vivo del Evangelio. No será un hogar perfecto, pero será un hogar donde Dios habita y Su gloria brilla.
Este tipo de familia no surge por accidente. Requiere intencionalidad, obediencia diaria y un compromiso firme de cada miembro. Y esa es precisamente la pregunta que nos queda por responder: ¿Cómo seremos fieles al llamado divino para nuestras familias, aún cuando todo a nuestro alrededor nos presiona a seguir otro camino? Esa es la reflexión con la que cerraremos este estudio.
Conclusion
Al cerrar este estudio, yo quiero invitarnos a reflexionar con honestidad delante de Dios. Si nosotros comparáramos nuestro hogar actual con el modelo divino que hemos estudiado, ¿qué encontraríamos? ¿Estamos caminando como esposos, esposas, padres e hijos conforme a lo que el Señor nos ha revelado en Su Palabra? ¿O hemos permitido que la cultura y las filosofías de este tiempo nos roben la esencia de la familia según la Biblia?
Cada familia representa un altar ante Dios. En ese altar se ofrece adoración verdadera o se toleran ídolos modernos. En ese altar se transmite la fe o se deja un vacío espiritual para las siguientes generaciones. ¿Qué tipo de altar estamos edificando en nuestro hogar?
La respuesta a esa pregunta no solo define el presente de nuestra familia, sino el destino espiritual de nuestros hijos y nietos. Cada decisión que tomamos hoy, cada enseñanza que transmitimos, cada oración que elevamos y cada vez que decidimos perdonar, todo forma parte de la historia espiritual que estamos escribiendo como familia.
Por eso, esta reflexión final no es solo un cierre de estudio, es un llamado amoroso de nuestro Señor. Si hemos descuidado el altar familiar, todavía hay esperanza. Si hemos cedido a la presión cultural, todavía hay gracia. Si nuestro hogar se ha desviado del modelo bíblico, todavía hay redención. El Señor nos llama a regresar, a restaurar, a reconstruir.
Que en medio de esta generación confundida y rota, nosotros decidamos levantar hogares firmes sobre la Roca, donde cada miembro camine en amor, en verdad y en reverencia al Señor. Así, con la gracia de Dios, seremos familias según la Biblia, antorchas encendidas que guían a otros de regreso al corazón de Dios.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.