Nuevo Pacto

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Estudios Bíblicos Prédica de Hoy: Nuevo Pacto

Estudio Bíblico Lectura Bíblica de Hoy: Mateo 26:28

Propósito: Entender el propósito del Nuevo Pacto y su enlace con el Antiguo Pacto, mediante el análisis de textos bíblicos que nos llevan a comprender la perfección del gran Diseñador de Pactos a través de las Escrituras.

I. ANTIGUO PACTO

Muchas personas creen que el Antiguo Pacto fue anulado con la venida de Cristo, o que el Antiguo Testamento tan sólo es para conocer la historia del pueblo de Israel, o más aún, que lo que está en el Antiguo Pacto no es Palabra de Dios.

Nada más alejado de lo verdadero. Dios es Dios de propósitos y Él todo lo hace bajo un plan. Él no actúa por ensayo y error, su diseño es completo y perfecto.

La misma Biblia nos enseña algunos aspectos importantes que debemos considerar al hablar de Antiguo Pacto o Antiguo Testamento, como comúnmente se le conoce:

Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre: Santiago 1:17; Hebreos 13:8. Él no cambia ni anula sus pactos. Él no cambia de parecer.

El Antiguo Pacto “era sombra y figura de lo que había de venir”: Colosenses 2:17. Era una representación de lo que se iba a cumplir perfectamente en Cristo. Aquellos sacrificios que se hacían continuamente, luego en Cristo se ejecutaría el sacrificio eterno.

Jesucristo no vino a anular la ley: Mateo 5:17. Cristo no vino a anular el pacto antiguo, en Cristo el pacto se selló y fue completado. En Él se estableció una mejor esperanza y un mejor pacto (Hebreos 7:19,22). Un Nuevo Pacto mejorado o sea en Cristo se cumplió la ley y la justicia, y el pacto se hizo suficiente, efectivo y permanente.

Gracia y justicia siempre estuvieron presentes en ambos pactos: Tanto en el Antiguo Pacto como en el Nuevo Pacto siempre estuvo presente la gracia y la justicia de Dios. Si en el Antiguo Pacto no hubiese gracia era imposible que la humanidad permaneciera y si en el Nuevo Pacto no hubiese justicia, Dios estaría dejando de lado uno de sus atributos eternos. En el Nuevo Pacto se cumplió en Cristo toda justicia.

II. LA ESENCIA DEL NUEVO PACTO (Jeremías 31:33; Hebreos 8:10; 10:16)

Desde la antigüedad ya Dios anunciaba un nuevo pacto, un pacto mejorado cuya esencia consiste en que Dios mismo por medio del Espíritu Santo tallaría Su Palabra en las mentes y los corazones de su pueblo, y en tal sentido, el mismo Espíritu se encargaría de enseñar a cada creyente directamente dándole la capacidad para obedecerle (Juan 14:26; Filipenses 2:13).

El antiguo pacto fue invalidado nuevamente por la desobediencia del hombre: “No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová” (Jeremías 31:32), sin embargo Dios que es fiel a sus pactos continuo en su propósito, es así como en el nuevo pacto, Dios mismo se asegura de crear las condiciones para que toda justicia se cumpla en Jesucristo y de esta manera garantizar a la humanidad “Acercarse confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia…” (Hebreos 4:16).

Nada tan maravilloso y perfecto, nuestro Dios Altísimo poniendo todo de sí por amor a la humanidad, el gran Soberano diciendo Yo mismo “… seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:12).

La esencia del Nuevo Pacto es que Dios establece todas las condiciones creándolas y cumpliéndolas Él mismo, para así asegurar que no fuera nuevamente invalidado y añade a nuestra humanidad una fuerza mayor: la sobrenaturalidad del Espíritu morando en nosotros para darnos testimonio de Su presencia, recordarnos Su paternidad y ayudarnos en todas nuestras debilidades.

El Nuevo Pacto es perfecto, es suficiente y es eficiente, además es eterno y accesible a todos. Ya todo fue dispuesto y a cada persona sólo le corresponde creer y tomar este regalo maravilloso, porque al final, es eso: Un gran regalo de amor inmerecido, eso es más que gracia.

III. MINISTROS COMPETENTES DEL NUEVO PACTO

El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6)

Así como en el Antiguo Pacto Dios estableció sacerdotes para ministrar, en el Nuevo Pacto ha establecido ministros competentes: A cada uno de sus hijos Él nos ha hecho ministros preparados para servirle.

Tenemos competencias, capacidades para servir a nuestro Dios, no por nosotros mismos, sino porque nuestra competencia proviene de Dios (v.4). Estas competencias incluyen la autoridad para movernos en la sobrenaturalidad de Su Espíritu, para que las señales nos acompañen (Marcos 16:17), es Dios usándonos para bendecir más vidas obrando con poder y gloria por medio de nosotros. Por eso nos llama:

Sus embajadores (2 Corintios 5:20): Representamos el Reino de Dios aquí en la tierra, por esa razón debemos mostrar una conducta en consonancia al llamado de nuestra profesión.

Reyes y sacerdotes (Apocalipsis 1:6; 5:10): Nos ha concedido recuperar nuestro estado inicial para gobernar y sojuzgar, para multiplicarnos y reinar sobre toda la creación.

Hijos (2 Corintios 6:18): Como hijos actuamos confiados en que pronto nos uniremos con nuestro Padre Celestial para disfrutar de sus riquezas en gloria por toda la eternidad, porque nos ha concedido ser coherederos con Cristo Jesús.

La labor del Ministro del nuevo pacto:

Como Ministros de Jesucristo debemos servir teniendo clara nuestra encomienda. Nunca digas “No estoy capacitado”. Dios nos dio una misión junto con las herramientas para llevarla a cabo: Estás capacitado.

La misión es “Hacer discípulos” (Mateo 28:19), y la manera de hacerlo es “Formando a Cristo en una persona en todo: pensamiento, conducta, palabra”: Discipulado con corazón apostólico “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gálatas 4:19).

Algo muy importante es entender que cuando estamos formando debemos entender los procesos de Dios en la vida de las personas para no abortarlos. En el Reino de Dios no se abortan ni se abandonan los hijos, se les lleva con paciencia y amor hasta que Cristo sea formado en ellos.

Cada persona es diferente y Dios actúa en ellos “como Él quiere”, cuidar las almas del Reino es nuestra labor, enseñando todas las cosas que Cristo dejó, exhortando en amor y misericordia, porque todo esto refleja el corazón compasivo de Jesús que le permitía acercarse al pecador sin temor a “contaminarse” o a ser “seducido”.

Movernos bajo las competencias del Nuevo Pacto es tener un corazón apostólico, que imparte paternidad en medio del cuidado y que jamás abandona, se cansa o se impacienta.

IV. NUEVO PACTO: PACTO MEJORADO (Hebreos 7:22; 8:6)

Entendiendo ya que es el mismo Pacto pero mejorado como lo llama la Palabra y tomando como base 2 Corintios 3:7-16, veamos algunas caracterizaciones del Nuevo Pacto:

El Ministerio del Espíritu: El Pacto antiguo enseñaba la Palabra desde afuera, ahora la Palabra ha sido grabada en nuestros corazones y nuestras mentes y es el mismo Espíritu quien nos enseña, por eso contrasta diciendo: “No de la letra sino del espíritu, porque la letra mata, más el espíritu vivifica” (vers. 6). (Aquí la letra equivale a la interpretación legalista de las enseñanzas mosaicas, comparar con Romanos 7:6).

Cuando ponemos cargas religiosas en la gente estamos ministrando bajo un Pacto errado y esto era lo que hacían los fariseos. Dice Romanos 7 que cuando nos unimos a Cristo morimos a esa ley para podernos unir completamente a Él en la libertad de un Pacto mejorado y de esa manera damos una cosecha agradable para Dios.

Es Dios mismo haciendo la obra en cada uno. El Espíritu mismo nos enseña abriendo los ojos del entendimiento para poder obedecer Su Palabra por eso llegamos a ser uno con Él (1 Corintios 6:17).

El Ministerio de la Justificación

En el Nuevo Pacto somos declarados justos, y por tanto libres de culpa por el sacrificio único de Jesucristo (“por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vidaRomanos 5:18). Ya no hay condenación para los que están en el Nuevo Pacto (Romanos 8:1).

Cuando somos ministros del Nuevo Pacto no debemos juzgar a una persona que a pesar de sus errores y procesos anhela seguir buscando de Dios, que tiene luchas internas y procesos de sanidad. Cada hijo es diferentes pero como padres debemos llevarlos de la mano “hasta que Cristo sea formado en ellos”.

El velo quitado: En el Nuevo Pacto el velo es quitado: “Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará” (vers. 16), Moisés se colocaba un velo para cubrir la gloria de Dios, el pueblo de Dios no podía ver totalmente la gloria de Dios. No había revelación ni trato directo con cada persona.

En el Nuevo Pacto el velo se quita y venimos a ser como un espejo donde se refleja la gloria del Señor y vamos mostrando nuestra transformación a la imagen de Cristo, por la acción del Espíritu que obra cada día en nosotros. Velo quitado garantiza que nuestro entendimiento ya no está “embotado”, sino capacitado para entender Su Palabra haciéndonos reflejos vivos de Su gloria.

Cuando el velo se quita hay revelación. Sin revelación el entendimiento sigue embotado. Quien no ministra bajo en Nuevo Pacto tiene el entendimiento embotado y trae letra muerta a la vida de las personas, cargas mayores que los llevan a muerte y condenación. En Cristo hay libertad.

Conversión significa velo quitado, esto es, revelación, o sea Espíritu y Palabra grabados en el corazón. Fruto del Espíritu en la vida de cada creyente.

En el Nuevo Pacto Dios se nos revela, por eso somos como Pablo, no le hizo falta ver a Jesús en carne para creer. Cristo se le reveló y se formó en Él.

V. DE SACERDOCIO LEVÍTICO A SACERDOCIO SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC (Hebreos 7:1-3; 11-19)

En el Antiguo Pacto Dios instituyó un sacerdocio levítico para que luego se entendiera el sacerdocio de Cristo. A Abraham se le reveló el verdadero sacerdocio: se le reveló la justicia y paz que traería Jesucristo (Rey de Justicia, Rey de Paz). Se le reveló un sacerdocio eterno, sin principio ni fin. Aquí comenzó la fe de Abraham, esa que le fue contada por justicia.

En el Nuevo Pacto hay un cambio de sacerdocio y un cambio de ley (vers. 12)

Cristo es el mediador (Sacerdote) del Nuevo Pacto. Ya no somos sacerdotes levíticos sino como Jesucristo según el orden de Melquisedec: Paz y Justicia. Dios fue tan firme en esto que Jesús ni siquiera provino de la Tribu de Leví sino de la tribu de Judá “de la cual nadie sirvió en el altar”.

Jesús fue constituido no por ley humana sino por el poder de una vida indestructible. Queda cancelado el mandato anterior porque era débil e insuficiente y se introduce un Nuevo Pacto mejorado, perfecto y eterno.

CONCLUSIÓN

Nuevo Pacto es creer que sin Cristo nada podemos hacer, la obra es de Dios y la gloria es de Dios. Nuestro Padre, como Dios de Pactos, estableció las condiciones y los acuerdos y Él mismo los cumplió a favor nuestro para que nosotros podamos acceder de manera maravillosa a su presencia y recuperar nuestro propósito inicial.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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