Predicas Cristianas
Predicas Cristianas: Cómo Matar el Chisme
Predica Cristiana Lectura Bíblica: Levítico 19:16
Introducción
El chisme es uno de los pecados más insidiosos que podemos encontrar en nuestras comunidades. A primera vista, parece inofensivo, casi como un pasatiempo social, pero en realidad tiene el poder de destruir relaciones, sembrar discordia y apartarnos de la voluntad de Dios. En el versículo principal de hoy, Dios nos da un mandato claro acerca de este tema, diciendo: “No andarás chismeando entre tu pueblo“. Estas palabras reflejan la seriedad con la que Dios trata el chisme y nos llaman a examinarnos y a alejarnos de esta práctica dañina.
El chisme no solo afecta a las personas de las que se habla, sino que también corrompe a quienes lo escuchan y lo repiten. Es como un veneno que se esparce rápidamente, afectando a todos los que entran en contacto con él. Este pecado no tiene lugar en el cuerpo de Cristo, y como seguidores de Jesús, estamos llamados a erradicarlo de nuestras vidas y de nuestras comunidades. Si bien es tentador participar en él, debemos recordar que el chisme es una forma de traición y una violación de la confianza, que trae graves consecuencias tanto en lo terrenal como en lo espiritual.
En este sermón, exploraremos en profundidad qué es el chisme para Dios, qué dice la Biblia sobre las personas chismosas, y cómo podemos “matar” el chisme en nuestras vidas. Levítico 19:16 nos servirá como la base para entender la gravedad de este pecado y cómo podemos vencerlo con la ayuda de Dios. Es hora de tomar una postura firme contra el chisme y de comprometernos a vivir en integridad y unidad, reflejando el carácter de Cristo en todas nuestras palabras y acciones.
I. El Chisme: Una Ofensa Seria Ante Dios
El chisme es una ofensa seria ante Dios, y no debemos tomarlo a la ligera. En el versículo de hoy Dios nos da una orden directa. Esta prohibición es clara y contundente, y nos muestra que Dios aborrece el chisme porque es un ataque contra la unidad y la paz que Él desea para su pueblo. El chisme es una forma de maledicencia que daña tanto al que lo pronuncia como al que es objeto de él.
Dios nos llama a ser personas de verdad y de integridad, y el chisme es lo opuesto a estas cualidades. Proverbios 18:8 nos recuerda: “Las palabras del chismoso son como bocados suaves, Y penetran hasta las entrañas.” Esto significa que el chisme tiene un poder destructivo que afecta no solo a quien es objeto de él, sino también a quienes lo escuchan y lo repiten. El chisme crea divisiones, malentendidos y enemistades, y va en contra del mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
a. El Chisme como una Forma de Traición
El chisme es una forma de traición, ya que implica hablar mal de alguien a sus espaldas, sin darle la oportunidad de defenderse o explicar su situación. Es una violación de la confianza y de la lealtad que deberíamos tener hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Cuando chismeamos, estamos actuando como traidores, dañando la reputación de otros y sembrando discordia en la comunidad.
En la Biblia, vemos ejemplos de cómo el chisme ha causado grandes estragos. Uno de los ejemplos más claros es el de José y sus hermanos en Génesis 37. Los hermanos de José, movidos por la envidia y el resentimiento, hablaron mal de él y lo vendieron como esclavo.
Este acto de traición fue el resultado de un chisme que se propagó entre ellos y que tuvo consecuencias devastadoras para toda la familia. Este relato nos muestra cómo el chisme puede llevar a la traición y al pecado, alejándonos de la voluntad de Dios.
El chisme también es una forma de traición porque rompe la confianza que debería existir entre los miembros de la comunidad cristiana.
Cuando chismeamos, estamos demostrando que no valoramos la dignidad ni la reputación de los demás, y esto destruye la unidad que Dios desea para su pueblo. Por eso, debemos estar atentos a nuestras palabras y evitar caer en la trampa del chisme, sabiendo que estamos llamados a ser fieles y leales unos a otros.
b. La Visión de Dios Sobre el Chisme
Dios ve el chisme como un pecado grave porque socava la unidad y el amor en su pueblo. Santiago 4:11 nos advierte que no debemos hablar mal unos de otros, recordándonos que nuestras palabras tienen poder, y que debemos usarlas para edificar y no para destruir. El chisme es un ataque contra el carácter de Dios, quien es verdad, amor y unidad.
La visión de Dios sobre el chisme es clara: Él lo aborrece. En Proverbios 6:16-19, se nos da una lista de siete cosas que Dios odia, y entre ellas está “el que siembra discordia entre hermanos“. El chisme es precisamente eso: una semilla de discordia que crea divisiones y enemistades. Dios, quien es amor y unidad, no puede tolerar algo que sea tan destructivo para su pueblo.
Dios nos llama a ser personas de integridad, que hablan la verdad con amor y que buscan la paz y la unidad en todas nuestras relaciones. Esto significa que debemos evitar el chisme a toda costa y esforzarnos por ser personas que edifican y no destruyen, que unen y no dividen. Al hacerlo, estamos reflejando el carácter de Dios y viviendo de acuerdo con su voluntad.
c. Las Consecuencias del Chisme en la Comunidad
El chisme tiene consecuencias devastadoras en la comunidad. Cuando permitimos que el chisme prospere, estamos creando un ambiente de desconfianza y división. La gente comienza a sospechar unos de otros, y la unidad que debería caracterizar al cuerpo de Cristo se desmorona. En lugar de trabajar juntos para edificar el Reino de Dios, la comunidad se consume en conflictos internos y disputas.
La Biblia nos enseña que somos un solo cuerpo en Cristo, y que cada uno de nosotros tiene un papel importante que desempeñar (1 Corintios 12:12-27). Cuando permitimos que el chisme nos divida, estamos debilitando todo el cuerpo. Estamos impidiendo que la iglesia funcione como debería, y estamos frustrando los planes de Dios para nuestra comunidad. El chisme es como un cáncer que se extiende y destruye todo a su paso, y es nuestra responsabilidad como creyentes detenerlo antes de que cause más daño.
El impacto del chisme en la comunidad también se ve en la pérdida de la confianza. Cuando las personas chismean, se vuelve difícil confiar en ellas. Esto crea un ambiente en el que las personas se sienten inseguras y desconfiadas, y donde las relaciones se vuelven superficiales y frágiles. Sin embargo, Dios nos llama a ser personas de integridad, que hablan la verdad con amor y que edifican a los demás con sus palabras. Efesios 4:15 nos dice: “sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo…“
Ahora que hemos examinado la seriedad del chisme y sus devastadoras consecuencias en la comunidad, es crucial que entendamos cómo la Biblia describe a aquellos que lo practican y las consecuencias que enfrentan.
II. La Biblia y las Personas Chismosas
La Biblia es clara en su condena del chisme y de las personas que lo practican. Dios no solo aborrece el chisme, sino que también advierte sobre las consecuencias que enfrentan aquellos que se involucran en esta práctica destructiva. Como cristianos, debemos prestar atención a estas advertencias y hacer todo lo posible por alejarnos del chisme, sabiendo que estamos llamados a vivir en santidad y pureza ante Dios.
El chisme es descrito en la Biblia como una forma de maldad que corrompe a quienes lo practican y daña a quienes son objeto de él. Es un pecado que destruye relaciones, crea enemistades y aleja a las personas de Dios. En varios pasajes, se nos advierte que los chismosos no tienen lugar en el Reino de Dios, ya que su comportamiento es contrario a la naturaleza de Cristo y al llamado que tenemos como sus seguidores.
a. El Carácter de los Chismosos
La Biblia describe a los chismosos como personas de carácter perverso, que buscan dividir y destruir en lugar de edificar y unir. En Romanos 1:29-30, el apóstol Pablo menciona a los chismosos junto con otros pecadores que son dignos de muerte, mostrando la gravedad de este pecado. Esto nos deja claro que el chisme no es solo una falta menor o un mal hábito, sino un pecado serio que ofende a Dios y daña a su pueblo.
Los chismosos son personas que carecen de integridad y que no valoran la verdad ni la unidad. Prefieren sembrar discordia y malentendidos en lugar de buscar la paz y la reconciliación. En 2 Corintios 12:20, Pablo expresa su preocupación de que, al visitar la iglesia de Corinto, encuentre “contiendas, envidias, iras, divisiones, murmuraciones, detracciones, soberbias, desórdenes“. Aquí vemos que el chisme está asociado con otros pecados que causan división y caos en la iglesia, y que los chismosos son personas que contribuyen a estos problemas.
El carácter de los chismosos también se revela en su falta de amor por el prójimo. El chisme es un acto egoísta que busca elevarse a uno mismo a expensas de los demás. No tiene en cuenta el daño que causa a las personas de las que se habla, ni el impacto que tiene en la comunidad en general. Pero como cristianos, estamos llamados a amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos.
Esto es algo que el Señor nos dice claramente en Mateo 22:39: “…Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Hermanos, esto significa que debemos rechazar el chisme y esforzarnos por hablar palabras que edifiquen y bendigan a los demás.
b. Las Consecuencias Eternas para los Chismosos
La Biblia no solo nos advierte sobre las consecuencias temporales del chisme, sino también sobre las consecuencias eternas que enfrentan aquellos que practican este pecado. En Apocalipsis 21:8, se nos dice claramente que los mentirosos, entre otros, tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte. Esto incluye a los chismosos. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque el chisme es una forma de mentira que distorsiona la verdad y daña a los demás.
Esta advertencia nos muestra que el chisme no es un pecado que podamos tomar a la ligera. Tiene consecuencias eternas, y aquellos que se niegan a arrepentirse de este pecado enfrentarán el juicio de Dios. Pero también nos muestra la importancia del arrepentimiento y de buscar la gracia de Dios. A través del arrepentimiento, podemos ser perdonados y liberados de las consecuencias eternas del chisme, y podemos comenzar a vivir en integridad y verdad.
Las consecuencias eternas para los chismosos también se ven en su separación de Dios. El chisme es un pecado que nos aleja de Dios, ya que es contrario a su naturaleza y a su voluntad para nuestras vidas. En 1 Juan 1:6, se nos dice que si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad. Esto significa que no podemos tener una relación genuina con Dios mientras practicamos el chisme, ya que este pecado crea una barrera entre nosotros y Él.
c. El Llamado al Arrepentimiento
Dios no desea que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Esto incluye a los chismosos. Aunque el chisme es un pecado grave, Dios nos ofrece la oportunidad de arrepentirnos y de ser restaurados a una relación correcta con Él. El arrepentimiento implica un cambio de corazón y de conducta, donde renunciamos al chisme y nos comprometemos a vivir en integridad y verdad.
Arrepentimiento también implica buscar la reconciliación con aquellos a quienes hemos herido con nuestras palabras. En Mateo 5:23-24, el Señor nos enseña que si estamos trayendo nuestra ofrenda al altar y recordamos que nuestro hermano tiene algo contra nosotros, debemos dejar nuestra ofrenda y reconciliarnos primero con nuestro hermano. Esto nos muestra que la reconciliación es una parte esencial del arrepentimiento, y que no podemos estar en paz con Dios mientras estamos en conflicto con nuestros hermanos y hermanas.
Finalmente, el arrepentimiento nos lleva a una vida de santidad y pureza, donde buscamos honrar a Dios en todas nuestras palabras y acciones. Al arrepentirnos del chisme y comprometernos a vivir en integridad, estamos reflejando el carácter de Cristo y cumpliendo con su llamado a ser luz en un mundo de oscuridad. Que todos nosotros tomemos en serio este llamado al arrepentimiento y busquemos la gracia y la misericordia de Dios en nuestras vidas.
La visión bíblica sobre las personas chismosas nos desafía a examinar nuestras vidas y a arrepentirnos de cualquier participación en este pecado. Ahora que entendemos la gravedad del chisme y sus consecuencias eternas, es crucial que tomemos medidas prácticas para erradicarlo de nuestras vidas.
III. Cómo Matar el Chisme en Nuestras Vidas
El chisme es un enemigo furtivo que puede infiltrarse en nuestras vidas sin que nos demos cuenta. Es fácil caer en la tentación de compartir una historia jugosa o de participar en una conversación que no es edificante. Sin embargo, como cristianos, estamos llamados a “matar” el chisme en nuestras vidas y a erradicarlo de nuestras comunidades. Esto requiere una acción intencional, un compromiso firme y una dependencia total en el Espíritu Santo para guiarnos y ayudarnos.
Matar el chisme no es solo una cuestión de evitar ciertas palabras o conversaciones. Es un cambio profundo de corazón y de mente, donde decidimos vivir de acuerdo con los principios de Dios y no con los estándares del mundo. Es una decisión diaria de elegir la verdad sobre la mentira, la edificación sobre la destrucción y la unidad sobre la división.
a. Renovando Nuestra Mente
La renovación de la mente es clave para matar el chisme en nuestras vidas. Por eso, en Romanos 12:2, el apóstol Pablo nos exhorta a no conformarnos a este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente.
Esto significa que debemos cambiar la forma en que pensamos sobre el chisme y sobre cómo usamos nuestras palabras. En lugar de ver el chisme como algo inofensivo o inevitable, debemos verlo como un pecado grave que debemos evitar a toda costa.
Renovar nuestra mente implica llenar nuestros pensamientos con la Palabra de Dios y permitir que sus verdades guíen nuestras conversaciones. Filipenses 4:8 nos exhorta a pensar en todo lo que es verdadero, honesto, justo, puro, amable y de buen nombre. Al meditar en estas cosas, estamos entrenando nuestras mentes para rechazar el chisme y para hablar palabras que edifiquen y bendigan a los demás.
La renovación de la mente también implica un cambio en nuestra perspectiva sobre los demás. En lugar de ver a las personas como objetos de chisme, debemos verlas como seres creados a imagen de Dios, dignos de respeto y amor. Al adoptar esta perspectiva, nos será más fácil resistir la tentación de chismear y más fácil hablar palabras de vida y verdad.
b. Guardando Nuestro Corazón
El corazón es la fuente de nuestras palabras, y por eso es crucial que lo guardemos con diligencia. Proverbios 4:23 nos instruye: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” Si nuestro corazón está lleno de resentimiento, celos o enojo, será difícil resistir la tentación de chismear. Pero si nuestro corazón está lleno del amor de Dios, nuestras palabras reflejarán ese amor y serán para edificación y bendición.
Guardar nuestro corazón implica estar atentos a lo que permitimos que entre en él. Esto significa ser selectivos con lo que vemos, escuchamos y leemos, asegurándonos de que estas cosas nos acerquen a Dios en lugar de alejarnos de Él. También implica estar dispuestos a perdonar y a dejar ir las ofensas, en lugar de permitir que el resentimiento se enraíce en nuestro corazón y nos lleve a hablar mal de los demás.
Guardar nuestro corazón también requiere una dependencia continua del Espíritu Santo. Necesitamos su ayuda para identificar y eliminar cualquier cosa en nuestro corazón que pueda llevarnos a chismear. Al confiar en Él y permitir que nos guíe, podemos mantener nuestro corazón puro y nuestras palabras alineadas con la voluntad de Dios.
c. Edificando una Comunidad Libre de Chisme
Una de las formas más efectivas de matar el chisme es hacerlo juntos, como una comunidad. Dios nos ha llamado a ser parte de una familia de fe, donde nos apoyamos mutuamente en nuestro caminar con Él. Al trabajar juntos para vencer el chisme, podemos crear un ambiente donde la verdad, el amor y la unidad prosperen.
Edificar una comunidad libre de chisme requiere un compromiso colectivo de hablar la verdad en amor y de corregirnos unos a otros con humildad y gracia. Esto significa estar dispuestos a confrontar el chisme cuando lo vemos y a ofrecer apoyo y oración a aquellos que luchan con este pecado. También significa ser un ejemplo de integridad en nuestras propias vidas, demostrando con nuestras acciones que tomamos en serio la palabra de Dios y que estamos comprometidos a vivir según sus principios.
La comunidad también juega un papel importante en la renovación de nuestra mente y en la protección de nuestro corazón. Al rodearnos de personas que comparten nuestro compromiso de vivir en santidad, podemos animarnos mutuamente a resistir la tentación del chisme y a hablar palabras que edifican y bendicen a los demás. Al apoyarnos unos a otros en este camino, podemos matar el chisme y ser un testimonio de la gracia transformadora de Dios en nuestras vidas.
Aplicación
Matar el chisme en nuestras vidas es una tarea que requiere acción, compromiso y la ayuda del Espíritu Santo. No podemos permitir que el chisme siga causando daño en nuestras vidas y en nuestras comunidades. Debemos comprometernos a ser personas que hablan la verdad en amor, que edifican a los demás con sus palabras y que protegen la unidad de la iglesia. Esto significa que debemos estar vigilantes en nuestras conversaciones, asegurándonos de que nuestras palabras sean para edificación y no para destrucción.
Es fundamental que reconozcamos el chisme como un pecado grave ante Dios y que tomemos medidas para erradicarlo de nuestras vidas. Esto requerirá un corazón transformado por el Espíritu Santo y una comunidad que nos apoye en nuestro compromiso de vivir en integridad y verdad. Al comprometernos a vivir según estos principios, podemos ser instrumentos de paz y unidad en nuestras comunidades, y podemos ayudar a otros a hacer lo mismo.
Al reflexionar sobre el peligro del chisme, recordemos las palabras de Levítico 19:16 y las advertencias que Dios nos da sobre este pecado. Que estas palabras nos impulsen a tomar en serio el poder de nuestras palabras y a usarlas para el bien, para la edificación, y para la gloria de Dios. Que seamos conocidos como personas que hablan con gracia, amor y verdad, reflejando el carácter de nuestro Señor en todo lo que decimos.
Conclusión
El chisme es un pecado que tiene el potencial de destruir vidas, relaciones y comunidades. Sin embargo, no estamos sin esperanza. Dios nos llama a ser personas de integridad y verdad, y nos da las herramientas necesarias para vencer el chisme en nuestras vidas. A través de la renovación de nuestra mente, la protección de nuestro corazón y el apoyo de una comunidad de fe, podemos matar el chisme y vivir en la plenitud de la vida que Dios nos ha prometido.
El chisme es una tentación que todos enfrentamos, pero no estamos solos en esta lucha. Dios nos ha dado su Espíritu Santo para guiarnos y fortalecernos, y nos ha dado su Palabra para enseñarnos y corregirnos. Al depender de Él y al comprometernos a vivir en santidad, podemos vencer el chisme y ser un testimonio de la gracia y el poder de Dios en nuestras vidas.
En este sermón, hemos explorado qué es el chisme para Dios, qué dice la Biblia sobre las personas chismosas, y cómo podemos matar el chisme en nuestras vidas. Ahora es el momento de actuar. No permitamos que el chisme siga causando daño en nuestras vidas y en nuestras comunidades. Comprometámonos a ser personas que hablan la verdad en amor, que edifican a los demás con sus palabras y que protegen la unidad de la iglesia. Que nuestras vidas reflejen el carácter de Cristo en todo lo que decimos y hacemos, y que seamos conocidos como personas de integridad, verdad y amor.
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