La convicción te mueve

Ricardo Hernández

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Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: La convicción te mueve

Introducción

Por lo que aprendemos en los estudios bíblicos sabemos que Dios escudriña el corazón. De manera que no ve lo que hacemos solamente, sino que también tiene en cuenta el propósito del corazón.

Por lo tanto, cuando dos creyentes ofrecen el mismo servicio a Dios, es posible que uno de ellos lo ofrezca sinceramente y el otro no. Allí está la razón por la cual algunos son bendecidos y otros no.

En muchísimos sermones escuchamos que el pecado es la violación de la ley de Dios. Y ésta ha sido grabada en la conciencia.

“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” Romanos 1:20.

De manera que sin convicción y sin arrepentimiento no hay salvación, pues esto es imprescindible.

Leamos la palabra de Dios

Hebreos 11:1-5 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”.

Convicción

Todo creyente regenerado en Cristo ha sido tocado antes en su conciencia por el Espíritu Santo, que le ha convencido de pecado. Y luego le ha concedido el privilegio de dolerse por este pecado, para después revelarle la palabra de Dios que le quitará la carga del pecado.

Es un proceso interior. Es decir, en el espíritu, hecho por Dios Espíritu Santo. Y que “por gracia sois salvos por medio de la fe”, y “la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios”, pues “el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo” 1 Juan 5:10.

En la convicción de pecado el Espíritu nos redarguye

En el creyente verdadero, la Biblia es la regla de vida, y la autoridad que rige la conciencia. Como dijo Martín Lutero: “A menos de que se me convenza por las Escritura o por recta razón, ya que papas y concilios a menudo han errado, yo estoy atado por la Biblia y mi conciencia es cautiva de la palabra de Dios.”

Por esto, la ley escrita es muerta si no está escrita en el corazón para que la conciencia de cada uno mande mandar y determine lo que es pecado y lo que no es, pero lo que es seguro.

Es que para obtener la salvación, la conciencia del creyente, como decía Lutero, siempre debe estar atada a la Escritura, y su conformidad se perfecciona según el conocimiento de la palabra de Dios, y no hay otra forma verdadera de seguir a Dios.

En los estudios bíblicos vemos también que hay otras formas de seguir a otro dios que son carnales, engañosas y diabólicas, pues siguen a un cristo falso cuyos caminos son de destrucción.

Estar seguro de lo que cree

La convicción es estar seguro de lo que cree, como Abraham cuando fue a ofrecer su hijo, pues sabía que Dios lo iba a resucitar, por cuanto

“Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir” Hebreos 11:17-19

La convicción es estar firme como Daniel en orar a Dios aunque lo echaran a los leones, para finalmente decir:

“Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo” Daniel 6:22

La convicción es la posición que toma la mente persuadida de lo que cree.

La convicción implica una madures espiritual como la que escuchas en los sermones, o aprendes en los estudios bíblicos, esa madurez que no se deja engañar como niño.

“para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” Efesios 4:14-15

Es confianza en lo que somos y seremos frente a Dios, y “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo” 1 Juan.4:17, y por lo tanto defiende lo que cree.

El fruto de nuestra convicción

También el servicio a Dios debe ser el fruto de nuestra convicción, de una fe no fingida, “porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” Hebreos 11:6,  entonces seremos movidos por la convicción y no por el egoísmo de la conveniencia.

El creyente egoísta, aquél que solamente busca su propia conveniencia o comodidad, busca ventajas para sí mismo y actúa por interés. Por lo que siempre busca lo más fácil, los sermones más suaves, los pastores más agradables/ Porque busca lo que le agrada a él y no lo que agrada a Dios, y por eso el Señor nos advierte que:

“teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” 2 Timoteo 4:3-4

Y eso los lleva a cambiar de congregación según las circunstancias.

Hombres de convicción

Los grandes héroes de fe del Antiguo Testamento fueron hombres de convicción y de ninguna manera buscaron su conveniencia, realmente buscaron la voluntad de Dios: Noé, Abraham, José, Moisés, Josué, Caleb, Gedeón, Samuel, David, Daniel, pero somos nosotros quienes deberíamos preguntarnos si servimos a Dios por convicción o por conveniencia.

¿Obedecemos al evangelio porque creemos de todo corazón en Cristo y Su evangelio? ¿Obedecimos por qué queríamos la limpieza de los pecados, ¿Seguimos fieles en el Señor siempre, o solamente hasta que haya problemas en la iglesia?.

¿Condenamos las prácticas mundanas con imparcialidad, o solamente hasta que nos afecte personalmente o nuestros hijos lleguen a ser mundanos? Pues el Señor nos dijo: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad” 1 Timoteo 5:21, recordando siempre que la religión de conveniencia es religión falsa.

Compromiso con  Dios

La convicción que tengamos en Dios, como dicen los estudios bíblicos, es lo que nos llevará a comprometernos con Dios, ya que nadie se compromete si primero no está convencido de estar en el camino correcto, y el compromiso es el que producirá lo necesario para permanecer y realizar en el Señor nuestros propósitos, y de esto hablaba Pablo cuando dijo: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1:6.

El sermón de hoy nos enseña que si tengo una convicción en Dios, tendré un compromiso con el Señor, y esto es tener una responsabilidad y obligación para con Él. Por esto es que se conoce de lo que estoy convencido conforme con el compromiso que adquiero.

Así como la convicción del amor a una mujer lleva a un compromiso matrimonial, la confianza en mí salvación me genera el compromiso de vivir como Dios pide, y lo mismo sucede con el servicio a Dios, si estoy convencido me comprometeré a servirlo de todo corazón.

Una obligación voluntaria

El compromiso es una obligación voluntaria, y en la vida en Cristo, sin compromiso no se llega a nada, pero cuando adquiero un compromiso debo tener constancia en lo que hago, por lo que debemos adquirir obligaciones que nos lleven a ser constantes y perseverantes en propósito hasta terminar la obra a la que el Señor nos llamó

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” Filipenses 3:12.

Por eso, para crecer hay que hacer, ya que el premio se encuentra al terminar y no en el principio; tener convicción y compromiso es comenzar algo. Es avanzar en eso, y terminarlo. Pero no se puede terminar y menos continuar, si no tenemos clara la meta.

Dios es un Dios de metas

Dios es un Dios de metas, por lo que el hecho de no llegar a algo todavía no quiere decir que no debemos seguir avanzando en el camino que el Señor nos marcará. Y en los estudios bíblicos que son los que nos hacen conocer más al Señor.

El Señor nos forma a través del compromiso de ser constantes en medio de las pruebas y adversidades. Pues somos formados a la imagen de Cristo cuando llega el momento en que se prueba nuestra convicción. Pensando como Pablo que:

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” Gálatas 2:20.

El amor se prueba cuando se soporta por otros

El amor se prueba cuando se soporta por otros, y no en medio de los besos o abrazos de los hermanos o pastores. Por eso Dios nos forma en el trabajo de grupo al tener compromiso en lo que hemos creído. Para proseguir en medio de tormentas y a pesar de los problemas, ofrecer y no demandar.

Pablo permaneció en la iglesia a pesar de la persecución, y las persecuciones llegan solas, no hay que buscarlas; Pablo pudo haber dicho que no seguía, pero siguió alcanzando las metas, y en vez de rendirse dijo:

“He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Filipenses 4:11-13.

Y a vivir contento en medio de cualquier situación se aprende. Debemos aprender que se puede ser feliz en la escasez y en la abundancia, en la prueba y en la bendición. Si aprendemos esto:

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?, 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro Romanos 8:35, 37-39.

Conclusión:

Permanecerás en la congregación según tu convicción. Pues cuando estás convencido de algo, seguramente te comprometerás con la iglesia y sacarás lo mejor que hay en ti.

Si crees realmente en el llamado que Dios te ha hecho, comprométete a cumplirlo. Y mientras vas en el camino, Dios te formará como Él quiere y como tú necesitas ser para agradarle.

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Autor
Ricardo Hernández
Soy Ricardo Hernández, un apasionado estudiante de la Palabra que busca inspirar a otros a renovar su mente en Cristo. En un mundo que nos impulsa a conformarnos a sus valores, siento el llamado de guiar a mis hermanos y hermanas a una transformación profunda, basada en la verdad de Dios.

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