Reflexiones Cristianas
Reflexiones Cristianas… Lectura Biblica: Mateo 11:28-30
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
INTRODUCCIÓN
Una cosa es clara en nuestra vida cristiana: se trata de una vida de continua lucha del bien contra el mal; de nuestras tendencias al mal contra la invitación de Cristo a tomar la cruz y seguirle, de imitarlo haciendo el bien. Y como es una batalla continua y muy exigente, es normal que de repente flaqueen nuestras fuerzas.
Pero Jesús también pensó en nosotros, en esos días en que la lucha por la santidad nos pareciera demasiado ardua y cuesta arriba o en las ocasiones en que los errores o fracasos nos desanimaran. Por eso un día nos invitó a acercarnos a Él y dijo: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11: 28)
Nuestra cruz
Nuestra cruz es como una huella digital que nos distingue y con la que nos identificamos porque es personal, única e intransferible. Nuestra cruz es tan original como nosotros mismos, de tal manera que a cada uno le pesan y le molestan cosas diferentes.
Hay quienes se quejan del frío, otros se quejan del calor, hay quienes desean un trabajo sedentario. Otros desearían dedicarse a algo más activo, hay quienes son más humildes por personalidad y otros más altaneros. Hay quien puede ser más compartido y empático de manera espontánea y por tanto les cuesta menos la generosidad. Sin embargo, hay también quien es más propenso al egoísmo, a mirar sólo por su propio interés y, por tanto, para él, ser empático y generoso es una cruz muy pesada.
Y así, en ese proceso de cargar con nuestra cruz de cada día, va llegando el cansancio, el tedio, el agobio. Pudiera ser que la motivación se vea cada vez más empolvada, menos brillante, menos intensa. Allí es donde nace primero la queja: ¡Uf, qué fastidio, ya me cansé!
¿Por qué tiene que tratarse siempre de la lucha y el esfuerzo? ¿Qué no hay manera de hacer una tregua, de levantar la banderita blanca y salir de la trinchera a relajarnos un rato? ¿Por qué tiene que ser tan intensa la vida cristiana?
Y ya que está sembrada la queja, entonces nos asalta la pregunta típica que utiliza el diablo para tentarnos: ¿valdrá la pena ese esfuerzo diario? ¿No me merezco unas vacaciones espirituales?
Allí es donde nos damos cuenta que la vida cristiana es una vida de compromiso, que es más parecida a una maratón que a una carrera de velocidad. Es una carrera larga y de resistencia.
El esfuerzo continuo
Pero Jesús no es ciego a esta realidad, Él sabía que el esfuerzo continuo podría agotar poco a poco nuestro entusiasmo, por eso nos invita a acercarnos a Él, por la oración, por la lectura y el conocimiento de su Palabra. No nos invita a tirar la cruz, a dejar de luchar o a rendirnos para descansar.
Más bien quiere que lo veamos a Él, que aprendamos cómo lleva su cruz sin quejarse, sin rebelarse; cómo lleva mansamente la cruz, como oveja llevada al matadero (Isaías 53: 7). Nos invita a cargar su yugo, que es llevadero. Nos invita a llevar su carga, porque es ligera. Cuando nos rebelamos y nos quejamos de nuestra carga quiere decir que no estamos siendo humildes y agradecidos.
En lugar de decir: “¡Uf, qué calor!”, deberíamos agradecer a Dios por el Sol, por poder ir por la calle y no estar amarrado a una cama, agradecerle por estar vivos. Es esa actitud de humildad y sencillez de la que habla Cristo y que nos hará más llevaderas las dificultades.
CONCLUSIÓN
Hemos de abrazar nuestra cruz y todos los compromisos de nuestra fe, con la confianza de que Dios siempre está a nuestro lado, “no se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Fortalece a quien está cansado, acrecienta el vigor del exhausto. Se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan” (Isaías 40:30-31)
Todo lo puedo en Jesús que me conforta, que nos ofrece una carga ligera y un yugo llevadero. Por eso me preparo para la lucha de toda la vida, pero me protejo con la armadura de Dios (Efesios 6: 13-17), aunque con la confianza de que la batalla está ganada.
© Miguel Angel Robles. Todos los derechos reservados.