Predicas Cristianas
Prédica de hoy: Amar la disciplina
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Proverbios 12:1
Introducción
Enamorarse del estudio, del trabajo y del esfuerzo es una de las mejores decisiones que una persona puede tomar en la vida. Amar la disciplina, apropiarse de la instrucción y seguirla aunque cueste, son parte de los valores que el Señor enseña en su palabra.
El mundo, en cambio, hace famosos a los “atajos” qué resultan en trampas, estafas y demás. ¿Es realmente exitoso el qué más tiene, aunque lo consiga de forma ilícita?
¿Vale la pena tomar el camino corto para llegar mas rápido? Aquello qué se aclama y aplaude afuera, no es lo qué Dios quiere para nosotros, él nos encomienda esforzarnos, ser valientes y confiar en ir a contracorriente.
A nadie le gusta escuchar qué para lograr sus metas debe deconstruir su manera de aprender y entender el mundo. No todos están preparados para hacer de la disciplina un pilar fundamental de su vida, y sin embargo es un principio indispensable para caminar de la mano con el Padre.
I. Amar la disciplina – Aceptar y aprender del error
1. No hay hombre que nunca peque (Eclesiastés 7:20)
Pensar qué amar la disciplina implica jamás equivocarnos, es no haber entendido la verdadera enseñanza. Es muy probable qué tengamos qué equivocarnos varias veces para poder amar la instrucción, para internalizarla y practicarla sin reproches.
Aunque intentemos ser justos, agradar a Dios y seguir sus mandamientos, estamos expuestos a un mundo donde el pecado acecha por todas partes. Constantemente buscamos la santidad y el perdón, el amor del Señor y su compasión, pero debemos recordar qué esto solo puede recibirse a través de la gracia. Esto significa qué realmente no hay hombre en la tierra qué esté libre de pecado y aún así Jehová nos recibe en su casa.
Podemos equivocarnos, pero debemos aceptar y aprender de ese error para no hacerlo mas. Podemos mirar el pecado y arrepentirnos, sabiendo qué es piedra de tropiezo en nuestras vidas y estar atentos para no dejar qué nos haga caer otra vez.
2. Da frutos apacibles de justicia (Hebreos 12:11)
Entender nuestro error y corregirlo es un proceso no muy agradable. Algunas veces el pecado lleva tantos años cómo hábito qué se ha encarnado de manera muy profunda. La disciplina y la voluntad junto a la presencia de Dios, son urgentes para qué en ese proceso no hayan decaídas terribles.
Lo importante es recordar qué ese camino no es en vano, y qué al recorrerlo estamos construyendo una mejor versión de nosotros, mas agradable para Jehová y con frutos de paz y justicia asegurados.
La justicia yace en esa honestidad frente a las circunstancias. ¿Cuantas veces nos hemos equivocado y preferimos ignorarlo? La repercusión puede ser caótica, siempre es mejor rectificar.
3. Disciplina es claridad (Proverbios 4:19)
Amar la disciplina no solo es un camino seguro para corregir errores, sino también una luz para saber por donde ir.
En el libro de proverbios se explica qué el pecador camina por tinieblas y no sabe ni siquiera con qué se tropieza. Quizá nosotros alguna vez también hayamos estado en esa situación, más quién prefiere reconocer su equivocación y transformarse, se encuentra alumbrado por Jehová y su misericordia.
Encontrar el esfuerzo como algo querible, aceptar el sacrificio y hacerlo parte de nuestra cotidianeidad, nos aclara y nos guía. Pues Dios ve a través de esas acciones y mas que nunca se manifiesta en nuestras vidas.
Nos regala un propósito, una misión, un lugar a dónde ir. ¿Cuántos pierden el sentido de vivir? Cuando Dios nos ha centrado, nada puede ser capaz de desviarnos.
II. Amar la disciplina – ¿Cómo ser disciplinados para Jehová?
1. Regocijarse en los mandamientos (Salmos 119:47)
No solo debemos practicar la disciplina, sino amarla para qué sea parte de nuestras vidas. Como quién va a la iglesia pero además ama ir, escucha con atención y deja que lo aprendido trascienda en su día a día.
Debemos recibir la instrucción de Dios con regocijo, con alegría, aunque internamente no nos guste tanto. En éste esfuerzo nuestro corazón se va moldeando y poco a poco vamos convirtiendo nuestra vivencia en un regalo para Jehová.
Convencernos cada día de qué estamos haciendo el bien, metiéndonos de lleno, es mas reconfortante qué cualquier premio después abandonado en el olvido. Por ello, la recompensa de tanto esfuerzo es un amor incondicional.
Debe hacerse con pasión porque de lo contrario es mentira. Dios aborrece la mentira. Debe ser por completo pues Dios aborrece a los tibios. Debe ser con dedicación, como lo mas valioso qué tenemos.
2. Padecer por la justicia (1 Pedro 3:14)
Amar la disciplina para la honra de Cristo, significa estar dispuesto a padecer sus consecuencias. Sin embargo ésta debe ser una dicha para nosotros, un recordatorio de todo lo qué Jesús sufrió para salvar al mundo del pecado. De esto se trata la justicia.
Los qué hacen el mal también padecen pero a causa del pecado. Permanecen en esclavitud a la maldad, mientras no conviertan su alma a Dios, cualquier felicidad es ínfima y pasajera.
Es un privilegio poder sufrir a causa de nuestra salvación, pues esa incomodidad quiere decir qué estamos realmente involucrado con nuestro propósito.
3. Auto – Disciplina (1 Timoteo 4:7)
Lo llamamos Padre porque él nos enseña cómo a un hijo, nos creó y nos dio su camino para qué vivamos a través de él. No obstante debemos ser capaces de discernir aquello qué nos conviene ó no para agradar a Dios. Necesitamos aplicar auto-disciplina con lo qué Jehová ya nos ha enseñado.
Hay situaciones de tentación en la qué debemos pedir sabiduría, en dónde nuestra propia voz debe estar inspirada por Dios y sepamos el camino deseado.
Esto quiere decir qué además de ir a la Iglesia, leer la Palabra y entrenar constantemente nuestra fe para realizar nuestras labores, debemos ser disciplinados en nuestros pensamientos y sentimientos. Dónde solo Dios puede escuchar, en el silencio y el tumulto, debemos aspirar qué su amor se sostenga en nosotros.
Sí bien se nos ha entregado una familia qué nos acompaña, también debemos amar la disciplina en soledad, en intimidad donde solo somos Dios y nosotros. De forma autosuficiente, sabiendo qué somos capaces de ir mas allá.
Conclusión
Los placeres del mundo duran a penas un instante, la pasión por Cristo es un bello y noble sacrificio qué requiere disciplina pero dura para siempre. Se trata de ese “extra” qué nos diferencia en la multitud.
Debemos amar la disciplina sabiendo qué es un proceso de muchas escalas y sin punto final. Veremos sus frutos llenos de bendiciones pero a pesar de eso es preciso continuar, porque después de empezar, cualquier otra manera de vivir se vuelve insuficiente.
¿Qué puede satisfacer a un corazón qué ama el esfuerzo? El trabajo bien hecho para la honra de Dios. Saber qué nada puede detenernos y no dudar ante los imprevistos, pues sabemos qué una fuerza superior se encarga de qué todo se ajuste en el tiempo correcto.
Se necesita disciplina para ser parte de la obra de Dios. Jesús fue un gran disciplinado y cada apóstol tuvo qué comprometerse con él. Sin real compromiso es imposible alcanzar el éxito, incluso imposible conocer el amor, pues necesita de cuidados qué solo puede hacer quién está realmente involucrado con lo qué desea.
¿Qué deseamos?¿es agradable para Jehová? Entonces hagámoslo con esfuerzo y la recompensa será eterna.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.