¿Hasta cuándo, Señor? | Devocional Cristiano
Lectura bíblica: “¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristeza en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?” Salmo 13:1–2
Reflexión:
El salmista David escribió estas palabras en medio de una profunda angustia. No fue una oración adornada ni compuesta desde la calma. Fue un grito del corazón. Cuatro veces repite la misma pregunta: “¿Hasta cuándo?”. Era un clamor desde el cansancio, desde la sensación de abandono, desde una espera prolongada sin respuestas claras.
David sentía que Dios guardaba silencio. Percibía que su oración no pasaba del techo. Internamente, libraba una batalla entre su fe y su dolor. Sabía que Dios era fiel, pero no podía entender por qué tardaba tanto en responder. Su alma estaba inquieta. Sus pensamientos lo abrumaban. Su corazón estaba entristecido cada día.
Quizás tú también has estado ahí. Oras, pero no sientes respuesta. Lees la Palabra, pero no encuentras consuelo. Ves cómo las cosas empeoran y sientes que el enemigo está tomando ventaja. Y en tu interior, como David, se levanta esa misma pregunta: “¿Hasta cuándo, Señor?”
Pero lo que este salmo nos enseña es algo profundo. Aun en medio de la confusión, David siguió hablando con Dios. No se apartó. No abandonó la oración. Expresó su dolor, pero lo hizo delante del Señor. Esa es la clave: llevarle a Dios nuestra frustración en lugar de alejarnos por ella. Él no se ofende con nuestra sinceridad. Al contrario, Él se acerca al corazón quebrantado y escucha con ternura cada suspiro que sale de una fe herida, pero todavía viva.
Aplicación personal:
Si estás atravesando una temporada de silencio, de espera, o de incertidumbre, no permitas que el enemigo te convenza de que Dios se ha olvidado de ti. Dios sigue presente, incluso cuando no lo sientes. Él está obrando, aunque tus ojos aún no lo vean.
Hoy es un buen momento para hacer como David: abre tu corazón sin filtros. Dile a Dios exactamente cómo te sientes. No temas expresarle tu dolor, tus dudas, o tu cansancio. Pero hazlo desde la confianza, sabiendo que Él te escucha. Y mientras esperas, no dejes de orar. No dejes de buscar. Porque el Dios que pareció callar por un momento, hablará en el tiempo perfecto con respuesta y restauración.
Oración de cierre:
Señor, confieso que hay momentos en los que me siento olvidado. El silencio pesa, y mi alma se angustia. Pero hoy, como David, vengo a ti con mi dolor. No quiero alejarme, quiero acercarme más. Enséñame a confiar cuando no entiendo. Fortalece mi fe en medio de la espera. Y cuando llegue tu respuesta, que me encuentre aún creyendo. En el nombre de Jesús, amén.
Versículo para memorizar:
“¿Hasta cuándo, Señor, me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?”
(Salmo 13:1, Nueva Traducción Viviente)
Este devocional nos recuerda que la fe no siempre es entendimiento perfecto, sino perseverancia en medio del silencio. Cuando sentimos que Dios guarda silencio, no es porque se ha ido, sino porque está obrando en lo profundo. Y al final, veremos que nunca nos dejó solos, ni por un momento.