Yo Soy, no temáis

Mensajes Cristianos

Mensajes Cristianos.. Lectura Biblica: Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba.” (Juan 6:16-18)

El Señor permite que sus discípulos partan solos en medio de la noche, en una barca, cruzando el mar. Permite que ingresen en lo que para los judíos era la expresión del caos, el lugar del mal. Para la tradición judía, las grandes acumulaciones de agua con su bravura e inmensidad, eran lugares donde no había orden y reinaba el caos.

Es un símbolo claro de los problemas en nuestra vida, de las cosas que nos aquejan y nos sobrepasan. Numerosas son las ocasiones en que nos sentimos así, que los problemas nos sobrepasan como olas gigantescas, los enemigos nos atacan buscando desalentarnos, y a veces incluso lo logran. Las tentaciones también nos atacan, haciendo trastabillar nuestro espíritu.

En esas ocasiones es cuando nos sentimos lejos de Dios, que no está con su mano protegiéndonos. Tenemos esa tentación, de sentir que estamos en un lugar donde no nos llega el poder de Dios.

En esos momentos nos sentimos como los discípulos en la barca, que tuvieron miedo, temieron por sus vidas en medio de la tormenta.

Pero aquí es cuando el Señor aparece y les dice: “Yo soy; no temáis”. (Juan 6:20)

¡Qué palabras consoladoras! ¡qué expresión del poder de Dios! Que Cristo diga “Yo soy” es una afirmación de que Él es Dios. Esas palabras son el nombre de Dios que los judíos evitaban pronunciar, por respeto y por el segundo mandamiento de la Ley de Moisés.

En boca de Cristo significan “no temáis”. Soy Dios, soy el Hijo de Dios que vino al mundo a salvarlos, a protegerlos del mal. Estos problemas que tienes, no son más grandes que yo. No tienen más poder que yo. Por lo que si confían en mí y me siguen, nunca más andarán en tinieblas.

No busquemos al Señor por su poder

Lo que debemos evitar es la forma de pensar del mundo. ¿Cómo actúa el mundo? Si esta persona me conviene, me acerco a ella, y le muestro simpatía, porque puedo sacarle algún provecho. Algunos actúan así con Dios. Están cerca de Dios, o buscan estarlo más bien, sólo por ser beneficiados. Esta es una fe interesada, no verdadera, y no muestra verdadero amor.

“De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.” (Juan 6:26)

Jesús reprende a los que lo siguieron hasta el otro lado del mar, porque antes había multiplicado los panes. Éstos incluso lo buscaban para hacerlo rey. Claro, todos quieren tener cerca al que les da bienestar material.

Pero el Todopoderoso no vino al mundo a brindarnos eso. Buscar eso es tener un pensamiento material. Hay que trabajar, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para la vida eterna.

¿Cuál es esa comida? En la Palabra hallaremos el alimento suficiente para no zozobrar en medio de las tormentas. En ella hallaremos el consuelo y la paz, que no la brindan la estabilidad económica ni el éxito mundano.

En la Palabra encontraremos a aquél que la pronunció. A Cristo en poder que se acerca caminando sobre las aguas y nos dice: “No temáis”. ¿Qué temor tendremos si dentro de nuestro espíritu habita el amor del Hijo de Dios que nos da fuerzas  y acompaña?

“¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado”. (Juan 6:28-29)

Si esta es la obra de Dios, nos indica que la fe es el pilar sobre el que tienen que estar cimentadas nuestras obras. Debemos obrar por fe. Debemos obrar con la certeza de que el que está a nuestro lado acompañándonos es el mismo Dios que vino a salvarnos. El enviado a rescatarnos del pecado, que se entregó por nosotros, ¿podrá abandonarnos en nuestro momento más aciago?

Conclusión

No temamos a la tempestad. Puede haber tormentas en nuestra vida, pero si confiamos en las palabras de Cristo, veremos que Él está a nuestro lado diciéndonos: “No temáis, Yo soy.” Naveguemos con rumbo al reino de los cielos, que es el puerto seguro al que queremos llegar, y démosle gracias a Dios diariamente porque vino a rescatarnos para la vida eterna.

© Miguel Angel Robles. Todos los derechos reservados.

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