Guiados por el amor de Dios

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Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Guiados por el amor de Dios

Predica Cristiana Lectura Bíblica: 1 Juan 4:7-9

Introducción

En nuestra búsqueda de Dios, a menudo la fuerza impulsora inicial se centra en buscar el amor genuino. Reconocemos el engaño y la tiranía de los asuntos terrenales, solo encontrando la verdad en Su presencia. Sin duda, la afirmación “Dios es amor” se escucha con frecuencia, pero es posible que la percepción del amor por parte de las personas no coincida con el amor puro y auténtico que Él nos ofrece. En tales casos, en lugar de rendirnos, debemos seguir esforzándonos y dejarnos guiar por su amor.

Mientras confiamos en la razón para guiarnos en otros aspectos de la vida, abrazar a Dios significa estar dispuesto a aceptar algo más profundo, que trasciende nuestra comprensión. Este amor sobrenatural nos llama a estar abiertos a la transformación.

Experimentar el amor de la manera que Dios quiere es un proceso impulsado por la fe. Los que no tienen suficiente fe no pueden descifrar el mensaje de Jehová para ellos.

I. Guiados por el amor de Dios – Definición del amor

1. Amamos porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19)

El verdadero amor, que se origina en el Creador, es la esencia de nuestra existencia. El Señor ama Su creación y nos otorga el don del amor, permitiéndonos vivirlo y compartirlo. Acercarnos a Su presencia nos bendice con este amor sin límites, que se refleja en nuestras acciones y percepciones hacia los demás. Aceptar y priorizar el amor de Dios en nuestras vidas permite que ocurra esta transformación. Sin abrazar Su amor, amar genuinamente a los demás se vuelve prácticamente inalcanzable.

2. El amor como mandamiento supremo (Juan 15:12)

Comprometerse con Dios va mucho más allá de meras palabras o pretensiones. Después de todo, Dios es cualquier cosa menos superficial. En lugar de eso, Él pide acciones, hábitos consistentes y adherencia a Sus enseñanzas. Establece el orden porque el amor verdadero está organizado, algo que el mundo se esfuerza por comprender. Abrazar el amor requiere esfuerzo, y ese es a menudo el aspecto que muchas personas encuentran más difícil de aceptar, pero sigue siendo el más crucial.

Jesús reveló el último mandamiento del Padre: amar a los demás como Él nos ama (Juan 15:12). Esto significa amor intenso, inquebrantable, eterno, libre de interés propio. ¿Es fácil? No. ¿Pero es imposible? De nada.

Cuando este mandamiento sirve como el fundamento de nuestras vidas, comenzamos a comprender las expectativas de Dios tal como las transmitió Jesús. Puede ser desconcertante ofrecer la otra mejilla después de haber sido lastimado, pero la voluntad de Dios es amar a nuestros enemigos. Solo a través de la fe y el amor podemos lograr lo aparentemente imposible (Mateo 5:38-46) y distinguirnos como verdaderos hijos de Dios en lugar de seguir siendo parte del mundo.

3. Amor con Pasión (Efesios 5:2)

Dios demostró la esencia de la pasión al sacrificar a Su Hijo por nuestra salvación, un testimonio de la enorme profundidad de Su amor. Al adoptar una vida centrada en el Evangelio, espere desafíos y dificultades en Su nombre. Como aclara Filipenses 1:29-30, creer también significa sufrir. La pasión abraza estas aflicciones, confiando en que Dios nos sostiene de todo corazón. No sufrimos en vano.

Amar con pasión es saber que cualquier dolor soportado sirve al plan de Dios. Así como Jesús soportó penalidades para honrar el nombre del Padre, nosotros también debemos estar listos y dispuestos a hacer lo mismo. Esta es la esencia del verdadero amor y las enseñanzas de Su Palabra.

II. Guiados por el Amor de Dios – Resultados

1. El amor transforma (Colosenses 3:5-14)

Cuando un evento profundo toca nuestras vidas, inevitablemente nos cambia. Por ejemplo, la crianza de los hijos no deja a nadie inalterado después de varios años de criar a un hijo. Es una experiencia impactante que marca la diferencia.

De manera similar, el amor de Dios obra maravillas. Él nos transforma en nuevos seres. Al abrazar Su amor y sus enseñanzas, renunciamos al pecado; esto no es opcional, sino necesario.

La violencia, el odio, el resentimiento y el egoísmo no tienen lugar en nuestro amor por Dios. Debemos distanciarnos de todo lo que manche nuestro templo, permitiendo que nuestro espíritu se llene del Evangelio.

2. Todas las cosas obran juntas para bien (Romanos 8:28)

Cuando la fe conmueve nuestras almas y profundiza nuestro amor por el Padre, ganamos certeza de que todo se alineará para nosotros. Incluso en medio del sufrimiento, nuestras vidas son guiadas, protegidas y tienen un propósito.

Cuando nuestra fe nos impulsa hacia adelante y crece nuestro amor por el Padre, tenemos la certeza de que todo se arreglará para nosotros. Incluso frente a la adversidad, nuestras vidas siguen en curso, salvaguardadas bajo Su mirada vigilante, y cada paso que damos tiene un propósito.

A través del amor de Dios, se presenta ante nosotros una hoja de ruta clara, que guía cada una de nuestras decisiones. Conocerlo verdaderamente es comprender que solo en Su amor podemos vislumbrar Su gloria y su inmensidad.

Por eso nuestra pasión se transforma en alegría en lugar de angustia. En otras palabras, soportamos el sufrimiento con una sensación de felicidad. Nos envolvemos en Su amor, listos para aventurarnos dondequiera que Él nos lleve.

3. Ya no estamos solos (Mateo 28:19-20)

La palabra de Dios nos promete que Su amor trae esperanza infinita y gozo ilimitado. Tiene una calidez familiar y fraternal que recuerda nuestra infancia y que solo se fortalece. Su apoyo incondicional nos acompaña en la forma más pura imaginable.

¿Cuánto dura su amor? Podemos encontrar consuelo en saber que Él nunca nos abandona. La Biblia garantiza Su presencia hasta el fin del mundo, con su línea de tiempo bajo el control del Padre.

En contraste con los deseos y placeres terrenales, experimentamos los dones divinos de Dios. En un mundo donde prevalece la pérdida, Él permanece como la única y verdadera constante. Nuestro propósito aquí es perseguir Sus promesas y abrazar la salvación que Él ofrece. ¿Estamos listos?

Abrazar la guía de un amor tan genuino significa reconocer que la tristeza es simplemente una temporada y el dolor es pasajero, pero existe algo real y perdura para siempre.

En conclusión

Dios se asegura de que no queden cabos sueltos en los mensajes que nos transmite a través de Su Palabra. Nos enseña explícitamente que el amor es esencial; sin él, no hay sentido. Sin esta manifestación de Su presencia, pareceríamos objetos planos y sin vida. Su amor nos otorga profundidad.

Nuestro Padre celestial nos dirige hacia un amor apasionado que, a veces, puede ser doloroso, porque la pasión implica dolor. Sin embargo, nunca es en vano. Ser hijo de Dios nunca es una pérdida, porque aun en tiempos de sufrimiento, Su amor es la única fuerza que nos mantiene a flote.

Apoyado por una fe inquebrantable, Su amor es ilimitado, solo se expande. El amor de Dios no tiene límite; perdura mientras lo deseamos. Todo lo que se requiere es que alimentemos y vigoricemos este amor como el elemento más esencial de nuestras vidas, porque, de hecho, realmente lo es.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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