La oración y la regla de oro

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: La oración y la regla de oro

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: Mateo 7:7-12

Introducción

La vida, como bien sabemos, es un viaje lleno de altibajos, desafíos y pruebas. A veces, nos encontramos en medio de tormentas, luchando contra las olas, sintiéndonos perdidos y desorientados. Sin embargo, en medio de todas estas dificultades, tenemos un ancla inquebrantable en la que podemos depositar nuestra confianza, una luz guía que nos lleva a través de la oscuridad, y esa es nuestra fe en nuestro Señor Jesucristo.

La oración es una parte integral de esta fe. A través de la oración, podemos conectarnos con Dios, buscar su guía y encontrar consuelo y fortaleza. Pero, ¿qué tipo de oración espera Dios de nosotros? ¿Cómo debemos orar? En el sermón de hoy, Jesús responde a estas preguntas y nos ilumina sobre la importancia de la oración persistente.

Además, en nuestra relación con Dios, a veces podemos tener dudas o inseguridades. Muchos se preguntan: ¿Realmente Dios nos escucha cuando oramos? ¿Se preocupa por nuestras necesidades? ¿Está dispuesto a darnos lo que pedimos? Si estas preguntas o preocupaciones han pasado por tu mente, presta atención, porque en la lectura de la palabra de Dios de hoy, Jesús aborda estos aspectos y nos asegura la bondad de Dios en la oración.

Jesús nos presenta la Regla de Oro

Por último, pero no menos importante, Jesús nos presenta la Regla de Oro. Tal vez algunos se pregunten: ¿Qué es eso? Bueno, la Regla de Oro es el principio fundamental que debe guiar todas nuestras interacciones con los demás. En un mundo donde a menudo prevalece el egoísmo y la indiferencia, Jesús nos llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, a tratar a los demás con la misma amabilidad, respeto y compasión que nos gustaría recibir.

Queridos hermanos y hermanas, estos tres aspectos de nuestra fe: la oración persistente, la bondad de Dios en la oración y la Regla de Oro, no son simplemente principios abstractos o lecciones teóricas. Son verdades vivas y poderosas que pueden transformar nuestras vidas y las vidas de aquellos que nos rodean.

Así que, con corazones abiertos y mentes dispuestas, exploremos juntos estas enseñanzas de Jesús y veamos cómo podemos aplicarlas en nuestra vida diaria.

I. La Oración Persistente (versículos 7-8)

Estos versículos nos enseñan sobre la importancia de la persistencia en la oración. La oración no es un acto aislado, sino un diálogo constante y continuo con Dios. Aquí, Jesús nos anima a pedir, buscar y llamar, no una vez, sino una y otra vez. La insistencia, la constancia y la persistencia son clave en nuestra relación con Dios.

a. La Persistencia en la Oración

La oración constante es un tema recurrente en la Biblia. Como nos enseña Lucas 18:1: “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar“. Esta insistencia en la oración refleja la importancia de la constancia en nuestra relación con Dios. No es suficiente hablar con Dios una vez y luego olvidarnos de Él. Nuestra comunicación con Dios debe ser constante, continua e ininterrumpida.

b. La Promesa de Respuesta

Dios nos promete que si pedimos, buscamos y llamamos, recibiremos, encontraremos y se nos abrirá. Esta promesa se refleja en Jeremías 29:12-13: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” Dios es fiel a sus promesas. Si buscamos a Dios con todo nuestro corazón, Él se revelará a nosotros.

Aplicación

Entonces, ¿cómo podemos aplicar esta enseñanza en nuestra vida diaria? Primero, debemos esforzarnos por mantener una comunicación constante y continua con Dios. No basta con orar una vez al día o una vez a la semana. Debemos esforzarnos por mantener un diálogo continuo con Dios. Segundo, debemos confiar en las promesas de Dios. Si Dios promete que nos escuchará si lo buscamos, entonces debemos confiar en su palabra y buscarlo con todo nuestro corazón.

II. La Bondad de Dios en la Oración (versículos 9-11)

Aquí, Jesús nos enseña acerca de la bondad de Dios en la oración. Dios, como nuestro Padre celestial, siempre busca lo mejor para nosotros, al igual que un padre humano desea lo mejor para sus hijos. Cuando nos acercamos a Dios en oración, lo hacemos con la confianza de que Él es un Padre amoroso y generoso, dispuesto a darnos las cosas buenas que pedimos.

a. La Bondad de Dios

La bondad de Dios es un tema recurrente en la Biblia. Como dice Santiago 1:17: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Esta es una verdad fundamental de nuestra fe: Dios es bueno, y todas las cosas buenas provienen de Él. Cuando oramos, lo hacemos con la certeza de que Dios, en su bondad, escuchará nuestras oraciones.

b. El Don de Dios

Dios está dispuesto a darnos cosas buenas si las pedimos en oración. Esto se refleja en Juan 16:24: “Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa“. Dios no es un Padre ausente o indiferente. Él se preocupa profundamente por nosotros y desea darnos lo que necesitamos para vivir vidas llenas de alegría y propósito.

Aplicación

Entonces, ¿cómo podemos aplicar estas enseñanzas en nuestra vida diaria? Primero, debemos recordar siempre la bondad de Dios. Cuando enfrentemos dificultades o desafíos, debemos recordar que Dios es bueno y que todas las cosas buenas provienen de Él. Segundo, debemos tener la confianza de acercarnos a Dios en oración, sabiendo que Él desea darnos cosas buenas. Cuando oramos, debemos hacerlo con la confianza de que Dios escuchará nuestras oraciones y nos dará lo que necesitamos.

III. La Regla de Oro (versículo 12)

Este versículo nos enseña la Regla de Oro, un principio fundamental que debe guiar todas nuestras interacciones con los demás. Jesús nos presenta un principio ético esencial, no solo para los seguidores de Cristo, sino para todos los seres humanos.

El mensaje es sencillo pero profundamente transformador. Nos llama a ponernos en el lugar del otro, a considerar sus necesidades, sus sentimientos y sus aspiraciones con la misma seriedad con la que consideramos las nuestras. Esto significa que antes de decir o hacer algo que afecte a otra persona, debemos detenernos y preguntarnos: “¿Cómo me sentiría yo si me dijeran o hicieran esto?”.

a. El Amor al Prójimo (Mateo 22:39)

La Regla de Oro es esencialmente una exhortación al amor al prójimo. Como nos enseña 1 Juan 4:21: “Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.” Cuando practicamos la Regla de Oro, amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

b. La Ley y los Profetas

Jesús dice que la Regla de Oro es “la ley y los profetas”. Esto refleja la enseñanza de Levítico 19:18: ” No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.” La Regla de Oro es el corazón de la ley de Dios y resume todas las enseñanzas de los profetas.

Aplicación

Entonces, ¿cómo podemos aplicar la Regla de Oro en nuestra vida diaria? Debemos esforzarnos por amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esto implica tratar a los demás con amabilidad, respeto y compasión, tal como nos gustaría ser tratados.

También significa buscar el bienestar de los demás, al igual que buscamos nuestro propio bienestar. En nuestras interacciones diarias, ya sea en el hogar, en el trabajo o en la comunidad, debemos esforzarnos por vivir de acuerdo con la Regla de Oro.

Conclusión

Al explorar estos versículos, hemos aprendido acerca de la importancia de la oración persistente, la bondad de Dios en la oración y la Regla de Oro. Estos versículos nos enseñan a mantener un diálogo constante y continuo con Dios, a confiar en Su bondad y a tratar a los demás con amor y respeto.

La vida cristiana es un camino, y estos versículos nos proporcionan una brújula invaluable para ese viaje. Nos animan a seguir buscando a Dios, a confiar en Su bondad y a amar a los demás. A medida que avanzamos en nuestro camino, recordemos siempre pedir, buscar y llamar.

Recordemos siempre la bondad de Dios. Y recordemos siempre tratar a los demás como nos gustaría ser tratados. Si hacemos estas cosas, no solo creceremos en nuestra relación con Dios, sino que también seremos instrumentos de cambio en el mundo.

Que la enseñanza de Jesús en estos versículos se arraigue en nuestros corazones y se refleje en nuestras acciones diarias. Sigamos caminando juntos, con Dios a nuestro lado, siendo testimonios vivos de Su amor y gracia. ¡Que Dios los bendiga abundantemente en su caminar cristiano!

© José M. Vega. todos los derechos reservados.

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