El llamamiento de Mateo

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: El llamamiento de Mateo: Un Camino Hacia la Redención y la Transformación

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: Mateo 9:9-13

Introducción

Queridos hermanos y hermanas, nos hemos congregado hoy, unidos en espíritu y en fe, para sumergirnos en las profundidades de la palabra de Dios. En esta ocasión, nuestro viaje nos lleva a un pasaje que resplandece con una luz especial, un relato que nos habla directamente al corazón y al alma. Nos referimos a Mateo 9:9-13, donde se nos presenta la historia conmovedora del llamamiento de Mateo.

Este pasaje, más que una simple narración, es un espejo en el que podemos mirarnos, una fuente de sabiduría de la que podemos beber. En él, encontramos a Mateo, un recaudador de impuestos, un hombre marcado por la sociedad como pecador, pero que es llamado por Jesús para seguirle. Este llamado, este cambio radical en la vida de Mateo, es un testimonio del amor incondicional de Dios, de su capacidad para transformar nuestras vidas.

El llamamiento de Mateo

Pero, hermanos y hermanas, este pasaje no es solo sobre Mateo. Es también sobre nosotros. Nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida, sobre nuestro propio camino espiritual. Nos desafía a preguntarnos: ¿Cómo estamos respondiendo al llamado de Dios en nuestras vidas? ¿Estamos dispuestos a dejar todo y seguir a Jesús, como lo hizo Mateo?

Hoy, mientras exploramos juntos este pasaje, les invito a abrir sus corazones a la palabra de Dios. Les invito a reflexionar, a cuestionar, a buscar. Porque en esta búsqueda, en esta reflexión, podemos encontrar la guía que necesitamos para nuestro camino espiritual.

Así que, hermanos y hermanas, con un corazón abierto y una mente dispuesta, sumérjase conmigo en la historia del llamamiento de Mateo. Permitamos que su historia nos hable, nos enseñe y nos guíe en nuestro camino hacia Dios.

I. El Llamado de Dios (vers. 9)

El llamado de Dios es un eco que resuena en cada corazón humano, una invitación divina que trasciende el tiempo y el espacio. Este llamado, que se manifiesta de formas tan diversas como las estrellas en el cielo, nos invita a un viaje de transformación y misión. Nos desafía a dejar atrás nuestro antiguo yo, a abrazar la misericordia de Dios y a convertirnos en portadores de Su luz en este mundo.

a. El llamado inesperado

Mateo era un recaudador de impuestos, una profesión despreciada en su tiempo. Pero Jesús, al pasar por su puesto de trabajo, lo vio y le dijo: “Sígueme”. Este llamado inesperado nos enseña una lección valiosa sobre la gracia de Dios. Dios no mira nuestra posición social, nuestros pecados pasados o nuestras fallas. Él nos ve por lo que podemos llegar a ser.

Recordemos la historia de David, quien era solo un pastor de ovejas cuando Dios lo eligió para ser rey de Israel (1 Samuel 16:1-13). Al igual que Mateo, David era una elección inesperada. Pero Dios no mira como el hombre mira; el hombre mira la apariencia exterior, pero Dios mira el corazón (1 Samuel 16:7).

b. La respuesta de Mateo

Cuando Jesús llamó a Mateo, él no dudó. Dejó todo y siguió a Jesús. Esta respuesta inmediata es un desafío para todos nosotros. ¿Estamos dispuestos a dejar todo por seguir a Dios? ¿Estamos dispuestos a responder a Su llamado con la misma prontitud que Mateo?

Recordemos la historia de Abraham, quien cuando fue llamado por Dios, “salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8). Al igual que Mateo, Abraham estaba dispuesto a dejar todo por seguir a Dios.

II. La Misericordia de Dios (verss. 10-13)

El amor y misericordia de Dios
El amor y misericordia de Dios

La misericordia de Dios es un río inagotable que fluye desde el corazón del Padre, un manantial de amor que nunca se agota.

Esta misericordia, que se extiende a cada rincón de la creación, nos invita a experimentar el perdón de Dios y a convertirnos en instrumentos de Su misericordia.

Exploremos cómo la misericordia de Dios se manifiesta en medio de la condenación y el juicio, y cómo podemos vivir en respuesta a esta misericordia en nuestras propias vidas.

a. Comiendo con pecadores

Después de su llamado, Mateo invitó a Jesús a su casa. Allí, en medio de recaudadores de impuestos y otros considerados pecadores, Jesús se sentó a comer. Los fariseos, observando esto, cuestionaron a los discípulos: “¿Por qué come vuestro Maestro con publicanos y pecadores?” (vers. 11).

Este acto de Jesús, de compartir la mesa con aquellos despreciados por la sociedad, nos muestra la inmensa misericordia de Dios. Nos enseña que no hay nadie demasiado pecador, demasiado perdido o demasiado lejos para ser alcanzado por el amor de Dios.

Recordemos la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32). Al igual que el padre en la parábola, Dios nos espera con los brazos abiertos, sin importar cuán lejos hayamos errado.

b. La enseñanza de la misericordia

Ante la pregunta de los fariseos, Jesús respondió: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended qué significa: ‘Misericordia quiero, y no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (verss. 12-13).

Aquí, Jesús nos enseña que el corazón de Dios anhela la misericordia, no el sacrificio vacío. Dios no busca rituales religiosos sin significado, sino corazones dispuestos a amar y mostrar misericordia a los demás, tal como Él nos ha mostrado misericordia a nosotros.

Recordemos la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37). Al igual que el samaritano, estamos llamados a mostrar misericordia a los demás, sin importar quiénes sean o cuán diferentes sean de nosotros.

III. La Aplicación en Nuestra Vida

No te olvides de Dios

La aplicación en nuestra vida es el puente que conecta la palabra de Dios con nuestra realidad cotidiana.

Es el proceso de llevar las enseñanzas bíblicas desde las páginas de la Escritura hasta el terreno de nuestras vidas diarias.

Exploremos cómo podemos responder al llamado de Dios y cómo podemos vivir en la luz de Su misericordia, transformando nuestras vidas y las de aquellos que nos rodean.

a. Respondiendo al llamado

Al igual que Mateo, todos nosotros hemos sido llamados por Dios. No importa quiénes seamos, qué hayamos hecho o dónde nos encontremos en la vida, Dios nos llama a seguirle. La pregunta es: ¿Cómo estamos respondiendo a ese llamado? ¿Estamos dispuestos a dejar todo por seguir a Jesús, tal como lo hizo Mateo?

Recordemos la historia de Moisés, quien a pesar de sus dudas e inseguridades, respondió al llamado de Dios y lideró al pueblo de Israel fuera de Egipto (Éxodo 3). Al igual que Mateo, Moisés tuvo que dejar atrás su vida anterior para seguir el llamado de Dios.

b. Mostrando misericordia

Jesús nos enseña a mostrar misericordia, no juicio. Nos llama a amar a los demás, no a condenarlos. ¿Estamos viviendo esta enseñanza en nuestras vidas? ¿Estamos extendiendo la misericordia de Dios a los demás, o estamos más preocupados por mantener las apariencias y seguir las reglas religiosas?

Recordemos la historia de la mujer sorprendida en adulterio (Juan 8:1-11). Jesús, en lugar de condenarla, le mostró misericordia y la llamó a dejar su vida de pecado. Al igual que Jesús, estamos llamados a mostrar misericordia y a guiar a otros hacia una vida de rectitud.

IV. El Llamado a la Transformación (Romanos 12:2)

El llamado a la transformación es una invitación divina a un cambio radical, a una renovación de nuestro ser interior. Es un llamado a dejar atrás nuestro antiguo yo y a abrazar una nueva identidad en Cristo. Ahora exploraremos cómo este llamado a la transformación se manifiesta en la vida de un recaudador de impuestos, y cómo puede resonar en nuestras propias vidas, llevándonos a un camino de crecimiento y renovación espiritual.

Mensajes Cristianos - Juntos y de acuerdo

a. De pecador a seguidor

La historia de Mateo es una de transformación radical. Pasó de ser un recaudador de impuestos, despreciado por su sociedad, a ser un seguidor de Jesús. Esta transformación no fue el resultado de sus propios esfuerzos, sino de la gracia y la misericordia de Dios.

Recordemos la historia de Saulo, quien era un perseguidor de los cristianos hasta que se encontró con Jesús en el camino a Damasco (Hechos 9:1-19). Al igual que Mateo, Saulo experimentó una transformación radical, pasando de perseguidor a apóstol.

b. La transformación en nuestras vidas (1 Pedro 1:14)

Al igual que Mateo, Dios nos llama a una vida de transformación. No importa nuestro pasado, Dios nos ofrece una nueva vida en Él. Pero para experimentar esta transformación, debemos estar dispuestos a dejar atrás nuestro antiguo yo y seguir a Jesús.

Recordemos las palabras de Pablo en 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas“. Al igual que Mateo, estamos llamados a ser nuevas criaturas en Cristo.

V. El Llamado a la Misión

El Llamado a la Misión es una convocatoria divina a ser portadores de la luz de Dios en un mundo oscurecido. Es un llamado a ser embajadores de Su amor y Su gracia, a llevar las buenas nuevas de salvación a los confines de la tierra. Veamos ahora cómo este recaudador de impuestos se convirtió en un misionero para Cristo y cómo ese mismo llamado resuena en nuestras vidas, invitándonos a participar en la gran misión de Dios.

Cumplir la misión de Dios
Cumplir la misión de Dios.. Predicas Cristianas

a. De seguidor a misionero

La historia de Mateo no termina con su llamado. Después de seguir a Jesús, Mateo se convirtió en uno de los doce apóstoles, enviados a proclamar el evangelio. Su vida se convirtió en una misión para compartir el amor y la misericordia de Dios con los demás.

Recordemos la Gran Comisión que Jesús dio a sus discípulos en Mateo 28:19-20: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado“. Al igual que Mateo, estamos llamados a hacer discípulos y a enseñar a otros las enseñanzas de Jesús.

b. Nuestra misión

Al igual que Mateo, Dios nos llama no solo a seguirle, sino también a ser sus misioneros. Estamos llamados a compartir el amor y la misericordia de Dios con los demás, a ser sus manos y pies en este mundo.

Recordemos las palabras de Jesús en Marcos 16:15: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura“. Al igual que Mateo, estamos llamados a ir y predicar el evangelio a todos.

VI. El Llamado a la Comunión (1 Corintios 1:9)

El llamado a la comunión es una invitación divina a compartir una relación íntima y personal con Dios. Es un llamado a sentarnos a la mesa con Jesús, a compartir nuestras vidas con Él y a experimentar Su presencia en nuestra cotidianidad. Veamos ahora cómo este recaudador de impuestos invitó a Jesús a su mesa y cómo ese mismo llamado resuena en nuestras vidas, invitándonos a abrir nuestras puertas y nuestros corazones a la presencia de Dios.

a. Compartiendo la mesa con Jesús (vers. 10)

Después de su llamado, Mateo invitó a Jesús a su casa para compartir una comida. En esta simple acción, vemos un hermoso cuadro de comunión. Mateo, a pesar de su pasado, pudo compartir la mesa con el Hijo de Dios.

Recordemos la Última Cena, donde Jesús compartió la mesa con sus discípulos, incluso sabiendo que uno de ellos lo traicionaría (Lucas 22:14-23). Al igual que con Mateo, Jesús nos invita a compartir la mesa con Él, a pesar de nuestras fallas y pecados.

b. Nuestra comunión con Dios

Al igual que Mateo, Dios nos invita a compartir la mesa con Él. A través de Jesús, podemos tener comunión con Dios, sin importar nuestro pasado. Pero para experimentar esta comunión, debemos estar dispuestos a abrir nuestras vidas a Jesús, a invitarlo a entrar y cenar con nosotros.

Recordemos las palabras de Jesús en Apocalipsis 3:20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo“. Al igual que Mateo, estamos llamados a abrir la puerta de nuestro corazón a Jesús, a invitarlo a entrar y a tener comunión con nosotros.

VII. El Llamado a la Esperanza

El Llamado a la Esperanza es una invitación divina a vivir en la luz de la promesa de Dios, a anclar nuestras vidas en la certeza de Su amor y fidelidad. Es un llamado a mirar más allá de nuestras circunstancias actuales y a ver el horizonte de posibilidades que Dios tiene para nosotros.

Exploremos ahora cómo un recaudador de impuestos encontró una nueva esperanza en Jesús y cómo ese mismo llamado resuena en nuestras vidas, invitándonos a vivir en la esperanza que solo Dios puede dar.

¿como nos habla el Espíritu Santo?

a. De la desesperación a la esperanza

Antes de su encuentro con Jesús, Mateo era un recaudador de impuestos, una profesión despreciada en su sociedad. Pero después de su encuentro con Jesús, Mateo encontró una nueva esperanza, una nueva vida. Esta transformación nos muestra que no importa cuán desesperada pueda parecer nuestra situación, siempre hay esperanza en Jesús.

Recordemos la historia de Lázaro, quien fue resucitado por Jesús después de cuatro días de muerto (Juan 11:1-44). Al igual que Mateo, Lázaro pasó de la desesperación a la esperanza gracias a Jesús.

b. Nuestra esperanza

Al igual que Mateo, todos nosotros podemos encontrar esperanza en Jesús. No importa cuán desesperada pueda parecer nuestra situación, no importa cuán lejos pensemos que estamos de Dios, siempre hay esperanza en Jesús.

Recordemos las palabras de Pablo en Romanos 15:13: “Que el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”. Al igual que Mateo, estamos llamados a vivir en la esperanza que solo Dios puede dar.

Conclusión

Hermanos y hermanas, el llamamiento de Mateo es un recordatorio de que Dios nos llama a todos, sin importar nuestro pasado. Nos llama a seguirlo, a experimentar Su transformación, a participar en Su misión, a disfrutar de Su comunión y a vivir en su esperanza.

Pero para responder a este llamado, debemos estar dispuestos a dejar atrás nuestro antiguo yo, a mostrar misericordia a los demás, a abrir nuestras vidas a Jesús. ¿Estás listo para responder a ese llamado?

Que Dios nos bendiga a todos y nos guíe en nuestro camino. Amén.

© Juan C. Planterio. Todos los derechos reservados.

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