Bosquejos Biblicos
Bosquejos Biblicos.. Texto de la predicación: 1 Pedro 2:9-10
Introducción
En casi todos los países, es necesario tener una tarjeta de identificación. La tarjeta de identificación ayuda a que los demás sepan quiénes somos, de dónde venimos, qué edad tenemos, e incluso, a qué nos dedicamos.
Bueno, en Cristo todos nosotros tenemos una tarjeta de identificación. El texto dice que somos: “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”. Esta identidad no sólo sirve para que otros nos conozcan, sino para que cada uno de nosotros sepamos quiénes somos.
Vivimos en una época donde la gente está confundida sobre su identidad. Hombres creyéndose mujeres, mujeres creyéndose hombres; ancianos creyéndose niños, e incluso, humanos creyéndose animales.
Así que, los cristianos necesitamos saber cuál es nuestra identidad en Cristo. Porque esa identidad nos ayudará vivir de una manera en particular.
Desarrollo
I. La Descripción de la nueva identidad (vers. 9)
a. ¿Qué significan todos estos términos?
El texto usa cuatro términos para describir lo que somos. Cabe destacar que estos cuatro términos aparecen en el Antiguo Testamento, en relación a Israel (Isaías 43:20-21; 19:6; Malaquías 3:17).
Linaje escogido. Este título pone el énfasis en el hecho de que fuimos escogidos por Dios. La Biblia es clara en que Dios escoge a los que son suyos (Deuteronomio 7:6-8; Romanos 8:30). El énfasis de esto es que Dios nos escogió, aunque no lo merecíamos.
Dios nos hizo parte de su pueblo, y nos escogió para tener salvación. Esto no es algo que nosotros merecemos, o hayamos hecho por nosotros mismos. Eso es lo que dice Deuteronomio 7, que todo se debió a su misericordia. Porque nosotros somos miserables, y débiles, lo peor del mundo según Pablo (1 Corintios 1:26-29). Así que, somos el pueblo que Dios ha escogido por gracia.
Real sacerdocio. Esto compuesto de dos cosas. Somos un real sacerdocio porque somos un reino sacerdotes, unos sacerdotes que pertenecen al reino de Dios, y sirven al Rey Jesucristo.
La Biblia muestra que todos reinaremos con Cristo, y tendremos victoria con Él. Y somos sacerdotes, porque todos tenemos la entrada al lugar santísimo para servir a Dios. No un grupo selecto, no ciertas personas particulares. Todos los creyentes somos un real sacerdocio que puede acercarse a Dios con confianza. Y que nuestro deber es adorar al Dios verdadero.
Nación santa. En cierto sentido, Pedro ya hablado sobre esto al principio de la carta. Que seamos nación santa, significa que debemos mantenernos alejados del pecado. Sin embargo, es interesante que el texto no dice que “seremos” una nación santa, sino que ya somos una nación santa. Es decir, ya Dios, en cierta manera, nos ha apartado del pecado. Y por eso, nuestro deber es seguirnos apartando del pecado.
Pueblo adquirido por Dios. Esto pone el énfasis en que ahora la pertenecemos a Dios. Ya no nos pertenecemos a nosotros mismos. Eso significa que nuestra vida total le pertenece a Dios. Y por tanto, debemos hacer todo lo que nuestro Señor quiere. Por otro lado, si pertenecemos a Dios, significa que Dios tiene el control de nuestras vidas, y que nada podrá apartarnos de Él.
II. El propósito de la nueva identidad (vers. 9).
a. El propósito es proclamar el evangelio.
El fin de saber todas estas cosas es que proclamemos a los demás lo que somos. Esta nueva identidad no es algo de lo cual debamos avergonzarnos frente a los demás, porque estas cosas son parte de las virtudes de Dios para nosotros.
Cuando hablamos a los demás sobre lo que somos no es para mostrar nuestras virtudes, porque nosotros estábamos en tinieblas. Somos para proclamar las virtudes de Aquel, que, aunque éramos pecadores, nos ha dando una identidad que no teníamos, una identidad que no merecíamos.
Dios es el que llama las cosas que no son como si fuesen. Eso es porque Dios es Todopoderoso, y tiene la capacidad de cambiar a las personas, y salvar de sus pecados.
b. Por qué esto debe ser proclamado.
Esto debe ser proclamado, porque nosotros mismos somos el lienzo sobre el cual Dios ha pintado su obra de arte, somos los receptores de sus grandes bendiciones. Así que, nosotros debemos proclamar a los demás que no siendo nada, Dios nos ha dado estos nombres a través de su Hijo Jesucristo.
De esta manera, todos aquellos que son pecadores podrán ver las virtudes de Dios para con nosotros, y puedan creer en Él. Las personas saben quiénes éramos antes de estar con Cristo. Egoístas, airados, fornicarios, adúlteros, mentirosos, blasfemos, drogadictos, prostitutas, avariciosos, etc. Y aun así, ¡Dios nos ha dado una nueva identidad!
Entonces, quienes están en las tinieblas, vendrán a su luz admirable, cuando Dios los llame por su evangelio.
III. La misericordia y la nueva identidad (vers. 10).
a. Antes no éramos esto.
El texto quiere enfatizar que estos títulos no los obtuvimos por nacimiento, o por alguna habilidad propia. El versículo 10 deja claro que antes no éramos pueblo, antes no habíamos recibido misericordia. Éramos enemigos de Dios, y estábamos muertos en nuestros delitos y pecados.
Nuestra vida entera era completamente lo contrario a las descripciones que Pedro hace de nosotros en el versículo 9. Éramos lo peor del mundo, merecedores del infierno. Y aun así, ahora somos el pueblo escogido de Dios. ¿Cómo esto es posible?
b. Esta nueva identidad es por misericordia.
Todo esto es posible solamente por la misericordia de Dios. La misericordia de Dios es la única capaz de hacer esto. El versículo 10 dice que esto fue porque alcanzamos misericordia. Dios se compadeció de nosotros, aunque éramos completamente merecedores del castigo eterno. Envió a su Hijo Jesucristo, y este murió en una cruz llevando la ira de Dios en nuestro lugar. ¡Eso sí que es misericordia!
Conclusiones
Por tanto, hermanos míos, agradezcan a Dios la nueva identidad que tienen. Porque es una identidad que han recibido por gracia. Es el mejor título, o profesión que alguno pueda recibir. Los títulos y nombres que recibimos en Cristo Jesús.
Proclamemos a otros, las misericordias de Dios, para que también reciban esta nueva identidad.
© Francisco Hernández. Todos los derechos reservados.
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