Ser discípulo es seguir a Cristo

c. Seguir a Cristo es abandonar las tinieblas y entrar en la luz. Seguir a Cristo es ser su verdadero discípulo. Nuestra vida sin Él es oscura, porque no sabemos hacia dónde estamos marchando ni podemos ver en la tiniebla de nuestro interior.

En cambio, cuando meditamos en su Palabra todos los días, sentimos que se disipan estas tinieblas y vemos qué camino hay que seguir. Podemos caminar sobre terreno firme, porque va a estar cimentado en la Palabra de Dios (Juan 8:12).

d. En este seguimiento de Cristo, no tenemos prometido un camino sin problemas. De hecho, una condición para el seguimiento es cargar cada día con nuestra cruz. Pero tenemos la promesa de Dios de que nunca estaremos solos y nunca nos abandonará. Será un camino difícil, pero siempre estará Él para reconfortarnos y brindarnos su amor (Deuteronomio 31:8).

II. No seguir a Cristo es alejarnos de la salvación de nuestra alma (verss. 35-38)

a. Si rechazamos el seguimiento de Cristo, nos alejamos del camino que nos lleva a la salvación. Porque para esto vino Jesús al mundo, para mostrarnos al Padre y abrirnos las puertas de los cielos. Él es el camino y a la vez al que hay que seguir. ¿Qué puede ofrecernos el mundo que sea más importante que el destino de nuestro espíritu? (vers. 35).

b. En el seguimiento de Cristo tendremos muchas distracciones. Habrá caminos que se mostrarán más atractivos que el que ofrece Dios para llegar a la salvación. Por esto debemos vivir en oración, para estar atentos y no desviarnos de la senda que nos marca el maestro. Hay que pedir con mucha insistencia a Dios que no aparte su rostro de nosotros, para que como faro nos indique que el camino es el correcto (Salmo 119:133).

c. Seguir a Jesús no es algo solamente personal. Lo seguimos como iglesia, que se congrega para aprender de sus palabras. Y debemos preocuparnos para que muchos más lo sigan, porque es nuestro deber ser apóstoles de Aquél que trae la salvación. Él nos llama a ser pescadores de hombres, y a acercar a muchos al camino que marca el Señor (Mateo 4:19).

Conclusión

El único medio para lograr la salvación de nuestra alma es el seguimiento de Cristo y sus enseñanzas. En otras palabras, ser su discípulo. Él vino a marcarnos el camino que nos lleva a la casa del Padre. Todos los días debemos tomar la Palabra en nuestras manos y preguntarnos si estamos siendo fieles a sus enseñanzas (Deuteronomio 4:2).

El seguimiento implica imitar la vida de Cristo, tratando de ser fieles a lo que nos enseñó. Es la condición para ser discípulo de Jesús el tener su vida como modelo. De esta manera, seremos hijos fieles del Padre y podremos estar junto a Él en el cielo cuando seamos llamados (Juan 12:26).

Este seguimiento no es algo únicamente personal. También debemos preocuparnos por los hermanos en la fe y por los que aún no creen. Todos estamos llamados a seguir a Jesús, y por esto debe ser nuestra misión que muchos más lo conozcan y lo amen.

© Renzo Garcia. Todos los derechos reservados.

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