A juicio del Espíritu

Cuando la ley fue promulgada se pretendía que el ser humano en general aprendiese a amar y respetar a su prójimo, ya que así también él o ella, serían amados y respetados en contraparte.

El fin de la ley era pues, el equilibrio entre los derechos y los deberes de las personas. Por eso cuando leímos que Todo nos es lícito, es porque así es.

Si de tener permiso para hacer o deshacer se trata, la libertad y posibilidad están a la orden del día, pero como escribió Salomón en el libro de Eclesiastés capítulo 11 verso 9:

“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.”

Juicio – No juzgues a un libro por su portada

Por allí también dice el refrán popular: “Las apariencias engañan”.

Afirmar que algo es bueno porque el común de la gente lo cataloga de esa manera, no implica necesariamente que lo sea. Ni que algo es condenadamente malo porque está salpicado de aspectos que consideramos negativos.

Veamos por ejemplo algunas canciones que suenan actualmente en la radio bajo el eslogan de cristianas: ¿son todas buenas? ¿Hablan todas de Dios y su grandeza? ¿Quién canta esas canciones?

¿Una persona sin ningún temor de Dios que con sus acciones niega Su Amor y Su Eficacia pero que tiene una dulce voz? ¿Si una canción usa palabras como Dios, Iglesia y Amor, necesariamente nos santifica?

En el libro de 1 Juan capítulo 4 verso 1 se nos aconseja:

“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.”

Durante el transcurso de un Juicio, se deben presentar pruebas sobre sí lo que se dice del Acusado o Juzgado es cierto o falso. Del mismo modo, debemos hacer aquellos que nos llamamos hijos de Dios cuando de juzgar se trata.

Debemos poner todas las evidencias sobre la mesa y pesar en balanza, porque debemos recordar que tan pecadores somos nosotros como aquellos a quienes pretendemos juzgar.

¿Hacia dónde se inclina la balanza? ¿Hacia lo bueno o hacia lo malo? ¿Lo que pretendo hacer me santifica o me condena? ¿Lo que planeo hacer me acerca a Dios o me aleja?

CONCLUSIÓN

• Ten mucho cuidado con los juicios que prácticas.
• Recuerda que con la vara que mides también serás medido.
• No todo el que clama diciendo: “¡Señor, Señor!” es hijo de Dios ni todo pecador que se arrastra pidiendo misericordia merece el infierno.
Eclesiastés 12:14 “Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.”

Dios te bendiga.

© Julio Torres. Todos los derechos reservados.

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Julio Torres
Nacido en hogar cristiano, me gusta estudiar la biblia y predicar el evangelio de Jesucristo.

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