Encontrando Fortaleza en Dios

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Mensajes Cristianos Predica de Hoy: Encontrando Fortaleza en Dios

Mensajes Cristianos Lectura Bíblica: Salmo 121

Introducción

Queridas hermanas en Cristo, en estos tiempos desafiantes, cuando las dificultades de la vida nos rodean, a veces nos vemos tentadas a buscar soluciones en lugares equivocados. Sin embargo, en este mensaje quiero recordarles siempre que nuestra verdadera ayuda proviene de Dios, el Creador de los cielos y la tierra. Su poder es ilimitado, y Él está dispuesto a socorrernos en todo momento, como nos revela el Salmo que estamos explorando hoy.

En los versículos 1-2 el salmista nos dice: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.” Aquí encontramos la base de nuestra fe, la confianza en que Dios es nuestra fuente inagotable de ayuda.

Entonces, hermanas, confiemos en Su amor y poder. Cuando enfrenten momentos en los que sientan que están al borde del abismo, recuerden que Dios es la roca firme sobre la cual pueden apoyarse. En Él encontramos la sabiduría y la dirección que necesitamos para superar cualquier desafío, como veremos en los siguientes puntos.

Así que, con este fundamento sólido, entremos juntas en un viaje a través del Salmo 121, donde exploraremos tres aspectos cruciales de nuestra relación con Dios: la fuente de nuestra ayuda, la vigilancia constante de Dios y la promesa de esperanza que Él nos ofrece. Hermanas, preparen sus corazones para recibir la fortaleza que solo Dios puede brindar. ¡La ayuda está en camino!

I. La Fuente de Nuestra Ayuda: Fortaleza en Dios

Hermanas, en medio de las dificultades que enfrentamos en la vida, a veces buscamos soluciones en lugares equivocados. Pero recordemos siempre que nuestra verdadera ayuda proviene de Dios, el Creador de los cielos y la tierra. Su poder es ilimitado, y Él está dispuesto a socorrernos en todo momento.

En los versículos 3-4 leemos: “No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel.” Estas palabras nos aseguran que Dios nunca descuida Su deber de cuidarnos. Él nunca se adormece ni se distrae, siempre está alerta y listo para protegernos.

Confíen en Su amor y poder. Cuando sientan que están al borde del abismo, recuerden que Dios es la roca firme sobre la cual pueden apoyarse. Busquen en Su Palabra la sabiduría y la dirección que necesitan para superar cualquier desafío. Dios es nuestra fortaleza, y en Él encontramos la ayuda que anhelamos.

II. La Fortaleza en Dios: Vigilancia de Dios

En los momentos más oscuros de nuestras vidas, cuando la tristeza y la incertidumbre nos rodean, debemos recordar que Dios nunca nos abandona. Él es nuestro guardador constante, nuestra sombra protectora. Como se nos dice en los versículos 5-6: “Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche.

Esta imagen del Señor como nuestra sombra nos habla de Su cercanía constante. El sol y la luna pueden desvanecerse, pero Dios permanece inmutable. Nunca nos deja ni nos abandona. En las noches más oscuras de nuestras almas, Su luz brilla con más intensidad.

Nunca olviden que están bajo Su protección divina. A medida que enfrenten las pruebas de la vida, confíen en que Dios les guiará y cuidará en todo momento. Él es el faro que nos lleva a través de las tormentas, y Su amor nunca falla.

Después de haber explorado la constante vigilancia de Dios en nuestros momentos más oscuros, dirijamos nuestra atención hacia nuestra promesa de esperanza y descubramos cómo esta certeza transforma nuestras vidas.

III. Nuestra Promesa de Esperanza

En medio de las dificultades y los desafíos que enfrentamos en la vida, tengan la certeza de que Dios es nuestra esperanza inquebrantable. En los versículos 7-8, leemos: “Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.

Estas palabras nos recuerdan que Dios está siempre presente para protegernos de todo mal. Él es nuestro guardián fiel, y en Él encontramos seguridad y paz. Cuando enfrenten momentos de temor o incertidumbre, recurran a Dios en oración y confíen en Su promesa de cuidar sus vidas.

En resumen, hermanas, encomendemos nuestras vidas a Dios en todo momento. Él es nuestra ayuda constante, nuestra roca inquebrantable y nuestra fuente de esperanza. Busquemos en Su Palabra la guía y la fortaleza que necesitamos en cada paso del camino. Recuerden, siempre busquen a Dios, ¡porque la ayuda está en camino!

Conclusión

En conclusión, queridas hermanas, en este mensaje hemos explorado la inquebrantable verdad de que nuestra ayuda proviene de Dios, nuestro guardador constante y fuente de esperanza. En medio de las dificultades, recordemos que Él es la roca firme en la cual podemos confiar.

Nuestro llamado es claro: encomendemos nuestras vidas a Dios en todo momento. Busquemos en Su Palabra la guía y fortaleza que necesitamos para superar cualquier desafío que enfrentemos. Invitemos a Dios a ser el guardián de nuestras almas y a protegernos de todo mal.

Hermanas, en los días oscuros y en los momentos de incertidumbre, sigan buscando a Dios con todo su corazón, porque la ayuda está en camino. No caminamos solas, y Su amor y cuidado son eternos.

Así que, sigamos adelante con confianza, recordando las palabras del Salmo 121, y permitiendo que Dios sea nuestra roca y refugio en todo momento. Pero no se detengan aquí, hermanas. Les animo a llevar a la acción la verdad que hemos compartido hoy. Dediquen tiempo en oración y reflexión diaria. Busquen maneras de ayudar a quienes les rodean, compartiendo el amor de Dios.

También, consideren unirse en grupos de estudio bíblico para profundizar su conocimiento de la Palabra y fortalecer su comunidad. Juntas, pueden apoyarse mutuamente en su caminar con Dios.

Que este mensaje no sea solo palabras, sino una guía para una vida transformada por la fe. Que Su paz y amor les acompañen en cada paso del camino, y que sus acciones reflejen Su amor incondicional. ¡Que Dios les bendiga abundantemente!

© Hilda T. Hernández. Todos los derechos reservados

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