No te dejes engañar… Parte II

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: No te dejes engañar Parte II

Predica Cristiana… Base Bíblica: 2 Corintios 4:8-9

Introducción

Vivimos en un mundo donde la mentira está a la orden del día. Los políticos mienten, los vendedores mienten, los profesionales mienten, los obreros mienten, los propietarios mienten; y así nos encontramos rodeados de situaciones donde no tenemos la certeza de lo que es real, o lo que es falso.

En las redes sociales podemos observar a muchísimas personas que mienten con diversos fines: engañar, estafar, robar, herir, y otra serie de acciones de las cuales ninguna persona quisiera ser víctima.

Lo cierto es que vivimos en una sociedad donde estamos constantemente expuestos a ser engañados, y esto sucede debido a que la mayoría de las personas han decidido vivir alejados de Dios,  por ende, viven cerca de nuestro enemigo, que es conocido como padre de mentiras (Juan 8:44).

Nuestro adversario

Nuestro adversario, el diablo, conoce cuáles son nuestras debilidades y trata de engañarnos para que podamos ceder ante ellas. Pero, para que ello no ocurra, Dios nos dejó en su palabra principios y enseñanzas para que evitemos caer en las trampas del enemigo que pueden ser muy perjudiciales para nuestro crecimiento espiritual.

En vista de esto, escribí esta predica titulada: No te dejes engañar. Esta predica tiene sus base bíblica en  2 Corintios 4:8-9, y trata sobre cuatro formas en la que el diablo intenta engañar a los creyentes que no tienen una base firme en sus creencias.

Esta predica cristiana, se dividió en dos partes debido a lo extenso del tema, y lo importante que es analizar detalladamente cómo el enemigo trata de engañarnos para que podamos vencer sus ataques utilizando los conocimientos que extraemos de la Palabra de Dios.

En la primera parte de esta predica cristiana, analizamos el versículo 8 de la segunda carta del Apóstol Pablo a lo corintios, y destacamos dos puntos.

Entender que podemos sufrir tribulación

En el primer punto, se nos exhortaba a entender que podemos sufrir tribulación, pero ello no tiene que llevarnos a angustiarnos. Todo creyente maduro sabe que en este mundo sufriremos problemas, inconvenientes, tribulaciones, pero ello no implica que perdamos la compostura y dejemos que la angustia haga añicos nuestra paz. Es necesario entender que la paz que Dios nos da sobrepasa todo lo que podamos entender, y nada ni nadie debería quitárnosla  (Filipenses 4:7).

En el segundo punto, se explicó que podemos pasar apuros, pero los apuros no pueden desesperarnos. Cuando buscamos en el diccionario que era desesperarse encontramos que significa la pérdida total de la esperanza. Nosotros como creyentes en Dios no podemos perder nuestra esperanza porque precisamente Él es nuestra esperanza. Mientras lo tengamos a Él, podemos enfrentar cualquier circunstancia sabiendo que no hay nada que pueda hacernos mover de su mano.

A continuación, seguiremos con esta predica cristiana, leyendo en 2 Corintios 4:9, de donde extraeremos los dos nuevos puntos de esta prédica.

1. Estamos perseguidos, pero no desamparados.

El apóstol Pablo desea explicarle a los creyentes de Corinto que sufrirán persecución, pero que Dios no los dejará solos. Al buscar en el diccionario el significado de la palabra perseguir, nos dice que es cuando se sigue a alguien para tomarlo por la fuerza. Podemos concluir que una persona es perseguida cuando es seguida por otros con el fin de tomarla por la fuerza.

Nosotros como cristianos, no estamos exentos de sufrir persecución, al contrario, la biblia nos enseña que como creyentes en Jesús, sufriremos persecución.

Podemos comenzar por el hecho de que la sociedad en general, y muchas de sus creencias, van en contra de lo que la Palabra de Dios nos enseña que es correcto. Muchas de las actitudes que la Biblia condena, y exhorta a no practicar, para la sociedad en la cual vivimos, son actitudes perfectamente normales, e incluso, de una u otra forma, promueven dichas actitudes.

Para muestra de ello, podríamos mencionar temas muy actuales como la legalización del aborto, la legalización de la marihuana, el matrimonio igualitario y los “derechos” de la comunidad LGTB, son una muestra contundente de cómo la sociedad transita un camino distinto al que la Biblia nos enseña que es correcto.

Esta disyuntiva, en muchos casos, genera cierta fricción y distanciamiento entre la Iglesia y la sociedad, aunque ello no debería sorprendernos, porque fue el mismo Jesús el que dijo que el mundo nos aborrecería porque a Él le aborrecieron primero (Juan 15:18). Si el mundo aborreció al Hijo de Dios, que no hizo nada malo, sino que vino a dar su vida por amor de la humanidad, ¡cuánto más a nosotros que no estamos ni cerca de ser perfectos!

Al enfrentar la persecución que la sociedad hace sobre los creyentes en Dios, muchas cristianos se sienten inseguros, o tristes, como si esa persecución es el resultado de alguna clase de error, cuando simplemente no es así. Es normal que la sociedad nos persiga porque no somos de este mundo (Juan 15:19).

Nuestro sistema de creencias

Nuestro sistema de creencias está basado en la Palabra de Dios, en lo que dice la Biblia que es correcto, y en muchas ocasiones (con mayor frecuencia en estos tiempos) dichas creencias estarán totalmente en contra de lo que dice y enseña la sociedad.

Si comparamos la persecución que enfrentó la Iglesia apostólica con la que enfrenta la Iglesia en la actualidad, podríamos entender que las adversidades que hoy sufrimos es muy leve comparadas con las que enfrentaron los apóstoles en los tiempos después de Jesús. La historia cuenta como miles de creyentes fueron torturados, humillados, y masacrados, por el hecho de confesar que Jesucristo era su Señor y Salvador.

El apóstol Pedro, exhortaba a la Iglesia a que recibieran los padecimientos sin vergüenza, sino que glorificaran a Dios por ello (1 Pedro 4:16); y también les animaba a permanecer firmes, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en todos los cristianos en todo el mundo (1 Pedro 5:9).

Eso nos hace pensar que las personas que conformaban la iglesia en aquel entonces, pensaban que solo ellos sufrían padecimientos, pero en realidad todos los que hacen a Jesús su Señor sufren padecimientos por su causa, debido a que el sistema del mundo está en contra de lo que Dios nos dice que es correcto. 

En los planes de Dios está el sufrir persecución (de una u otra forma) por causa de Cristo, lo que no está bien es sentirse desamparados.

Al buscar en el diccionario la palabra desamparado, encontramos que se dice de una persona que no tiene el amparo, la ayuda, ni la protección que necesita. El enemigo de nuestras almas trata de engañarnos cuando sufrimos persecución al hacernos creer que estamos pasando por esa situación debido a que Dios se ha alejado de nosotros, o lo que es peor, nos ha dejado solos.

La mejor forma de desmontar las trampas del enemigo cuando trata de engañarnos es a través de la misma Palabra de Dios. Cuando estudiamos la Biblia, podemos tener la total certeza de que Dios no nos desampara.

El enemigo nos dice que no tenemos el amparo que necesitamos, pero Dios nos dice lo contrario. El Salmo 46:1 nos dice que Dios es nuestro amparo, nuestra fortaleza, y nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Su amparo sigue ahí sobre nosotros, aunque estemos sufriendo persecución, porque precisamente, es en su presencia donde encontramos nuestro refugio cuando estamos en medio de los problemas.

El enemigo nos dice que no tenemos la ayuda que necesitamos, pero Dios nos dice lo contrario.

El Salmo 54:4 nos dice que  Dios es el que nos ayuda, y que Él está con los que sostienen mi vida. Isaías 41:10, nos dice que Dios siempre nos ayudará y nos sustentará. Creer que Dios nos ha desamparado es una mentira que el diablo quiere que creamos. Aún en la persecución, Dios está contigo,

El enemigo nos dice que no tenemos la protección que necesitamos, pero una vez más Dios nos dice lo contrario. El Salmo 91 nos enseña que el Dios Todopoderoso es el que protege nuestra vida, y nos protege de muchas amenazas. No importa el origen del mal que enfrentamos, solo debajo de sus alas estaremos seguros (Salmo 91:3-4). No hay persecución tan grande de la cual Dios no nos pueda proteger.

2. Estamos derribados, pero no destruidos

Cuando investigamos lo que significa la palabra derribar, encontramos un significado que dice así: tirar al suelo a alguien o algo. Es decir, estar derribado, es estar en el suelo, estar en el piso, o como dirían en el boxeo, estar en la lona.

¿Cómo cristianos podemos estar derribados? Si. Hay situaciones que nos derriban, que nos lanzan al piso a llorar, hay fracasos que nos cuesta superar, hay golpes que nos dejan en la lona. Muchos de los personajes de la Biblia pasaron por una etapa en la cual estuvieron derribados.  Jacob estuvo derribado todo el tiempo en el cual pensó que su hijo José estaba muerto (Génesis 37). David estuvo derribado después de caer en pecado con Betsabé (2 Samuel 12).

Elías estuvo derribado y asustado en una cueva (1 Reyes 19). Pedro estuvo derribado al negar a Jesús (Mateo 26:75), y ver como moría en una cruz el Salvador del mundo. Saulo de Tarso fue literalmente derribado al suelo (Hechos 9), para luego convertirse en el Apóstol Pablo.

Y así, muchos otros de nuestros héroes de la fe, pasaron por un tiempo en la lona. Sin embargo, esa no fue su situación final, sino que se levantaron en pos de aquello para lo cual Dios los escogió.

Susceptibles a caer

El hecho de que seamos susceptibles a caer, no implica que no tengamos oportunidad de levantarnos. El Salmo 55:22 nos dice que nuestro Señor no dejará para siempre caído al justo. Si hemos caído, o hemos fallado, tenemos la oportunidad de volver a levantarnos, y hacerlo mejor bajo la dirección de Dios.

En el diccionario, la palabra destruir significa: deshacer, convertir en una ruina una construcción u otra cosa material. Bajo este concepto, podemos decir que alguien destruido, es una persona deshecha, cuya vida está en ruinas.

Nosotros los hijos de Dios, no podemos aceptar la mentira del diablo al hacernos creer que estamos deshechos, en ruinas y sin esperanza. Es cierto, podemos caer (aunque no es el deber ser) pero es nuestra decisión quedarnos en el suelo, o aceptar la ayuda de Dios para levantarnos como nos enseña su palabra.

En Proverbios 24:16, encontramos una cita bastante sabia con respecto a las caídas que enfrentan los hijos de Dios, y los que no son hijos. Dice el versículo que los justos se caen siete veces, y siete veces Dios mismo les levanta; pero los impíos caen en el mal. Siempre hay esperanza para aquellos que confiamos en Dios.

Dios está con nosotros, aún en nuestros peores momentos.

¿Qué debemos hacer cuando estamos derribados en el suelo? Simplemente, aceptar la ayuda de Dios, porque no es su voluntad el que sus hijos se encuentren afligidos, tristes y decaídos, durante largos períodos de tiempo.

Una cosa es estar derribado, y otra muy diferente es estar destruido. Los boxeadores, pueden caerse, pero hasta que el réferi del asalto no dictamine el final de la pelea, entonces puedes levantarte y seguir luchando. En nuestro caso, el réferi no sólo no ha decretado el fin del combate, sino que es quien nos ayuda a levantarnos para que sigamos en la contienda. Podemos estar derribados, pero no destruidos.

Conclusión

El enemigo usará sus armas para intentar hacernos creer sus mentiras. Si no conocemos lo que dice la Palabra de Dios con respecto a ciertos temas, es probable que caigamos en sus trampas. Cuando analizamos la tentación de Jesús, podemos ver que el enemigo intentó de que Jesús cayera en su tentación, utilizando la mismísima palabra de Dios (Mateo 4).

Por esta razón, es que si verdaderamente queremos salir airosos de las tentaciones, y no caer en los engaños del enemigo, entonces necesitamos que la Palabra de Dios more en abundancia en nosotros (Colosenses 3:16), y entender que es el arma de ataque (Efesios 6:17) con la cual el enemigo huirá de nuestra vida por un tiempo.

Es tiempo de cambiar nuestra forma de pensar y comprender que, como cristianos, sufriremos persecución, pero Dios no nos abandonará en medio de ella; y que de vez en cuando caeremos, pero no nos quedaremos ahí en suelo, sino que Él mismo nos levantará, y nos ayudará a retomar nuestros pasos hacia donde él quiere que nos dirijamos.

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