Parábola del sembrador

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Parábola del sembrador

Predicas Cristianas Texto Biblico: Mateo 7:13-14

LA SEMILLA DEL CIELO Y EL MILAGRO DE LA SALVACIÓN

El evangelio en Mateo 7:13-14, nos habla de la puerta estrecha y dice que “son pocos los que entran por ella”. La puerta estrecha es Cristo y “son pocos los que la hallan” (Lucas 13:23).

Hay 2000 millones de personas que profesan ser cristianos, y en los Estados Unidos existe un 62% de la población que afirma pertenecer o asistir a alguna iglesia cristiana. ¿Le suena esto a pocos?

Creo personalmente que muchos de los que se creen salvos en realidad no lo son. Nuestras iglesias están llenas de cabras revueltas con las ovejas. La cizaña abunda y se confunde con el trigo. El que no está con Cristo está contra él (Mateo 12:30), por lo tanto estas personas aunque no lo parezca se oponen al evangelio y acaban dando problemas tanto en las iglesias como en las vidas de todos aquellos verdaderos cristianos.

Las parábolas de Jesús

Las cosas no son muy distintas en las parábolas de Jesús; el evangelio. En la parábola del trigo y la cizaña, la cizaña aparenta ser trigo, pero no produce ningún fruto. La cizaña en la agricultura no resulta ser una hierba inocua, sino que produce una harina venenosa y su consumo puede producir una intoxicación que incluye alucinaciones.

LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

En el evangelio veremos la parábola del sembrador que aparece en los cuatro evangelios sinópticos: Mateo 13:1-8, Marcos 4:1-9 y Lucas 8:4-8

Vamos a examinarla tomando como partida el relato de Lucas:

Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola: “El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.”

ELEMENTOS SIMBÓLICOS EN LA PARÁBOLA

  1. El sembrador.

El sembrador es el que predica la palabra de Dios

  1. La semilla

La semilla es la palabra de Dios. La semilla debe morir para dar vida. Cristo tuvo que morir para darnos vida

  1. Las aves del cielo

Las aves simbolizan el diablo, sus demonios y las fuerzas de la oscuridad

  1. Espinos

Simbolizan los afanes de esta vida y las riquezas. Los espinos como cualquier mala hierba restan vigor a la cosecha y si son muy abundantes pueden llegar a acabar con ella

  1. La tierra

La tierra es un elemento inerte, no tiene vida y no tiene parte activa en la salvación. Se corresponde con el corazón del hombre y como la Biblia nos dice es un completo misterio (Jeremías 17:9)

  • Los tipos de tierra. Cada uno de estos terrenos corresponde a un perfil distinto de persona.
  1. Junto al camino (los que oyen del evangelio pero no creen)
  2. Terreno pedregoso (los cristianos que se apartan al venir la prueba)
  3. Terreno con espinos y cardos (cristianos sin fruto)
  4. La buena tierra (cristianos verdaderos que dan frutos con distintos rendimientos)

La semilla

En la parábola el sembrador esparce la semilla de forma pareja, por toda la tierra. El sembrador no discrimina cual es el buen terreno y cual no, sencillamente lanza la semilla y entiende que la germinación de esta ya no depende de él.

¿Cuántas veces hemos pensado no predicar el evangelio a tal o cual persona porque es tarea inútil y nos hemos llevado una gran sorpresa? Cuando tratamos de poner nuestro juicio y nuestro intelecto para “ayudar a Dios” en sus propósitos muy a menudo nos metemos en problemas. Nadie conoce el corazón de una persona, sino Dios, por eso no debemos juzgar por apariencias (Juan 7:24) y sencillamente debemos cumplir el mandato de la gran comisión que Cristo nos dio.

EL LENGUAJE EN PARÁBOLAS

Es apropiado y necesario que verdades tan profundas y singulares se transmitan mediante la exposición de cosas sencillas y cercanas a todo el mundo. Estas cosas sencillas y cotidianas ilustran verdades muy difíciles de explicar.

En tiempos de Jesús era muy habitual que los maestros religiosos hablaran de esta forma.

También había muchos religiosos en Israel que deseaban incriminar a Jesús ante el sanedrín, al hablar Jesús en parábolas no podían acusarlo. Ningún juez aceptaría una parábola en un tribunal como evidencia para acusar a alguien en un juicio.

El lenguaje alegórico de las parábolas, oscurece la propia verdad que se quiere transmitir. Las parábolas revelan y ocultan la verdad al mismo tiempo. Las parábolas pueden convertirse en todo un acertijo.

La verdad de Dios

La verdad es transmitida hacia todos, pero no es recibida por todos, de tal manera que solamente el Espíritu Santo pueda hacer entender al espíritu de la persona la verdad de la enseñanza.

Jesús habla a las multitudes en parábolas, pero solamente a los apóstoles les habla claramente sobre el significado de éstas, porque a ellos les “había sido dado conocer los misterios del reino”. Básicamente los misterios del reino estaban y están destinados a ser conocidos los ciudadanos del reino.

La responsabilidad del hombre está en oír la palabra de Dios, como si fuera asunto de vida o muerte (Marcos 4:9)

¿POR QUÉ TAN POCOS SE CONVIERTEN AL EVANGELIO?

Muchas veces en nuestra vida cristiana vemos el escaso impacto que nuestras predicaciones cristianas producen, eso a veces nos desmotiva, nos desalienta y nos hace reflexionar sobre el proceso de salvación.

No parece haber problema alguno con la semilla o en la forma de esparcirla, el verdadero problema, el factor determinante en la salvación, está en el terreno, el corazón del hombre.

No debemos caer en la tentación de adaptar el evangelio para conectar con la gente: cambiando la música, edulcorando el mensaje, dejando de hablar del infierno, dejando de hablar de arrepentimiento… No se trata de eso, se trata de la dureza del corazón del hombre.

Esta parábola nos ayuda a entender el porqué de tan escasa respuesta a nuestra predicación y a tener expectativas realistas sobre ello.

Todos los grupos citados, salvo el último, son oidores de la palabra de DIos, pero no hacedores de ella (Santiago 1:22).

EL TERRENO JUNTO AL CAMINO

El camino es un terreno pisoteado por muchos y por tanto de consistencia dura. Este tipo de terreno representa a aquellas personas en las cuales la semilla no puede germinar porque es arrebatada por el enemigo para que no germine en sus corazones. Son aquellas personas que llevan un velo que les impide creer la verdad:

“el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” 2ª Corintios 4:4

Satanás y sus demonios arrancan de los corazones de estas personas la semilla de verdad, para que no puedan entender ni creer. Éstos rechazan la palabra de Dios abiertamente, otros piensan que es irrelevante y se quedan indiferentes.

Con esto se cumple la palabra del profeta Isaías 6: “para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.” Este versículo es bastante desconcertante, parece revelar que la salvación es un tremendo privilegio que Dios no le ha placido otorgar a todo el mundo.

El corazón del hombre está endurecido

El corazón del hombre de por sí está endurecido, pero Dios puede escoger ablandarlo o endurecerlo más aún: “de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.” (Rom. 9:18). El labrador trabaja la tierra hiriéndola con el arado, para que con ello la semilla tenga más posibilidades de germinar. Esto suele ser una constante entre los cristianos que conozco. Yo mismo llegué al evangelio después de una crisis personal, un asunto doloroso que afligió mi corazón durante un tiempo.

Testimonio

Tuve un amigo de profesión contador. Era divertido, solidario, alegre y excelente profesional.

Sucedía que este amigo, cada vez que yo le mencionaba a Dios o siquiera le citaba algo de la Biblia, negaba de forma categórica e inmediata que la Biblia dijera eso. Decía que yo la malinterpretaba, que los predicadores eran mentirosos y estafadores, que Dios no era como la Biblia decía porque el ser humano es capaz de ser bueno sin Biblia y sin dios, que la Biblia era un libro más como un libro de cómics o de fórmulas matemáticas, que no es palabra de Dios, que Dios no es una persona como tal, sino que es una energía impersonal presente en todas las cosas buenas y bonitas.

Un día me retó a un debate. Me propuso que para defender mis puntos no citara en lo absoluto la Biblia. Yo acepté el reto pero con una condición: que para defender sus puntos él no podía citar nada de los libros de nueva era, leyes de impuestos, ni artículos sobre evolución. Por supuesto no aceptó, porque esos libros eran el núcleo fundamental de todas sus creencias, tal y como la Biblia lo es de mis creencias y convicciones. Él decía que yo no era capaz de usar mi propio entendimiento sin la Biblia.

Pero con todo esto se demostró que él también tenía libros y textos de fe y que sin ellos no podía formular ningún argumento. Este amigo murió de cáncer, es triste saber cómo esa alma dura de corazón se perdió para siempre.

Predicación de la palabra de Dios trae salvación

Debemos entender que la predicación de la palabra de Dios trae salvación o trae juicio, y aunque nosotros siempre buscamos salvación, no siempre sucede. A veces cuando la palabra de Dios es rechazada lo que provoca es juicio para la persona. Como dice la Biblia “la palabra nunca vuelve vacía” (Isaías 55:11) y siempre tiene efectos poderosos.

TERRENO PEDREGOSO

Aquí se está hablando de personas emocionales y superficiales, falsamente arrepentidas. Estas personas se dan cuenta de que muchas veces sus problemas no sólo no se resuelven, sino que se multiplican. Incluso a veces, la persecución llama a las puertas de sus vidas, y acaban renunciando al evangelio. Estas personas nunca se pusieron a calcular lo que cuesta seguir a Cristo.

La vida cristiana no es un camino de rosas, y a lo largo de ella no podemos basarnos en nuestras emociones, sino únicamente en la palabra de Dios. Esta es muy clara y nos muestra que la verdadera fe se fortalece en la aflicción y la prueba. Cuando vienen los tiempos difíciles los verdaderos cristianos buscan a Dios, mientras que los otros se alejan decepcionados.

El cristianismo es una carrera de fondo

El cristianismo es una carrera de fondo que sólo puede afrontarse mediante el sacrificio, la paciencia y la disciplina. Nadie puede ser un campeón de maratón sin antes tener años y años de práctica sacrificada y paciente. Estas personas quieren el gozo, pero no el sufrimiento; quieren el premio, pero no quieren pagar el precio.

Leí el caso de una chica cristiana, ferviente seguidora del evangelio, con su esposo y sus hijos. Servían en una congregación cristiana, estaban felices y plenos. Sus padres también eran cristianos, pero eso no los eximía de ser seres humanos falibles e imperfectos. Nadie está a salvo de eso.

Los padres de esta chica manifestaron que querían divorciarse. Ella no quería. Dobló rodillas, hizo ayuno, rogó y clamó a Dios para que no permitiera que sus padres se divorciaran. Pero no resultó. Sus padres terminaron con décadas de matrimonio y cada quien siguió su camino por separado. La chica devastada, frustrada, enojada y triste abandonó a la congregación, a Dios, a la Biblia y a todas las actividades y prácticas concernientes al evangelio. Su esposo seguía asistiendo a la congregación y llevaba a sus hijos, pero ella se quedaba en casa, distante. Aunque no supe como continuó este caso, sé por experiencia que no suelen terminar bien.

TERRENO CON ESPINOS

Los que fueron sembrados entre espinos son distraídos por los deseos de las cosas de este mundo: las riquezas y los placeres de este mundo. Estas personas no llevan fruto y todo árbol sin fruto será cortado y quemado (Lucas 13:6-9)

Hubo un hombre que “recibió” al Señor Jesucristo en su vida. Estaba contento y gozoso asistiendo a la iglesia por un tiempo, incluso daba sus diezmos y ofrendas. Un día, el pastor lo entrevistó para conocer más de su vida y le preguntó a qué se dedicaba en su vida cotidiana, cuál era su medio de ingreso para sostenerse a sí mismo y a su familia. El hombre le contestó que era propietario de una agencia de loterías, actividad que le había dado tantas ganancias que pudo comprar su casa, su auto y viajaba con frecuencia.

El pastor le explicó cómo ese tipo de actividades de azar eran contrarias al evangelio del dia. El hombre  no le contestó palabra. Siguió asistiendo a la iglesia un corto tiempo, y después no volvió más. Un día el pastor pasó por casualidad por su agencia de loterías. Saludó al hombre y le preguntó por qué no había vuelto a la iglesia. El hombre respondió que no estaba dispuesto a dejar su medio de vida que tantas satisfacciones materiales le había dado, ni por Dios, ni por ninguna congregación.

Los afanes de este mundo

Los afanes de este mundo son aquellas cosas que nos desgastan y evitan ocuparnos de las cosas de Dios. El afán nos quita la paz y la palabra de Dios nos da la paz y nos hace descansar. El engaño de las riquezas es priorizar el trabajo y las riquezas sobre las cosas de Dios, no dando a Dios el lugar que le corresponde. Las necesidades cubiertas nos alejan del creador y nos hacen confiar en ellas más que en Dios (Prov. 30:8-9). Las riquezas finalmente se convierten en el motivo de vivir, y no en un medio para vivir y servir a Dios.

Unas y otras cosas, actúan como cantos de sirena para apartar al que se acerca a Dios e impedir que la palabra de Dios tenga fruto. El activo mayor de nuestras vidas es nuestro tiempo.

LA BUENA TIERRA

El que oye y entiende es aquel que fue sembrado en buena tierra. El fruto es el resultado de oir, entender y aplicar la palabra de Dios en nuestras vidas. Es sumamente importante que la palabra de Dios sea enseñada. En este proceso pastores, predicadores y maestros son claves.

La palabra de Dios genera los frutos del espíritu en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas  5:22-23). Estos frutos revelan un cambio de carácter interno que se refleja en lo externo.

No todos los cristianos dan fruto de igual manera, la parábola habla del 30, 60 y al 100 por uno. Las razones son variadas: las circunstancias de la vida, la capacidad que Dios ha dado a cada creyente y la medida de la fe que Dios nos ha dado.

En cierta ocasión oí un predicador que decía: “si por medio de usted nadie se ha convertido a Cristo usted va camino al infierno.” Sin duda es una expresión dura, pero ¿qué hay de verdad en ello?

Evangelizar es muy importante

Estoy de acuerdo con él que evangelizar es muy importante, pero si el maestro no evangeliza y si por él nadie ha llegado a Cristo, ¿no tiene fruto? ¿Todas las clases bíblicas que ha dado a otros hermanos no han servido de nada? Fruto es todo aquello que extiende el reino de Dios y lo glorifica. Ya sea evangelizar o enseñar, ambas son labores cruciales, y finalmente producen crecimiento en el creyente, por lo tanto no puedo compartir del todo lo que dijo este hermano.

Los cristianos verdaderos muestran un verdadero crecimiento y madurez a lo largo del tiempo. Tarde o temprano muestran frutos en sus vidas: cambian sus hábitos, su carácter, trabajan en ministerios, en iglesias, predican, evangelizan, enseñan…

Estimado lector, ¿Cuál es el terreno de tu corazón?

Despierta tú que duermes, hay mucho trabajo que hacer.

© Juan C. Planterio. Todos los derechos reservados.

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