¿Qué es el perdón de Dios?

Predicas Cristianas

Predicas cristianas predica de hoy: El perdón de Dios

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy:  Mateo 6:14–15

Introducción

Nos enseñan muchas cosas en la vida, pero ¿cuántas de ellas tienen que ver con el perdón y su gran poder? El mundo siempre parece orgulloso, olvidando que no somos nada. Pero Jehová nos guía de tal manera que aprendemos a sanar nuestras heridas con su ayuda.

A veces los obstáculos más difíciles que tenemos que superar son los nuestros. Sí, estamos caminando, pero sentimos que no avanzamos, que hay algo más pesado sobre nuestros hombros, tal vez es hora de mirarnos honestamente.

El perdón es reconocimiento de vida y gratitud. ¿Quién querría perder el tiempo albergando ira en su corazón? Cuando llegamos a conocer a Dios, nos damos cuenta de que no tiene sentido seguir pecando.

¿Es realmente difícil perdonar? ¿Cuánto perdón hemos retenido en nombre de nuestro orgullo? Si queremos comenzar a sanar y crecer, debemos estar dispuestos a perdonar.

I. El verdadero perdón

1. El perdón es gracia (Efesios 4:32)

Etimológicamente, la palabra “perdón” significa “dar plenamente”. No podemos perdonar en el medio o después de la ira. Aunque la decepción y el rechazo son emociones difíciles de manejar, el perdón verdadero y dado es la única manera de curarlas.

Tal vez pensamos que nadie merece nuestro perdón. Tal vez hicieron más difícil para nosotros perdonar. Por eso debemos recordar que el perdón es gracia, no se trata de “ganar” o no. Así como no merecemos el perdón de Dios, lo recibimos todos los días porque él lo entregó por completo a su creación.

2. Perdona y olvida (2 Corintios 5:17)

“Yo perdono, pero no olvido” ¿has dicho alguna vez esta popular frase? ¿Te imaginas a Dios diciendo eso por nosotros? Hemos cometido innumerables pecados incluso inconscientemente. A veces nos arrepentimos, y aunque volvamos a pecar, el Señor tiene una oportunidad para nosotros.

Si llevamos el evangelio en la boca, primero debemos llevarlo en nuestros hábitos y acciones. Si Dios mismo se complace con nuestra conversión, ¿por qué no con nuestro prójimo?

¿Cómo sería nuestra vida si el Padre se parara a nuestra puerta y dijera que no nos aceptará por nuestro pasado? Él es el primero en alegrarse cuando le pedimos perdón y volvemos a él. Asimismo, debemos recibir el perdón con la alegría de los nuevos comienzos.

3. Dios también nos perdona (Marcos 11:25)

Nosotros perdonamos porque él nos perdonó primero. Para que las virtudes espirituales crezcan en nuestras vidas, es imperativo que seamos capaces de sanar las heridas y dejar atrás el pasado. El olvido es resentimiento y nos aleja de la santidad.

En la Palabra de Dios se nos enseña a amar a todos, incluso a nuestros enemigos. La única forma de lograr esto es imbuirse del espíritu de sabiduría y fe, porque a los ojos del mundo parece imposible.

En este sentido, el perdón significa fortalecer nuestro amor a Dios.

4. ¿Existe un límite para el perdón? (Mateo 18:21-22)

Cuando el perdón es real, no hay límites. Es un proceso porque no sucede de la noche a la mañana. El primer paso es dejar ir la negación. En otras palabras, podemos reconocer que alguien nos ha lastimado, que todavía nos duele y aun así elegir perdonar. ¿El dolor mejora por la noche? No, pero con la ayuda de Dios no es imposible.

Si es necesario perdonar setenta veces siete, entonces debemos hacerlo. Esta lección de la respuesta de Jesús a Pedro es extremadamente importante. Nos enseña que el perdón es también un ejercicio de paciencia. No podemos cansarnos nunca de hacer el bien, aunque no se nos pida perdón, debemos ser capaces de perdonar por amor al Padre.

II. El perdón y ser perdonado

1. Pedir perdón (1 Juan 1:9)

Si realmente necesitamos pedir perdón, ¿qué debemos hacer? Debemos escudriñar nuestro corazón y admitir cuando hemos pecado contra los mandamientos de Dios o cuando hemos dañado a nuestro prójimo.

El perdón ofrecido sinceramente limpia todas las heridas.

Nunca debemos vacilar en pedir perdón por miedo o por orgullo. En la Biblia se nos enseña a pedir perdón primero a Dios, pero también a nuestros hermanos, porque así es posible mantener la paz.

2. Arrepentimiento (Hebreos 3:19)

Esto no es solo pedir perdón como por arte de magia. Es un proceso y hasta entonces tenemos que hacer la sanación de forma auténtica. Descubra lo que estuvo mal en nuestras acciones y sométase a la voluntad de Dios para corregirlo.

El arrepentimiento es un paso hacia el cambio. Como humanos, a veces es difícil aceptar lo que necesitamos cambiar, pero de eso se trata dejar el mundo. Cuanto más alcanzamos la gloria de Dios, más podemos sentirla.

Pedir disculpas y no intentar cambiar es dejar el trabajo sin terminar. La fe es capaz de transformarnos en nuevos seres para nuestro arrepentimiento. Dios nunca nos negará esta gracia, pero mira cuán verdaderamente vamos a él.

3. Cambio (2 Corintios 13:18)

Hemos sido creados a imagen y semejanza del Creador, aunque el pecado obstaculice constantemente nuestra búsqueda de la santidad. Después de haber pecado y arrepentido, no debemos dudar que el Padre en Su infinita misericordia puede cambiarnos.

Somos como barro en sus manos, así que debemos dejar que sea él quien nos construya. Se trata de dejar que su voluntad obre en nuestras vidas.

Jehová tiene el poder de cambiar a los que nos han hecho daño. No olvidemos que todos somos sus hijos y quien consideramos nuestro enemigo sigue siendo un hermano. Debemos creer en la transformación de todas las personas, no con egoísmo, sino tratando de llegar a todos como salvación.

III. Consecuencias de negar el perdón

1. El pecado castiga (Jeremías 2:19)

Negarse a perdonar es una forma de pecar contra los mandamientos de Dios. Aunque sintamos que tenemos razón, el pecado tiene su castigo. Guardar rencor es tan importante como cualquier otra culpa, principalmente porque no nos gusta la forma en que nos cuestiona.

¿Qué sucede cuando pecamos? Dios no nos castiga con su propia mano, pero nos advierte que nuestra propia culpa puede causar el mal que estamos pasando.

Este peso que llevamos es el resultado de nuestro propio pecado. Si en cambio elegimos redimirnos, perdonar y pedir perdón, él tendrá misericordia de nosotros.

Conclusión

El perdón sólo es posible cuando el amor es la herramienta. Ciertamente no es fácil amar a quien nos hiere, pero es mandato de Dios y en su nombre es posible y bueno. ¿Cómo podemos sentir este amor profundo? Nos volvemos al evangelio y dejamos que se manifieste en nuestras vidas.

El perdón nos libera, nos sana, porque nos permite dejar atrás el pasado y Jehová hace cosas nuevas en nosotros.

Del mismo modo, ¿cuántos perdones no salieron de nuestra boca? Esperemos que ahora hayamos corregido nuestras preocupaciones a tiempo.

Es deber de todo cristiano que todos nos salvemos. ¿Cómo podemos predicar algo que no practicamos? Al enseñar la gracia de Dios, debemos ser los primeros en expresar la misma actitud a nuestros hermanos. Estamos hechos a su imagen y semejanza, y debemos reflexionar sobre eso siempre que tengamos la oportunidad, especialmente en el perdón.

© Reenier Gonzalo Prado. Todos los derechos reservados.

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