El músculo atrofiado

Reflexiones Cristianas

Reflexiones Cristianas Texto Biblico: Proverbios 22:6

INTRODUCCIÓN

Los padres de familia tenemos una responsabilidad enorme sobre nuestros hijos (Salmo 127:3). Si pensamos que la familia es como un gimnasio, los padres somos los entrenadores y los hijos, los “clientes”.

La caminadora, las pesas, los elásticos y demás aparatos ejercitadores son los trabajos y pruebas cotidianas: los momentos de oración y lectura de la Palabra, la escuela, el levantarse temprano, el convivir y compartir con los hermanos, el respetar a los padres, comerse lo que le ponen en el plato, cumplir con las tareas…

Como padres tenemos el deber de ser los entrenadores de los hijos. Debemos y tenemos que ayudarlos a ejercitar los músculos espirituales, y prepararlos para la lucha del camino de la santidad. Hemos de prepararlos no para una victoria fácil que se gana de una vez para siempre.

Sino más bien para una lucha continua, pues así es la vida del cristiano que no quiere hacer las paces con el enemigo. La vida usualmente no es una corta carrera de velocidad. La vida es un maratón, una prueba de resistencia. Y mal haríamos como padres o maestros, si preparamos a los jóvenes para una carrera corta, o para una victoria fácil.

El músculo atrofiado

Si lo pensamos bien, nos ha tocado vivir en un ambiente de comodidad extrema debido a los avances en la ciencia en todos los ámbitos. Podemos contar con luz eléctrica a cualquier hora del día y de la noche, sin necesidad de velas. Podemos cocinar y calentar la comida con una enorme facilidad. Tenemos agua potable y caliente que sale de una llave.

En los supermercados podemos encontrar comida fresca de cualquier parte del mundo. No tenemos que usar nuestros músculos para cultivar nuestras frutas o verduras, ni mucho menos criar y cuidar los animales como fuente de alimentación.

En casa la comodidad ha llegado a extremos que no podría haber soñado ni siquiera un rey como Carlos V, a pesar de ser un poderoso emperador. Porque no tenía una cama suave y cómoda, ni calefacción, ni un medio de transporte ágil y agradable, ni música ambiental, ni una televisión, ni hielos para enfriar sus bebidas.

Todas estas comodidades (y muchas más) nos han permitido una vida más agradable. Pero al mismo tiempo han impedido que ejercitemos ciertos músculos espirituales. Porque nuestros hijos se han ido haciendo cada vez más frágiles. Cada vez les cuesta más el aguantar un fracaso, el tolerar una frustración. Cada vez les cuesta más reponerse de una derrota, y tener la voluntad para levantarse y volver a intentar.

En el plano espiritual nos hemos ido estancando

Se han ido “oxidando” algunas habilidades. De la misma manera que los celulares, que han llegado para hacer más cómoda y llevadera la vida, han suplido nuestra capacidad de aprender números de memoria. Cuando en otro tiempo éramos capaces de aprender una gran cantidad de números telefónicos. Hoy en día ya no necesitamos hacer ese esfuerzo de memorización.

Es muy cómodo llamar a alguien con sólo tener el nombre de la persona. A cambio de esa comodidad, hemos perdido una habilidad. Pero eso que nos ha pasado en el plano intelectual y de la memoria, ha pasado con los hijos con respecto al carácter y a la capacidad de sobreponerse a las dificultades.

Un síntoma de que se ha debilitado nuestra capacidad de resiliencia y fortaleza espiritual es que los hijos, (y también los padres), se quejan demasiado de cualquier cosa. Se quejan continuamente: del clima, del maestro, del entrenador que no lo comprende. Se quejan de los compañeros que le llaman cosas, de la comida, de la ropa, de que no tienen el último modelo de consola de juegos, de que tienen que caminar, de que se aburren, de que tienen que esperar su turno, de que tienen que ayudar en casa.

Son quejas continuas e infinitas, porque la voluntad ha ido perdiendo su capacidad de sobreponerse a la frustración y a los fracasos.

Desafortunadamente con la comodidad y el hedonismo tan a la mano, nuestros jóvenes han perdido su capacidad de sacrificio, de mantener su palabra y por tanto también han ido fabricando un entorno desechable, donde la carrera que estudias es desechable y se puede cambiar o reemplazar en cualquier momento.

Las relaciones laborales son también desechables y pueden cambiar de trabajo sin honrar un compromiso. Pero también ha atacado a la propia familia, porque nuestros jóvenes se han hecho cada vez más blandengues, de manera que cuando en el matrimonio se pasa el período del enamoramiento y el amor exige madurez, sacrificios y esfuerzos, nuestros jóvenes se cansan y desisten. Es por ello que la tasa de divorcios y separaciones va en constante aumento: Porque los músculos espirituales están atrofiados.

El gimnasio espiritual

Como padres tenemos el deber de enseñarles el valor del sacrificio, de la abnegación, del cargar de manera voluntaria y alegre con la cruz de cada día (Mateo 16:24). Hemos de amar a Cristo más que a todas las cosas e incluso más que a la propia vida, y por tanto, más que a la propia comodidad (Lucas 14:26 y Romanos 6:6).

El esfuerzo diario de la práctica de las virtudes es lo que fortalece los músculos espirituales: la generosidad, la constancia y la tenacidad en nuestros trabajos, el compartir, el minimizar los defectos de los demás, el buscar hablar bien de todos, el fijarse más en lo que tenemos que agradecer a Dios que lo que nos cuesta, el tener una palabra positiva antes que una queja… ¡Ese es nuestro gimnasio!

Igual que Pablo nos invita a combatir el mal con el bien, hay que invitar a los hijos a combatir la queja con la gratitud. Y la intolerancia a la frustración con actitudes positivas y a prepararse para la lucha: fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo (Efesios 6:10), porque ¿no es acaso la vida del hombre una lucha sobre la tierra, y sus días como los días del jornalero? (Job 7:1)

© Hilda Hernández. Todos los derechos reservados.

Predicas Biblicas… Reflexiones Cristianas

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio