Tener esperanza

Bosquejos Bíblicos

Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: Tener esperanza

Bosquejos Bíblicos Lectura Bíblica: Romanos 8:24

Introducción

Una lección muy importante de la Epístola a los Romanos dice: “Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?” (Romanos 8:24).

La esperanza es uno de los elementos fundamentales de la enseñanza cristiana. Esto porque aquellos que tienen esperanza, esperan con sabiduría, tienen fe y encuentran la prosperidad. Esta es la lección de Cristo.

Esperanza es fe (Hebreos 11:1)

Aquellos que tienen fe, no tienen duda. Todavía, no porque tienen certeza de las cosas que conocen. Antes, porque ellos confían justamente en las cosas que no pueden conocer.

Por esta razón, leemos en la Biblia: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal;” (Proverbios 3:5-7).

La fe no tiene que ver con el juicio humano, por lo cual ejercemos algo como la prudencia. También no tiene que ver con la capacidad de analizar y exprimir una opinión, que es algo que hacemos con nuestros conocimientos. Entonces, ¿qué es la esperanza de la fe?

Leemos en el libro de Santiago: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.” (Santiago 1:6).

Santiago nos dice que aquellos que dudan son como las olas del mar, es decir, se dejan llevar por el viento y no tienen dirección. A su vez, aquellos que piden con fe son el opuesto de esto: no se dejan llevar por nada y, por este motivo, tienen siempre una dirección. Pero, ¿qué dirección? ¿para dónde nos lleva la fe?

La respuesta está ya en el pasaje que hemos leído en los Proverbios: en todos caminos. No solamente en este o aquél camino, pero en absolutamente todos. Es ahí que tenemos que reconocer a Dios, porque Él enderezará nuestras veredas.

Ahora bien, ¿cómo es posible reconocer a Dios en todos los caminos?

Leemos en la carta de Pablo a los hebreos: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1).

Aquellos que tienen fe, cultivan la convicción en lo que no se ve. La esperanza está en la convicción, es decir, es no tener duda que Dios nos lleva por sus caminos cuando creemos en Él – y no en nuestro propio juicio que nos engaña tantas veces, o en nuestra opinión, que a menudo está equivocada.
Y ¿como hacer esto? Por supuesto, mediante un ejercicio de espera.

Esperanza es esperar (Romanos 8:35)

Esperar es algo tramposo, muy difícil y que requiere devoción. Cuando hablamos de esperar “lo que no se ve”, como dijo Pablo en la carta a los Hebreos, estamos hablando de algo aún más complejo. Hablamos de un esperar por algo que no sabemos bien lo que es.

En los Romanos, Pablo dice: “Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” (Romanos 8:25). ¿Quién aguardamos? Aguardamos todavía el Señor. Como leemos en los Salmos: “Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; En su palabra he esperado.” (Salmos 130:5).

Aguardar a Dios es tener esperanza en Dios

Es también tener fe en Dios. Pero, ¿por qué tenemos que aguardar? Dios no demanda que esperemos por Él porque Él llega tarde. Asumir esto es una tontería. El tiempo es algo humano, no divino.

La espera por Dios tiene que ver, antes, con el ejercicio más puro de la esperanza, a saber: esperar. Todavía, no esperar por esto o por aquello, pero esperar por un desconocido. O aún, esperar por algo que solo podemos conocer por medio de la creencia, por la fe.

Cuando esperamos, tenemos fe y esperanza. Cuando esperamos por algo que vive en la fe, nos movemos fuera del tiempo de la espera. Lo que esta fuera del tiempo, ya decimos, el Dios. O sea, la esperanza de esperar no es sino llegar más cerca de Dios. Y por esto Él pide que esperemos, que tengamos esperanza.

Con esta espera, ganamos más fuerza.

Así leemos en la Biblia: “Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.” (Salmos 27:14). Y otra vez más, leemos: “Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” (Isaías 40:30-31).

Esta fuerza de que se habla, es los que necesitamos para llegar hacia la prosperidad de Dios.

Esperanza es prosperidad (Eclesiastés 7:14)

Leemos en los Eclesiastés: “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.” (Eclesiastés 7:14).

Tenemos que esperar el día del bien, porque en este día encontraremos el goce. Así dice la palabra: “Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres.” (Deuteronomio 30:9).

Pero, ¿qué tiene que ver el goce con la espera?  Lo que pasa es que aquél que goza o que se queda alegre es precisamente lo que encuentra la prosperidad.

Prosperidad es uno de los sinónimos de la felicidad.

Prosperidad es también esperanza y esperar. Las tres palabras tienen la misma raíz, a saber: el sper.
Retomemos la palabra inicial: “Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?” (Romanos 8:24). Ahora podemos comprender esto un poco mejor.

Somos salvos en la esperanza porque cuando esperamos por Dios, cultivamos la fe en Dios. Somos salvos en la esperanza porque cuando esperamos en Dios, ejercemos el esperar más puro. Somos salvos en la esperanza porque con ella ganamos fuerza y encontramos la prosperidad en Dios.

Por fin, esta la lección de Cristo: ¡hay que tener esperanza!

© Pedro Blanco. Todos los derechos reservados.

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