Dios Siempre Ha Hablado

Estudios Biblicos

CAPÍTULO 1: (Estudio 1A) Dios Siempre Ha Hablado

Estudio Bíblico de la epístola a los Hebreos

Damos inicio a esta nueva aventura en el estudio de la Palabra de Dios, en la extraordinaria epístola a Los HEBREOS. Hasta ahora los teólogos y críticos no se han puesto de acuerdo en aceptar quién escribió esta joya del Nuevo Testamento, aunque algunos se lo atribuyen al apóstol Pablo.

Para los efectos nuestros, lo que más nos interesa es estudiar su contenido, de allí la importancia de este inicio. El escritor comienza con una de las declaraciones más grandes de la Escritura, pues se trata del punto culminante de la llamada revelación progresiva. Y, así dice el texto:

1 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,”

El texto nos presenta a un Dios que siempre se ha comunicado con el hombre. Así que, tenemos a un Dios que ha hecho todas las cosas que existen y que a su vez, ha contado su historia. El escritor sagrado se asegura en indicar que en más de una vez, el Señor se ha comunicado con los hombres. Lo hizo a través de su voz audible que fue oída por los hombres del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Pero también lo hizo de muchas formas y en todas las épocas. Lo hizo en un torbellino, en una zarza, en un viento apacible, a través de ángeles, y hasta lo hizo con una asna. El asunto es que Dios nos ha hablado y esa Palabra, ahora la tenemos registrada en lo que hoy llamados la Biblia. Los padres y los profetas antiguos fueron testigos.

El registro de todo lo que Dios dijo en el pasado ha sido escrito y se ha conservado. Uno de los milagros más grandes de las Escrituras, es la forma de cómo se ha preservado en un período de más de cinco mil años. Pero ahora, como su máxima revelación, y en lo que sería el Nuevo Testamento, nos ha hablado por medio de Aquel que hizo todas las cosas.

2 “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

De una manera única, precisa y muy cumplida, la revelación profética del Antiguo Testamento llegó a su culminación cuando apareció el Hijo de Dios, siendo Cristo la revelación completa de Dios. El asunto es que la Biblia no sería Biblia, ni estaría completa sin la aparición de Jesucristo. La frase: “en estos postreros días”, nos habla del tiempo de Dios para dar a conocer cuándo se convertiría la Palabra Hablada en la Palabra Encarnada.

Dos cosas agrega Dios para hablarnos de esa palabra hecha carne. Por un lado, dice que Cristo es el heredero de todo. Esto significa que nadie más sino Él, es merecedor de todo. Y sorprendentemente la Biblia nos dice que nosotros seremos coherederos con Él. Por otro lado, dice que por medio de Él, Dios hizo todo el universo. Cuando Dios dijo: “hágase la luz”, esa palabra era Cristo. Lo grande de este texto, es revelarnos al Hijo por medio de quien se realizó toda la creación.

Ahora, veamos cómo el escritor sigue hablando de esa revelación especial, llevándonos a la cumbre de la teología, pues nos presenta al Verbo Encarnado, como siendo igual a Dios.

3 “El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,”

“El resplandor de su gloria” es una expresión majestuosa de la Deidad. Juan nos ha dicho que: “A Dios nadie le vio jamás; el Unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer” (Juan 1:18).

De igual manera, es Juan quien nos dice que cuando Cristo se manifestó, vimos su gloria, por lo menos una parte, pues cuando iba a morir reclamó la totalidad de esa gloria, cuando dijo: “Glorifica a tu Hijo con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:5).

Entonces, ¿Por qué Cristo es Dios? Por un lado, se nos habla de la “imagen misma de su sustancia”; es lo que Pablo dice de Él: “siendo en forma de Dios” (Filipenses 2:5). Era lo que Dios tenía preparado para hablarnos en los postreros tiempos, era alguien de su misma sustancia; era alguien semejante a Él. ¡Era Él mismo!

Por cuanto Cristo es igual a Dios, es el único ser Creador de todo lo que existe, visible e invisible; pero también, el único que obró nuestra Salvación. Ahora notemos como el mismo Señor que crea el universo con su Palabra, lo sostiene también con su Palabra, pero no cualquier palabra sino la “Palabra de su Poder”.

Y lo grande de Aquel por medio de quien Dios nos ha hablado últimamente, es que posee la autoridad, por medio de su muerte en la cruz, para purificar nuestros pecados. Pero, por si faltara algo, el texto nos dice que después que hizo su creación y nos dio su salvación, ahora tiene la posición de intercesor como el Gran Sumo Sacerdote, que “traspasó los cielos”. El lugar que ahora ocupa el Señor no es en la cruz sino en la “Majestad en las alturas”.

Mis amados hermanos, cuando vemos la obra de Dios y su propósito eterno, no tenemos sino que ponderar su amor por el hombre. Consideremos las veces que habló, y las maneras de cómo nos habló.

Veamos cómo esa revelación aún no estaba completa, sino que llegaría el día cuando Dios nos hablaría de una manera directa, y no pudo escoger algo mejor para hacerlo, sino a través de su propio Hijo. ¡Qué bueno es recordar que no necesitamos de más revelaciones! Que no necesitamos de más profetas o apóstoles, pues ya contamos con el más grande de los profetas y el Gran Apóstol de nuestra fe, que a su vez, es el autor de nuestra salvación. ¡Cristo es la revelación completa y por eso la Biblia, como la Palabra de Dios, está completa!

Finalmente el escritor nos lleva a este texto:

4 “Hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.

Cuando Dios quiso comparar la obra y la grandeza de su Hijo, escogió a una de sus más inigualables criaturas, como lo son los ángeles.

El autor de Hebreos nos hace ver que en la mente de muchos judíos, había una especie de culto supersticioso e idolátrico hacia los ángeles; y la razón que daban de eso, era que por medio de ellos se había dado la ley además de otras cosas más, a través de las cuales Dios había manifestado su voluntad.

Tal era el culto a ellos que los consideraban una especie de mediadores entre Dios y los hombres, como lo serían hoy en día las vírgenes y los santos. Muchos judíos adoraban a los ángeles como si fueran Dios mismo. Semejante desvío hizo necesario que el autor del libro, destacara la supremacía de Cristo como Mesías por encima de los ángeles.

Este reconocimiento puso a Cristo, no solo por encima de ellos, sino como el creador de ellos mismos. Por supuesto que la obra de Cristo lo llevaría a tener mucho más excelente nombre que ellos, aunque entre ellos había los llamados arcángeles.

Mis amados hermanos, frente a semejante doctrina acerca de la Cristología en la cumbre de la revelación divina, no nos queda sino postrarnos delante de Él, y al ver la grandeza de su obra a través de la creación, la salvación y la sustentación, simplemente le reconocemos como el Eterno Salvador, y ahora también, el eterno mediador entre Dios y los nombres. ¡Bendito sea nuestro Salvador por siempre y para siempre! Amén.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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CAPÍTULO 1: (Estudio 1B) El Hijo, Superior a los Ángeles

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