La ciencia y el conocimiento

Debemos despojarnos del hombre viejo, de sus acciones, y revestirnos del hombre nuevo, que es Cristo, mediante la renovación en el espíritu de nuestra mente. Esta renovación debemos pedirla en la oración, y enseñarla a los jóvenes con el ejemplo de tener siempre la Palabra de Dios en los labios y el corazón.

Para que aprobéis lo mejor (Filipenses 1:10-11)

El aprobar lo mejor, el hacer la voluntad del Señor, no se hace espontáneamente, sino que proviene de lo que antes nos aconsejó Pablo, del verdadero conocimiento y ciencia. Eso nos brindará un tamiz por el que pasaremos cada acto de nuestra vida, con la finalidad de ser irreprensibles ante Cristo. Porque estudiando su Palabra, la haremos interior, la haremos espíritu.

¿Por qué seremos irreprensibles?, ¿por mérito nuestro? No, los frutos de justicia que llevemos serán por medio de Jesucristo, ya que con la meditación de sus enseñanzas nos transformará, para gloria y alabanza de Dios.

Y es que no debemos separar nuestro accionar de nuestra fe, sino al contrario, que nuestra fe permita que Cristo modifique nuestro accionar.

El creyente hace suyo el Evangelio, lo acepta como el testimonio de la verdad que vino a traer el Señor al mundo para conducirnos a la Vida Eterna. Lo aprende, no del labio hacia afuera, sino que intenta como la semilla caída en tierra fértil, dar frutos de vida.

Para que seáis irreprensibles (Filipenses 2:15-16)

Nuevamente Pablo nos pide que seamos irreprensibles, pero nunca lo hace como si fuera una capacidad del hombre el llegar a ese estado. Es la gracia de Dios que nos llega por su Hijo la que nos transforma, nos vuelve sencillos, hijos de Dios sin mancha.

Por la Palabra seremos luz en medio de la oscuridad. Pero sólo si permitimos que esa luz nos inunde el interior y la mente primero, alcanzando la verdadera sabiduría.

Y la manera de lograr esto está plasmada en las siguientes palabras del discípulo, cuando nos pide que permanezcamos asidos de la palabra de vida.

¿Trae dolor seguir la Palabra, amarla? No, nos promete gozo y alegría verdaderos, incluso si seguirla implica derramarnos como libación sobre el servicio de nuestra fe. ¿Cuesta el estudio de la Palabra? Sí, pero nos inunda de tal riqueza que enseguida olvidamos el dolor que nos provoca el contrastar nuestra vida de pecado con lo que nos pide Dios para nuestra existencia.

La ciencia y el conocimiento – Conclusión

Confiemos en el Señor, depositemos en Él nuestro intelecto y nuestra mente, dediquémosle lo mejor de nuestro día en meditar su mensaje. No seremos defraudados por Él, sino que alcanzaremos el gozo del que continuamente nos habla Pablo, que vivió en medio de ultrajes por el Evangelio, y sin embargo nos afirma: “para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).

© Julio Torres. Todos los derechos reservados.

Predicas Biblicas… Reflexiones Cristianas

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