Como un río que fluye

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: Como un río que fluye

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Ezequiel 47:1-12

Introducción 

Un río es una corriente de agua que fluye continuamente. Tiene un caudal determinado, aunque rara vez es constante a lo largo del año, y entre las orillas del placer mundano y del dolor, fluye el río de la vida en Cristo. De manera que cuando el hombre se niega a fluir con la vida y se estanca en las orillas, se convierte en un problema.

Vivir como un río que fluye significa aceptación. Es dejar llegar lo que viene de Dios, y dejar ir lo que el Señor se lleva. Es la actitud de un río que fluye libremente frente a las circunstancias que aparecen ante nosotros.

Pero cuidado, pues quizás seamos agua fluyendo, pero el camino que nos marca el Señor lo tenemos que hacer nosotros, y no debemos permitir que el cauce marcado por el mundo esclavice al río, no sea que en vez de un camino tengamos una cárcel.

Un río nunca pasa dos veces por el mismo lugar.

Por lo tanto, siempre estamos ante paisajes nuevos al recorrer el camino desde nuestro nacimiento a nuestro destino final. Y debemos encarar todas las novedades con alegría ya que un río no deja nunca de correr, aunque en los valle andemos más despacio porque a nuestro alrededor todo se vuelve más fácil, entonces las aguas se calman.

Otra cosa importante es que cuando fluimos como un río, nuestras márgenes son siempre fértiles, y debemos entender que todo aquél que entra en contacto con nosotros es para beber de esa agua de vida que proviene del Señor.

Hay que esquivar las piedras, el agua es más fuerte que el granito, pero necesita tiempo para trabajar, de nada sirve dejarse dominar por obstáculos más fuertes, o intentar luchar contra ellos, pues gastaremos energía en vano, o mejor es saber dónde se encuentra la salida, y seguir adelante, y la salida es Jesucristo.

Somos únicos, y ocupamos en un lugar que estaba preparado para nosotros, un lugar donde el Señor nos mantendrá siempre alimentados de agua viva, de manera que al encontrarnos con obstáculos o depresiones, podamos tener la paciencia y la fuerza necesaria para seguir adelante.

Comenzamos el camino del Señor de manera frágil, al punto que una simple prueba puede detenernos, pero como nos alimentamos del manantial que nos engendró, y confiamos en su sabiduría, poco a poco vamos ganando la fuerza necesaria para recorrer nuestro camino.

Aunque seamos únicos, si fluimos como ríos pronto seremos muchos, pues a medida que caminamos por el camino del Señor, las aguas de otros manantiales se acercan, ya que es el mejor camino por seguir.

Entonces, cuando menos lo pensemos ya no somos uno solo, sino muchos, y cuando aceptamos el encuentro, entendemos que eso nos hace mucho más fuertes, y juntos podemos pasar los obstáculos o las depresiones en mucho menos tiempo, y con mucha más facilidad.

Una manera de trabajar en Cristo es acercarse a donde existe la vida brindada por el Señor con sus formas, no juzgando a nadie, sino tratando de dar un buen lugar a todos.

Anclando en un lugar que ya no tiene que ver con si nuestros padres fueron buenos o malos, o si nos quieren o no nos quieren. Olvidándonos un poco de todas las exigencias y condicionantes que el mundo y la sociedad nos imponen, y que nos llevan a estar más pendiente del mundo, que de lo que el Señor desea y ha preparado para nosotros.

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