Si tu hermano peca contra tí

¡Cuánto ama Jesús a los descarriados! El hermano que peca contra otro, es uno que se ha descarriado, y para que este sea salvado, el ofendido debe hacer exactamente lo que hizo el buen pastor.

1. No debe esperar a que el ofensor venga. Sería como si el buen pastor se sentara a esperar en casa a que la oveja descarriada vaya a él. No, el buen pastor “fue por la oveja”, y así el cristiano que ha sido ofendido por otro, debe ir a reprender al ofensor. Cristo lo dijo así: “si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele”.

2. No debe evitar al ofensor. Muchos hermanos que son ofendidos por otro, en lugar ir a ellos y reprenderles, mejor los evitan. Ya no les invitan a sus casas. Ya no los saludan en las reuniones de la iglesia. Otros cambian su membresía. Pero, ¿Acaso el buen pastor dejó de preocuparse por la oveja descarriada? ¿Acaso la vio a lo lejos, y siguió su camino con las 99? No, el ejemplo de Cristo demanda acción de parte nuestra cuando un hermano nos ofende, y su mandamiento es “vé y repréndele”.

3. No debe hablar a otros de la ofensa, sino solo con el ofensor. Muchos hermanos cometen el error de ir diciendo a otros sobre la ofensa que algún hermano les ha hecho. El buen pastor no fue por las ciudades para contar sobre su oveja perdida, esperando que otro la rescatara. No, sino que dejó a las 99, y fue él mismo a rescatarla. Cristo dijo, “vé y repréndele estando tú y él solos”. Ningún hermano fuera de ellos dos debe saber de dicho pecado, y de dicha reprensión. Hacer tal cosa es actuar en contra de la Palabra de Dios.

4. Debe ir con el objetivo correcto. Si un hermano peca contra mi, no debo ir a reprenderle solamente. El objetivo de dichas acciones, no son la reprensión misma. La reprensión no es un fin en sí misma. El objetivo es la salvación de quien nos ofendió.

El buen pastor no fue a buscar a la oveja para matarla, o para llevarla aún más lejos del rebaño. Note lo que dice el verso 14, y el principio del 15: “Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños. Por tanto…”. ¿Leyó con atención?

Todo lo que dice el verso 15, es para evitar que se pierda un hijo de Dios. No es la voluntad de Dios que se pierdan hermanos. “Por tanto”, dice Cristo, “si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”. Se trata de ganar y no de perder.

Se trata de ganar, pero no de ganar una pelea, sino de “ganar a un hermano”. No se trata de “ganar enemigos”, ni de “correr hermanos de la iglesia”. No se trata de satisfacer la carne, sino de satisfacer el deseo de Dios. Éste es el objetivo de ir a reprender, de ir a convencer de su mal a quien ha pecado contra mí.

CONCLUSIÓN

¿Qué deben hacer los cristianos, cuando se presenta un problema personal? Los ofendidos deben de ir con humildad con el ofensor, para hacerle ver el mal que nos ha hecho, y rescatarle de su condición pecaminosa.

El ofendido no debe callarse, sino ir a hablar inmediatamente con quien le ofendió. No debe esperar a que el ofendido vaya a dialogar con él. No debe divulgar con nadie sobre dicho pecado y reprensión. No debe buscar la contienda o la venganza. Debe buscar la paz con el ofensor, y la salvación de su alma.

© Lorenzo Luévano Salas. Todos los derechos reservados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio