La familia de la Fe.

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Es sorprendente como personas de tan diferentes culturas, países, edades, tamaños y colores pueden ser parte de una misma familia, hablamos diferentes dialectos e idiomas, tenemos diferencias  de criterios y gustos pero aun así tenemos un mismo Padre, podremos quizás nunca habernos visto, pero al conocernos le llenamos de amor, amabilidad, cordialidad y favores, nunca te vi pero eres mi hermano (a),  somos parte de la Familia de la Fe.

Si usted ha creído y nacido de nuevo en Jesucristo, usted es miembro de esta familia que tiene millones de hermanos por todo el mundo que tienen un mismo Padre, la Biblia dice: “…Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios…” Efesios 2:19.

Una familia natural (la terrenal) es regida bajo términos, valores y parámetros que todos los miembros debemos cumplir, esto hace que en la familia tengamos en grandes rasgos el mismo comportamiento, los mismos valores y el mismo amor del uno con el otro.

Los hijos de Dios, también tenemos todo esto en común, estamos regidos bajo los mandatos de Dios, somos educados bajo los mismos valores y esto no lleva a tener en rasgos generales el mismo comportamiento; no es que seamos una especie de robot ensamblados en línea que hacen todo igual, cada miembro posee sus virtudes, defectos y singularidades, pero en rasgos generales la esencia de lo que somos (Hijos de Dios) nos hace ser parecidos.

El Padre no has dejado normas en las Sagradas Escrituras de cómo debe ser nuestro comportamiento como hijos,  para con la familia de la fe como, pues lo que hagamos de hechos o de palabra será prueba de quienes somos, y si de decimos ser hijos de Dios debemos comportarnos y actuar como así Él lo manda.

En la carta de Gálatas en el capítulo seis, el Apóstol Pablo da indicaciones de cómo debemos convivir y comportarnos entre hermanos, estas son las actitudes que debemos tener como hermanos de la Fe, entre las cuales encontramos las siguientes tres:

Ser restauradores: cuando hablamos de restaurar nos referimos en llevar al estado original algo que se ha deteriorado, por ejemplo, los restauradores de vehículos lo llevan a través de su trabajo al estado más original posible que este tenía.

Y es precisamente ese nuestro deber para con el hermano caído, restaurarlo al estado previo de su caída, ayudarle a que no se quede allí derrotado por el pecado; lamentablemente muchas veces somos demoledores en vez de restauradores, si, demoledores, porque vemos el estado de un hermano que ha caído y lo terminamos de demoler y destruir señalándolo y juzgándolo, haciendo caso omiso lo que dice Gálatas 6:1 “…Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.…”.

Es claro que el proceso de restauración deber ser realizado con amor, humildad y mansedumbre, tenemos que tener consideración con el hermano, no se trata de no indicarle lo malo que hizo sino de tener el tacto necesario porque se trata de la vida espiritual del hermano y cada palabra que usemos para con él/ella podría acercarlo o alejarlo más de Cristo.

Además de esto no sabemos cuándo podríamos vernos nosotros en esa misma situación y les aseguro que quisiéramos ser tratados con el amor con que nosotros ayudamos a restaurar y no con la dureza con que demolimos.

Llevadores de Carga: La sociedad actual nos ha convertido a los seres humanos en unos competidores naturales, donde todos queremos ser el número uno,  y donde la caída de uno es la oportunidad nuestra de adelantarlos o subir de posición, nos hemos convertidos en atropelladores del caído, pocas veces ayudamos al necesitado, aun cuando la Palabra de Dios dice muy claramente “…Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo…” Gálatas 6:2

Sobrellevar implica soportar una situación difícil y ayudar a otra persona en una situación difícil para aliviar al otro; para sobrellevar la carga del otro definitivamente hay que tener un gran amor por el prójimo, que casualmente es la Ley de Cristo “…Amarás a tu prójimo como a ti mismo.…” Mateo 22:39, sin amor al prójimo es imposible ayudar en llevar las cargas.

Hacedores de bien: Los hijos de Dios debemos ser imitadores de Jesús, quien siempre estuvo allí ayudando a quien necesitaba sanidad o perdón de pecados, es ilógico llamarnos cristianos y no hacer las obras de Cristo, y aclaró, las buenas obras no la hacemos para salvación la hacemos como consecuencia de la salvación que Cristo operó en nosotros.

Es por esto que día a día debemos ahondar en hacer el bien, además, esto trae consecuencias positivas y bendiciones para nuestras vidas, pues este bien obrar nos llenará de bendiciones, “…No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos…” Gálatas 6:9

Si sembramos bien, segaremos bienestar, pero esto debe ser constante sin desmayar, ¿A quién debo hacerle bien?, a Raquel y todo aquel, a Raymundo y a todo el mundo, sin acepción de personas, pero mayormente a los hermanos miembros de la familia de la Fe “…Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe….” Gálatas 6:10.

Nuestro Señor Jesucristo dijo mientras estaba aquí en la tierra: “…Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.…” Mateo 25:40

Allí el Señor hablaba de las desatenciones, desprecio y la falta de ayuda que en el día final dirá que recibió, y explica que si a uno de sus hermanos menores se los hizo (Los hijos de Dios Padre) a Él (Jesucristo) también se lo hicieron, es por eso que el Apóstol Pablo habla que primeramente ayudemos a los de la familia de la Fe, cuando obramos en bien y nos comportamos adecuadamente con nuestros hermanos estamos haciendo y obrando en Fe para nuestro Señor Jesucristo, recordemos que somos miembros de un Solo Cuerpo, la Iglesia, debemos permanecer unidos, fuertes, en amor que es el vínculo perfecto, seamos empáticos y sensibles a las necesidades y situaciones de nuestros hermanos, la indiferencia entre hermanos destruye a una familia, la carta a los Romanos dice en el capítulo 12, verso 15: “…Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.…”.

Ame a su hermano, preocúpese por él, restáurelo si cayese,  lleve su carga, hágale el bien, recuerde que somos una gran familia en Cristo Jesús, somos, la familia de la Fe.

Redactado por: Erick Principal

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3 comentarios en “La familia de la Fe.”

  1. Amen, hermano Dios lo bendiga en gran manera, quiero decirle que tomando su texto,me sera de mucha utilidad para llevar un mensaje a unos hermanitos de una mision en mi localidad, que el Espiritu Santo lo siga instuyendo en todo a El sea toda la gloria y honra. Feliz año bendiciones.

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