En reparaciones

Reflexiones Cristianas

Base Bíblica: 2 Reyes 12:1-8

En ocasiones, los establecimientos comerciales cierran sus puertas al público porque necesitan realizar reparaciones a su infraestructura. Entre las razones por las cuales esto ocurre, podemos nombrar:  el funcionamiento inadecuado del aire acondicionado, algún desperfecto en la corriente eléctrica, fallas en el suministro de agua, la remodelación de cierta área del local, o cualquier otra razón de peso que amerite el cese de las actividades en dicho lugar.

Esto no solo ocurre con establecimientos comerciales, sino con diversos tipos de organizaciones, organismos, o empresas, que llevan a cabo sus actividades en un espacio físico que necesite estas reparaciones como escuelas, clínicas, fundaciones, oficinas, e incluso templos.

Un caso extremadamente curioso sobre reparaciones, es el de la Iglesia La Sagrada Familia, ubicada en Barcelona, España. Esta iglesia está siendo construida desde 1882 es decir, en el 2019 tiene 127 años en construcción y reparación. Es tan llamativo este hecho que es uno de los lugares emblemáticos de la ciudad, y uno de los más visitados por los turistas.

Es una muestra de lo  descuidado que somos los seres humanos, y como le vamos dando largas a una situación que ha tenido suficiente tiempo para realizarse, o repararse pero debido a diversas razones no se ha logrado.

Esta reflexión cristiana se titula “En reparación” porque hay áreas de nuestra vida que deben repararse pero no hemos hecho lo necesario para lograrlo. Salvando las diferencias, hay un caso en la Biblia en el cual sucede algo parecido con respecto al templo de Israel.

En el pasaje bíblico de esta reflexión cristiana, se narra la historia de Joás, rey de Judá. Cuando tenía apenas un año de edad, Joás fue salvado de forma extraordinaria por una tía, debido a que su abuela Atalía mató a todos los hijos del rey Ocozías (2 Reyes 11).

Cuando Joás cumplió siete años, el sacerdote Joiada hizo los arreglos para establecerlo como el rey de Judá, porque él era el heredero al trono; de esa forma, derrocaron a Ataláa, y Joás comenzó a reinar haciendo lo recto delante de los ojos de Dios (2 Reyes 12:2).

Uno de los proyectos que Joás emprendió durante su reinado fue la reparación del templo. Para ello, le ordenó a los sacerdotes que todo el dinero que se trajera al templo, fuese destinado a la reparación de las grietas que se localizaran en los portillos del templo (2 Reyes 12:4-5).

Sin embargo, varios años después, Joás observó que no se habían hecho las reparaciones que él había ordenado.  El templo seguía con las mismas grietas, a pesar de que se había dedicado el dinero que recogía en el templo para realizar la reparación de los portillos.

Sin duda alguna, si hay algo con lo cual luchamos en esta sociedad es con la procrastinación. Según el diccionario, la procrastinación es la acción de retrasar, postergar, o posponer, actividades o situaciones que deben atenderse, por otras más irrelevantes.

Es increíble como la procrastinación nos afecta a todos. Habría que sentarnos a  reflexionar sobre cuales actividades o situaciones importantes en nuestra vida, hemos postergado por atender otras que no lo eran tanto. Podríamos empezar por todas aquellas cosas por hacer en nuestros hogares que están esperando por nosotros pero que no hemos realizado, por simplemente estar al tanto de nuestras redes sociales.

En el pasaje bíblico no se nos expresa la razón por la cual los sacerdotes no habían reparado las grietas del templo, pero si se hace hincapié en que esas reparaciones tuvieron tiempo suficiente para ser realizadas, pero por una u otra razón, no sucedió así.

Tenían todo lo necesario para hacerlo pero no lo hicieron. Es algo que nos pasa a menudo. Tenemos el tiempo, tenemos la necesidad de hacerlo, tenemos los recursos, pero la distracción es mucho más grande que la voluntad para hacer lo que debemos.

Sin embargo, este tema puede ser mucho más serio e incómodo cuando hablamos de las reparaciones que debemos llevar a cabo en nuestra forma de pensar, en nuestra forma de ser, y en nuestra forma de vivir, pero que evadimos porque simplemente nos agrada como somos.

Cuando llegamos al camino de Dios, entendemos que somos nuevas criaturas (2 Corintios 5:17), pero quedan algunos aspectos que deben tratarse para poder llegar a la estatura del varón perfecto (Efesios 4:13).

Si pensamos que estamos bien como estamos, seguramente seguiremos de la misma forma durante mucho tiempo por nuestra conformidad con nuestra forma de ser. Es por ello que, indudablemente, el primer paso para poder cambiar es reconocer la necesidad de hacerlo.

Al reconocer la necesidad y urgencia del cambio, algunos luchan con su antigua forma de hablar, otros luchan con su antigua forma de pensar, otros luchan con sus antiguas amistades, y hay personas que luchan hasta con la forma que tenían de ganarse la vida. El asunto es reflexionar sobre lo que estamos haciendo hoy para reparar esas áreas de nuestra vida.

Muchas veces el gran problema del nuevo creyente es que piensa que Dios hará todo el trabajo, cuando no es así. Cada quien debe poner de su parte para cambiar. Es cierto que Dios te ayudará a cambiar, te dará lo necesario para cambiar, pero al final te da libre albedrío para decidir si cambiar o no hacerlo.

Es necesario hacernos una auto-evaluación periódicamente para corroborar que tanto hemos avanzado en esas áreas en las cuales sabemos que necesitamos algunas reparaciones. Incluso, en algunos casos, será necesario pedirle a algún amigo de confianza, al cual podamos contarle nuestra situación, para que nos diga que tanto hemos avanzado o retrocedido en nuestra lucha por reparar esa área de nuestra vida.

Quiero finalizar esta reflexión cristiana diciéndoles que, al igual que los sacerdotes del pasaje bíblico, tenemos todo lo necesario para reparar las grietas de nuestra vida; tenemos los recursos, tenemos el tiempo, lo único que nos falta es la disposición y la voluntad para hacerlo.

Recuerda que Él es el alfarero, y nosotros sencillamente somos barro en sus manos. Deja que Dios a través de su palabra te muestre aquellas grietas que deben ser reparadas, y rinde tu voluntad delante de Él para que se cumpla su buena voluntad, agradable y perfecta para tu vida. No lo pienses más, y entra en reparación.

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