III. Un pueblo supremamente rebelde sin santidad
En Ezequiel 18 nos habla de una época en la que Israel estaba siendo un pueblo supremamente rebelde llenos de ídolos pecado e iniquidad como lo explica el profeta Ezequiel en capítulos anteriores. Y más específicamente en el versículo 20 del capítulo 18.
El Señor hace un llamado a los hijos para que sean una generación diferente. Él nos dice que no nos va a juzgar por los pecados que cometieron nuestros padres. No juzgará tampoco a los papás por los pecados que cometen los hijos. Es por eso que la invitación el día de hoy es examinar nuestra vida y nuestras tradiciones.
Sí quizás tú eres una persona que aún no conoce de Jesús, y piensas que porque toda tu familia es católica tú también debes serlo, el día de hoy la invitación es que tú puedas encontrar en Jesús la plenitud de tu vida. Esa plenitud que no ofrece ninguna religión sino un encuentro real con nuestro Salvador.
Este pasaje también nos lleva a entender que no importa lo que hayan hecho nuestros padres qué tan malos fueron o los pecados que cometieron, Jesús nos da un nuevo ADN.
III. El alma que pecare esa morirá
Parece un poco duro el principio del versículo cuando dice “el alma que pecare esa morirá”. Pero es una verdad que no podemos olvidar, aunque también es importante recordar que Dios es un Dios grande y lleno de misericordia y de amor.
Así como en ese momento le dio una oportunidad al pueblo de Israel para arrepentirse de su pecado, Él también nos da la oportunidad de arrepentirnos de nuestro pecado y nacer de nuevo y correr a Sus brazos.
Esa es el llamado de Él en este momento, el dejar nuestra pasada manera de vivir para ser nuevos en Cristo.
El llamado a la santidad no es para ser perfectos y no cometer ningún error o nunca más volver a pecar. Por lo contrario, es aceptar a Jesús como nuestro Salvador y tomar la decisión de seguirlo. Es permitirle que nos lavé con Su sangre preciosa, y nos justifique cada vez que pecamos.
Es por eso que es importante arrepentirnos de nuestra pasada manera de vivir, y que cada día al fallar ir delante de Dios, ante Su presencia y rendirnos ante Sus pies confesando nuestros pecados y creyendo que 144l es fiel y justo para perdonarnos.
Conclusión
Seguir a Cristo no es una decisión fácil. Es más fácil seguir las modas que nos ofrece el mundo, y ser parte de un montón. Pero lo que sí te puedo garantizar es que, aunque seguir a Cristo no sea la decisión más fácil de tu vida, si será la mejor decisión que puedas tomar.
Te garantizo que en Cristo encontrarás la plenitud y satisfacción que el mundo no te da. Cristo lo llena todo en todo, te da una razón de vivir, y en Él garantizas el mejor futuro que puedes tener.
Redactado por Y.S. Parra Mora para el uso exclusivo de predicasbiblicas.com
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