Cuando somos bautizados damos testimonio público, al igual que Jesús, de que somos hijos de Dios.
Jesús fue el mejor ejemplo de una vida de obediencia, humildad y sumisión; aún siendo Dios, se sometió al Padre, permitiendo ser bautizado por Juan, quien preparó el camino para el inicio de su ministerio.
3) El bautismo fue la ultima ordenanza que Jesús nos dejó
Luego de su resurrección, Jesucristo pasó cuarenta días con los discípulos, instruyéndolos sobre todas las cosas que debían hacer. Justo en el momento en que estaba listo para ascender al Padre, pronunció las siguientes palabras:
“Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.” Mateo 28:19
4) El bautismo fue el modelo que siguió la iglesia primitiva.
Existen muchos pasajes Bíblicos que demuestran que la práctica del bautismo fue continuada por la iglesia, tal y como Cristo les había instruido. Veamos algunos de ellos:
Hechos 8:12 “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Cristo Jesús, se bautizaban, tanto hombres como mujeres.”
Hechos 9:18 “Al instante cayeron de sus ojos como escamas (refiriéndose a Pablo), y recobró la vista; y se levantó y fue bautizado.”
Hechos 10:48 “Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo…”.
El Bautismo debe hacerse con el ENTENDIMIENTO CORRECTO, de la FORMA que aparece en la Palabra y en el MOMENTO APROPIADO.
En Hechos 8:35-39, vemos la ilustración de cómo y cuándo hacer el bautismo:
“Entonces Felipe abrió su boca y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús… Llegaron a un lugar donde había agua; y el eunuco dijo: Mira, agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees con todo tu corazón, puedes. Respondiendo él y dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios…Ambos descendieron al agua…Y lo bautizó. Al salir ellos del agua…”
Conclusión
De este modo concluimos que para bautizarse primeramente es necesario conocer y entender el evangelio de Cristo, creer en Él de todo corazón, y luego de haber creído, entonces, bajar a las aguas para ser bautizado por inmersión.
Es por esto que hoy en día continuamos promoviendo y practicando este mandato santo. Lo hacemos llenos de gozo y entusiasmo, no como una imposición sino como un acto de obediencia a aquél que nos amó y nos justificó, a quien debemos nuestra vida en agradecimiento eterno, y como una forma de testificar nuestro amor por Él y que somos de Él.
© Dr. Miguel Núñez. Todos los derechos reservados.